En el libro “China Covid-19. La quimera que cambió el mundo”
Joseph Tritto, presidente de la Academia Mundial de Biomedicina, revela que el Covid-19 fue creado en el Instituto de Virología de Wuham (China)
Ediciones Cantagalli acaba de publicar el libro China Covid-19. La quimera que cambió el mundo, en el que el prestigioso científico Joseph Tritto, experto mundial en nanotecnología y biotecnología y presidente de la Academina Mundial de Biomedicina (WABT -World Academy of Biomedical Sciences and Technologies-), revela que el coronavirus fue creado en el Instituto de Virología de Wuham a través de experimentos en bioingeniería que el país asiático realizó con la ayuda financiera y científica de Francia y Estados Unidos, y que posteriormente se transformaron en una investigación de tipo bélico. Según el autor italiano, el Instituto de Virología de Wuhan se encuentra ahora en manos del Ejército de Liberación del Pueblo del Partido Comunista chino (PCCh), al mando de la general Chen Wei, a quien señala como una de las mayores expertas en armas bioquímicas y bioterrorismo del mundo.
Joseph Tritto, de 68 años, explica en las 272 páginas de su nuevo libro que todo comenzó con el intento de China de terminar con el SARS, insertando genomas del HIV en determinados organismos y agregando elementos de coronavirus “de herradura” descubiertos en murciélagos a través de un método llamado “reverse genetics system 2”. La responsable de estos experimentos habría sido la profesora Shi Zheng Li, directora del laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan, un centro que durante años ha contado con la ayuda del Gobierno francés y del Instituto Pasteur, y en el que también han colaborado algunos científicos estadounidenses como Ralph S. Baric, de la Universidad de Carolina del Norte, y que incluso, durante el mandato de Barack Obama, recibió fondos de EE.UU. orientados a la ayuda al desarrollo (USAID).
Según Tritto, en su origen, las investigaciones llevadas a cabo en los laboratorios de Wuham se orientaban a combatir las enfermedades, pero poco a poco se transformaron en estudios de bioingeniería para fabricar armas biológicas letales, pasando a ser el Instituto de Virología el laboratorio con más fondos de toda China, bajo el control directo de la Academia de Ciencias y del Gobierno comunista. Según Tritto, “es probable que la profesora Shi Zheng-Li, de la que hoy no se tienen noticias y que parece estar desaparecida, no tuviera ningún interés en trabajar para objetivos militares o de otro tipo, a menos de que se viera obligada a ello. Nadie duda de su buena fe”.
En el libro de Tritto, los científicos no dan una buena impresión: impulsados por el deseo de conocimiento, en no pocos casos ceden a los deseos de poder y caen en el arribismo, bien por mejorar sus carreras o por dinero. Además, y segun explica el Presidente de la Academia Mundial de Biomedicina, está el tema de las vacunas, que enfrenta a los principales institutos y laboratorios mundiales en una durísima competencia de todos contra todos por vender la vacuna al mundo entero. Y en esto, China es magistral, según el profesor Tritto: Pekín no ha puesto a disposición del mundo científico la estructura genética originaria del coronavirus (el virus madre); solo difundió datos parciales. ¿Y por qué hizo esto? Porque, según explica el biólogo italiano, solo si se posee la estructura original del virus, se puede producir una vacuna realmente universal, eficaz en cualquier punto del globo. Con el paso del tiempo, los virus mutan y una vacuna producida a partir de un virus que ha mutado solo es eficaz para un cierto período y en una determinada zona.
Y es que, concretamente, según revela Tritto, el coronavirus sería el resultado de una combinación de dos infecciones virales, pero no se habría desarrollado de forma natural. “El SARS-CoV-2 se define como una quimera recombinante. Esto significa que proviene de dos cepas diferentes que se unen para crear un nuevo agente viral", explica Tritto. "Los investigadores aislaron dos cepas del virus, una transmitida por murciélagos y otra por pangolines. Pero no hay posibilidad de que estas dos infecciones se hayan unido de forma natural”.
Las dos cepas de coronavirus aisladas tienen afinidades muy altas con las que se encuentran en los seres humanos. "El virus aislado en murciélagos es un 94% similar, el que se encuentra en el pangolín incluso el 96%", continúa Tritto. "En medicina existen recombinaciones llamadas ‘wilds’. Son mutaciones naturales, no creadas en el laboratorio. En nuestro caso, sin embargo, es muy difícil que los dos animales hayan entrado en contacto". El pangolín es un oso hormiguero asiático con escamas protectoras a lo largo de toda su espalda. "Para tener una quimera recombinante, un murciélago tendría que morder el pangolín con tanta fuerza que le transmitiera el virus, lo cual es imposible”.
En su trabajo, el profesor Tritto también destaca los nombres de algunos de los héroes que ha dejado hasta ahora esta pandemia: además de los médicos y enfermeros que han dado su vida para atender a los pacientes que acudían en avalanchas a las unidades de emergencias, recuerda a los primeros médicos chinos que denunciaron la presencia de una gravísima epidemia en Wuhan. A esas personas que la Policía al servicio del PCCh silenció y que fueron amenazadas con el despido: la profesora Ai Fen, la primera en hablar de una “gripe extraña”, pero posteriormente censurada por las autoridades hospitalarias comunistas, o el oftalmólogo Li Wenliang, quien también fue silenciado por las autoridades y que murió de coronavirus tras infectarse por el contacto con un paciente.
Ediciones Cantagalli acaba de publicar el libro China Covid-19. La quimera que cambió el mundo, en el que el prestigioso científico Joseph Tritto, experto mundial en nanotecnología y biotecnología y presidente de la Academina Mundial de Biomedicina (WABT -World Academy of Biomedical Sciences and Technologies-), revela que el coronavirus fue creado en el Instituto de Virología de Wuham a través de experimentos en bioingeniería que el país asiático realizó con la ayuda financiera y científica de Francia y Estados Unidos, y que posteriormente se transformaron en una investigación de tipo bélico. Según el autor italiano, el Instituto de Virología de Wuhan se encuentra ahora en manos del Ejército de Liberación del Pueblo del Partido Comunista chino (PCCh), al mando de la general Chen Wei, a quien señala como una de las mayores expertas en armas bioquímicas y bioterrorismo del mundo.
Joseph Tritto, de 68 años, explica en las 272 páginas de su nuevo libro que todo comenzó con el intento de China de terminar con el SARS, insertando genomas del HIV en determinados organismos y agregando elementos de coronavirus “de herradura” descubiertos en murciélagos a través de un método llamado “reverse genetics system 2”. La responsable de estos experimentos habría sido la profesora Shi Zheng Li, directora del laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan, un centro que durante años ha contado con la ayuda del Gobierno francés y del Instituto Pasteur, y en el que también han colaborado algunos científicos estadounidenses como Ralph S. Baric, de la Universidad de Carolina del Norte, y que incluso, durante el mandato de Barack Obama, recibió fondos de EE.UU. orientados a la ayuda al desarrollo (USAID).
Según Tritto, en su origen, las investigaciones llevadas a cabo en los laboratorios de Wuham se orientaban a combatir las enfermedades, pero poco a poco se transformaron en estudios de bioingeniería para fabricar armas biológicas letales, pasando a ser el Instituto de Virología el laboratorio con más fondos de toda China, bajo el control directo de la Academia de Ciencias y del Gobierno comunista. Según Tritto, “es probable que la profesora Shi Zheng-Li, de la que hoy no se tienen noticias y que parece estar desaparecida, no tuviera ningún interés en trabajar para objetivos militares o de otro tipo, a menos de que se viera obligada a ello. Nadie duda de su buena fe”.
En el libro de Tritto, los científicos no dan una buena impresión: impulsados por el deseo de conocimiento, en no pocos casos ceden a los deseos de poder y caen en el arribismo, bien por mejorar sus carreras o por dinero. Además, y segun explica el Presidente de la Academia Mundial de Biomedicina, está el tema de las vacunas, que enfrenta a los principales institutos y laboratorios mundiales en una durísima competencia de todos contra todos por vender la vacuna al mundo entero. Y en esto, China es magistral, según el profesor Tritto: Pekín no ha puesto a disposición del mundo científico la estructura genética originaria del coronavirus (el virus madre); solo difundió datos parciales. ¿Y por qué hizo esto? Porque, según explica el biólogo italiano, solo si se posee la estructura original del virus, se puede producir una vacuna realmente universal, eficaz en cualquier punto del globo. Con el paso del tiempo, los virus mutan y una vacuna producida a partir de un virus que ha mutado solo es eficaz para un cierto período y en una determinada zona.
Y es que, concretamente, según revela Tritto, el coronavirus sería el resultado de una combinación de dos infecciones virales, pero no se habría desarrollado de forma natural. “El SARS-CoV-2 se define como una quimera recombinante. Esto significa que proviene de dos cepas diferentes que se unen para crear un nuevo agente viral", explica Tritto. "Los investigadores aislaron dos cepas del virus, una transmitida por murciélagos y otra por pangolines. Pero no hay posibilidad de que estas dos infecciones se hayan unido de forma natural”.
Las dos cepas de coronavirus aisladas tienen afinidades muy altas con las que se encuentran en los seres humanos. "El virus aislado en murciélagos es un 94% similar, el que se encuentra en el pangolín incluso el 96%", continúa Tritto. "En medicina existen recombinaciones llamadas ‘wilds’. Son mutaciones naturales, no creadas en el laboratorio. En nuestro caso, sin embargo, es muy difícil que los dos animales hayan entrado en contacto". El pangolín es un oso hormiguero asiático con escamas protectoras a lo largo de toda su espalda. "Para tener una quimera recombinante, un murciélago tendría que morder el pangolín con tanta fuerza que le transmitiera el virus, lo cual es imposible”.
En su trabajo, el profesor Tritto también destaca los nombres de algunos de los héroes que ha dejado hasta ahora esta pandemia: además de los médicos y enfermeros que han dado su vida para atender a los pacientes que acudían en avalanchas a las unidades de emergencias, recuerda a los primeros médicos chinos que denunciaron la presencia de una gravísima epidemia en Wuhan. A esas personas que la Policía al servicio del PCCh silenció y que fueron amenazadas con el despido: la profesora Ai Fen, la primera en hablar de una “gripe extraña”, pero posteriormente censurada por las autoridades hospitalarias comunistas, o el oftalmólogo Li Wenliang, quien también fue silenciado por las autoridades y que murió de coronavirus tras infectarse por el contacto con un paciente.