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Ernesto Ladrón de Guevara
Viernes, 21 de Agosto de 2020 Tiempo de lectura:

Hispanidad, un fracaso urdido a través de los tiempos

El presidente de la República del Ecuador, entre 1948 y 1952, Galo Plaza Lasso, afirmaba, lamentándose, las siguientes palabras: “Hay que decir con franqueza, hemos cometido un error muy grande, y no sé quiénes tendrán la culpa, si en España o en América; pero el hecho es que, por razones y circunstancias que por su propia naturaleza son de relativa corta duración, hemos permitido que se deslicen los lazos tradicionales que nos unen.”

 

Se refería a la ruptura que se produjo de la Hispanidad a lo largo del siglo XIX, pero que fue cociéndose a fuego lento durante todo el XVIII, alimentándose por las ideas ilustradas, por la decepción de los criollos enriquecidos por el comercio en un mercado protegido con aranceles que Carlos III desarmó para potenciar la economía peninsular, con gran enfado de la burguesía criolla.  Después por una política errática de alianzas de Carlos IV cuyo objeto era frenar los planes de Inglaterra que pretendía expandirse por la América hispana. Aprovechó la guerra de Francia contra Inglaterra, dando entrada al francés, perdiendo la flota en Trafalgar y después cambiando de tercio y pidiendo sopitas a Inglaterra para expulsar a Napoleón de España.

 

Cuando teníamos todo controlado de nuevo, Fernando VII cierra las puertas a los liberales para crear constituciones en las provincias españolas en ultramar, negándose a una confederación de países hispanoamericanos asociados a España. Era la última posibilidad de lograr salvar los trastos de la Hispanidad, pero el rey felón prefirió proteger sus intereses absolutistas a posibilitar un acuerdo que hubiera salvado muchas vidas, y sobre todo el que la Hispanidad no fuera volada con dinamita. Y mientras tanto, los masones conspirando en la trastienda junto a la mano negra oculta de los ingleses que aspiraban a desbaratar el mercado de las Américas del sur, fragmentando los virreinatos en pequeños países sin masa crítica para hacer su economía, pues cada trozo de la hispanidad bastante tenía para pagar su defensa particular, su entramado administrativo y poco más. Y así siguen esos países, hundidos en la deuda y en la insolvencia, cuando podían haber sido una potencia si hubieran hecho como los Estados Unidos del Norte, que no rompió con su Metrópoli, Inglaterra, y permanecieron unidos en una confederación de Estados que no pone en duda su unidad nacional de los EE.UU.

 

Gabriel Garcia Márquez afirmó en cierta ocasión: ”Nosotros estamos aquí esperando un día no muy lejano en que regresen los españoles, volverán otra vez, porque son cada día menos europeos… en el fondo siguen siendo unos españoles igual a nosotros”. Pero, verdes las han segado. Los españoles lejos de rescatar la unidad hispana con América, se han metido en procesos de descomposición interna. Y hablo en plural porque yo no me siento concernido por tal estupidez, aunque me afecte.

 

Jorge León Chávez, combatiente ecuatoriano en la guerra contra el Perú, da su testimonio: “Eramos los mismos en un tiempo, éramos los mismos, que por una u otra circunstancia después formaron las naciones, el Ecuador, Perú Colombia y ahí se iban separando…”

 

Hipatia Cárdenas de Bustamante, defensora pionera del sufragio femenino en Ecuador, no puede dudar en afirmar: “¡Y especial consideración se debe tener con los españoles, pues que francamente los españoles no son extranjeros en América, ellos con su sangre  derramada a torrentes, sin omitir tremendos sacrificios, nos dieron civilización y cultura; su sangre de ellos floreció en América dando belleza y esplendor a una nueva raza. España es América y América es España”.

 

Todas esta citas se recogen en el excelente libro Quito fue España de Núñez del Arco, ecuatoriano que pretende como Patricio Lons, argentino, y más influyentes intelectuales americanos, la reunificación hispana, pues ven que cada parte de la antigua Hispanidad, cada una por su lado, aboca al conjunto de lo que fue el Imperio español a la esclavitud y a al expolio de las inmensas riquezas contenidas en sus territorios, aún sin explotar.  Cosa que harán los halcones de los poderes financieros internacionales si todo sigue así. Y esos buitres que sobrevuelan nuestros cadáveres en ciernes, como ustedes saben, tienen nombres famosos  con el apellido especulación.

 

No espabilamos ni aprenderemos nunca, simplemente porque el hispano en general ha aprendido las lecciones adulteradas que les han dado en las aulas y no les importa nada el corregir los errores adquiridos desde la historiografía oficial asimilando  la historia real de su país: La Hispanidad.

 

No tenemos remedio y aunque el historiador argentino el doctor y profesor en la facultad de Derecho y en la de Ciencias Sociales y Humanidades,  Ricardo Levene, se  afane en su libro por analizar con brillante elocución y claras demostraciones historiográficas y científicas que  “Las Indias no eran colonias”, como reza su libro en el título, las Américas serán colonias, que es lo  que nunca fueron;  pero, en este caso, colonias  de los que liquidaron a los apaches, y otros indios de Arizona, Nuevo Méjico, California y otros actuales Estados americanos. Y entonces crujirán los dientes de esos países explotados, y después ocurrirá lo mismo con la que fue la Metrópolí  de la Hispanidad, arruinada, esquilmada y robada hasta las profundas entrañas por corruptos impenitentes. Y luego será tarde porque habrán llegado los chinos con su colonialismo, el que asola Africa.

 

Pero aún no es tarde. Yo me sumo a Patricio Lons y abogo por el despertar de los españoles.

 

"Españoles de todas las latitudes. fuimos una potencia, tuvimos una moneda internacional con la que se efectuaban las transaciones internacionales que llegaban hasta los confines de China: el Real de a ocho".

 

"Tenemos una lengua internacional que es el español, que es la lengua de 600 millones de habitantes en el mundo. Y recordemos que el 20% de la población de Filipinas fue masacrada para obligarla a abandonar nuestra lengua y sustituirla por el inglés, liquidando su cultura centenaria".

 

"Despierten de una vez, y paren al intruso nuevamente o seremos invadidos con otras formas de esclavización más sutiles, menos evidentes, pero más alienantes y avasalladoras. Más ladinas y dañinas".

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