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Pablo Mosquera
Viernes, 21 de Agosto de 2020 Tiempo de lectura:

Juzgar a ciegas

Hay que leer la entrevista publicada en El País a la ex-portavoz Cayetana Álvarez de Toledo. Yo la he leído varias veces. He sacado, al menos dos conclusiones: es una mujer culta y defiende la libertad dentro de lo que todavía es la particocracia. Luego, uno puede estar de acuerdo o no con sus postulados ideológicos. Pueden incluso ser rechazadas las formas "agrias" que usa en la tribuna. Pero en un país dónde se necesitan con urgencia dirigentes preparados más allá de una trayectoria que comienza en las nuevas generaciones de un partido y alcanzan su máximo esplendor en ser "fontanero/a" en pasillos, despachos y cenáculos de jefecillos que buscan mediocres afines, amaestrados por la soldada y siempre oportunistas para saber quién ganará en la próxima y miserable contienda interna del partido,una persona como esta dama con acento hispano, no sólo sorprende, es que resulta milagroso que haya dejado su vida particular y se haya calzado las botas para atravesar el lodazal de la política rastrera, dónde los aduladores y abrazafarolas lo invaden todo para alcanzar cimas nunca soñadas para la concurrencia instruida y preocupada con un sistema democrático cautivo por las mesnadas de mequetrefes y fracasados en la sociedad civil.   

   

Sus ideas resultan, al menos, materia para reflexionar.

 

1/ La injerencia del partido en el grupo parlamentario. De alguna manera está introduciendo un debate muy necesario. ¿A quién debe obedecer un grupo de la Cámara Legislativa, al Partido, a la circunscripción electoral de cada Diputado, al ciudadano en cada una de sus necesidades?.

 

2/ La conducta del rey emérito. ¿Se ha vulnerado la presunción de inocencia, se le ha forzado a marcharse de España, se ha utilizado algo sabido para inventario de otras causas que tienen visos de herramienta partidaria que desemboque en una consulta entre Monarquía y República?.

 

3/ Se hace necesario un gran pacto de Estado que conlleve un Gobierno fuerte, entre los dos grandes partidos constitucionalistas. ¿Cómo terminará esta etapa en la que nacionalistas, populistas y radicales contrarios a la Constitución española, quieren aprovechar la crisis desencadenada por el Covid agitando el enfrentamiento en la propia sociedad civil?

 

En la cuestión del feminismo. No hay duda que Cayetana practica el feminismo. Su valentía en un mundo de varones, sin complejos, aplastando al charlatán de turno, con sus conocimientos, dejando en ridículo o simplemente castigando con el desprecio a las aguerridas seguidoras de las Montero, son una muestra que estamos ante una ciudadana ejemplar, independiente, sin complejos y que no se casa con nadie.

 

Una frase para guardar. "A mí me interesa mucho la política y muy poco el poder". Justamente lo contrario que practican los mediocres que buscan por todos los caminos el poder, su poder, la erótica del poder, los privilegios del poder. Pero resulta esperanzador que haya alguien que practica la política en el espacio del mundo antiguo. Lo importante es la filosofía. Ordenar el pensamiento de los mejores para beneficio del pueblo.

 

Otra. "Liderar el espacio español de la razón". ¿Cabe algo tan profundo en un mundo de semianalfabetos?. Además, no es preciso quedarse entre las filas de los militantes con sede en la calle Génova. Vale para cualquier otro enclave. Ortega habría disfrutado con esta dama. Y habría sido un placer verles debatir en el Ateneo de Madrid sobre aquel concepto de cultura que Ortega señala. "Cultura es el sistema de ideas vivas que cada tiempo posee". Claro que a este acto el público no estaría compuesto por políticos. Si no me creen, repasen la nómina meritocrática actual de los supuestos padres de la patria.

 

Dicho lo que antecede, corro el riesgo de ser señalado como radical, partidario de la sal gruesa, admirador de formas implacables desde la oposición hacia los que gobiernan. No es el caso. No es lo que se debe valorar. Es más, me molestan que se sustituyan los argumentos ideológicos por vulgares insultos o descalificaciones personales. Máxime cuando los españoles necesitan confiar en una Cámara y en un Gobierno capaces de enfrentar la pandemia y la crisis derivada de la misma.

 

Me temo que conducta y proyectos, de los actuales mandarines, son tan inapropiados que harán muy complicada la llegada a España de las ayudas necesarias para disponer recursos procedentes de la UE. No somos fiables. Aunque tal ineptitud traten de ocultarla elaborando debates tan poco resolutivos como la presunta huida del rey emérito.

 

Además, y como muestra de la ignorancia culposa, cualquier modificación del orden constitucional va a requerir de un acuerdo transversal, por tanto más allá de esas mayorías que se lograron coyunturalmente para la censura a Rajoy o que se requieren para aprobar los presupuestos generales del Estado.     

 

Por último, me resulta muy atractivo el debate que se impulsa desde las páginas de un periódico de ámbito nacional considerado como progresista, sobre esas voces de la socialdemocracia, progresistas, ilustradas y modernas que se alzan contra la espiral identitaria, todo ello marcando distancias con el nacionalismo, en tiempos de conductas secesionistas que el actual Gobierno parece haber olvidado. Así se explican las soflamas independentistas del propio Parlamento catalán y del Presidente del Gobierno catalán, que olvida y nadie le recuerda que la autonomía de Cataluña deriva de la Constitución española, y que él mismo, desde que aceptó el cargo, se convirtió en el representante legal del Estado español en Cataluña. La ex portavoz del PP en el Congreso de los Diputados hace bien en plantearlo dada su condición de Diputada electa por la circunscripción de Barcelona.

 

Probablemente, si me encontrara en sede parlamentaria con la señora Álvarez, tendría muchas diferencias, precisamente por mi historial en defensa de la igualdad de oportunidades y el mantenimiento del gasto social para garantizar el acceso a la salud, educación, cultura y justicia. Mi modelo es netamente progresista. Como lo es al formular una política fiscal que garantice los ingresos del Estado desde los "bolsillos más abundantes" y una persecución ejemplarizante para la ingeniería fiscal, que hace necesario una enmienda que contemple la desaparición de privilegios y la sobre carga impositiva de los colectivos populares.

 

Pero, como librepensador, no se me ocurriría nunca descalificar a una ciudadana por sus apellidos, titulaciones y antecedentes familiares. En el país dónde me gusta habitar, cabemos todos, menos los facinerosos.   

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