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Pablo Mosquera
Sábado, 12 de Septiembre de 2020 Tiempo de lectura:

Al pueblo: pan y circo

La historia se repite. Debe ser casualidad. No creo que los actuales "padres de la patria" pierdan su "valioso tiempo" en ilustrarse con sucesos escritos que representan al mundo antiguo. Panem et circenses, fue una ocurrencia de Jevenal para la Roma del 140 a. C.

 

Pero sin querer se aferran a la tempestad de improperios. Cada frase que a modo de escopetazo con sal, alguien de la oposición lanza contra los que mandan, da carnaza para entretener al personal desde las bancadas protectoras del Gobierno, y así ganar tiempo muerto para no tener que explicitar otras cuestiones más arriesgadas. La deuda. La caída brutal de los ingresos. Las cuentas de la Seguridad Social. El agujero negro que separa la sostenibilidad del derecho adquirido -con la garantía del Estado- a una pensión tras la vida laboral cotizando. La curva ascendente de los contagios en la segunda oleada de la pandemia. La capacidad del sistema sanitario para enfrentarse con ingresos hospitalarios. La indignación de los usuarios del Sistema Nacional de Salud que son atendidos mediante conversación telefónica cuando precisan hacer uso del derecho asistencial en los centros de salud. La falta de crédito -presunción de solvencia- que desde las instancias de la UE harán que se retrase la inyección de los 140.000 millones de euros, indispensables para evitar el colapso del Estado español. Puedo seguir, pero, ¿para qué?. Mientras sus señorías sigan cobrando sueldo y dietas, seguirán tan contentos de haberse conocido y ser representantes con escaño en las Cortes del Reino de España.

 

Y digo Reino de España, porque algunos ignorantes hablen de República, deberían hacer un esfuerzo escolar y asumir que mientras no se cambie el Derecho Constitucional de nuestra nación, España es una Monarquía, nos guste o no nos guste. En mi caso, casi prefiero a los actuales miembros de la Jefatura del Estado que a cualquiera de esos mequetrefes semi-analfabetos funcionales que podrían ser Presidentes de una República al más puro y folclórico estilo caribeño. 

 

Tres noticias para abrir el curso de las Cortes. Revolcón al Gobierno que intentaba confiscar recursos de los Ayuntamientos. Primera advertencia de la locuaz Montero-Hacienda, posible congelación del sueldo a los funcionarios y trabajadores públicos, sólo que esta vez con una mastodóntica nómina gubernamental lograrán la indignación pública con cantatas ante los palacios públicos y privados de estos izquierdistas de boquilla y flauta, a los que cada día que pasa se les nota más la ignorancia y la poca vergüenza, que tratan al viejo estilo del NO-DO.

 

De ahí que hayan convertido en cuestión de Estado que algún político lenguaraz haya proferido comentarios a interpretar como aquello tan temido de "con Franco se vivía mejor". Menos mal que la inmensa mayoría de los habitantes de España no tuvieron nada que ver con el franquismo, no fueran a sacar peligrosas conclusiones.

 

Y llega la Moción de Censura. Yo no la habría presentado. A este Gobierno de extraña conducta y progresivo enfrentamiento, basta con dejarlo que se queme en sus propias brasas. De lo contrario asistiremos a una sesión de circo "hispano" que hará cerrar filas a los bloques que defienden la Constitución y la Monarquía, mientras los otros se juntan coyunturalmente para tratar de acomplejar a las derechas por compartir espacio, gobierno y foto, con Vox. Puede que hasta la fiesta "romana" haga crecer al de la coleta, que como buen artista bolivariano nos deleitará con una encendida defensa de la democracia, -su democracia-, y pedirá a los socios de Bildu, ER, y otras formaciones residuales, apoyo para este Presidente, ya que sin presupuestos, puede caer el actual Ejecutivo y promover un incierto tiempo electoral que les quite el pan a los actuales diputados.

 

Miren ustedes por dónde la fracasada moción sólo servirá para dos cuestiones. Que se lancen a la crisma todos los improperios pendientes mezclados con cifras de muertos y pobres de solemnidad; y para que los laboriosos ministros de Podemos sigan sin dar golpe.

 

Por cierto, los socialistas deberían reflexionar. Una mayoría parlamentaria no puede construirse con toda clase de partidos. No estamos ante una cínica y mera cuestión numérica. Los presupuestos son compromisos, además de ingresos y gastos. Afectan a las políticas fiscales, sociales y territoriales. No se puede señalar a las derechas por gobernar en acuerdo con Vox, para a continuación aceptar los votos y cambio de cromos con las independentistas y los herederos de ETA.

 

Pero septiembre abre curso y otoño, judicial. Será la prueba del algodón para considerar el grado de independencia que goza el poder judicial. Las cuentas y conductas de Podemos. Las cuentas que a martillazos trataron de borrar en la sede del último PP en el Gobierno de España. Las aventuras "comerciales", comisionadas, de compañías españolas por países árabes, y la inhabilitación del todavía presidente Torra, con derivadas para una convocatoria electoral en Cataluña y una campaña con toda suerte de actos vandálicos del nacionalismo más radical. Claro que Sánchez nos quiere demostrar que su política es el arte de hacer posible lo imposible. 

 

Por cierto. ¿Han visto la toma de posesión del Lendakari?. ¡Quien me lo iba a decir!. Prometió fidelidad a la Constitución, declaró ser representante ordinario del Estado en Euskadi, mostró su respeto a la Corona. Si a tales signos añadimos que la Administración vasca funciona, que la lucha contra la pandemia la lideran los expertos, y que las cifras del paro son las mejores de España, uno ya se ha hecho creyente y prometo acudir en peregrinación a la mágica ermita de la San Juan de Gaztelugatxe para luego degustar un plato de txangurro en un típico restaurante vasco de Bermeo.

 

Mientras, serenamente preocupado -Aznar- con la coyuntura sanitario-económico-institucional. Especialmente, por ser hijo de la mar y el viento, por haberme criado entre patrones y tripulaciones de barcos, por tanto convencido que no hay situación pero que estar capeando una borrasca y observar la impericia del patrón, que por ignorancia toma decisiones y rumbos contra la mar.

 

Por cierto, el próximo 17 de septiembre hará 18 años que voluntariamente dejé la política, las instituciones públicas vascas y mi trabajo en Osakidetza (Servicio Vasco de Salud), y me vine a vivir para siempre a mi Galicia del Cantábrico. Amén.

  

 

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