La Ministra que se ríe de los españoles
Hay en el posado vanidoso de la ministra una cierta crueldad sadiana con las bases de Podemos, una manifestación de poder libertino cifrado en la figura de los amos a la manera de las ciento veinte jornadas en las que las víctimas son las bases y los círculos de Podemos. Una manifestación perversa del absolutismo que esta pareja ejerce sobre la formación políica morada. A la manera sadiana podemos decir que la culpa es de sus militantes por soportarlo, y que desde ese punto de vista merecen incluso más humillación.
Los marqueses de Galapagar están avergonzando una y otra vez a una formación política nacida para hacer buena la estrategia gramsciana por cierto inspirada en la versión más radical y clasista del PSOE histórico y fundacional.
Lo que no es soportable es la frivolidad de un posado vanidoso al mismo tiempo que miles de compatriotas mueren en hospitales y tanta gente lo esté pasando tan mal. No hay derecho. No es la imagen que debe proyectar una gobernante en una crisis como esta, y no sé cuál es la diferencia del Vanity Fair de la "rojeras llongueras" con los elefantes del Borbón. Es el mismo gesto, el mismo mensaje, la misma inconsciencia.
Los ministros morados de Sanchez creen que su traición ideológica, su vergonzoso nivel de vida en comparación con los mensajes que lanzaron cuando accedieron a la política, su frivolidad en medio de una tragedia nacional pueden ser olvidados con gestos (a la manera de Zapatero) que parchean dos obviedades: no saben cómo gestionar la crisis sanitaria y el capitalismo liberal es incapaz de gestionar las necesidades económicas derivadas de esa misma crisis pandémica. Son una verguenza para la gente trabajadora y humilde de este país. Lo último que esperaban son chálets y posados en revistas pueriles y mucho menos la entrega vergonzante al Régimen del 78 que están apuntalando.
Hay en el caso de Iglesias y Montero algo que les hace más repulsivo aún que el felipismo. Felipe Gonzalez realizó una elaboración ideológica de sus contradiciiones personales y políticas para redefinir su incoherencia, su burla, en un discurso que le permitiera mirarse al espejo. Pero Iglesias y Montero pretenden hacer compatibles Vanity Fair y los chalets con el radicalismo político, con la militancia socialista real. Esto les convierte en altamente disolventes, porque no se mudan politicamente como hizo Gonzalez, mudando de camino a todo el partido. Estos pretenden seguir siendo líderes del antagonismo. Y pueden acabar destruyéndolo.
Creo que no es un problema de inconsciencia. Es una muestra de sadismo con los españoles y con sus bases políticas, tía.
![[Img #18640]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/09_2020/5702_1.jpg)
Hay en el posado vanidoso de la ministra una cierta crueldad sadiana con las bases de Podemos, una manifestación de poder libertino cifrado en la figura de los amos a la manera de las ciento veinte jornadas en las que las víctimas son las bases y los círculos de Podemos. Una manifestación perversa del absolutismo que esta pareja ejerce sobre la formación políica morada. A la manera sadiana podemos decir que la culpa es de sus militantes por soportarlo, y que desde ese punto de vista merecen incluso más humillación.
Los marqueses de Galapagar están avergonzando una y otra vez a una formación política nacida para hacer buena la estrategia gramsciana por cierto inspirada en la versión más radical y clasista del PSOE histórico y fundacional.
Lo que no es soportable es la frivolidad de un posado vanidoso al mismo tiempo que miles de compatriotas mueren en hospitales y tanta gente lo esté pasando tan mal. No hay derecho. No es la imagen que debe proyectar una gobernante en una crisis como esta, y no sé cuál es la diferencia del Vanity Fair de la "rojeras llongueras" con los elefantes del Borbón. Es el mismo gesto, el mismo mensaje, la misma inconsciencia.
Los ministros morados de Sanchez creen que su traición ideológica, su vergonzoso nivel de vida en comparación con los mensajes que lanzaron cuando accedieron a la política, su frivolidad en medio de una tragedia nacional pueden ser olvidados con gestos (a la manera de Zapatero) que parchean dos obviedades: no saben cómo gestionar la crisis sanitaria y el capitalismo liberal es incapaz de gestionar las necesidades económicas derivadas de esa misma crisis pandémica. Son una verguenza para la gente trabajadora y humilde de este país. Lo último que esperaban son chálets y posados en revistas pueriles y mucho menos la entrega vergonzante al Régimen del 78 que están apuntalando.
Hay en el caso de Iglesias y Montero algo que les hace más repulsivo aún que el felipismo. Felipe Gonzalez realizó una elaboración ideológica de sus contradiciiones personales y políticas para redefinir su incoherencia, su burla, en un discurso que le permitiera mirarse al espejo. Pero Iglesias y Montero pretenden hacer compatibles Vanity Fair y los chalets con el radicalismo político, con la militancia socialista real. Esto les convierte en altamente disolventes, porque no se mudan politicamente como hizo Gonzalez, mudando de camino a todo el partido. Estos pretenden seguir siendo líderes del antagonismo. Y pueden acabar destruyéndolo.
Creo que no es un problema de inconsciencia. Es una muestra de sadismo con los españoles y con sus bases políticas, tía.