El temor es especialmente elevado entre los más jóvenes y entre los conservadores
El 62% de los norteamericanos tiene miedo a decir lo que piensa por miedo a que alguien lo considere "ofensivo"
![[Img #18698]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/10_2020/9029_202007_speech_poll.jpg)
Un reciente sondeo realizado por el Cato Institute y YouGov entre 2.000 norteamericanos ha mostrado que el 62% de los encuestados cree que "el clima político actual les impide decir lo que piensan por si alguien pudiera considerarlo ofensivo. Una mayoría de demócratas (52%), independientes (59%) y republicanos (77%) convinieron en que tienen opiniones políticas que temen compartir". La encuesta también revela que quienes se consideran a sí mismo como “rotundamente progresistas” (concepto que equivale a un posicionamiento de extrema-izquierda) se mantienen como el único grupo político que siente que puede expresarse con libertad y tranquilidad. Cerca de 6 de cada 10 (58%) progresistas fervientes sienten que pueden decir lo que piensan.
"Casi un tercio (32%) de los norteamericanos con empleo dicen temer perder oportunidades de promoción o incluso el trabajo si salen a la luz sus opiniones políticas", explica la encuesta del Cato. Y, curiosamente, comparten esa preocupación estadounidenses de todo el espectro político: al 31% de los progresistas, al 30% de los moderados y al 34% de los conservadores les preocupa que sus ideas políticas les hagan perder el empleo o dañen su carrera profesional (...) Los más preocupados son los que tienen más estudios. Casi la mitad (44%) de los norteamericanos con posgrado dicen que les preocupa que sus carreras resulten perjudicadas si otros descubren sus opiniones políticas, frente al 34% de los licenciados [college graduates], el 28% de quienes han pasado por la universidad [some college experience] y el 25% de los bachilleres [high school graduates].
En este punto, hay una notable diferencia entre los demócratas y los republicanos con más estudios: una cuarta parte de los republicanos con el título de bachillerato (27%) o que han pasado por la universidad (26%) temen que sus opiniones políticas les perjudiquen en el trabajo; pero la cifra llega al 40% entre los republicanos con licenciaturas y al 60% entre los posgraduados.
La encuesta revela asimismo que los estadounidenses con menos de 30 años están más preocupados que sus compatriotas de más edad por si sus opiniones políticas dañan sus carreras y el mismo estudio sugiere que esto ocurre porque "pasan más tiempo en las universidades norteamericanas".
Según explica la analista Judith Bergman, “los campus del país siguen una línea izquierdista desde hace décadas. Con consecuencias de sobra conocidas: proliferación de espacios seguros y advertencias ante determinados temas o contenidos [trigger warnings], escraches contra personalidades conservadoras y una cultura de la cancelación que pone en la mira a profesores y estudiantes que disienten de una ortodoxia política universitaria cada vez más totalitaria. Recientemente, la decana de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Massachusetts Lowell, Leslie Neal-Boylan, fue despedida tras escribir ‘Las vidas negras importan, pero las demás vidas también" en un email a los estudiantes y al profesorado’”.
Bergman añade que “la cultura de la cancelación se ha trasfundido de los campus a la sociedad. Los asuntos que ya no son objeto legítimo de un debate público incondicionalmente libre y abierto son cada vez más: la raza, el género, los méritos de la historia y la civilización occidentales y el cambio climático están en lo más alto de la lista de asuntos proscritos. Además, hay incontables palabras y conceptos que han dejado de ser considerados legítimos; incluso nombres de alimentos. Quien disiente públicamente en alguna de esas cuestiones se arriesga a ser inmediatamente cancelado, sobre todo desde la muerte de George Floyd y el inicio de las protestas de Black Lives Matter por todo EEUU. La encuesta del Cato aporta más evidencias de que los efectos de dichas cancelaciones sobre la gente son tremendos, y no deberían ser subestimados”.
![[Img #18697]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/10_2020/6806_1.png)
Un reciente sondeo realizado por el Cato Institute y YouGov entre 2.000 norteamericanos ha mostrado que el 62% de los encuestados cree que "el clima político actual les impide decir lo que piensan por si alguien pudiera considerarlo ofensivo. Una mayoría de demócratas (52%), independientes (59%) y republicanos (77%) convinieron en que tienen opiniones políticas que temen compartir". La encuesta también revela que quienes se consideran a sí mismo como “rotundamente progresistas” (concepto que equivale a un posicionamiento de extrema-izquierda) se mantienen como el único grupo político que siente que puede expresarse con libertad y tranquilidad. Cerca de 6 de cada 10 (58%) progresistas fervientes sienten que pueden decir lo que piensan.
"Casi un tercio (32%) de los norteamericanos con empleo dicen temer perder oportunidades de promoción o incluso el trabajo si salen a la luz sus opiniones políticas", explica la encuesta del Cato. Y, curiosamente, comparten esa preocupación estadounidenses de todo el espectro político: al 31% de los progresistas, al 30% de los moderados y al 34% de los conservadores les preocupa que sus ideas políticas les hagan perder el empleo o dañen su carrera profesional (...) Los más preocupados son los que tienen más estudios. Casi la mitad (44%) de los norteamericanos con posgrado dicen que les preocupa que sus carreras resulten perjudicadas si otros descubren sus opiniones políticas, frente al 34% de los licenciados [college graduates], el 28% de quienes han pasado por la universidad [some college experience] y el 25% de los bachilleres [high school graduates].
En este punto, hay una notable diferencia entre los demócratas y los republicanos con más estudios: una cuarta parte de los republicanos con el título de bachillerato (27%) o que han pasado por la universidad (26%) temen que sus opiniones políticas les perjudiquen en el trabajo; pero la cifra llega al 40% entre los republicanos con licenciaturas y al 60% entre los posgraduados.
La encuesta revela asimismo que los estadounidenses con menos de 30 años están más preocupados que sus compatriotas de más edad por si sus opiniones políticas dañan sus carreras y el mismo estudio sugiere que esto ocurre porque "pasan más tiempo en las universidades norteamericanas".
Según explica la analista Judith Bergman, “los campus del país siguen una línea izquierdista desde hace décadas. Con consecuencias de sobra conocidas: proliferación de espacios seguros y advertencias ante determinados temas o contenidos [trigger warnings], escraches contra personalidades conservadoras y una cultura de la cancelación que pone en la mira a profesores y estudiantes que disienten de una ortodoxia política universitaria cada vez más totalitaria. Recientemente, la decana de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Massachusetts Lowell, Leslie Neal-Boylan, fue despedida tras escribir ‘Las vidas negras importan, pero las demás vidas también" en un email a los estudiantes y al profesorado’”.
Bergman añade que “la cultura de la cancelación se ha trasfundido de los campus a la sociedad. Los asuntos que ya no son objeto legítimo de un debate público incondicionalmente libre y abierto son cada vez más: la raza, el género, los méritos de la historia y la civilización occidentales y el cambio climático están en lo más alto de la lista de asuntos proscritos. Además, hay incontables palabras y conceptos que han dejado de ser considerados legítimos; incluso nombres de alimentos. Quien disiente públicamente en alguna de esas cuestiones se arriesga a ser inmediatamente cancelado, sobre todo desde la muerte de George Floyd y el inicio de las protestas de Black Lives Matter por todo EEUU. La encuesta del Cato aporta más evidencias de que los efectos de dichas cancelaciones sobre la gente son tremendos, y no deberían ser subestimados”.