¿Hasta cuándo viajan los niños a contramarcha?
La pregunta ha cobrado peso en los últimos años, desde que hay cierto consenso en la idoneidad de que los niños viajen a contramarcha. Siguiendo la normativa que rige en la actualidad, los niños deben viajar en contra del sentido de la marcha hasta los 9 kilos, peso que suelen alcanzar sobre los 10 meses. Sin embargo, la nueva normativa i-Size ampliará la edad hasta los 15 meses, y recomienda que el hábito se mantenga hasta los cuatro años.
Es preciso recordar que en 2017, por ejemplo, las salidas de vía, las colisiones frontales y las frontolaterales fueron las causas más frecuentes de accidentes mortales en vías interurbanas. Son estos los tipos de impacto más graves, pero, cuando el niño viaja a contra del sentido de la marcha, el riesgo de que sufra lesiones graves se reduce en un 80%.
Como explican desde la web A contramarcha, un impacto a 50 km/h transforma 1 kilo de peso en 32 kg. Considerando que el peso de la cabeza de un bebé de nueve meses es de dos kilos, su cuello soportaría una fuerza de más de 60, siempre hablando de una velocidad de 50 km/h.
Sin embargo, cuando la silla va a contramarcha quedan alineados espalda, cuello y cabeza, de manera que es la silla la que absorbe el peso del impacto. Las zonas más vulnerables quedan más protegidas, aguantando menos peso.
Así son las sillas a contramarcha
Visto lo anterior, que la silla esté orientada a contramarcha no solo es obligatorio, sino seguro. Webs como Sillas Contramarcha 10 ofrecen a padres y madres una guía de compra y consejos para encontrar la que más se ajuste a sus necesidades.
Para encontrar la adecuada, lo primero es tener en cuenta que existen distintos grupos según el peso y que ahora, con la normativa i-Size, se hace por altura. La edad, por el contrario, no resulta determinante a la hora de elegir una.
El grupo 0 y el 0+ va desde los 0 a los 13 kilos, o desde los 40 a los 85 cm. El grupo 1 está pensado para pesos entre 9 y 18 kilos, y alturas hasta los 105 cm según i-Size. El grupo 2, por su parte, corresponde a entre 15 y 25 kg y más de 100 cm, mientras que el 3 va de los 22 a los 36 kg. Los padres pueden elegir sillas evolutivas que abarquen los grupos 1, 2 y 3, asegurándose un uso máximo.
A partir de ahí, serán otros factores los que equilibren la balanza a favor de un modelo u otro. Es importante saber cuánto espacio ocupa estando reclinada al máximo, pues cada vehículo tiene sus limitaciones. Y es que la mayoría de sillas permiten varias posiciones de reclinado, en algunos casos hasta 12.
La silla tiene que ser adecuada para el niño y caber en el coche familiar, sí, pero también debe ser muy segura. Es aquí cuando hay que poner sistemas como isofix, anclajes que facilitan su instalación en el coche para que no se mueva.
En cuanto a funciones, será útil que se pueda girar para cuando se vaya a optar por ir a favor de la marcha, así como que se pueda variar la altura del resposacabezas.
Las normativas que conviven
La homologación de las sillas también es un factor a tener en cuenta, pues aunque muchos padres que deben hacerse con una silla nueva optan por i-Size, las que se acogen a la ley anterior y aún en vigor también son una posibilidad.
Para que quede claro, a lo que la ley obliga es a usar una silla infantil cuando los niños no superen los 135 cm de altura. Y esta debe tener un sistema de retención infantil homologado.
A partir de ahí, hay varias cuestiones que aclarar. La primera es que aunque a partir de los 135 cm ya podrían usar solo el cinturón de seguridad, los expertos aconsejan esperar a que alcance los 150 cm.
La segunda es que actualmente conviven dos normas, como decíamos: la normativa ECE R 44/04, la más popular y la que se basa en el peso de los niños para dividir por grupos (0-0+, 1, 2 y 3); y la i-Size, que entró en vigor en 2013 y se basa en la altura.
Ya decimos que las dos normativas conviven, por lo que optar por una homologación u otra corresponde a la decisión de los padres. Según medios especializados, las pruebas de seguridad colocan a i-Size en los primeros puestos de calidad.
Soluciones más allá de las excusas
Al margen de lo que es obligatorio, muchos padres deciden dar la vuelta a la silla antes de lo que es recomendable por diferentes motivos. Uno de ellos es que, supuestamente, el niño se marea al viajar a contramarcha, cuando los expertos aseguran que si el niño aún no conoce la sensación de ir de frente no va a marearse más a contramarcha. Los mareos se suelen producir por otros factores.
Otra excusa alude a una supuesta incomodidad y a la sensación de que, al ir con las piernas flexionadas, se le pueden romper en caso de accidente. Lo primero es que, para su comodidad y seguridad, la silla debe ser la adecuada para su altura/peso. Lo segundo es que las piernas siempre resistirán más que otras zonas más sensibles en caso de accidentes, como las cervicales.
También es frecuente el argumento de la inseguridad en caso de impactos traseros, pero lo cierto es que estos se suelen producir cuando el vehículo está parado. Las consecuencias de la inercia del impacto son, por lo tanto, mucho más leves.
La pregunta ha cobrado peso en los últimos años, desde que hay cierto consenso en la idoneidad de que los niños viajen a contramarcha. Siguiendo la normativa que rige en la actualidad, los niños deben viajar en contra del sentido de la marcha hasta los 9 kilos, peso que suelen alcanzar sobre los 10 meses. Sin embargo, la nueva normativa i-Size ampliará la edad hasta los 15 meses, y recomienda que el hábito se mantenga hasta los cuatro años.
Es preciso recordar que en 2017, por ejemplo, las salidas de vía, las colisiones frontales y las frontolaterales fueron las causas más frecuentes de accidentes mortales en vías interurbanas. Son estos los tipos de impacto más graves, pero, cuando el niño viaja a contra del sentido de la marcha, el riesgo de que sufra lesiones graves se reduce en un 80%.
Como explican desde la web A contramarcha, un impacto a 50 km/h transforma 1 kilo de peso en 32 kg. Considerando que el peso de la cabeza de un bebé de nueve meses es de dos kilos, su cuello soportaría una fuerza de más de 60, siempre hablando de una velocidad de 50 km/h.
Sin embargo, cuando la silla va a contramarcha quedan alineados espalda, cuello y cabeza, de manera que es la silla la que absorbe el peso del impacto. Las zonas más vulnerables quedan más protegidas, aguantando menos peso.
Así son las sillas a contramarcha
Visto lo anterior, que la silla esté orientada a contramarcha no solo es obligatorio, sino seguro. Webs como Sillas Contramarcha 10 ofrecen a padres y madres una guía de compra y consejos para encontrar la que más se ajuste a sus necesidades.
Para encontrar la adecuada, lo primero es tener en cuenta que existen distintos grupos según el peso y que ahora, con la normativa i-Size, se hace por altura. La edad, por el contrario, no resulta determinante a la hora de elegir una.
El grupo 0 y el 0+ va desde los 0 a los 13 kilos, o desde los 40 a los 85 cm. El grupo 1 está pensado para pesos entre 9 y 18 kilos, y alturas hasta los 105 cm según i-Size. El grupo 2, por su parte, corresponde a entre 15 y 25 kg y más de 100 cm, mientras que el 3 va de los 22 a los 36 kg. Los padres pueden elegir sillas evolutivas que abarquen los grupos 1, 2 y 3, asegurándose un uso máximo.
A partir de ahí, serán otros factores los que equilibren la balanza a favor de un modelo u otro. Es importante saber cuánto espacio ocupa estando reclinada al máximo, pues cada vehículo tiene sus limitaciones. Y es que la mayoría de sillas permiten varias posiciones de reclinado, en algunos casos hasta 12.
La silla tiene que ser adecuada para el niño y caber en el coche familiar, sí, pero también debe ser muy segura. Es aquí cuando hay que poner sistemas como isofix, anclajes que facilitan su instalación en el coche para que no se mueva.
En cuanto a funciones, será útil que se pueda girar para cuando se vaya a optar por ir a favor de la marcha, así como que se pueda variar la altura del resposacabezas.
Las normativas que conviven
La homologación de las sillas también es un factor a tener en cuenta, pues aunque muchos padres que deben hacerse con una silla nueva optan por i-Size, las que se acogen a la ley anterior y aún en vigor también son una posibilidad.
Para que quede claro, a lo que la ley obliga es a usar una silla infantil cuando los niños no superen los 135 cm de altura. Y esta debe tener un sistema de retención infantil homologado.
A partir de ahí, hay varias cuestiones que aclarar. La primera es que aunque a partir de los 135 cm ya podrían usar solo el cinturón de seguridad, los expertos aconsejan esperar a que alcance los 150 cm.
La segunda es que actualmente conviven dos normas, como decíamos: la normativa ECE R 44/04, la más popular y la que se basa en el peso de los niños para dividir por grupos (0-0+, 1, 2 y 3); y la i-Size, que entró en vigor en 2013 y se basa en la altura.
Ya decimos que las dos normativas conviven, por lo que optar por una homologación u otra corresponde a la decisión de los padres. Según medios especializados, las pruebas de seguridad colocan a i-Size en los primeros puestos de calidad.
Soluciones más allá de las excusas
Al margen de lo que es obligatorio, muchos padres deciden dar la vuelta a la silla antes de lo que es recomendable por diferentes motivos. Uno de ellos es que, supuestamente, el niño se marea al viajar a contramarcha, cuando los expertos aseguran que si el niño aún no conoce la sensación de ir de frente no va a marearse más a contramarcha. Los mareos se suelen producir por otros factores.
Otra excusa alude a una supuesta incomodidad y a la sensación de que, al ir con las piernas flexionadas, se le pueden romper en caso de accidente. Lo primero es que, para su comodidad y seguridad, la silla debe ser la adecuada para su altura/peso. Lo segundo es que las piernas siempre resistirán más que otras zonas más sensibles en caso de accidentes, como las cervicales.
También es frecuente el argumento de la inseguridad en caso de impactos traseros, pero lo cierto es que estos se suelen producir cuando el vehículo está parado. Las consecuencias de la inercia del impacto son, por lo tanto, mucho más leves.