Reportaje
Intelectuales franceses asumen que Francia "está en guerra contra el islamismo"
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Gérald Darmanin, ministro del Interior francés, ha participado recientemente en un programa de RTL, donde ha analizado el ataque terrorista en el que tres personas han sido asesinadas en el interior de la catedral de Niza. Darmanin se ha mostrado rotundo al asegurar que "estamos en guerra frente a un enemigo que es a la vez enemigo interno y externo, estamos en guerra contra una ideología islamista".
Por su parte, el prestigioso filósofo galo Alain de Benoist ha explicado a La Tribuna del País Vasco que el reciente atentado terrorista contra Samuel Paty ya fue especialmente importante porque marcó un antes y un después. "Por primera vez han asesinado a un profesor por el único motivo de haber impartido a sus alumnos un curso sobre la libertad de expresión". Para De Benoist, estos recientes ataques islamistas "están acumulando actualmente una presión que solo puede acabar desbordándose: la gente ya no puede soportarlo".
Por otro lado, explica De Benoist, "no estoy de acuerdo con la expresión de 'separatismo islamista' utilizada por Emmanuel Macron. Los islamistas de ninguna manera son separatistas (no tienen reclamos territoriales), sino que buscan extender su influencia dentro de la sociedad civil, que no es lo mismo".
El periodista italiano Giulio Meotti, uno de los más respetados analistas de cómo la hidra islamista se ha instalado en Europa a lo largo de las últimas décadas, en declaraciones exclusivas a La Tribuna del País Vasco, señala que el islamismo está logrando su objetivo: la sumisión de la sociedad francesa. "Sólo unos pocos héroes solitarios, bajo protección policial, enjuiciados, demonizados y aislados, todavía se atreven a defender ahora los valores occidentales. Y muchos occidentales relativistas se han puesto de lado de los fanáticos. Me temo que estamos
presenciando el fin de Europa tal como la conocemos. La pregunta ahora es: ¿qué lo reemplazará? ¿Qué tipo de sociedad heredarán nuestros hijos?".
Por su parte, el antiguo secretario de Estado francés y hoy escritor, Philippe de Villiers, deplora en un artículo publicado en Le Figaro el trato profundamente diferencial que el Gobierno de Emmanuel Macron da a la amenaza del coronavirus y al "virus islamista". En su opinión, para luchar contra el primero, "el Gobierno no duda en implementar medidas excepcionales muy cuestionables", mientras para enfrentarse al segundo, "una verdadera agresión invasiva, nos negamos a tomar medidas de guerra con el argumento de que éstas podrían ser liberticidas".
El también periodista Éric Zemmour, explica en las páginas del mismo periódico que "Francia no es exactamente la República, pero nadie se atreve a reconocerlo". En opinión de Zemmour, "¿quién cree que un hombre dispuesto a decapitar a un maestro porque insultó a Alá será detenido por las reglas del secularismo? No estamos en el mismo registro. Por un lado, normas jurídico-políticas; por el otro, una fé fanatizada que quiere imponer un sistema jurídico-político sustitutivo: la sharia. No es la República la que está en el punto de mira mira, sino Francia. Una Francia cristiana e irreverente, la Francia de los cruzados".
"En boca de muchos políticos", prosigue Zemmour, "la República ha sido, durante años, el medio conveniente para dejar de pronunciar la palabra Francia. Esta Francia que debe fusionarse con Europa. Francia que implica un arraigo, una historia, una geografía, un pueblo, una cultura, unas costumbres. En resumen, una civilización. Una Francia a la que debemos asimilarnos. En Roma, haz como los romanos. Y en París, te gustan las parisienses. La República, es más conveniente, sólo significa una legalidad superficial que obtiene consenso. Más allá de eso comienza el problema. Los territorios perdidos de la República son los territorios perdidos de Francia. Enclaves que, por ser extranjeros, se han convertido en el caldo de cultivo de una contrasociedad basada en reglas islámicas. Un contrapaís: la 'oumma'. Una contra-civilización que produce terroristas islamistas y delincuentes de bajo nivel. Yihad para todos".
Gérald Darmanin, ministro del Interior francés, ha participado recientemente en un programa de RTL, donde ha analizado el ataque terrorista en el que tres personas han sido asesinadas en el interior de la catedral de Niza. Darmanin se ha mostrado rotundo al asegurar que "estamos en guerra frente a un enemigo que es a la vez enemigo interno y externo, estamos en guerra contra una ideología islamista".
Por su parte, el prestigioso filósofo galo Alain de Benoist ha explicado a La Tribuna del País Vasco que el reciente atentado terrorista contra Samuel Paty ya fue especialmente importante porque marcó un antes y un después. "Por primera vez han asesinado a un profesor por el único motivo de haber impartido a sus alumnos un curso sobre la libertad de expresión". Para De Benoist, estos recientes ataques islamistas "están acumulando actualmente una presión que solo puede acabar desbordándose: la gente ya no puede soportarlo".
Por otro lado, explica De Benoist, "no estoy de acuerdo con la expresión de 'separatismo islamista' utilizada por Emmanuel Macron. Los islamistas de ninguna manera son separatistas (no tienen reclamos territoriales), sino que buscan extender su influencia dentro de la sociedad civil, que no es lo mismo".
El periodista italiano Giulio Meotti, uno de los más respetados analistas de cómo la hidra islamista se ha instalado en Europa a lo largo de las últimas décadas, en declaraciones exclusivas a La Tribuna del País Vasco, señala que el islamismo está logrando su objetivo: la sumisión de la sociedad francesa. "Sólo unos pocos héroes solitarios, bajo protección policial, enjuiciados, demonizados y aislados, todavía se atreven a defender ahora los valores occidentales. Y muchos occidentales relativistas se han puesto de lado de los fanáticos. Me temo que estamos
presenciando el fin de Europa tal como la conocemos. La pregunta ahora es: ¿qué lo reemplazará? ¿Qué tipo de sociedad heredarán nuestros hijos?".
Por su parte, el antiguo secretario de Estado francés y hoy escritor, Philippe de Villiers, deplora en un artículo publicado en Le Figaro el trato profundamente diferencial que el Gobierno de Emmanuel Macron da a la amenaza del coronavirus y al "virus islamista". En su opinión, para luchar contra el primero, "el Gobierno no duda en implementar medidas excepcionales muy cuestionables", mientras para enfrentarse al segundo, "una verdadera agresión invasiva, nos negamos a tomar medidas de guerra con el argumento de que éstas podrían ser liberticidas".
El también periodista Éric Zemmour, explica en las páginas del mismo periódico que "Francia no es exactamente la República, pero nadie se atreve a reconocerlo". En opinión de Zemmour, "¿quién cree que un hombre dispuesto a decapitar a un maestro porque insultó a Alá será detenido por las reglas del secularismo? No estamos en el mismo registro. Por un lado, normas jurídico-políticas; por el otro, una fé fanatizada que quiere imponer un sistema jurídico-político sustitutivo: la sharia. No es la República la que está en el punto de mira mira, sino Francia. Una Francia cristiana e irreverente, la Francia de los cruzados".
"En boca de muchos políticos", prosigue Zemmour, "la República ha sido, durante años, el medio conveniente para dejar de pronunciar la palabra Francia. Esta Francia que debe fusionarse con Europa. Francia que implica un arraigo, una historia, una geografía, un pueblo, una cultura, unas costumbres. En resumen, una civilización. Una Francia a la que debemos asimilarnos. En Roma, haz como los romanos. Y en París, te gustan las parisienses. La República, es más conveniente, sólo significa una legalidad superficial que obtiene consenso. Más allá de eso comienza el problema. Los territorios perdidos de la República son los territorios perdidos de Francia. Enclaves que, por ser extranjeros, se han convertido en el caldo de cultivo de una contrasociedad basada en reglas islámicas. Un contrapaís: la 'oumma'. Una contra-civilización que produce terroristas islamistas y delincuentes de bajo nivel. Yihad para todos".