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Lunes, 23 de Noviembre de 2020 Tiempo de lectura:
“El verdadero nido de víboras del terrorismo y del separatismo está en la oligarquía corrupta radicada en Madrid”

Carlos X. Blanco: “Vivimos en oclocracia, no en democracia”

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La editorial Letras Inquietas acaba de publicar el libro Tiempo de incertidumbre: El final del franquismo y la Transición según la CIA estadounidense que cuenta con un estudio introductorio elaborado por el profesor, filósofo y ensayista Carlos X. Blanco, bien conocido por los lectores de La Tribuna del País Vasco y de la revista Naves en Llamas.

 

En esta ocasión, charlamos con él sobre la Transición, uno de los periodos más turbulentos y polémicos de la historia reciente de España y que, en los últimos años, se ha convertido en una cuestión de intenso debate.

 

¿Cómo era aquella España que abrió las puertas de la Transición?

 

España era todavía una nación, una sociedad cohesionada a pesar de la gran brecha provocada por la Guerra Civil. No era la piltrafa bananera y bolivariana que es hoy, el juguete del Sultán marroquí, el hazmerreir de los pistoleros de aldea y de los separatistas de butifarra. No era todavía la colonia de Alemania. España era un Estado que, debidamente renovado, aún contaba en el mundo. España era una nación que iba superando los odios, estaba abierta a las transformaciones necesarias para adaptar las instituciones a la realidad de una potencia agroindustrial de primer orden en Occidente. España había experimentado un “milagro” desarrollista (con todas las contradicciones que esto implica, al pasar rápidamente del tercer mundo al primero) y, sobre todo, España era un milagro educativo. España era, por vez primera en la historia, un país instruido. Hoy, nuestra potencialidad -económica y educativa- se ha ido definitivamente al garete.

 

¿Fue la Transición española un proceso político autónomo o estuvo teledirigido, de uno u otro modo, por entes extranjeros?

 

Teledirigido. Y se puede demostrar por los efectos: contamos con la ventaja argumentativa de conocer hoy los resultados de aquellos cambios. España ha perdido por completo su soberanía política, militar, económica.

 

El Régimen de Franco perdió arraigo social, y la justificación que una clase media aterrorizada había encontrado en él antes, durante la Guerra y después de ella, esto es, defenderse  del “Terror rojo”, se veía ya muy lejana. Parecía posible, en torno a los años 60 y 70 del pasado siglo,  abrir los grifos de la financiación discreta y secreta por parte de las potencias extranjeras. Parecía fácil ampliar el radio de la oligarquía. Ya había “contubernios” desde Washington y desde Alemania mucho tiempo atrás. No se podía permitir que la soberanía nacional española fuera un verso suelto en el contexto del sur de Europa, llave del Mediterráneo, puerta de África, puente a Iberoamérica, etc. La “homologación” con las democracias liberales occidentales fue la tapadera para caer en el colonialismo que, con el advenimiento de los socialistas (el felipismo) se hizo completamente explícito: OTAN de entrada no, pero sí, entrar en la Comunidad Europea de rodillas, renuncia a una política africana firme, destrucción del tejido productivo autárquico, etc.

 

¿Qué papel jugó Estados Unidos en el diseño de la Transición española?

 

El documento que publica la editorial Letras Inquietas muestra claramente que los norteamericanos sabían que era el momento de actuar. Muchas transiciones eran posibles, y era preciso convertir a España en una colonia. No existía el más mínimo peligro comunista ni separatista en el momento en que Franco era un anciano moribundo. Era preciso sostener ese espantajo del peligro comunista y separatista con el fin de meter miedo con una “ultraderecha” supuestamente desestabilizadora que sí podría aguar las oportunidades de negocio a los yanquis. Un endurecimiento del Régimen era visto como un obstáculo al negocio de los yanquis y sus, por entonces, socios centroeuropeos. Da la impresión de que a la CIA y a la administración del Imperio, cualquier actor que no perteneciera a la vieja guardia más autoritaria, le valdría con tal de no llevarles a sustos ni sorpresas en el sur de Europa. Estaba claro que en España no tendrían lugar revoluciones a la portuguesa ni sustos izquierdistas. La única izquierda real eran Comisiones Obreras y un pequeño grupo de “comunistas profesionales”. Nada serio frente al omnímodo poder “occidental”. Un neofranquismo, por otro lado improbable, les daba mucho más miedo.

 

Uno de los momentos más decisivos fue el asesinato del Almirante Carrero Blanco a manos de un comando de la banda terrorista ETA. Bajo tu punto de vista, ¿fue ETA la autora ideológica del atentado o, simplemente, los posibles ejecutores?

 

No tengo pruebas, ni me he documentado lo suficiente. Sería una temeridad pronunciarme. No obstante, es vox populi lo siguiente: la “Transición” que, recordemos, comenzó con el Caudillo aún vivo, tuvo giros bruscos y golpes de mano. Quitarse de en medio a Carrero, igual que años después, hacer lo propio con Suárez a través del sainete del 23-F ¿a quién benefició? Y con respecto a ETA: ¿alguien cree que una banda de cuatro tarados alucinados y de pistoleros puede transformarse en todo un desafío al Estado, en plena Europa a finales del siglo XX, sin apoyo extranjero? Hay aquí una de las cosas en que mi profesor Gustavo Bueno llevaba toda la razón: el nacionalismo separatista en España haría reír a carcajadas si no fuera por la cantidad de dinero europeo y americano invertido para lograr que aquella “octava potencia” del mundo se ponga de rodillas. Lo han logrado: las locuras y fantasías de Arana serían anecdóticas y risibles si al mensaje racista inicial no le hubieran añadido bombas, pistolas y marxismo-leninismo.

 

¿Cuál fue el papel de Carlos Arias Navarro en el desmontaje del régimen? La CIA confiaba en él como un elemento mediador...

 

No lo sé muy bien. Quizá el de un hombre moderado. La CIA confiaba en que el Régimen se autoliquidara sin mucha alharaca, con el fin de poder mandar desde Washington con mucha más facilidad, sin cabezonerías autoritarias. El autoritarismo imperial no iba a tolerar más autoritarismos regionales como el español.

 

No cabe duda de que la jerarquía eclesiástica abandonó a Franco, a pesar de que éste había sido su salvador en la Guerra Civil y del estatus social, económico, cultural y político que le concedió tras la contienda. ¿En qué medida ha influido el apoyo prestado por la Conferencia Episcopal a la Transición en la profunda crisis que vive hoy la Iglesia española?

 

El clero ya estaba corrupto tiempo atrás. No se mostró agradecido a la “Cruzada”. Hemos de tener en cuenta que la II República murió –en cuanto a legitimidad- en el momento en que quemaron impunemente las primeras iglesias o asesinaron al primer muchachito seminarista. La Iglesia se hizo una gran lobotomía intelectual olvidando su historia de martirios, abandonando el tomismo, desconectando al pueblo de la Tradición hispana, desorientando a la sociedad con neomarxismos pseudoteológicos, sustituyendo la Teología y la Metafísica con el sociologismo. Las parroquias ya parecían células del PCE, en los colegios empezaron a tutear a los maestros y las iglesias recién construidas parecían garajes o discotecas. No se puede sustituir el gregoriano o el órgano litúrgico con guitarritas rasgadas y canciones de Bob Dylan. Todo esto está muy bien analizado en el último número de la revista Naves en Llamas, dedicado monográficamente a la crisis de la que hablas. Yo no soy un experto pero me parece que también la Iglesia habría podido apostar por una apertura política sin haber renunciado a la Tradición.

 

¿Era posible un franquismo sin Franco?

 

Lo que el informe llama “ultra-derecha” no contaba con posibilidades. Dudo incluso de que el aparato represivo de la policía y el ejército hubieran colaborado hasta el fin. Y se vio también por los efectos: los restos de sus irredentos en democracia formal fueron minorías insignificantes. Como Blas Piñar, gran orador y mil veces más culto que los politicastros de hoy, pero sin ideas estratégicas para recuperar esa Tradición que él invocaba. Puro testimonialismo. Era la hora de los pragmáticos.

 

El memorándum que incluye Tiempo de incertidumbre sorprende por la poca importancia que la CIA concede a los separatismo existentes en España. ¿Fue el estado de las autonomías un error de cálculo que terminó yéndose de las manos o se diseñó así para favorecer las aspiraciones secesionistas principalmente de vascos y catalanes?

 

[Img #19039]En efecto. Los que mandan en Madrid, desde el siglo XIX, desde el desmantelamiento de “Las Españas” del Antiguo Régimen, llevan cometiendo el mismo error de siempre: conceder privilegios a las oligarquías vascas y catalanas en detrimento de las demás regiones españolas. El pésimo centralismo caciquil madrileño tiene su complemento perfecto en el centralismo barcelonés y en el vizcaíno. Pero ahora, con la desertización industrial de España, todo se ha desmandado. Se han tirado al monte esos periféricos supuestamente sublimes porque ya no hay una periferia “rica industrial” frente a una famélica España mesetaria. Y sin embargo, la maquinaria absurda de las 17 taifas ya está aquí, como un cáncer, porque es una maquinaria inherente al propio centralismo madrileño que “ha dejado hacer” a las dos o tres taifas que querían privilegiar como condueñas de todo el Cortijo Español. Y esa dependencia del poder madrileño con respecto a un par de taifas que él mismo fue alimentando, brindó la oportunidad a los enemigos exteriores para hacer obrar sus maquinaciones.

 

Divide y vencerás: los enemigos de España lo han hecho todo muy bien. Un verdadero regionalismo está bloqueado desde que a ETA se le dio tanta cancha. Un regionalismo de tradición foralista, pero con Estado unido y unitario, sería la única alternativa a las taifas despilfarradoras de hoy.

 

A los pistoleros se les para los pies con represión policial y una agenda exterior eficaz. Pero aquí, en cambio, a ellos se les ha dado dinero y oxígeno por todos los lados. El verdadero nido de víboras del terrorismo y del separatismo está en la oligarquía corrupta radicada en Madrid. Debería haber sido cuestión de Estado evitar el protagonismo de un Arzallus o un Pujol: los verdugos y los agitadores no serían nada sin éstos personajes, quienes, a su vez, desde su aldea contaron con demasiado poder pues venían garantizando poltronas en Madrid. Creo que esto lo sabe todo el mundo.

 

En cambio, el informe se centra mucho en el papel del llamado "búnker" del régimen, que lo despacha sin más comentarios como de extrema derecha, y del Ejército. ¿Qué actitud tomaron ambos grupos con respecto a la Transición?

 

Ya he dicho antes que el búnker era limitado en su capacidad de acción y de atracción. Ni el ejército era ya el de la “Cruzada”, ni los grupúsculos literalmente “reaccionarios” eran significativos socialmente. El propio Régimen, siendo autoritario, no era fascista ni siquiera analógicamente desde hacía décadas. Se trataba de una constelación de “familias”, cuyo único nexo fenoménico eran el ojo y el visto bueno del Caudillo. Muerto ese ojo de valoración y ese ángulo de visión, las “familias” se desunirían, evolucionarían hacia los “-ismos” de la partitocracia. Había líderes bastante competentes en todo el espectro ideológico centro-derechista, mucho más competentes que los que hay hoy, pero lo eran en el aspecto técnico, profesional, administrativo… Faltaban “pensadores”. Me parece curioso, y necesitado de alguna explicación, cómo los partidarios más racionalistas de una especie de “despotismo ilustrado”, como Gonzalo Fernández de la Mora, fueron marginados. España no estaba para dictaduras cuarteleras: eso sería volver a la tensión y al tercer mundo. Pero, “por sus obras la conoceréis”, tampoco estaba para la partitocracia de charanga y pandereta que tuvimos que padecer desde 1978. El llamado “búnker” debería haberse hecho “ilustrado” todo lo posible sin caer en los errores y actitudes vende-patrias del liberalismo.

 

Cuarenta años después, ¿cuáles fueron los aciertos de la Transición? ¿Y sus errores más graves?

 

Se suele decir que hemos evitado una nueva Guerra Civil. Los historiadores deberían discutir, sin tapujos ni amenazas por parte de La Moncloa, si de verdad existía ese riesgo. El informe que presenta Letras Inquietas no parece indicar nada de eso. Una vez removida esa gran coartada, yo no veo más que errores: partitocracia y la corrupción que siempre le es aneja, desvertebración territorial y ruptura de la solidaridad entre españoles, sumisión a los norteamericanos, a los alemanes y a los marroquís, capitalismo desbocado, pérdida de soberanía… El papel de 1978 ya no es la Carta Magna, es el certificado de defunción de una nación que quiere dejar de ser.

 

¿Es aún posible corregir los fallos de la Transición o es demasiado tarde?

 

Ya está siendo muy tarde. Y si la medicina nos la quieren suministrar los propios causantes del mal, la partitocracia y las oligarquías que la sostienen, mal vamos. Cuando la degradación nacional ya ha avanzado tanto, se puede hablar de oclocracia y no de democracia. En tal contexto, los españoles más competentes en cada ramo profesional, cultural, productivo, intelectual, etc. deberían organizarse corporativamente de forma paralela e independiente de los partidos y de los marcos institucionales emanados de 1978, sin dejarse domesticar por subvención alguna, y reconquistar poco a poco la hegemonía por vía de su propia capacidad de iniciativa y saber hacer. Es el marxista Gramsci quien nos da la orientación: se trata de crear una contra-hegemonía, un Estado paralelo que, sin subvertir al oficial, llegue algún día a sustituirlo.

 

CIA y Carlos X. Blanco: Tiempo de incertidumbre: El final del franquismo y la Transición según la CIA estadounidense. Letras Inquietas (Noviembre de 2020)

 

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