En el último spot publicitario de la BBK, una de las principales protagonistas es una joven con velo islámico que posa delante de los edificios de la UPV-EHU. Si accedemos a la página de Kutxabank podremos ver cómo una simpática chica de color nos muestra las bondades de suscribir diferentes hipotecas con esta entidad. Estos son dos ejemplos más de cómo las élites políticas y financieras están introduciendo en nuestras cabezas la ideología globalista por medio de la publicidad, series de televisión o las noticias de los telediarios, arrinconando deliberadamente la propia imagen corporal de los europeos. Es evidente que la casta jertzale se han entregado a las tesis internacionalistas, pasando de la defensa de los interés de la ciudadanía vasca a una especie de cristianismo multicultural que acoge con los brazos abiertos a cualquiera que venga de más allá del estrecho. Tampoco es de extrañar que la BBK esté alineada con esta ideología teniendo en cuenta los millones de euros que dedica a financiar el mal llamado "tercer sector", formado por una amalgama de ONGs dedicadas a diferentes ámbitos cuya única causa común es vivir de nuestro dinero. Si los gobernantes vascos siguen renunciando a nuestra propia identidad y mantienen una irracional política de puertas abiertas terminaremos siendo una anécdota histórica arrasados por el tsunami unificador y contrario a nuestra singularidad llamado globalismo.