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Jueves, 10 de Diciembre de 2020 Tiempo de lectura:
De Fernando José Vaquero Oroquieta

La constelación masónica

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[Img #19157]La Tribuna del País Vasco acaba de editar en su colección de grandes ensayos La constelación masónica, un excelente trabajo de investigación del escritor Fernando José Vaquero Oroquieta sobre la naturaleza, el calado y el poliédrico significado de la masonería. El volumen, que con toda seguridad se convertirá en una obra fundamental para el estudio de esta materia, relata con una exquisita destreza y un ritmo trepidante el desarrollo histórico de una institución global que, sin duda, ha tenido una importancia clave en la configuración de nuestra sociedad. “La institución masónica, con sus más de tres siglos de historia, ha contribuido poderosamente a diseñar el mundo que conocemos. Occidente está construido sobre mimbres intelectuales imaginados por ilustrados, iluministas, aventureros, militares, políticos, emprendedores, comerciantes, científicos y pedagogos. Muchos de ellos, masones. Aunque nos cueste imaginar a unas gentes, tan serias y responsables, con sus mandiles y sus extraños rituales en ’templos’ cuya estructura no se comprende generalmente, no son cuestiones caprichosas. Todo responde a un designio”, explica Fernando José Vaquero Oroquieta.

 

¿Un designio de poder?

 

En buena medida, sí, pues, en definitiva, toda construcción ideológica responde o encubre relaciones poder. Y en la masonería hay mucha ideología. En la “orden”, un neófito puede encontrar lo que quiera y de múltiples maneras: colegas educados, personas con contactos sociales, una educación exigente, un conocimiento esotérico, oscuros políticos… Y profundizará en lo que él considere adecuado a su temperamento. Antaño, la pretensión de conquista del “poder” externo era fundamental; en la actualidad, hay un mayor interés por conocer la propia tradición masónica. Pero su compañero de banco puede ser un delicado estudioso del simbolismo más exquisito, o un filántropo implicado, o un indiferente en todos los aspectos. Y todos son igualmente masones que trabajan la “piedra bruta” al servicio del cambio personal, del “progreso” y de la Humanidad.

 

¿Tradición? ¿No es este un concepto contradictorio con el relativismo propio de la metodología masónica?

 

Son más de 300 años de ritos reiterados, experimentados, interiorizados y depurados. ¡Claro que existe una tradición masónica! Otro asunto es que, objetivamente, sea con “t” mayúscula o minúscula… depende de cada uno; o del autor o filiación que siga. De ahí que la masonería tenga algo de religioso, sin ser una religión; se hace filosofía, sin ser una filosofía; participa en política, sin ser un partido; etc.

 

La masonería de hoy, ¿es la misma de sus orígenes?

 

No, exactamente. Bien pudo haberse dotado de otros contenidos; de hecho, hubo pugnas, escisiones, controversias doctrinales y políticas, ya en sus inicios y a lo largo de toda su particular historia. Pero siempre ha prevalecido la voluntad de marcar diferencias con la Iglesia católica y relevarla en la guía moral de la sociedad. El que algunos católicos, como Joseph de Maistre, la frecuentaran en su día, sin lograr reformarla ni servirse de ella para sus propósitos,  confirma este itinerario iluminista, racionalista y subjetivista.

 

[Img #19156]Pero ¿qué es la masonería?

 

Hay definiciones de todo tipo. No obstante, la cuestión objetiva no es tanto la definición, un concepto reduccionista en todo caso, como aprehender su verdadera naturaleza y sentido. Y para ello debe conocerse su método, símbolos, ritos y organización. Y un poco de su historia, así como las diversas corrientes esotéricas de las que se alimentó, de sus relaciones con la Corona británica, de sus relaciones con la Iglesia católica hoy… Modestamente, mi libro puede aportar claridad en este debate.

 

Hablando de la Iglesia. En el País Vasco y Navarra nunca hubo muchos masones. Y usted afirma que nuestro mundo está determinado en gran medida por esta institución, ¿no es una afirmación desproporcionada?

 

No es cuestión de número, sino de calidad, de saber estar en el lugar adecuado y subirse a la “cresta de la ola” de las mentalidades en alza. Además, la masonería no actúa de forma aislada en un mundo compartimentado. En cierto modo, después de los primeros amagos de globalización a bordo del Galeón de Manila –español, imperial y católico- la constelación masónica fue la primera globalización que trascendió pueblos, naciones, y tradiciones religiosas; aunque en ocasiones, tal y como afirman los masones franceses, por poner un ejemplo, la masonería fuera un instrumento del colonialismo británico.

 

¿Goza de buena salud la masonería?

 

Sufre de los efectos enfermizos del éxito. Ha conseguido casi todos sus objetivos sociopolíticos: su modelo liberal-democrático-progresista, y su proyección filantrópica, se han impuesto en Occidente, con la pretensión de cubrir el mundo entero. No está en su mejor momento en números, es cierto; de hecho, tiene menos socios que en épocas anteriores. Y en diversas sociedades, como la musulmana, y en buena parte de Asia, sigue resultando ininteligible y antitética con su idiosincrasia. La globalización de las comunicaciones y de las mentalidades todavía no ha alcanzado la uniformidad racionalista y subjetivista universal. Pero, junto a otros actores, sigue en ello.

 

¿Qué opinión le merecen las denominadas teorías “conspiracionistas” alrededor de la masonería?

 

Gracias a su “secreto” o “discreción”, según se mire, siempre surgirán personajes tóxicos como Léo Taxil y similares; tanto dentro, como fuera de la orden. Resultan divertidos, intrigantes, sorprendentes… pero oscurecen el verdadero debate; que no es otro que el potencial de las ideas y sus consecuencias.

 

Para comprender qué es la masonería, ¿realmente era necesario hablar del hermetismo, el luciferismo, los illuminati, René Guenon, Aleister Crowley, por poner unos ejemplos, tal y como se hace en su ensayo?

 

Objetivamente, no. Pero insisto en la importancia de las ideas en sí mismas. Pero dado que hoy todo se mezcla, se combina caprichosamente a gusto del consumidor o del comunicador y se analiza superficialmente, a pesar de estar disponible más documentación que nunca, nos hemos propuesto realizar un estudio sintético, conceptualmente riguroso y descriptivo en sus múltiples expresiones, conexiones y derivas. Al lector corresponde juzgar si el esfuerzo ha alcanzado estos objetivos; pues escribir, por escribir, “otro” libro más sobre la masonería, ciertamente, no me interesaba.

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