Secesión y sucesión
La sucesión y la demanda de referéndum sobre la forma de estado han seguido copando la atención periodística (mucho menos, la de la calle), aunque en disminución. La monarquía se ha visto como el último cimiento sólido de la nación y menudean los escritos que tienden a señalar lo que se espera del sucesor. Incluso hay quien anuncia reformas necesarias que incluirían una ratificación de la monarquía. Lo que no es posible discutir es la trascendencia del hecho. Sin embargo, tantos augurios sobre el papel del futuro rey podrían ser escasamente democráticos, tal vez incluso contrarios a derecho. En cuanto a la polémica, son legión quienes se declaran ‘republicanos monárquicos’. Hay que leer a Jon Juaristi y a Juan Pablo Fusi, para formarse. Y tentaciones se sienten de dar la razón a Edurne Uriarte ante tanto furor referendario.
El otro asunto de peso en papel (resuelto con rapidez el amago de abandono de Duran por él mismo) ha sido la derrota de Pere Navarro a manos de los secesionistas del PSC y la crisis subsiguiente que deja el partido en suspenso. Para unos esa crisis es el resultado de la crónica ambigüedad del partido, otros lo explican aún más descarnadamente, y otros mucho más; para otros, en fin, en versión edulcorada, el partido se encuentra ante un dilema trágico.
Hasta el Papa ha terciado en el debate secesionista (y no impresionado por los ‘castellers’); también el canadiense Ignatieff; pero ellos a lo suyo, construyendo su mundo virtual y tratando de dar cada día un pasito, con lo que sea. Notable resulta este editorial de UPyD y, tal vez a causa de la sucesión, hay un ambiente general de fin de ciclo al que los secesionistas contribuyen alborozados. Con todo, hay propuestas de llevar el derecho a decidir hasta sus últimas consecuencias y otras, llamémoslas más ‘imaginativas’.
El govern envió varios representantes a la manifestación festiva del sábado en defensa del ‘modelo’ escolar catalán. No fue un ‘clam avassallador’, aunque estuvo bien nutrida. La organización, Somescola (que no son ‘escola’), no tuvo éxito en su intento de tapar las vergüenzas de la Generalitat y proliferaron las consignas contra los recortes. Sin embargo, ya antes de la exhibición, los hechos demostraban la nula voluntad de obedecer la ley. Y eso en una semana en que el Consejo de Estado ha emitido dictamen instando al Gobierno a mejorar el decreto para garantizar el derecho a recibir una educación bilingüe (algo que las entidades habíamos hecho ya con anterioridad). Y Círculo Balear aún tiene que pelear para que haya ejemplares de los exámenes de selectividad en español para aquellos alumnos que los soliciten.
Para reír y llorar a la vez, vean al descubridor de la catalanidad de Sta. Teresa en su salsa. Y, por supuesto, más, mucho Mas…
La sucesión y la demanda de referéndum sobre la forma de estado han seguido copando la atención periodística (mucho menos, la de la calle), aunque en disminución. La monarquía se ha visto como el último cimiento sólido de la nación y menudean los escritos que tienden a señalar lo que se espera del sucesor. Incluso hay quien anuncia reformas necesarias que incluirían una ratificación de la monarquía. Lo que no es posible discutir es la trascendencia del hecho. Sin embargo, tantos augurios sobre el papel del futuro rey podrían ser escasamente democráticos, tal vez incluso contrarios a derecho. En cuanto a la polémica, son legión quienes se declaran ‘republicanos monárquicos’. Hay que leer a Jon Juaristi y a Juan Pablo Fusi, para formarse. Y tentaciones se sienten de dar la razón a Edurne Uriarte ante tanto furor referendario.
El otro asunto de peso en papel (resuelto con rapidez el amago de abandono de Duran por él mismo) ha sido la derrota de Pere Navarro a manos de los secesionistas del PSC y la crisis subsiguiente que deja el partido en suspenso. Para unos esa crisis es el resultado de la crónica ambigüedad del partido, otros lo explican aún más descarnadamente, y otros mucho más; para otros, en fin, en versión edulcorada, el partido se encuentra ante un dilema trágico.
Hasta el Papa ha terciado en el debate secesionista (y no impresionado por los ‘castellers’); también el canadiense Ignatieff; pero ellos a lo suyo, construyendo su mundo virtual y tratando de dar cada día un pasito, con lo que sea. Notable resulta este editorial de UPyD y, tal vez a causa de la sucesión, hay un ambiente general de fin de ciclo al que los secesionistas contribuyen alborozados. Con todo, hay propuestas de llevar el derecho a decidir hasta sus últimas consecuencias y otras, llamémoslas más ‘imaginativas’.
El govern envió varios representantes a la manifestación festiva del sábado en defensa del ‘modelo’ escolar catalán. No fue un ‘clam avassallador’, aunque estuvo bien nutrida. La organización, Somescola (que no son ‘escola’), no tuvo éxito en su intento de tapar las vergüenzas de la Generalitat y proliferaron las consignas contra los recortes. Sin embargo, ya antes de la exhibición, los hechos demostraban la nula voluntad de obedecer la ley. Y eso en una semana en que el Consejo de Estado ha emitido dictamen instando al Gobierno a mejorar el decreto para garantizar el derecho a recibir una educación bilingüe (algo que las entidades habíamos hecho ya con anterioridad). Y Círculo Balear aún tiene que pelear para que haya ejemplares de los exámenes de selectividad en español para aquellos alumnos que los soliciten.
Para reír y llorar a la vez, vean al descubridor de la catalanidad de Sta. Teresa en su salsa. Y, por supuesto, más, mucho Mas…