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Sábado, 26 de Diciembre de 2020 Tiempo de lectura:
Investigación

Covid-19: El virus del Partido Comunista chino

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En enero de 2018, funcionarios de la Embajada de Estados Unidos en China advirtieron al Departamento de Estado norteamericano sobre los múltiples fallos de seguridad existentes en los biolaboratorios de la región china de Wuham que llevaban años realizando múltiples estudios sobre el coronavirus de murciélago. Así lo ha revelado Josh Rogin, un columnista de The Washington Post que ha explicado también cómo hace dos años la embajada estadounidense en Pekín decidió enviar a varios diplomáticos, incluido el cónsul general de Wuhan, Jamison Fouss, y al asesor científico de la legación, Rick Switzer, para visitar el Instituto de Virología de Wuhan (WIV), que albergaba el primer laboratorio P4 de máxima seguridad del país. Un comunicado de prensa, publicado en inglés el 27 de marzo de 2018 y en el que se informaba sobre estas visitas fue eliminado del sitio web del WIV recientemente.

 

"Estaban tan preocupados por lo que habían visto durante sus visitas que enviaron dos cables diplomáticos sensibles, pero no clasificados, a sus directores", dice The Washington Post. Los mensajes, emitidos el 19 de enero de 2018, advirtieron sobre fallos en la seguridad y administración del laboratorio WIV. “Además, una de las comunicaciones alertaba concretamente sobre el trabajo que el laboratorio estaba llevando a cabo con coronavirus de murciélago y sobre cómo su posible transmisión a los seres humanos representaba un riesgo claro de que estallara una nueva pandemia de SARS”. Los enviados norteamericanos percibieron, durante los contactos que mantuvieron con los científicos del laboratorio WIV, que las instalaciones carecían de técnicos e investigadores debidamente capacitados para operar de manera segura en entornos de alta contención biológica.

 

"Lo más importante", dice uno de los cables en poder de The Washinton Post, es que “los investigadores también mostraron que varios coronavirus de tipo SARS pueden interactuar con ACE2, el receptor humano identificado para el coronavirus SARS. Este descubrimiento sugiere de una forma muy sólida que los coronavirus tipo SARS de los murciélagos pueden transmitirse a los humanos y causar enfermedades similares al SARS. Desde el punto de vista de la salud pública, esto hace que la vigilancia continua de estos coronavirus de tipo SARS en murciélagos y el estudio de la interfaz animal-humano sean esenciales para predecir y prevenir epidemias de coronavirus emergentes”.

 

Para el columnista del rotativo norteamericano, “no hay indicios de que el virus que se está desatando actualmente en el mundo se haya fabricado. Los científicos coinciden en gran medida en su origen animal, pero eso no quiere decir que no provenga de un laboratorio que ha pasado años probando coronavirus de murciélago en animales”.

 

 "El cable fue una llamada de atención", dice un funcionario estadounidense, también citado por The Washington Post. “Pedían a su Gobierno que tuviera cuidado con lo que estaba pasando". Tanto fue así que, desde ese momento, la Administración Trump dejó de prestar ayuda a estos laboratorios chinos.  De hecho, los cables sobre este tema entre la embajada de EE.UU. en China y Washington se reanudaron solamente en los últimos meses, ya que los funcionarios en Pekín cuestionaron si el laboratorio WIV podría ser la causa de la pandemia y cuáles serían las implicaciones que esto tendría para la respuesta de los Estados Unidos a la epidemia y para las relaciones del país con China”.

 

"En la Administración Trump, un elevado número de funcionarios de seguridad nacional han sospechado durante mucho tiempo que el WIV o el laboratorio del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades en Wuhan está detrás de la nueva epidemia de coronavirus”, explica el columnista que añade que los servicios de inteligencia británicos “tampoco descartan la hipótesis de una fuga accidental del coronavirus de los laboratorios de Wuham”.

 

Un secreto en Wuham

 

[Img #19235]¿Pero qué pudo haber ocurrido en Wuham? El diario británico Daily Mail explica que los servicios secretos de este país manejan la hipótesis de que la infección comenzó cuando varios expertos del centro de investigación chino se contagiaron después de haber sido rociados accidentalmente con sangre contaminada. Este punto habría sido el origen primal de la pandemia y la causa de la exposición al patógeno estaría, según Richard Ebright, experto estadounidense en seguridad biotecnológica, en el empleo en el centro de investigación de dispositivos de seguridad biotecnológica de nivel 2, que proporcionan “una protección mínima" a los trabajadores. “La recolección del virus, su cultivo y su aislamiento” en unas instalaciones con niveles de seguridad 2 implicaría “un riesgo significativo de infección” para aquellos que participan en el proceso.

 

Hay que recordar que la primera infección humana del Covid-19 se registró a finales de diciembre de 2019 en Wuhan, en la provincia china de Hubei, cuando se identificaron 41 casos de neumonía. Un análisis más exhaustivo mostró que se trataba de un nuevo caso de coronavirus.

 

Un tercio de aquellos casos -el 66 %- tuvo exposición directa en el mercado húmedo de Wuhan. Allí se vendían pescados, mariscos, especies de fauna salvaje, serpientes, aves y diferentes tipos de carne y animales muertos. El mercado cerró inmediatamente y no se ha abierto desde entonces.

 

La información que aportó las primeras pistas se divulgó a mediados de enero de 2020, cuando se publicó la secuenciación del genoma completo del nuevo coronavirus a partir de una muestra de un paciente. Esta mostró que se trataba de un nuevo coronavirus –SARS-CoV2– perteneciente al mismo grupo que el coronavirus relacionado con el síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV) que causó, también en China, el brote de SARS de 2003.

 

Pero el nuevo virus es significativamente diferente y desde los primeros momentos planteó interrogantes sobre su origen. Desde el inicio de la pandemia, el Partido Comunista chino (PCCh) ha afirmado que el virus se originó en el mercado húmedo de Wuhan, a pesar de la falta de evidencias convincentes sobre esta cuestión. De hecho, la revista médica The Lancet ya demostró en fecha tan temprana como enero de 2020 que el primer paciente identificado en China no tenía ningún vínculo con el mercado, como también ocurría en más de un tercio de los casos del primer gran grupo de pacientes contaminados con la enfermedad. La respuesta del Gobierno de Pekín a estas sospechas fue borrar estudios científicos sobre el tema, cerrar el laboratorio de Shanghai que publicó el genoma del Covid-19 y ocultar a varios de los médicos y periodistas que primero informaron sobre la propagación de la infección.

 

Así estaban las cosas, con las ciberpolicías de España, Francia, Alemania y Gran Bretaña, entre otros países, persiguiendo y hostigando a quienes en las redes sociales cuestionaban la “gran verdad oficial” centrada en los pangolines, los murciélagos y el mercado, cuando se conoció que un informe de inteligencia de la alianza de seguridad "Five Eyes" (formada por los servicios secretos de EE.UU., Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) también acusaba directamente a Pekín de mentir y citaba evidencias de que el virus del Covid-19 se transmitió a los humanos desde un laboratorio de Wuhan. Asimismo, el documento revelaba que el régimen comunista chino persiguió a quienes intentaron dar a conocer lo que estaba pasando como parte del encubrimiento de los hechos y que está intentado frenar los esfuerzos de otros países para desarrollar una vacuna.

 

Es más, según un informe del departamento de Seguridad Nacional de EE.UU., el Gobierno del PCCh "escondió intencionalmente la gravedad" de los contagios el pasado mes de enero con la finalidad de poder acumular material médico para tratar a sus propios enfermos, según ha explicado la agencia Associated Press. Ese documento pone al descubierto que mientras Pekín mentía sobre los contagios, redujo drásticamente las exportaciones y aumentó las importaciones de material médico como mascarillas o desinfectantes, pero lo hizo de forma indirecta, añadiendo trámites burocráticos.

 

La investigación de "Five Eyes" describía una imagen alarmante de los poderes absolutos utilizados por el Ejecutivo comunista y totalitario de Pekín para ocultar la nueva enfermedad al mundo entero. Uno de los aspectos más críticos del informe es, otra vez, la falta de transparencia de China sobre cómo se propagó la enfermedad. El expediente resalta la existencia de una “negación mortal de la transmisión entre humanos” en las primeras etapas del brote en Wuhan. De hecho, revela que China tenía “pruebas de transmisión entre humanos desde principios de diciembre”, pero siguió negando que pudiera propagarse de esta manera hasta el 20 de enero. A pesar de esto, la Organización Mundial de la Salud (OMS), infiltrada por el Partido Comunista Chino, aceptó esas afirmaciones de Pekín sin poner reparos y a pesar de que Taiwán y Hong Kong expresaron su preocupación. 

 

El trabajo de “Five Eyes” también afirmaba que mientras el régimen chino minimizaba la amenaza del virus en la escena mundial, se esforzaba en secreto por hacer desaparecer todo rastro de la epidemia. Según el memorando de inteligencia, el 3 de enero de 2020 la Comisión Nacional de Salud de China ordenó que se destruyeran las muestras de virus y emitió una “orden de no publicación” sobre el virus. La investigación revelaba del mismo modo haber encontrado pruebas de que el virus se originó en el Instituto de Virología de Wuhan, cerca del mercado húmedo del que China dice que proviene. Según el trabajo, los investigadores chinos de virus relacionados con los murciélagos estudiaron una muestra que tenía una coincidencia genética del 96% con el Covid-19 ya en 2013 y este “arriesgado” experimento descubrió en 2015 que la enfermedad era transmisible de los murciélagos a los humanos.

 

Huang Yan Ling, una investigadora del Instituto de Virología de Wuhan que se pensaba que era el paciente cero de la pandemia mundial, desapareció misteriosamente y su biografía fue borrada del sitio web del laboratorio. El instituto ha negado que fuera la paciente cero y ha dicho que está viva, pero no se ha sabido nada de ella desde entonces.

 

Otros denunciantes, incluyendo al empresario Fang Bin, el abogado Chen Qiushi y el ex reportero de la televisión estatal Li Zehua, están siendo retenidos en centros de detención extrajudiciales por hablar sobre la respuesta de China a la pandemia.

 

El informe “Five Eyes” descubría que China comenzó a censurar las noticias sobre el virus en los motores de búsqueda a partir del 31 de diciembre, eliminando términos como "variación del SARS", "mercado de mariscos de Wuhan" y "neumonía desconocida de Wuhan".

 

Pero no son solo países como Estados Unidos, Gran Bretaña o Australia quienes exigen explicaciones a China.  El ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, ha pedido reiterada y públicamente al Gobierno comunista de este país asiático una "clarificación del origen" del coronavirus. "El mundo entero quiere que se aclare el origen exacto", se ha quejado en una entrevista con el grupo Funke en la que ha retado a China a demostrar "lo transparente que quiere ser con el virus".

 

Wanda Markotter, directora del Centro for Viral Zoonoses de la Universidad de Pretoria (Sudáfrica) y una de las mayores expertas mundiales en infecciones víricas, ha sido muy clara al respecto. “Aún quedan varias preguntas por resolver. Pero lo más importante es que no hay datos claros sobre el origen del brote. Investigar la fuente de la enfermedad resulta determinante porque es esencial saber quién o qué infectó al 'paciente cero'. Comprender las circunstancias específicas, incluidos el comportamiento y las actividades humanas, que condujeron a esta pandemia puede proporcionar pistas sobre los factores de riesgo de futuros brotes”.

 

“Comprender bien cómo comenzó la pandemia de coronavirus es esencial porque nos dirá cómo prevenir la próxima”, añade el investigador Xiao Qiang de la Universidad de California, entrevistado por The Washington Post. "No creo que hablar de esto sea una teoría de la conspiración. Creo que es una pregunta legítima que requiere una investigación y una respuesta. Comprender exactamente de dónde vino el virus es un conocimiento esencial para evitar que vuelva a suceder en el futuro".

 

El paso adelante de Montagnier

 

En este sentido, el popular biólogo, virólogo y Premio Nobel francés Luc Montagnier fue uno de los primeros en dar un paso más: cree que el coronavirus SARS-CoV-2, responsable de la pandemia del Covid-19 que se ha cobrado hasta el momento 1.700.000 muertes en todo el mundo, no se ha escapado sino que ha sido sido creado accidentalmente en un laboratorio chino. Siempre polémico y acostumbrado a decir lo que piensa sin cortapisas, Montagnier, que obtuvo el Premio Nobel en 2008 por su descubrimiento del VIH, el virus responsable del sida, ha declarado en unas declaraciones exclusivas concedidas a la página web Porquoi docteur? (¿Por qué, doctor?), lo siguiente:

 

"Eso de que el Covid-19 apareció tras una contaminación ocurrida en un mercado de animales salvajes, en Wuhan, es una bella leyenda. Imposible. Los científicos chinos son grandes especialistas. El virus salió de un laboratorio de Wuhan. En el laboratorio de la ciudad de Wuhan trabajan grandes especialistas en los coronavirus, desde el principio del año 2000. Son grandes expertos en ese terreno. Trabajando con mi colega y amigo Jean-Claude Perrez, matemático, hemos analizado en los mínimos detalles la secuencia del descubrimiento y la propagación del Covid-19. Y creemos bastante plausible que el genoma completo de este coronavirus tiene secuencias muy semejantes a las del VIH, el virus del sida. Y pudo ser fabricado, producido, en un laboratorio chino".

 

En la cadena televisiva gala CNews, Montagnier, que es también profesor emérito del Instituto Pasteur, director emérito del Centro Nacional de la Investigación Científica, antiguo profesor en la Universidad de Nueva York y miembro de la Academia de Ciencia de Francia, también reiteró que la propagación del Covid-19 está relacionada con un "fallo" humano, técnico o científico, que habría permitido la difusión masiva de un virus "fabricado" total o parcialmente por investigadores chinos que trabajaban en el virus del sida y otros.

 

Montagnier, enfrentado con el "establishment" científico francés, vive desde 2010 en Shanghai, donde trabaja en la Universidad de Jiaotong y desde donde denuncia siempre que tiene ocasión el "clima de terror intelectual" que, en su opinión, se vive Francia.

 

Pero Montagnier no es el único destacado experto que comparte esta opinión. La editorial italiana Cantagalli acaba de publicar el libro China Covid-19. La quimera que cambió el mundo, en el que el prestigioso científico Joseph Tritto, experto mundial en nanotecnología y biotecnología y presidente de la Academia Mundial de Biomedicina (WABT -World Academy of Biomedical Sciences and Technologies-), revela que el coronavirus fue creado en el Instituto de Virología de Wuham a través de experimentos en bioingeniería que el país asiático realizó con la ayuda financiera y científica de Francia y Estados Unidos, y que posteriormente se transformaron en una investigación de tipo bélico. Según el autor italiano, el Instituto de Virología de Wuhan se encuentra ahora en manos del Ejército de Liberación del Pueblo del Partido Comunista chino (PCCh), al mando de la general Chen Wei, a quien Tritto señala como una de las mayores expertas en armas bioquímicas y bioterrorismo del mundo.

 

Joseph Tritto, de 68 años, explica en las 272 páginas de su nuevo libro que todo comenzó con el intento de China de terminar con el SARS, insertando genomas del HIV en determinados organismos y agregando elementos de coronavirus “de herradura” descubiertos en murciélagos a través de un método llamado “reverse genetics system 2”. La responsable de estos experimentos habría sido la profesora Shi Zheng Li, directora del laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan, un centro que durante años ha contado con la ayuda del Gobierno francés y del Instituto Pasteur, y en el que también han colaborado algunos científicos estadounidenses como Ralph S. Baric, de la Universidad de Carolina del Norte, y que incluso, durante el mandato de Barack Obama, recibió fondos de EE.UU. orientados a la ayuda al desarrollo (USAID).

 

Según Tritto, en su origen, las investigaciones llevadas a cabo en los laboratorios de Wuham se orientaban a combatir las enfermedades, pero poco a poco se transformaron en estudios de bioingeniería para fabricar armas biológicas letales, pasando a ser el Instituto de Virología el laboratorio con más fondos de toda China, bajo el control directo de la Academia de Ciencias y del Gobierno comunista. Según Tritto, “es probable que la profesora Shi Zheng-Li, de la que hoy no se tienen noticias y que parece estar desaparecida, no tuviera ningún interés en trabajar para objetivos militares o de otro tipo, a menos de que se viera obligada a ello. Nadie duda de su buena fe”.

 

En el libro de Tritto, los científicos no dejan una buena impresión: impulsados por el deseo de conocimiento, en no pocos casos ceden a los deseos de poder y caen en el arribismo, bien por mejorar sus carreras o por dinero. Además, y según explica el Presidente de la Academia Mundial de Biomedicina, está el tema de las vacunas, que enfrenta a los principales institutos y laboratorios mundiales en una durísima competencia de todos contra todos por vender la vacuna al mundo entero. Y en esto, China es magistral, según el profesor Tritto: Pekín no ha puesto a disposición del mundo científico la estructura genética originaria del coronavirus (el virus madre); solo difundió datos parciales. ¿Y por qué hizo esto? Porque, según explica el biólogo italiano, solo si se posee la estructura original del virus, se puede producir una vacuna realmente universal, eficaz en cualquier punto del globo. Con el paso del tiempo, los virus mutan y una vacuna producida a partir de un virus que ha mutado solo es eficaz para un cierto período y en una determinada zona. 

 

Concretamente, según revela Tritto, el coronavirus sería el resultado de una combinación de dos infecciones virales, pero no se habría desarrollado de forma natural. “El SARS-CoV-2 se define como una quimera recombinante. Esto significa que proviene de dos cepas diferentes que se unen para crear un nuevo agente viral", explica Tritto. "Los investigadores aislaron dos cepas del virus, una transmitida por murciélagos y otra por pangolines. Pero no hay posibilidad de que estas dos infecciones se hayan unido de forma natural”. 

 

Las dos cepas de coronavirus aisladas tienen afinidades muy altas con las que se encuentran en los seres humanos. "El virus aislado en murciélagos es un 94% similar, el que se encuentra en el pangolín incluso el 96%", continúa Tritto. "En medicina existen recombinaciones llamadas ‘wilds’. Son mutaciones naturales, no creadas en el laboratorio. En nuestro caso, sin embargo, es muy difícil que los dos animales hayan entrado en contacto". El pangolín es un oso hormiguero asiático con escamas protectoras a lo largo de toda su espalda. "Para tener una quimera recombinante, un murciélago tendría que morder el pangolín con tanta fuerza que le transmitiera el virus, lo cual es imposible”.

 

En su trabajo, el profesor Tritto también destaca los nombres de algunos de los héroes que ha dejado hasta ahora esta pandemia: además de los médicos y enfermeros que han dado su vida para atender a los pacientes que acudían en avalanchas a las unidades de emergencias, recuerda a los primeros médicos chinos que denunciaron la presencia de una gravísima epidemia en Wuhan. A esas personas que la Policía al servicio del PCCh silenció y que fueron amenazadas con el despido: la profesora Ai Fen, la primera en hablar de una “gripe extraña”, pero posteriormente censurada por las autoridades hospitalarias comunistas, o el oftalmólogo Li Wenliang, quien también fue silenciado por las autoridades y que murió de coronavirus tras infectarse por el contacto con un paciente.

 

Li-Meng Yan

 

Finalmente ha sido otra viróloga china, la hongkonesa Li-Meng Yan, la que ha hecho público un informe en el que se incluyen las pruebas que demuestran que el Covid-19 salió de un laboratorio de máxima seguridad de Wuham dirigido por el Partido Comunista chino (PCCh).

 

Según ha narrado en varias entrevistas, Yan trabajaba en la Universidad de Salud Pública de Hong Kong, un centro de investigación de enfermedades infecciosas de la Organización Mundial de la Salud, cuando comenzó a investigar el brote de Covid-19 en Wuhan. Relató que comenzó a estudiar el virus en diciembre y estuvo en contacto con otros virólogos que se encontraban en China continental y tenían más información del virus.

 

A tenor de sus afirmaciones, averiguó que el virus se estaba transmitiendo muy rápido entre personas, algo que todavía se desconocía entonces, e informó de sus hallazgos al doctor Leo Poon, un contratista de la OMS que ocultó su investigación y le pidió que guardara silencio, dejando entrever que podría perder la vida si continuaba hablando y haciendo preguntas sobre ese tema. Por este motivo, Yan huyó de China en uno de los últimos vuelos con destino a Los Ángeles. Desde Estados Unidos, Yan fue clara en sus primeras afirmaciones: "El coronavirus proviene de un laboratorio en Wuham, y en Wuham todos los laboratorios están controlados por el Gobierno comunista de China".

 

El informe de Li-Meng Yan ha sido publicado en la revista científica Zenodo en un documento presentado originalmente en inglés y titulado Características inusuales del genoma del SARS-CoV-2 que sugieren una sofisticada modificación en laboratorio en lugar de una evolución natural.

 

El texto está firmado también por otros tres científicos y avalado por la 'Rule of Law Society', una organización fundada por el magnate chino Guo Wengui, quién se encuentra exiliado en Estados Unidos.

 

Los autores del estudio señalan que "a pesar del impacto del Covid-19 en todo el mundo, causando no solo estragos sanitarios sino también económicos y sociales, el origen del SARS-CoV-2 sigue siendo misterioso y controvertido". En su opinión, "la teoría del origen natural, aunque ampliamente aceptada, carece de apoyo sustancial, ya que el SARS-CoV-2 muestra características biológicas que son incompatibles con un virus zoonótico natural". En el informe, se describe "la evidencia genómica, estructural, médica y de la literatura que, cuando se considera en conjunto, contradice fuertemente la teoría del origen natural", defienden.

 

Tal y como también señalan Montaigner y Tritto, este descubrimiento revelaría según Li- Meng Yan y su equipo que el Covid-19 es un producto de laboratorio "creado utilizando los coronavirus de murciélago ZC45 y / o ZXC21 como plantilla y / o columna vertebral".

 

"Sobre la base de la evidencia, postulamos además una ruta sintética para el SARS-CoV-2, lo que demuestra que la creación en laboratorio de este coronavirus es factible y se puede lograr en aproximadamente seis meses", sostienen. Añaden que “el motivo de unión al receptor (RBM) dentro de la proteína Spike del SARS-CoV-2, que determina la especificidad del huésped del virus, se parece al del SARS-CoV de la epidemia de 2003 de una manera sospechosa". En este sentido, la evidencia genómica sugiere que la RBM "ha sido manipulada genéticamente”. Por último, los investigadores subrayan que "el SARS-CoV-2 contiene un sitio de escisión de furina único en su proteína Spike, que se sabe que mejora enormemente la infectividad viral y el tropismo celular”. Este sitio de escisión "se halla completamente ausente en esta clase particular de coronavirus cuando se encuentran en la naturaleza", por lo que puede que "no sea el producto de la evolución natural y podría haberse insertado en el genoma del SARS-CoV-2 artificialmente".

 

Los mismos autores del informe advierten de que su teoría está "estrictamente censurada en revistas científicas revisadas por pares". "Nuestro trabajo enfatiza la necesidad de una investigación independiente sobre los laboratorios de investigación relevantes". También abogan por una mirada crítica a ciertos datos publicados recientemente, que, "aunque son problemáticos", se utilizaron para respaldar y afirmar un presunto origen natural del Covid-19. En su opinión, las publicaciones científicas existentes que apoyan la teoría del origen natural se basan en gran medida en un coronavirus de murciélago previamente descubierto llamado RaTG13, que comparte una identidad de secuencia de nucleótidos del 96% con el SARS-CoV-218. Pero, para Li Meng-Yan esta no es una evidencia suficiente porque “los genomas virales pueden ser diseñados y manipulados con precisión”.

 

En resumen, Yan y su equipo citan, concretamente, tres líneas de evidencias que respaldan su teoría:

 

1) “La secuencia genómica del SARS-CoV-2 es sospechosamente similar a la de un coronavirus de murciélago descubierto por laboratorios militares en la Tercera Universidad Médica Militar (Chongqing, China) y el Instituto de Investigación de Medicina del Comando de Nanjing (Nanjing, China)".

 

2) “La unión al receptor (RBM) dentro de la proteína Spike de SARS-CoV-2, que determina la especificidad del huésped del virus, se asemeja al del SARS-CoV de la epidemia de 2003 de una manera sospechosa. La evidencia genómica sugiere que la RBM ha sido manipulada genéticamente”.

 

3) “El SARS-CoV-2 contiene una escisión de furina única en su proteína Spike, que se sabe que mejora enormemente la infectividad viral y el tropismo celular”, algo que según los autores del informe no es natural. Las manipulaciones de éste habrían hecho que el virus del SARS-CoV-2 "se convierta en un patógeno altamente transmisible, de aparición oculta, letal, con secuelas poco claras y masivamente disruptivo".

 

Fuente del reportaje: Equipo de Investigación Revista Naves en Llamas

 

 

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