España está condenada a su desaparición
Marcelo Gullo es un profesor argentino creador de la teoría de la Insubordinación Fundante. Su experiencia en el campo diplomático y de relaciones internacionales le ha permitido abrir un nuevo ámbito de conocimiento sobre el por qué un imperio como el Hispanoamericano, de naturaleza generadora de civilización, fue progresivamente fragmentado y dividido, desde Isabel I de Inglaterra por otro imperio emergente que disponía de muchos menos recursos y poder que el español. Las armas utilizadas eran la piratería que dificultaba el comercio y la transferencia de materias primas desde las Españas de América y la España peninsular, y el arma cultural, es decir, el de la propaganda y la descomposición cognitiva entre los propios hispanos.
Desde la llegada de los Borbones nada se hizo para contrarrestar la idea falaz, pero repetida en el tiempo por una operación de desinformación programada y de bombardeo con la Leyenda Negra como arma de guerra, sin que hubiera un enfrentamiento directo al estilo clásico. El efecto provocado en las poblaciones hispanoamericanas y en las de la propia España fue letal, ya que al perder su idea y concepto matriz de pertenencia y de identidad se debilitaba cualquier resistencia a ser invadidos mediante otro arma también resolutiva: el comercio. Es decir, la supremacía económica acompañada por la propaganda, sobre todo a partir de una industria también emergente y protegida con fuertes aranceles mientras que se predicaba para los demás, es decir para el resto del mundo colonizado, el libre comercio.
Los actuales EE.UU. de América, independizados del Reino Unido gracias a la eficaz ayuda del general español Gálvez y su contingente de tropas españolas, supo sobreponerse a los estados sureños, más ligados a la agricultura y al esclavismo negro, que querían conservar su dependencia respecto a la metrópoli colonial. Pronto Inglaterra le pasó factura a España con la misma moneda, induciendo en las Españas de los virreinatos el germen de la descomposición que tuvo raíces culturales inducidas mediante falsedades. Es decir que se jugaba a lo que yo llamo la modificación cognitiva para crear las condiciones para la rebelión y lo que Gullo llama la insubordinación fundante.
No fueron los indígenas, productores de las materias primas, sino la burguesía emergente criolla hispana, es decir aquellos herederos mestizos de los conquistadores españoles, que no veían más allá de sus propios intereses especulativos y de riqueza económica por el tráfico comercial, los que abrazaron las ideas librecambistas y de eliminación de aranceles con una Inglaterra con la que no tenían impedimentos en el comercio, mientras que la metrópoli fundante tenía dificultades por el constante hostigamiento producido por la piratería auspiciada desde el propio poder emergente inglés.
En definitiva, había tres subordinaciones:
La militar, desistida por parte inglesa porque no lograban éxitos en su intención invasora al encontrar una eficaz defensa puesto que los lugareños abrazaban la idea de que su supervivencia solamente podía ser mantenida por la unidad y la fuerza compartida.
La económica, que es la que hace depender a las naciones subordinadas de un imperio por razones de transferencia de capital y consumo de productos de transformación.
Y la subordinación cultural, por razón de la cual las naciones o pueblos sometidos no logran desprenderse de la venda puesta sobre sus ojos, desconocen sus orígenes y su historia, admiten mitos, leyendas y maledicencias que les perjudican en su propia identidad y prestigio, y la incultura que hace que los procedimientos de desinformación, de modificación cognitiva y de percepción de la realidad lleve a las gentes a ser pasto de los demagogos o de los procesos desestructuradores y de sometimiento.
Me voy a centrar en este último proceso de sumisión porque afecta a los aspectos emocionales y psicológicos, a los de captación de la verdad fingida y a la incapacidad de producir un reencuentro con el pasado, una especie de agnosis en la captación del ser para existir con consciencia de lo que se es; y al entendimiento de cuáles son las raíces propias.
En ese proceso que produjo la pérdida de la identidad y del sentido de pertenencia en las Españas de América estamos hoy en la España peninsular, ya que la eficiente labor de las logias que han modificado los contenidos de la enseñanza sustrayendo de las escuelas el rigor científico-antropológico-histórico, así como todo atisbo de cultura hispánica relacionada con el entramado católico como germen civilizador, han logrado eliminar los fundamentos de nuestra entidad ontológica y nuestras tradiciones y raíces. Han dejado huérfanos de conocimiento, de autoestima social e individual, descompuesto la familia, erradicado el esfuerzo y la motivación de logro y de superación, y dado un hachazo definitivo al valor de los títulos académicos y profesionales facilitando su consecución sin el menor esfuerzo y sin que los sistemas de calificación escolar tengan su eficacia sumativa, es decir, pasando de curso con todos los suspensos, por lo que los estudiantes no tienen ningún estímulo para estudiar.
Ninguna nación puede sobrevivir cuando sus componentes individuales y colectivos pierden su sentido del ser y la razón de su existencia. De seguir así, España está condenada a su desaparición y quedarán los restos del desmembramiento como sucede hoy en las repúblicas balcánicas, sometidos a la colonización silente.
Esto es el gran diseño para tenernos sometidos. En este caso por los políticos que juegan a esa estrategia mantenida en el tiempo por poderes extraños a nuestros intereses, creando las condiciones y circunstancias para que desde dentro se dinamite cualquier vínculo entre los propios españoles de aquí y de allá.
En definitiva. Dentro están los traidores, como dentro estuvieron los que jugaban en el mismo campo que aquellos poderes sustitutorios del Imperio español, que esta vez generaron un Imperio depredador, nada equiparable al civilizador del que fue español y ya no lo es, por culpa nuestra que nos hemos creído las mentiras generadas como arma de descomposición.
A mí me da un poco de vergüenza como español que en Argentina haya intelectuales de gran talla que reivindican la recomposición de la unidad hispana para fortalecer vínculos de defensa y de colaboración mutua, y que aquí estemos tan dormidos, sin que se vea a los intelectuales desperezarse de esa modorra en la que actualmente están los que en teoría se presentan como pensadores. No quiero pensar que sea por motivaciones económicas y que su patria les dé igual. Estamos en situación terminal. Allá cada cual. Yo no me resigno.
Marcelo Gullo es un profesor argentino creador de la teoría de la Insubordinación Fundante. Su experiencia en el campo diplomático y de relaciones internacionales le ha permitido abrir un nuevo ámbito de conocimiento sobre el por qué un imperio como el Hispanoamericano, de naturaleza generadora de civilización, fue progresivamente fragmentado y dividido, desde Isabel I de Inglaterra por otro imperio emergente que disponía de muchos menos recursos y poder que el español. Las armas utilizadas eran la piratería que dificultaba el comercio y la transferencia de materias primas desde las Españas de América y la España peninsular, y el arma cultural, es decir, el de la propaganda y la descomposición cognitiva entre los propios hispanos.
Desde la llegada de los Borbones nada se hizo para contrarrestar la idea falaz, pero repetida en el tiempo por una operación de desinformación programada y de bombardeo con la Leyenda Negra como arma de guerra, sin que hubiera un enfrentamiento directo al estilo clásico. El efecto provocado en las poblaciones hispanoamericanas y en las de la propia España fue letal, ya que al perder su idea y concepto matriz de pertenencia y de identidad se debilitaba cualquier resistencia a ser invadidos mediante otro arma también resolutiva: el comercio. Es decir, la supremacía económica acompañada por la propaganda, sobre todo a partir de una industria también emergente y protegida con fuertes aranceles mientras que se predicaba para los demás, es decir para el resto del mundo colonizado, el libre comercio.
Los actuales EE.UU. de América, independizados del Reino Unido gracias a la eficaz ayuda del general español Gálvez y su contingente de tropas españolas, supo sobreponerse a los estados sureños, más ligados a la agricultura y al esclavismo negro, que querían conservar su dependencia respecto a la metrópoli colonial. Pronto Inglaterra le pasó factura a España con la misma moneda, induciendo en las Españas de los virreinatos el germen de la descomposición que tuvo raíces culturales inducidas mediante falsedades. Es decir que se jugaba a lo que yo llamo la modificación cognitiva para crear las condiciones para la rebelión y lo que Gullo llama la insubordinación fundante.
No fueron los indígenas, productores de las materias primas, sino la burguesía emergente criolla hispana, es decir aquellos herederos mestizos de los conquistadores españoles, que no veían más allá de sus propios intereses especulativos y de riqueza económica por el tráfico comercial, los que abrazaron las ideas librecambistas y de eliminación de aranceles con una Inglaterra con la que no tenían impedimentos en el comercio, mientras que la metrópoli fundante tenía dificultades por el constante hostigamiento producido por la piratería auspiciada desde el propio poder emergente inglés.
En definitiva, había tres subordinaciones:
La militar, desistida por parte inglesa porque no lograban éxitos en su intención invasora al encontrar una eficaz defensa puesto que los lugareños abrazaban la idea de que su supervivencia solamente podía ser mantenida por la unidad y la fuerza compartida.
La económica, que es la que hace depender a las naciones subordinadas de un imperio por razones de transferencia de capital y consumo de productos de transformación.
Y la subordinación cultural, por razón de la cual las naciones o pueblos sometidos no logran desprenderse de la venda puesta sobre sus ojos, desconocen sus orígenes y su historia, admiten mitos, leyendas y maledicencias que les perjudican en su propia identidad y prestigio, y la incultura que hace que los procedimientos de desinformación, de modificación cognitiva y de percepción de la realidad lleve a las gentes a ser pasto de los demagogos o de los procesos desestructuradores y de sometimiento.
Me voy a centrar en este último proceso de sumisión porque afecta a los aspectos emocionales y psicológicos, a los de captación de la verdad fingida y a la incapacidad de producir un reencuentro con el pasado, una especie de agnosis en la captación del ser para existir con consciencia de lo que se es; y al entendimiento de cuáles son las raíces propias.
En ese proceso que produjo la pérdida de la identidad y del sentido de pertenencia en las Españas de América estamos hoy en la España peninsular, ya que la eficiente labor de las logias que han modificado los contenidos de la enseñanza sustrayendo de las escuelas el rigor científico-antropológico-histórico, así como todo atisbo de cultura hispánica relacionada con el entramado católico como germen civilizador, han logrado eliminar los fundamentos de nuestra entidad ontológica y nuestras tradiciones y raíces. Han dejado huérfanos de conocimiento, de autoestima social e individual, descompuesto la familia, erradicado el esfuerzo y la motivación de logro y de superación, y dado un hachazo definitivo al valor de los títulos académicos y profesionales facilitando su consecución sin el menor esfuerzo y sin que los sistemas de calificación escolar tengan su eficacia sumativa, es decir, pasando de curso con todos los suspensos, por lo que los estudiantes no tienen ningún estímulo para estudiar.
Ninguna nación puede sobrevivir cuando sus componentes individuales y colectivos pierden su sentido del ser y la razón de su existencia. De seguir así, España está condenada a su desaparición y quedarán los restos del desmembramiento como sucede hoy en las repúblicas balcánicas, sometidos a la colonización silente.
Esto es el gran diseño para tenernos sometidos. En este caso por los políticos que juegan a esa estrategia mantenida en el tiempo por poderes extraños a nuestros intereses, creando las condiciones y circunstancias para que desde dentro se dinamite cualquier vínculo entre los propios españoles de aquí y de allá.
En definitiva. Dentro están los traidores, como dentro estuvieron los que jugaban en el mismo campo que aquellos poderes sustitutorios del Imperio español, que esta vez generaron un Imperio depredador, nada equiparable al civilizador del que fue español y ya no lo es, por culpa nuestra que nos hemos creído las mentiras generadas como arma de descomposición.
A mí me da un poco de vergüenza como español que en Argentina haya intelectuales de gran talla que reivindican la recomposición de la unidad hispana para fortalecer vínculos de defensa y de colaboración mutua, y que aquí estemos tan dormidos, sin que se vea a los intelectuales desperezarse de esa modorra en la que actualmente están los que en teoría se presentan como pensadores. No quiero pensar que sea por motivaciones económicas y que su patria les dé igual. Estamos en situación terminal. Allá cada cual. Yo no me resigno.