¿Es igual para todos el concepto de patria?
Obviamente, no. Pero deberíamos analizar las consecuencias. El asalto al Capitolio de quienes se consideran la flor nata del patriotismo americano, ni es casual, ni es único en el Occidente.
Hace tiempo que los libre pensadores alertan sobre la colisión entre los derechos fundamentales. Cada Estado administra tal hecho según conviene al que manda. Tampoco parece interesar demasiado en la formación ideológica y cultural del ciudadano. Hemos pasado de exaltar el concepto patrio, del nacionalismo centralista, a la huida acomplejada de tal sentimiento de identidad, dejando el espacio al albur del mito nacionalista de aldea, gestionado como herramienta de secesión.
El presidente de la nación más poderosa de Occidente, cuna de los Derechos Humanos y de la Democracia, no acepta el resultado de las elecciones, a estilo república bananera, y además rompe la baraja, incitando a tomar las instituciones del sistema democrático con unos incidentes al menos en dos dimensiones: la pérdida total del prestigio para una gran nación que para lo bueno y lo malo funciona como herramienta ejemplar; divide violentamente a los habitantes-ciudadanos ante el concepto de patria que subyace en el fondo de la cuestión, y que no es la primera vez que promueve un enfrentamiento armado en tal hemisferio terráqueo.
Tampoco es la primera vez que en España el discurso patrio alienta y moviliza a las gentes para tomar la sede del poder popular democrático. La última vez en Cataluña, con el proceso y con aquellas palabras del máximo responsable: "¡Apretad!". Después o durante, todos los episodios de violencia que la televisión retransmitió en directo desde las calles de Barcelona, y que ahora el todavía Vicepresidente del Gobierno quiere hacer olvidar o casi justificar para llegar a un indulto que le permita continuar su escalada hacia el poder.
Claro que conviene analizar sus palabras. Usó de continuo el término compatriotas. Alentó rodear el Congreso de los Diputados. Nos dio la vara en la campaña electoral da las Generales, blandiendo la Constitución Española de 1978. Sí, esa misma que él y sus podemitas quieren cargarse. Y es que "el sultán" y sus acólitos están en el Gobierno, forman parte del Consejo de Ministros, pero de inmediato están en la oposición, en un ejercicio de prestidigitación del que Sánchez, o no quiere o no puede, darse por enterado.
Pero los que leemos, escribimos y somos capaces de hablar en castellano claro, a pesar de hacerlo también en gallego, advertimos que el habitante del palacio en Galapagar, tiene su propia estrategia para conquistar los cielos. Un nuevo paraíso a estilo musulmán en el que, de entrada, caben todas las ideas. Anarquistas, separatistas, comunistas, nacionalistas, rupturistas con el pasado histórico...De todo ello me vuelvo a centrar en el concepto de patria. Tal como lo vende, la patria del "sultán" es una república de repúblicas. Evidente que a los ingenuos puede sonarles a proceso libertario para tierras y gentes de la península ibérica, aunque si llegara el caso, acabaríamos con una URSS a estilo Hispania romana. Basada en esa mano dura que caracteriza a los de su linaje. Pues no debemos olvidar que de una dictadura de derechas se sale, de una dictadura de izquierdas no se sale. Repasemos lo acontecido en el oriente de Europa después de la segunda guerra mundial. Esa es la patria del nuevo Stalin.
Pero no es la única patria prevista. Está la de Otegui. Quien se haya creído que Bildu es un partido democrático, defensor de las clases populares que habitan en el País Vasco, capaz de construir una comunidad de ciudadanos libres, es que ha olvidado la historia del "conflicto" vasco o se está tragando las ruedas de molino del serial Patria. Ni es verdad que hubiera dos bandos enfrentados. Ni es verdad que hubiera ocupación de una nación con derechos históricos. Ni es verdad que lograran algunos su ansiada espiral de la violencia. Ni es verdad que los patriotas vascos -abertzales- lucharan por Euskal Herría -pueblo vasco-. Por cierto, puede que a estas alturas de la película, el PNV haya descubierto tres hechos. Es la UE quien mejor puede defender los privilegios del Concierto Económico y esos tan llevados y traídos "derechos históricos-forales" es el Estado español, que además y por tradición, fundamenta el pacto Foral con la Corona.
Si Otegui logra alcanzar el sueño de patria vasca, será una república de izquierdas, donde se perseguirá a la burguesía vasca, y las alianzas previsibles estarán en torno al núcleo Podemos-Bildu. ¿Se imaginan cuánto tiempo tardarían los empresarios vascos en salir de estampida?. Si se establece y triunfa el derecho a la autodeterminación en Euskadi, sólo serán patriotas los que puedan acreditar fehacientemente ser vascos de toda la vida y antepasados; el resto -a los que un tal Sabino llamaba castellanos y un tal Arzalluz llamaba maketos y coreanos- serán mano de obra a usar según convenga y con unos derechos civiles como los que tienen los alemanes que pasan sus vacaciones en Palma de Mallorca. La patria de los vascos es una patria de RH-, donde el euskera se convierte en instrumento para diferenciar patriotas de allegados...
Algo similar en Cataluña. Pero aquí es más importante el huevo que el fuero. Decían los viejos tenderos del paño aquello de "lo que no son pesetas, son puñetas". Y hasta los de la CUP saben que forma el núcleo intangible de la sociedad catalana. A pesar del odio histórico del anarquismo catalán hacia la burguesía que acudía con sus pubillas a los palcos del Liceo para buscar marido con estudios y cultura española.
La patria del los catalanes que acuden a Montserrat, o a Poblet, se emocionan con la "Santa Espina" en sus fiestas patronales en las que los castellets y la collas danzan la sardana. Para ellos, el que no se expresa en catalán y piensa en catalán, no sabe apreciar el mundo de los negocios dónde los españoles -charnegada- son unos despreciables clientes, pero a la postre los mejores clientes de sus vinos y su textil. Además han logrado que los pactos en Madrid, les hayan proporcionado el máximo desarrollo para sus infraestructuras, y supongo aprendieron la lección de cómo las asonadas nacionales, hacen huir el dinero, de la misma forma que tendrían fuerte competencia en otras ciudades españolas, que ahora son obligadas a respetar el monopolio, y para entonces habría libertad de mercado para eventos feriales hasta ahora en Barcelona, con caída estrepitosa para los pingües beneficios que les reporta como ciudad tales acontecimientos y su incidencia en el turismo.
Sigo donde estaba. España es mi patria, la del Quijote y todo el Siglo de Oro. La que hizo la Hispanidad. La que habla gallego al norte del norte, pero lo hace con cariño y respeto, ya que la lengua que nos une y nos permite comunicarnos por el mundo entero, es el castellano. Mi patria es la cultura y la libertad. Mi patria es el núcleo intangible de mi orgullo, por el que brindo con un Rioja.
Obviamente, no. Pero deberíamos analizar las consecuencias. El asalto al Capitolio de quienes se consideran la flor nata del patriotismo americano, ni es casual, ni es único en el Occidente.
Hace tiempo que los libre pensadores alertan sobre la colisión entre los derechos fundamentales. Cada Estado administra tal hecho según conviene al que manda. Tampoco parece interesar demasiado en la formación ideológica y cultural del ciudadano. Hemos pasado de exaltar el concepto patrio, del nacionalismo centralista, a la huida acomplejada de tal sentimiento de identidad, dejando el espacio al albur del mito nacionalista de aldea, gestionado como herramienta de secesión.
El presidente de la nación más poderosa de Occidente, cuna de los Derechos Humanos y de la Democracia, no acepta el resultado de las elecciones, a estilo república bananera, y además rompe la baraja, incitando a tomar las instituciones del sistema democrático con unos incidentes al menos en dos dimensiones: la pérdida total del prestigio para una gran nación que para lo bueno y lo malo funciona como herramienta ejemplar; divide violentamente a los habitantes-ciudadanos ante el concepto de patria que subyace en el fondo de la cuestión, y que no es la primera vez que promueve un enfrentamiento armado en tal hemisferio terráqueo.
Tampoco es la primera vez que en España el discurso patrio alienta y moviliza a las gentes para tomar la sede del poder popular democrático. La última vez en Cataluña, con el proceso y con aquellas palabras del máximo responsable: "¡Apretad!". Después o durante, todos los episodios de violencia que la televisión retransmitió en directo desde las calles de Barcelona, y que ahora el todavía Vicepresidente del Gobierno quiere hacer olvidar o casi justificar para llegar a un indulto que le permita continuar su escalada hacia el poder.
Claro que conviene analizar sus palabras. Usó de continuo el término compatriotas. Alentó rodear el Congreso de los Diputados. Nos dio la vara en la campaña electoral da las Generales, blandiendo la Constitución Española de 1978. Sí, esa misma que él y sus podemitas quieren cargarse. Y es que "el sultán" y sus acólitos están en el Gobierno, forman parte del Consejo de Ministros, pero de inmediato están en la oposición, en un ejercicio de prestidigitación del que Sánchez, o no quiere o no puede, darse por enterado.
Pero los que leemos, escribimos y somos capaces de hablar en castellano claro, a pesar de hacerlo también en gallego, advertimos que el habitante del palacio en Galapagar, tiene su propia estrategia para conquistar los cielos. Un nuevo paraíso a estilo musulmán en el que, de entrada, caben todas las ideas. Anarquistas, separatistas, comunistas, nacionalistas, rupturistas con el pasado histórico...De todo ello me vuelvo a centrar en el concepto de patria. Tal como lo vende, la patria del "sultán" es una república de repúblicas. Evidente que a los ingenuos puede sonarles a proceso libertario para tierras y gentes de la península ibérica, aunque si llegara el caso, acabaríamos con una URSS a estilo Hispania romana. Basada en esa mano dura que caracteriza a los de su linaje. Pues no debemos olvidar que de una dictadura de derechas se sale, de una dictadura de izquierdas no se sale. Repasemos lo acontecido en el oriente de Europa después de la segunda guerra mundial. Esa es la patria del nuevo Stalin.
Pero no es la única patria prevista. Está la de Otegui. Quien se haya creído que Bildu es un partido democrático, defensor de las clases populares que habitan en el País Vasco, capaz de construir una comunidad de ciudadanos libres, es que ha olvidado la historia del "conflicto" vasco o se está tragando las ruedas de molino del serial Patria. Ni es verdad que hubiera dos bandos enfrentados. Ni es verdad que hubiera ocupación de una nación con derechos históricos. Ni es verdad que lograran algunos su ansiada espiral de la violencia. Ni es verdad que los patriotas vascos -abertzales- lucharan por Euskal Herría -pueblo vasco-. Por cierto, puede que a estas alturas de la película, el PNV haya descubierto tres hechos. Es la UE quien mejor puede defender los privilegios del Concierto Económico y esos tan llevados y traídos "derechos históricos-forales" es el Estado español, que además y por tradición, fundamenta el pacto Foral con la Corona.
Si Otegui logra alcanzar el sueño de patria vasca, será una república de izquierdas, donde se perseguirá a la burguesía vasca, y las alianzas previsibles estarán en torno al núcleo Podemos-Bildu. ¿Se imaginan cuánto tiempo tardarían los empresarios vascos en salir de estampida?. Si se establece y triunfa el derecho a la autodeterminación en Euskadi, sólo serán patriotas los que puedan acreditar fehacientemente ser vascos de toda la vida y antepasados; el resto -a los que un tal Sabino llamaba castellanos y un tal Arzalluz llamaba maketos y coreanos- serán mano de obra a usar según convenga y con unos derechos civiles como los que tienen los alemanes que pasan sus vacaciones en Palma de Mallorca. La patria de los vascos es una patria de RH-, donde el euskera se convierte en instrumento para diferenciar patriotas de allegados...
Algo similar en Cataluña. Pero aquí es más importante el huevo que el fuero. Decían los viejos tenderos del paño aquello de "lo que no son pesetas, son puñetas". Y hasta los de la CUP saben que forma el núcleo intangible de la sociedad catalana. A pesar del odio histórico del anarquismo catalán hacia la burguesía que acudía con sus pubillas a los palcos del Liceo para buscar marido con estudios y cultura española.
La patria del los catalanes que acuden a Montserrat, o a Poblet, se emocionan con la "Santa Espina" en sus fiestas patronales en las que los castellets y la collas danzan la sardana. Para ellos, el que no se expresa en catalán y piensa en catalán, no sabe apreciar el mundo de los negocios dónde los españoles -charnegada- son unos despreciables clientes, pero a la postre los mejores clientes de sus vinos y su textil. Además han logrado que los pactos en Madrid, les hayan proporcionado el máximo desarrollo para sus infraestructuras, y supongo aprendieron la lección de cómo las asonadas nacionales, hacen huir el dinero, de la misma forma que tendrían fuerte competencia en otras ciudades españolas, que ahora son obligadas a respetar el monopolio, y para entonces habría libertad de mercado para eventos feriales hasta ahora en Barcelona, con caída estrepitosa para los pingües beneficios que les reporta como ciudad tales acontecimientos y su incidencia en el turismo.
Sigo donde estaba. España es mi patria, la del Quijote y todo el Siglo de Oro. La que hizo la Hispanidad. La que habla gallego al norte del norte, pero lo hace con cariño y respeto, ya que la lengua que nos une y nos permite comunicarnos por el mundo entero, es el castellano. Mi patria es la cultura y la libertad. Mi patria es el núcleo intangible de mi orgullo, por el que brindo con un Rioja.