"Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo"
El libro que rescata del olvido a los carlistas vascos y navarros asesinados por la banda terrorista ETA
Tres años después de su presentación pública en el marco de Diálogos en Pamplona, el libro Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo vuelve a ser editado, en una imprenta navarra, con nuevos capítulos y materiales gráficos.
Su autor, Víctor Javier Ibáñez, licenciado en Derecho, funcionario de carrera y apasionado de la investigación histórica, explica que el balance de la primera edición de la publicación fue muy gratificante. “En primer lugar ha permitido rendir un merecido homenaje de gratitud a muchas familias que perdieron un familiar o se vieron abocadas a abandonar la tierra de sus padres. Hemos llevado un tema poco conocido a foros de la más diversa índole. Y de ahí hemos obtenido muchos nuevos testimonios que quedaban dentro del ámbito doméstico y ahora podrán ser puestos en su contexto”.
¿En qué se diferencia la nueva edición de la primera?
La primera edición se agotó hace un año y medio y desde entonces hemos seguido recibiendo pedidos. Pero como he señalado antes en cada presentación nos encontrábamos con gente que podía aportar nuevos datos sobre algún capítulo del libro. Esos testimonios, acompañados de importantes materiales gráficos, junto al estudio de nuevos archivos y el desenlace en este tiempo de algunas investigaciones que estaban pendientes, han dado lugar a una obra que completa significativamente la primera edición.
¿Qué respuesta encontró la primera edición en medios institucionales, memorialistas y académicos?
Dentro de la modestia de los medios de difusión del libro, sí encontramos cierto interés. Por ejemplo un diputado foral nos invitó al Parlamento de Navarra al día siguiente de los Diálogos en Pamplona, donde pudimos presentar la obra a diputados de diversas procedencias y a técnicos de la Cámara. Desde instituciones tan dispares como el Museo del Carlismo de Estella, la Fundación de Benedictinos de Lazcano o el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo de Vitoria se solicitó la obra desde el inicio de su publicación y se ofrece como material de consulta. No han sido pocos los recintos académicos que han acogido presentaciones, como la Universidad de Alicante.
Como católico y tradicionalista, ¿consideras al carlismo antecesor del terrorismo etarra?
Rotundamente no. Pero esta respuesta no deriva de una condición de católico y tradicionalista, sino de la de mero observador de la realidad y los hechos históricos.
Ya conoces las teorías de Izaskun Sáez de la Fuente Aldama recogidas en El Movimiento de Liberación Nacional Vasco, una religión de sustitución. ¿Encuentras un hilo conductor entre catolicismo, nacionalismo vasco y terrorismo? ¿Acaso la identidad y el sentido de pertenencia?
Pienso que no sería correcto hablar de “hilo conductor” sino de procesos históricos correlativos. El nacionalismo se hace mayoritario cuando se produce una acusada descristianización y secularización y en entornos muy distintos de los de la sociedad tradicional, ya en franca decadencia cuantitativa. La banda terrorista ETA nace en las ciudades, en jóvenes de familias acomodadas, arrebatados por lecturas nihilistas y la estética colorista del marxismo soviético. Y encuentra un gran caldo de cultivo en ambientes masificados, fruto del éxodo rural, en barriadas levantadas bajo el signo del yugo y las flechas del Instituto Nacional de la Vivienda, pobladas mayoritariamente por gente del resto de España. De ahí la existencia de tantos etarras “maketos”, muchos de ellos entre los más sanguinarios. Mientras que no pocas de sus víctimas, a empezar por los carlistas, son gentes de caserío, frontón y Rosario.
¿Existe una batalla por el sentido de la memoria? Las instituciones públicas vascas y navarras, ¿apuestan en general por la equidistancia?
Con muy admirables excepciones, la mayoría de la sociedad vascongada y navarra llevan años “enfermas de bienestar”, en una espiral de aburguesamiento que genera altas dosis de adocenamiento moral. En este sentido lo más cómodo es “pasar página” lo antes posible y las instituciones reflejan esta tendencia.
Muchas víctimas, familiares y testigos, de las atrocidades que relatas en tu libro, por lógica biológica, están falleciendo. ¿Pueden encontrarse, todavía, testimonios y documentos que completen tu labor?, ¿Te gustaría hacer un llamamiento al respecto?
Sin duda aún se podrían escribir muchas páginas. Las víctimas, por lo general, llevan su dolor con una dignidad admirable en la intimidad. Pero su testimonio resulta imprescindible para evitar que los asesinos saquen rédito político de aquellas execrables acciones. Por supuesto, agradecería desde esta tribuna cualquier testimonio al respecto.
He observado que el libro no está disponible en Amazon. ¿Es una cuestión comercial o de carácter ideológico?
Esta segunda edición, como la primera, es fruto de un proyecto de cooperativismo editorial casi artesanal. La experiencia en este sentido ha sido muy buena, pues hemos estado muy cerca de un público que nos ha ayudado a mejorar y como he señalado nos ha aportado datos para poder enriquecer esta segunda edición y todas las que tengan que venir. Preferimos este modelo, aunque nos exige más tiempo y atención, y vender el libro en librerías, kioscos de barrio y en locales de asociaciones culturales a una distribución despersonalizada y sin entraña.
Tres años después de su presentación pública en el marco de Diálogos en Pamplona, el libro Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo vuelve a ser editado, en una imprenta navarra, con nuevos capítulos y materiales gráficos.
Su autor, Víctor Javier Ibáñez, licenciado en Derecho, funcionario de carrera y apasionado de la investigación histórica, explica que el balance de la primera edición de la publicación fue muy gratificante. “En primer lugar ha permitido rendir un merecido homenaje de gratitud a muchas familias que perdieron un familiar o se vieron abocadas a abandonar la tierra de sus padres. Hemos llevado un tema poco conocido a foros de la más diversa índole. Y de ahí hemos obtenido muchos nuevos testimonios que quedaban dentro del ámbito doméstico y ahora podrán ser puestos en su contexto”.
¿En qué se diferencia la nueva edición de la primera?
La primera edición se agotó hace un año y medio y desde entonces hemos seguido recibiendo pedidos. Pero como he señalado antes en cada presentación nos encontrábamos con gente que podía aportar nuevos datos sobre algún capítulo del libro. Esos testimonios, acompañados de importantes materiales gráficos, junto al estudio de nuevos archivos y el desenlace en este tiempo de algunas investigaciones que estaban pendientes, han dado lugar a una obra que completa significativamente la primera edición.
¿Qué respuesta encontró la primera edición en medios institucionales, memorialistas y académicos?
Dentro de la modestia de los medios de difusión del libro, sí encontramos cierto interés. Por ejemplo un diputado foral nos invitó al Parlamento de Navarra al día siguiente de los Diálogos en Pamplona, donde pudimos presentar la obra a diputados de diversas procedencias y a técnicos de la Cámara. Desde instituciones tan dispares como el Museo del Carlismo de Estella, la Fundación de Benedictinos de Lazcano o el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo de Vitoria se solicitó la obra desde el inicio de su publicación y se ofrece como material de consulta. No han sido pocos los recintos académicos que han acogido presentaciones, como la Universidad de Alicante.
Como católico y tradicionalista, ¿consideras al carlismo antecesor del terrorismo etarra?
Rotundamente no. Pero esta respuesta no deriva de una condición de católico y tradicionalista, sino de la de mero observador de la realidad y los hechos históricos.
Ya conoces las teorías de Izaskun Sáez de la Fuente Aldama recogidas en El Movimiento de Liberación Nacional Vasco, una religión de sustitución. ¿Encuentras un hilo conductor entre catolicismo, nacionalismo vasco y terrorismo? ¿Acaso la identidad y el sentido de pertenencia?
Pienso que no sería correcto hablar de “hilo conductor” sino de procesos históricos correlativos. El nacionalismo se hace mayoritario cuando se produce una acusada descristianización y secularización y en entornos muy distintos de los de la sociedad tradicional, ya en franca decadencia cuantitativa. La banda terrorista ETA nace en las ciudades, en jóvenes de familias acomodadas, arrebatados por lecturas nihilistas y la estética colorista del marxismo soviético. Y encuentra un gran caldo de cultivo en ambientes masificados, fruto del éxodo rural, en barriadas levantadas bajo el signo del yugo y las flechas del Instituto Nacional de la Vivienda, pobladas mayoritariamente por gente del resto de España. De ahí la existencia de tantos etarras “maketos”, muchos de ellos entre los más sanguinarios. Mientras que no pocas de sus víctimas, a empezar por los carlistas, son gentes de caserío, frontón y Rosario.
¿Existe una batalla por el sentido de la memoria? Las instituciones públicas vascas y navarras, ¿apuestan en general por la equidistancia?
Con muy admirables excepciones, la mayoría de la sociedad vascongada y navarra llevan años “enfermas de bienestar”, en una espiral de aburguesamiento que genera altas dosis de adocenamiento moral. En este sentido lo más cómodo es “pasar página” lo antes posible y las instituciones reflejan esta tendencia.
Muchas víctimas, familiares y testigos, de las atrocidades que relatas en tu libro, por lógica biológica, están falleciendo. ¿Pueden encontrarse, todavía, testimonios y documentos que completen tu labor?, ¿Te gustaría hacer un llamamiento al respecto?
Sin duda aún se podrían escribir muchas páginas. Las víctimas, por lo general, llevan su dolor con una dignidad admirable en la intimidad. Pero su testimonio resulta imprescindible para evitar que los asesinos saquen rédito político de aquellas execrables acciones. Por supuesto, agradecería desde esta tribuna cualquier testimonio al respecto.
He observado que el libro no está disponible en Amazon. ¿Es una cuestión comercial o de carácter ideológico?
Esta segunda edición, como la primera, es fruto de un proyecto de cooperativismo editorial casi artesanal. La experiencia en este sentido ha sido muy buena, pues hemos estado muy cerca de un público que nos ha ayudado a mejorar y como he señalado nos ha aportado datos para poder enriquecer esta segunda edición y todas las que tengan que venir. Preferimos este modelo, aunque nos exige más tiempo y atención, y vender el libro en librerías, kioscos de barrio y en locales de asociaciones culturales a una distribución despersonalizada y sin entraña.









