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Lunes, 01 de Febrero de 2021 Tiempo de lectura:

Antonio Moreno Ruiz: "La Hispanidad será geopolítica o no será"

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La editorial Letras Inquietas acaba de presentar El Imperio y la Hispanidad, una obra colectiva que, coordinada por Carlos X. Blanco y en la que han participado, entre otros autores, Alberto Buela, Eduard Alcántara, José Antonio Bielsa Arbiol o José Francisco Rodríguez Queiruga, aglutina visiones diversas sobre esta gran comunidad que debería confluir en una unión geopolítica que la haga más fuerte.

 

El escritor e historiador Antonio Moreno Ruiz es uno de los ensayistas que ha participado en la confección del libro, con un trabajo que se ha centrado en la Hispanidad ante Eurasia. "Cuando Carlos X. Blanco propuso incluir mi escrito en el libro me pareció algo tan interesante como positivo, especialmente en estos tiempos. Creo que es cuestión de ir sumando en esta perspectiva. La ‘Leyenda Negra’ tiene un peso demasiado negativo e injusto sobre nuestras conciencias; sin embargo, nos encontramos con que, tanto en España como en Hispanoamérica, mucha gente empieza a despertar y está deseosa de leer y aunar argumentos. Hay que seguir trabajando en esta línea y todo lo que se pueda aportar, bienvenido sea”. 

 

¿Cómo se entiende la idea de Imperio y de Hispanidad en este tiempo de globalización, multiculturalidad y desarraigo?

 

Todavía hay que trabajar mucho. El término “hispanismo” no está del todo definido y muchos que dicen ser “hispanistas” no ayudan, pues con la confusión que algunos propagan por las redes sociales, pareciera que más que “hispanismo”, hacen gala de una suerte de “nacionalismo español colonialista” que es el estereotipo que venden los indigenistas e hispanófobos del mundo unidos. Muchos de ellos desconocen la realidad hispanoamericana y, asimismo, se niegan a ver la realidad española.

 

Con respecto a la idea de Imperio, es algo muy difícil dada la influencia de la propaganda marxista y sus “neos” derivados. Es una idea bella y justa, pero se encuentra con este problema. No obstante, en la dificultad radica lo atractivo de esta lucha.

 

A día de hoy la palabra “geopolítica” es muy nombrada. Nosotros,  en teoría, lo tendríamos fácil: la Hispanidad es nuestra geopolítica. En este sentido, mi postura es que España debe ser un baluarte del legado romano en Europa, así como (con Portugal), debe forjar una fuerte alianza diplomática, económica y militar con el mundo iberoamericano; por supuesto, con la ventaja que da una base cultural común de la que muchas veces no somos conscientes ni valoramos como se debe. Viví seis años en Hispanoamérica y me di cuenta más y mejor de estos lazos. Y esta alianza es algo que en su día defendieron pensadores de la talla de Juan Vázquez de Mella en España o José de la Riva Agüero en Perú.

 

En tu ensayo publicado en el citado libro, señalas las similitudes entre Rusia y España (y Portugal), al considerarlas como las herederas naturales de Roma...

 

Así es, pero habría que matizar. Al desaparecer el Imperio Romano de Oriente, Rusia se reivindica como su heredera viva. No obstante, España también cumplió un poco el rol de los bizantinos, pues supuso un trasvase de la romanidad entre aguas y continentes, por más que los turcos y los árabes pretendieran cortar el mundo clásico.

 

En el siglo XV, España estaba recomponiéndose, aún añorando y mixtificando el legado del Reino Visigodo de Toledo. Con todo, el mismo año de la Toma de Granada y de la primera gramática castellana, se extiende por el Nuevo Mundo a la manera romana, llevando todo lo que entendía como civilización en un sentido orgánico.

 

El Imperio Ruso se extiende sobre una gran extensión de tierra y a pesar de sus enormes influjos eslavos, varegos y etc.; sin embargo, no podemos entenderlo sin esa espiritualidad bizantina que, asimismo, le dio una forja civil.

 

Con las diferencias que se quieran, la Monarquía Hispánica también tuvo una importante forja civil que sostuvo una gran comunidad política durante tres siglos, con la filosofía griega y el derecho romano.

 

España y Rusia son custodios de tierras de frontera. ¿Qué supone eso ante la historia?

 

Pues como dice Walter Schubart en Europa y el alma del Oriente, un sentido muy alto de la religiosidad, dado por la inmensidad de su geografía. En el caso español, la unión con América supuso el levantamiento de la Atlántida más allá de la mitología o incluso de especulaciones más o menos científicas; el caso es que el mundo hispánico hace del misterio atlante una realidad de carne y hueso y con sus marinos traza el mundo tal y como es, confirmando la geografía para siempre, dotando asimismo, su genio espiritual. Según Schubart, ni españoles ni rusos son indiferentes ante la religión: o son pueblos muy piadosos o se hacen rabiosamente ateos.

 

El actual indiferentismo religioso de España no es sino la desnaturalización de un pueblo que, hasta hace relativamente poco, tuvo en alto valor su sentido providencial ante la historia. En Rusia, empero, ocurre un proceso tal vez inverso: la gente tiene ansia de la religión que años y años de comunismo le intentó sepultar. No hay que olvidar tampoco que fueron España y Rusia quienes derrotaron a Napoleón. Y pienso que tanto españoles como rusos tendrían que haber desfilado juntos y haber dejado un recuerdito en París en merecimiento a las tropelías del tirano corso.

 

¿Es todavía posible desarrollar una geopolítica hispánica independiente? ¿O seguiremos condenados a ejercer de meras comparsas de otras potencias?

 

Sí es posible. De hecho, responde a la siguiente pregunta, pues si no elaboramos un corpus geopolítico adaptado a nuestro tiempo, siempre seremos comparsas e iremos de mal en peor.

 

Hay mucho “hispanismo sentimental” y eso a priori no tiene por qué ser malo. Es lógico, como decíamos antes, dado el injusto peso negro-legendario. Pero todo ello debe servir para sumar y apostar por soluciones concretas teniendo los pies en el suelo, sin prisa, pero sin pausa. Como decía Manuel Fal Conde, los pueblos tienen derecho a levantarse contra los tiranos, pero antes hay que hablar y preparar a las conciencias.

 

Por desgracia, la propaganda ha hecho su trabajo durante siglos. Pero vuelvo a lo mismo: de ese entusiasmo y sentimiento que brota ya en España e Hispanoamérica, vayamos poco a poco, con lenguaje realista, a lo que une e interesa, de abajo a arriba, pues no se puede hacer la casa por el tejado.

 

Por poner un ejemplo: cuando vivía en Lima, pude dictar un par de conferencias acerca de la influencia hispanoamericana en el flamenco. Noté que al público le entusiasmó. Buena parte de nuestra alienación viene porque nos hemos inventado “hechos diferenciales” y no sabemos de nuestro acervo común. Cuando la gente es consciente de esas realidades, trasladarse a un plano político y económico ya es una consecuencia directa.

 

Reitero: la tarea es difícil, pero también apasionante. No hay que rendirse. Todavía hay mucho por hacer.

 

Afirmas que "para nosotros no se ha hecho el nacionalismo y el racismo", como conceptos propios de la Modernidad...

 

Es que son corrientes nacidas de las ideas revolucionarias que acabaron con el mundo tradicional.

 

Todo nacionalismo necesita su “hecho diferencial”. En Italia y Alemania, entre otros, se crearon mitos para reforzar la unidad nacional; sin embargo, en los estados surgidos de la ruptura de la Monarquía Hispánica (incluyendo el español), no hizo más que potenciar la desunión en base a dudosas “voluntades” e intereses, creando problemas donde no los había y creando toda una suerte de mitologías nacionales que aún hoy en día son grandes y graves obstáculos a pesar de la tozudez de la realidad. En España, todo ello ha desembocado en los separatismos.

 

Asimismo, las corrientes racistas son aditamentos a estas ideas revolucionarias y, por lo general, conllevan odio tanto a España como a Roma. La supuesta “superioridad nórdica” (luego aliñada bien con protestantismos, bien con neopaganismos) no es sino un mito del siglo XIX. Hasta el siglo XVIII, el denostado e incomprendido Pacto de Familia borbónico aunaba a España, Francia, Parma y Nápoles, esto es, a la Europa “latina” que brillaba por todo Occidente. Por eso, el racismo se ensañó en el XIX contra nuestro legado. Todavía buena parte de nuestra población piensa que somos una suerte de “raza inferior/impura”, que no valemos para trabajar o comerciar… ¿Y encima vamos a acogernos a esos moldes?

 

Moldes tan estúpidos que presuponen pureza racial al primer “gringo” que ven (como si en Estados Unidos no hubiera mestizaje desde hace siglos…) y recelan de un criollo. O que tengamos la versión del indio de las películas del Oeste y no de los Andes. Ojo, que no estoy hablando de que tengamos que volver al pasado, que bien sé que eso no existe. Pero no se puede afrontar el futuro renunciando a la esencia. España tiene referentes históricos clarísimos: desde el reino godo hasta toda la lucha de la Reconquista y su comunión con América. Como decía Ramiro de Maeztu, no hay pérdida posible. Y recordando a Maeztu, el mérito de la hispanidad era precisamente el incorporar a las diversas razas a un modelo de civilización. Como Roma. Enmarañarnos con cosas que nos van ni nos vienen nos ha demostrado en estos dos siglos que no sirve sino para dividirnos y hundirnos más todavía.

 

¿Cómo debe ser la Hispanidad del siglo XXI? ¿Habrá un espacio para ella en el mundo fragmentado y multipolar que llega?

 

Yo siempre digo que la Hispanidad será geopolítica o no será. Afirmo que debemos ser romanos hacia Europa e hispanos hacia América como las partes de nuestro todo.

 

En tiempos de Carlos IV estuvimos a punto de ser una Mancomunidad actualizada a su tiempo. Sin embargo, las guerras y las revoluciones dieron al traste con una geopolítica natural entre el Mediterráneo, el Atlántico y el Pacífico. Los británicos, por el contrario, piratearon hasta el modelo de Commonwealth.  Es a lo que íbamos a principios del siglo XIX. Fue nuestra asignatura pendiente. Ya sabemos que la hemos suspendido. Es cuestión de aprobarla, pues más vale tarde que nunca y nunca es tarde si la dicha es buena.

 

Reitero: poco a poco, con orden y concierto, con conciencia cultural, hasta llegar a mayores propuestas políticas. Porque tanto por el lado espiritual como por el material, tenemos mucho que ganar. Y ya hemos perdido bastante.

 

Varios autores: El Imperio y la Hispanidad. Letras Inquietas (Enero de 2021)

 

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