Demoledor informe de la Sociedad Española de Salud Pública
“Los niños de la crisis” revelan que España ha sentenciado el futuro de una generación
La crisis económica está provocando un deterioro de la salud de muchos ciudadanos en España y uno de los grupos "más vulnerables" son los niños, ya que el impacto se traducirá en un mayor riesgo de desarrollar enfermedades a largo plazo que, en muchos casos, se prolongará hasta la edad adulta.
Ésta es una de las principales conclusiones del último y demoledor informe de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), que ha recopilado diferentes estudios que ponen de manifiesto que los niños que viven en entornos familiares en riesgo de pobreza tienen más probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares, trastornos cognitivos y problemas de salud mental de adultos.
"Se conocen ya como 'los niños de la crisis', y los problemas de salud que tienen ahora también tendrán influencia en la edad adulta", ha aseverado Inmaculada Cortés, una de las editoras del informe.
En España la tasa de riesgo de pobreza ha aumentado desde el inicio de la crisis, en especial entre la población infantil, según el informe de SESPAS, que recoge datos de 2011 que mostraban cómo hasta un 27% de los menores de 16 años se encontraban en riesgo de pobreza.
Esto se traduce en problemas de nutrición, la falta de una escolarización temprana y un mal ambiente familiar, ya que muchos de sus padres llevan mucho tiempo en paro y hay quienes comienzan a perder la prestación por desempleo, lo que también agrava el riesgo de sufrir trastornos mentales -principalmente ansiedad y depresión- y acaba afectando a sus hijos.
El riesgo de estos problemas en la niñez se incrementa cuando la pobreza es crónica y profunda, y sus efectos se manifiestan también en la edad adulta con un mayor riesgo de trastornos crónicos. En concreto, la pobreza y la experiencia de hambre en la infancia predicen el deterioro cognitivo, la depresión, las limitaciones funcionales, las discapacidades en las actividades de la vida diaria, el bajo desempeño físico y la fragilidad en las personas mayores.
Esto se debe, como ha explicado Beatriz González López-Valcárcel, otra de las editoras de este trabajo, a que "los tres primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo futuro de la persona, en términos de productividad, acceso al mercado laboral, salud y felicidad".
Durante la infancia es cuando deben adquirirse determinadas habilidades cruciales para el éxito a medio y largo plazo, como son establecer relaciones de apego seguras con el/los cuidador/es primario/s (desde el nacimiento hasta aproximadamente el primer año de vida), aprender a explorar y comunicar (de 1 a 3 años), y aprender a autorregular los pensamientos, las conductas y las emociones (aproximadamente de 3 a 5 años).
Además, estudios recientes también muestran cómo las condiciones en la infancia se asocian con el estado de salud autopercibido en la edad adulta, de modo que tener buena salud durante la infancia y crecer en un ambiente favorable deriva en un nivel educativo más alto, una mejor salud y un mayor estatus socioeconómico en edades adultas.
"La pobreza mantenida en la edad infantil se asocia a peores resultados educativos, más fracaso escolar (...) lo que conllevará menores oportunidades de trabajo y peores ocupaciones, que también repercutirá en más problemas de salud", ha explicado Cortés.
La crisis económica está provocando un deterioro de la salud de muchos ciudadanos en España y uno de los grupos "más vulnerables" son los niños, ya que el impacto se traducirá en un mayor riesgo de desarrollar enfermedades a largo plazo que, en muchos casos, se prolongará hasta la edad adulta.
Ésta es una de las principales conclusiones del último y demoledor informe de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), que ha recopilado diferentes estudios que ponen de manifiesto que los niños que viven en entornos familiares en riesgo de pobreza tienen más probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares, trastornos cognitivos y problemas de salud mental de adultos.
"Se conocen ya como 'los niños de la crisis', y los problemas de salud que tienen ahora también tendrán influencia en la edad adulta", ha aseverado Inmaculada Cortés, una de las editoras del informe.
En España la tasa de riesgo de pobreza ha aumentado desde el inicio de la crisis, en especial entre la población infantil, según el informe de SESPAS, que recoge datos de 2011 que mostraban cómo hasta un 27% de los menores de 16 años se encontraban en riesgo de pobreza.
Esto se traduce en problemas de nutrición, la falta de una escolarización temprana y un mal ambiente familiar, ya que muchos de sus padres llevan mucho tiempo en paro y hay quienes comienzan a perder la prestación por desempleo, lo que también agrava el riesgo de sufrir trastornos mentales -principalmente ansiedad y depresión- y acaba afectando a sus hijos.
El riesgo de estos problemas en la niñez se incrementa cuando la pobreza es crónica y profunda, y sus efectos se manifiestan también en la edad adulta con un mayor riesgo de trastornos crónicos. En concreto, la pobreza y la experiencia de hambre en la infancia predicen el deterioro cognitivo, la depresión, las limitaciones funcionales, las discapacidades en las actividades de la vida diaria, el bajo desempeño físico y la fragilidad en las personas mayores.
Esto se debe, como ha explicado Beatriz González López-Valcárcel, otra de las editoras de este trabajo, a que "los tres primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo futuro de la persona, en términos de productividad, acceso al mercado laboral, salud y felicidad".
Durante la infancia es cuando deben adquirirse determinadas habilidades cruciales para el éxito a medio y largo plazo, como son establecer relaciones de apego seguras con el/los cuidador/es primario/s (desde el nacimiento hasta aproximadamente el primer año de vida), aprender a explorar y comunicar (de 1 a 3 años), y aprender a autorregular los pensamientos, las conductas y las emociones (aproximadamente de 3 a 5 años).
Además, estudios recientes también muestran cómo las condiciones en la infancia se asocian con el estado de salud autopercibido en la edad adulta, de modo que tener buena salud durante la infancia y crecer en un ambiente favorable deriva en un nivel educativo más alto, una mejor salud y un mayor estatus socioeconómico en edades adultas.
"La pobreza mantenida en la edad infantil se asocia a peores resultados educativos, más fracaso escolar (...) lo que conllevará menores oportunidades de trabajo y peores ocupaciones, que también repercutirá en más problemas de salud", ha explicado Cortés.