Análisis y conclusiones de las últimas elecciones catalanas
Tratar de hacer un balance del contexto, proceso y resultados de unos comicios adolece muchas veces de un déficit de objetividad. Pero es necesario procurar guiarse por datos incontrovertibles y una valoración lo más próxima a realidades incontestables.
Por eso voy a intentar ceñirme a datos y hechos contrastables:
1.- Convocatoria de las Elecciones. Desde un punto de vista de oportunidad sociosanitaria no parece que fuera el momento más propicio. Mientras que se condenaba a graves perjuicios al sector del turismo, de la hostelería y de los servicios de restauración, bares y cafeterías, el simple hecho de obligar a los componentes de las mesas electorales a arriesgar su salud en una concurrencia donde los positivos podían acudir a votar presencialmente parece todo un disparate. Pareciera que lo que se pretendía era alimentar el voto por correo y la abstención. Todos sabemos que en un contexto de fuerte retracción del voto los requerimientos para obtener escaños bajan de forma muy fuerte y se potencia la representación de aquellas fuerzas con un electorado muy militante. Y dejo ahí mis consideraciones para que los lectores saquen sus conclusiones.
En relación con los presupuestos anteriores hay que tomar en consideración una de las comparecencias de campaña del candidato Illa y, sobre todo, del presidente del Gobierno, Sánchez, en la que de forma enfática llamaban al voto por correo, añadiendo que “así en EE.UU. se ha desalojado a Trump de la Presidencia”. Punto y final. Con eso está dicho todo.
Y luego se quejan de que especulemos sobre la limpieza de los procesos electorales.
2.- Limpieza del proceso electoral de las Elecciones catalanas. Tomando impulso en la consideración precedente y observando que hay recogido al menos un caso que al ir a votar por correo se encontró con que alguien había votado en su lugar, y que parece que se describe algún otro supuesto en el que el trabajador de Correos habría recogido la papeleta en el domicilio del votante para cursar la tramitación del voto rompiendo la cadena de custodia, es lógico desconfiar de la limpieza del proceso del voto por correo. Pero faltan datos para afirmar de manera rigurosa que ese procedimiento haya sido fraudulento. Habría que auditar cuál ha sido la operativa desarrollada y los mecanismos de garantía y limpieza establecidos para impedir la perversión y corrupción, en su caso, en dichos mecanismos. Esperemos a ver si se realiza el escrutinio general, conforme a lo estipulado en la LOREG (Ley Orgánica de Elecciones Generales). Seguimos sin entender por qué se dan por definitivos datos provisionales sin que medie un escrutinio general.
3.- Legitimación de los resultados. Es evidente que si en unas elecciones políticas para elegir la representación de un electorado y establecer lo que en un sistema democrático se denomina “la voluntad general”, base de la soberanía ciudadana, se produce una altísima abstención, el proceso queda cuestionado y deslegitimado. Parece obvio que en un contexto en el que la participación supera a duras penas el 50% del electorado, hay que valorar que la defección hacia el proceso electoral por parte del cuerpo electoral es de tal volumen que queda cuestionada la representación, por carecer de peso significativo en esa expresión de la voluntad general.
En el caso de las elecciones de Venezuela últimas así se pronunció la prensa del sistema en España. No entiendo por qué si eso ocurre en nuestro país no se hace la misma valoración.
Expongamos algún ejemplo para entenderlo. Cualquiera de las candidaturas más votadas no ha obtenido un porcentaje sobre el electorado mayor del 16%, aunque el porcentaje de voto sobre el número de votantes efectivos llegara al 33%. Si sumamos los votos independentistas, es decir de JXC, ERC y la CUP, el porcentaje añadido de los votos sobre el censo de electores apenas llega al 24% del conjunto del cuerpo electoral. Supongo que con esa magra representación no se atreverán a postular procesos de secesión, aunque conociendo el percal todo es previsible donde ni el pudor ni el sentido del ridículo tienen un hueco en este grupo de políticos sediciosos.
Si todo el bloque de los elegidos decidiera unirse en un Gobierno de concentración, en poco superarían el 50 % del cuerpo electoral. La pregunta es si con estos mimbres se pueden tomar decisiones que representen al electorado. La conclusión no puede ser otra que se nos está tomando el pelo. Aunque algunos ya carecemos de mata pilosa, nos han toreado demasiado. Esto tiene visos de llegar al esperpento que Berlanga tomaría como motivo de sus películas de escarnio.
4.- Garantías constitucionales y de seguridad jurídica del proceso. Cuando una de las candidaturas y sus seguidores y asistentes a los actos públicos han sido apedreados, coaccionados, amenazados y conculcados los derechos de tránsito y movilidad, el de libre expresión, el derecho de concurrencia a elecciones de representación política, el de respeto a su dignidad personal y corporativa y al honor, el de seguridad personal, etc, limitando gravemente sus posibilidades de concurrir en igualdad de condiciones que el resto; y la policía autonómica, se supone que por orden de sus superiores, no ha detenido a los delincuentes que han vulnerado la Ley electoral, sin que el Estado haya procurado asegurar las libertades públicas, sin que las Juntas electorales hayan intervenido y con unos mandos susceptibles de ser expedientados por prevaricación por todo ello; parece ser obvio que no se han producido las condiciones para asegurar ni la libertad, ni la democracia ni los derechos concurrentes. Por tanto, las elecciones han de ser impugnadas, o cuando menos cuestionadas.
6.- Proporcionalidad en la representación e igualdad democrática entre electores. Veamos el ejemplo. Para sacar un diputado JXC necesita 17.750 votos; ERC 18.291; VOX 19.807 votos y Cs 26.317. Que alguien me explique si esa desproporción proyecta el principio de una persona un voto, y una representación proporcional y equitativa.
7.- Conclusiones respecto a los resultados, si los diéramos por válidos.
7.1.- El constitucionalismo, excluyendo a Vox, se ha derrumbado. Sería bueno que Ciudadanos y PP hicieran una valoración de las causas. Los líderes de esos partidos son responsables del resultado pésimo que han obtenido.
El PSC ha mejorado los resultados. Lo curioso es que haya duplicado el porcentaje de votos, si bien no creo que sea para tirar cohetes la subida de 44.000 votos respecto a las anteriores elecciones. El constitucionalismo está en momentos muy bajos pues los electores han decidido que no merecen su apoyo. Bueno sería que alguien hiciera una valoración y adoptara alguna decisión correctora. Si no, iremos de victoria en victoria hasta la derrota final.
7.2.- Todos los demás han caído en el voto, salvo Vox. El ganador de las elecciones ha sido el bloque de la abstención, que por poco saca la mayoría absoluta.
¿Seguirán con este panorama de tomadura de pelo a los ciudadanos? Esa es la pregunta clave.
Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver. Seguiremos con las políticas de tierra quemada y con el vodevil al que estamos acostumbrados los sufridos ciudadanos.
Tratar de hacer un balance del contexto, proceso y resultados de unos comicios adolece muchas veces de un déficit de objetividad. Pero es necesario procurar guiarse por datos incontrovertibles y una valoración lo más próxima a realidades incontestables.
Por eso voy a intentar ceñirme a datos y hechos contrastables:
1.- Convocatoria de las Elecciones. Desde un punto de vista de oportunidad sociosanitaria no parece que fuera el momento más propicio. Mientras que se condenaba a graves perjuicios al sector del turismo, de la hostelería y de los servicios de restauración, bares y cafeterías, el simple hecho de obligar a los componentes de las mesas electorales a arriesgar su salud en una concurrencia donde los positivos podían acudir a votar presencialmente parece todo un disparate. Pareciera que lo que se pretendía era alimentar el voto por correo y la abstención. Todos sabemos que en un contexto de fuerte retracción del voto los requerimientos para obtener escaños bajan de forma muy fuerte y se potencia la representación de aquellas fuerzas con un electorado muy militante. Y dejo ahí mis consideraciones para que los lectores saquen sus conclusiones.
En relación con los presupuestos anteriores hay que tomar en consideración una de las comparecencias de campaña del candidato Illa y, sobre todo, del presidente del Gobierno, Sánchez, en la que de forma enfática llamaban al voto por correo, añadiendo que “así en EE.UU. se ha desalojado a Trump de la Presidencia”. Punto y final. Con eso está dicho todo.
Y luego se quejan de que especulemos sobre la limpieza de los procesos electorales.
2.- Limpieza del proceso electoral de las Elecciones catalanas. Tomando impulso en la consideración precedente y observando que hay recogido al menos un caso que al ir a votar por correo se encontró con que alguien había votado en su lugar, y que parece que se describe algún otro supuesto en el que el trabajador de Correos habría recogido la papeleta en el domicilio del votante para cursar la tramitación del voto rompiendo la cadena de custodia, es lógico desconfiar de la limpieza del proceso del voto por correo. Pero faltan datos para afirmar de manera rigurosa que ese procedimiento haya sido fraudulento. Habría que auditar cuál ha sido la operativa desarrollada y los mecanismos de garantía y limpieza establecidos para impedir la perversión y corrupción, en su caso, en dichos mecanismos. Esperemos a ver si se realiza el escrutinio general, conforme a lo estipulado en la LOREG (Ley Orgánica de Elecciones Generales). Seguimos sin entender por qué se dan por definitivos datos provisionales sin que medie un escrutinio general.
3.- Legitimación de los resultados. Es evidente que si en unas elecciones políticas para elegir la representación de un electorado y establecer lo que en un sistema democrático se denomina “la voluntad general”, base de la soberanía ciudadana, se produce una altísima abstención, el proceso queda cuestionado y deslegitimado. Parece obvio que en un contexto en el que la participación supera a duras penas el 50% del electorado, hay que valorar que la defección hacia el proceso electoral por parte del cuerpo electoral es de tal volumen que queda cuestionada la representación, por carecer de peso significativo en esa expresión de la voluntad general.
En el caso de las elecciones de Venezuela últimas así se pronunció la prensa del sistema en España. No entiendo por qué si eso ocurre en nuestro país no se hace la misma valoración.
Expongamos algún ejemplo para entenderlo. Cualquiera de las candidaturas más votadas no ha obtenido un porcentaje sobre el electorado mayor del 16%, aunque el porcentaje de voto sobre el número de votantes efectivos llegara al 33%. Si sumamos los votos independentistas, es decir de JXC, ERC y la CUP, el porcentaje añadido de los votos sobre el censo de electores apenas llega al 24% del conjunto del cuerpo electoral. Supongo que con esa magra representación no se atreverán a postular procesos de secesión, aunque conociendo el percal todo es previsible donde ni el pudor ni el sentido del ridículo tienen un hueco en este grupo de políticos sediciosos.
Si todo el bloque de los elegidos decidiera unirse en un Gobierno de concentración, en poco superarían el 50 % del cuerpo electoral. La pregunta es si con estos mimbres se pueden tomar decisiones que representen al electorado. La conclusión no puede ser otra que se nos está tomando el pelo. Aunque algunos ya carecemos de mata pilosa, nos han toreado demasiado. Esto tiene visos de llegar al esperpento que Berlanga tomaría como motivo de sus películas de escarnio.
4.- Garantías constitucionales y de seguridad jurídica del proceso. Cuando una de las candidaturas y sus seguidores y asistentes a los actos públicos han sido apedreados, coaccionados, amenazados y conculcados los derechos de tránsito y movilidad, el de libre expresión, el derecho de concurrencia a elecciones de representación política, el de respeto a su dignidad personal y corporativa y al honor, el de seguridad personal, etc, limitando gravemente sus posibilidades de concurrir en igualdad de condiciones que el resto; y la policía autonómica, se supone que por orden de sus superiores, no ha detenido a los delincuentes que han vulnerado la Ley electoral, sin que el Estado haya procurado asegurar las libertades públicas, sin que las Juntas electorales hayan intervenido y con unos mandos susceptibles de ser expedientados por prevaricación por todo ello; parece ser obvio que no se han producido las condiciones para asegurar ni la libertad, ni la democracia ni los derechos concurrentes. Por tanto, las elecciones han de ser impugnadas, o cuando menos cuestionadas.
6.- Proporcionalidad en la representación e igualdad democrática entre electores. Veamos el ejemplo. Para sacar un diputado JXC necesita 17.750 votos; ERC 18.291; VOX 19.807 votos y Cs 26.317. Que alguien me explique si esa desproporción proyecta el principio de una persona un voto, y una representación proporcional y equitativa.
7.- Conclusiones respecto a los resultados, si los diéramos por válidos.
7.1.- El constitucionalismo, excluyendo a Vox, se ha derrumbado. Sería bueno que Ciudadanos y PP hicieran una valoración de las causas. Los líderes de esos partidos son responsables del resultado pésimo que han obtenido.
El PSC ha mejorado los resultados. Lo curioso es que haya duplicado el porcentaje de votos, si bien no creo que sea para tirar cohetes la subida de 44.000 votos respecto a las anteriores elecciones. El constitucionalismo está en momentos muy bajos pues los electores han decidido que no merecen su apoyo. Bueno sería que alguien hiciera una valoración y adoptara alguna decisión correctora. Si no, iremos de victoria en victoria hasta la derrota final.
7.2.- Todos los demás han caído en el voto, salvo Vox. El ganador de las elecciones ha sido el bloque de la abstención, que por poco saca la mayoría absoluta.
¿Seguirán con este panorama de tomadura de pelo a los ciudadanos? Esa es la pregunta clave.
Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver. Seguiremos con las políticas de tierra quemada y con el vodevil al que estamos acostumbrados los sufridos ciudadanos.