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Ernesto Ladrón de Guevara
Martes, 02 de Marzo de 2021 Tiempo de lectura:

De villanos y gentuza

Llevamos ya cerca de un año con restricciones de derechos y libertades.

 

Llevamos casi un año con la economía quebrada.

 

Llevamos casi un año con la hostelería y la industria turística paralizadas.

 

Llevamos casi un año con el sistema sanitario en situación de estrés. Debemos recordar al afecto la penuria en los sistemas de protección del personal médico y trabajadores auxiliares en la primera fase.

 

Llevamos casi un año con el Gobierno dando tumbos en una secuencia de continuas contradicciones, sin ideas claras y con decisiones erráticas.

 

Llevamos casi un año con unos políticos irresponsables que se esconden tras supuestos expertos que luego descubrimos que no existen.

 

Llevamos casi un año con abusos de poder y discriminaciones en función de quién es el que solicita manifestarse. Si son afines del Gobierno no hay problema, si son contra el Gobierno todo son dificultades e incluso prohibiciones, aunque se garantice el respeto a las medidas exigidas de distancia social, mascarillas e incluso yendo en vehículos.  Creo que no hay que dar datos pues son evidentes.

 

Llevamos casi un año en el que los rectores de nuestro amado país descompuesto se preocupan más de cómo controlar los resortes de la Justicia para proteger su impunidad que de dar respuestas a las necesidades de la gente. La clase media se ha ido al garete, los autónomos al desastre, y así un largo etc. Mientras bla, bla, bla, y soluciones demoradas. Promesas baldías.

 

Llevamos tiempo y tiempo esperando que lleguen las vacunas para quienes quieran ponérselas, y mientras tanto, un presidente autonómico lleva a su Parlamento una ley ilegal para sancionar con multas de hasta 60.000 euros a quienes se nieguen a inocularse una vacuna sin previa información ni aclaración de dudas.

 

Podría seguir, pero el desbarajuste de una tormenta perfecta en la que se han conjuntado todos los astros para demoler la nación, con un Gobierno infame y un virus maldito, son tan extensos que aburriría a mis lectores con un desarrollo detallado, cuando la intoxicación informativa nos ha causado a todos mucha fatiga psicológica. No seré yo quien martillee las conciencias con más porquería.

 

Pero sí quiero decir tres cosas:

 

Hemos carecido de un Gobierno acorde con la situación, cierto. Pero hay una cuestión peor aún.  El Estado de las Autonomías se ha evidenciado al desnudo como una estructura incompetente para abordar situaciones convulsas, como una epidemia mundial. Es como echar gasolina al fuego.  No puede haber 17 criterios diferentes, muchos de ellos contradictorios, en función de cada autonomía. Lo más evidente es el caso de Galicia, con unas decisiones legislativas particulares que corresponden adoptar al Gobierno de la nación. El virus no entiende de políticas aldeanas. Se requieren medidas unitarias.

 

En segundo lugar, es inexplicable que se permitan disturbios de la gravedad que estamos viendo, sobre todo en Cataluña. En tal circunstancia se requieren medidas proporcionales, es decir, sacar a las Fuerzas Armadas a la calle si ha lugar. No se puede permitir que los policías sean apaleados por delincuentes e incluso que sean apedreados y hasta quemados con artificios incendiarios. Eso es inadmisible en cualquier Estado que tenga algún fundamento. Y lo dejo ahí porque solamente este hecho merece una moción de censura contra estos políticos irresponsables que dejan a sus servidores públicos al pie de los caballos mientras que se permiten daños a patrimonio público, a comercios, e, incluso, saqueos que recuerdan que estamos en un Estado fallido. Los delincuentes tienen que pagar sus delitos. Bastante están sufriendo nuestros comerciantes, hosteleros y demás pequeñas industrias, como para soportar, además, esto.

 

Y la tercera cuestión es algo absolutamente inaceptable. Y es que mientras que la población ha estado confinada, excluida de derechos fundamentales y libertades, una ministra y uno de los partidos que forman el Gobierno de España estimulan unas manifestaciones del 8 de Marzo que pueden revitalizar el contagio entre los participantes en esas manifestaciones, y, por ende, al resto de la población. No solamente no muestran ninguna contrición ni arrepentimiento por la terrible irresponsabilidad del 8 de Marzo anterior, que ocasionó un agravamiento de la pandemia, con un efecto de miles de muertes que no se hubieran producido si se hubieran adoptado medidas con anterioridad y evitado la concurrencia de una masa de población en actos multitudinarios, sino que reincide, aún a sabiendas de que ello es irresponsable, como se lo han recordado compañeros del Ejecutivo. Solamente por este hecho, la ministro Irene Montero debería se reprobada.

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