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Pablo Mosquera
Sábado, 20 de Marzo de 2021 Tiempo de lectura:

¿Dónde quedaron los espíritus para la regeneración?

Ser reformista en política es justo y necesario. Ser progresista como persona ya resulta más confuso. Estar dispuesto para participar en el servicio al país, visto lo visto, ha quedado en un bien escaso, casi residual. Practicar el feminismo es tanto como saber dónde está el Arca de la Alianza. Ejercer la honestidad dentro del partidismo político supone caer en una tela de araña. ¡Ah, casi me olvido!, conservador es quien sabe conservar el olfato para estar en el momento oportuno, en el lugar oportuno, y así disfrutar del puesto...

 

Ciudadanos se propuso defender la dignidad de los españoles que residían en Cataluña. Algo similar a lo que hicimos en Unidad Alavesa con los españoles residentes en Álava, que las circunstancias socio-políticas les convirtieron en ciudadanos de una Euskadi en la que la carta de naturaleza la daban los nacionalistas y siempre que se asumiera que aquel territorio no quería ser España. Y así, más allá de políticas sociales conservadoras o progresistas, de lo que se trataba en Cataluña era de ser beligerante con España, con sus leyes y sus instituciones. El éxito les llegó por tres vías. El valor de sus dirigentes para enfrentarse al nacionalismo catalán, en franca minoría activa. La pérdida progresiva en la convivencia entre habitantes de Cataluña y entre estos y el resto del Estado. El fracaso económico de la Administración nacionalista que chocaba con un tradicional modelo socio-laboral que era no sólo causa de la mayor renta por habitante, también el buen funcionamiento de los servicios públicos al ciudadano.

 

Ciudadanos pasó de ser un movimiento social en el antiguo condado a una esperanza para sustituir a una derecha nacional corrupta que podía perder todo el inmenso poder adquirido a ser causa de la falta de empatía entre españoles y su Gobierno con el famoso grito en calles y plazas de "no nos representan". Había que buscar una alternativa a tal revuelta, y que no la capitalizara sólo la nueva izquierda. Y así Ciudadanos logra extenderse por España, logrando un éxito político que le hace sentir que pueden y deben ser los depositarios de la España conservadora.  

 

Incluso logran con los restos del PP en Andalucía algo histórico. Desbancar al socialismo de su bastión, del que tradicionalmente hacen "granero" de los votos y escaños precisos para ganar las elecciones generales. Mediante un acuerdo de coalición y emprenden la limpieza de las "golferías" clientelares.

 

Ya están preparados y ungidos los representantes del partido naranja para ser alternativa de Gobierno en España. Pero cometen dos errores. Poner como rumbo desbancar al PP de su tradicional espacio. Negarse a una coalición de Gobierno con el nuevo PSOE, precisamente para evitar que tal formación se eche en brazos de la extrema izquierda y el nacionalismo. Pierden su utilidad y su oportunidad.

 

Atrás quedan sus discursos ideológicos en el espacio del centro político, con sus compromisos para regenerar la vida en España, no sólo en la política, también en las conductas al uso de los poderes y servicios al ciudadano. Poco a poco, se van nutriendo de arribistas y oportunistas que siempre están dispuestos/as a formar parte de cualquier empresa que les garantice status laboral y generoso salario. Se dotan con mecanismos de "orden" interno que garantiza el pensamiento único en la formación. No sólo no han logrado regenerar la partitocracia, es que forman parte de ella con métodos más autocráticos que los viejos partidos tradicionales. Desaparece el compromiso de regeneración. Se hace presente la verticalidad en la toma de decisiones. Crean un discurso tan oscuro y difuso que nadie sabe exactamente el espacio político que pretenden desarrollar. Le han dado tiempo a la izquierda a recuperar su unidad de acción y a la derecha para que sustituya la vieja guardia por otra generación. Se quedan en tierra de nadie y comienzan el declive que les llevará a desaparecer. Algo similar al proceso que terminó con aquella UCD de Suarez.

 

Podemos irrumpe aprovechando los movimientos callejeros contra la partitocracia. Son una muchachada procedente de la universidad que desarrollan una ideología progresista. Son la nueva izquierda, que despierta ilusión y emoción. Quieren poder hacer. Logran movilizar a todos los exiliados de la política. Están abanderando un  nuevo orden en la democracia española. Se comportan educadamente y caen bien.

 

El primer espacio que definen, desarrollan y defienden es el feminismo. Son valedores de la igualdad en los derechos entre hombres y mujeres. Señalan formas, actitudes y aptitudes machistas. Lo hacen en una sociedad con tres marcadores sociológicos. La mayoría del mercado laboral son mujeres. El incremento repugnante y publicitada de la denominada violencia de género. La irrupción en política de una generación joven universitaria de mujeres con magníficas dotes para liderar espacios públicos y privados.

 

Pero estamos ante un espejismo. Se trata del comunismo bolivariano. Y así sus comportamientos dentro y fuera del partido morado va enseñando las viejas fórmulas de la nomenclatura. Surgen los debates y el "macho alfa con sus favoritas" se encarga de eliminar la disidencia. Cada paso que dan pretende al menos tres objetivos. Un enfrentamiento con la democracia surgida en 1978 y establecida por pacto Constitucional. Un enfrentamiento con aquellas personas que no tienen los mismos conceptos bolivarianos. Desplazar al Partido Socialista de la referencia izquierdista, acusándolo de burgués amaestrado.

 

Los españoles se habían hecho moderados, socialdemócratas y liberales. Nadie se acordaba del franquismo, en la medida que los actores de la guerra incivil habían ido desapareciendo según pasaba el tiempo. Pero Zapatero comete el error de desenterrar a las víctimas de una guerra y posguerra sangrienta. Ya tienen su momento, y su primera lanzadera para sus fines. Regresar a las cunetas para sembrar el odio entre las nuevas generaciones cuyos padres y abuelos formaron parte de una España ignorante, vengativa y violenta. Me recuerdan a los nazis que revuelven la heridas de la Primera Guerra Mundial para constituir un nuevo orden y tomarse la revancha de los perdedores.

 

No hay regeneración ni en las formas ni en la ideología. Son las mismas argucias y argumentos que buscan hacer de España una República al estilo Venezuela, en la que se imponga la dictadura en nombre de la libertad. Menos mal que han cometido graves errores, antes de tiempo, y el pueblo español les ha visto la matrícula...         

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