Diálogo de sordos sobre la vacuna
Me encuentro con una amiga justo al salir de tomarme un café en una cafetería.
— Hola, Irene. ¿Qué tal estás?
— Yo bien. Contenta porque me acaban de comunicar que me vacunan hoy. Ya era hora.
— ¿Y eso es motivo de alegría?
— Hombre… pues claro. Por fin nos inmunizan.
— ¿Y quién te ha dicho a ti que la vacuna produce la inmunidad de grupo? Eso no es verdad. La vacuna, en el mejor de los supuestos, es un paliativo, un medicamento, que no una vacuna, que reduce los síntomas, pero los vacunados pueden contagiar, y, por tanto, ser contagiados. Eso es lo que dicen los expertos, si es que hay alguien que pueda ser experto en una vacuna experimental que no tiene antecedentes, y tampoco está suficientemente probada en muestras amplias de población. Somos conejillos de Indias.
— Hombre, Ernesto. Me has fastidiado. Eres un aguafiestas. No obstante, me la voy a poner. A ver qué pasa.
— ¿Y cuál te vas a poner? ¿La de Astrazeneca, incluso, que ya está demostrado que produce trombos?
— Cualquier vacuna. El caso es que me vacunen. Si hay mala suerte, pues qué le vamos a hacer.
— ¿Y tu confías en unas autoridades sanitarias que dan tantos tumbos como días del año en materia de la pandemia, convertida en plandemia?
— ¿Es que… si no confío en los Gobiernos, en qué voy a confiar?
— ¿No será que tras la compra masiva de vacunas hay que justificar su adquisición a ciegas, poniéndolas a la población pese a las dudas existentes sobre su viabilidad y resultados? De esa manera se da la apariencia de hacer algo, aunque haya dudas más que razonables sobre el efecto de la vacunación; y pese a que hay remedios como el dióxido de cloro y la Ivermectina, o la simple aspirina para evitar los trombos; que en otros países se están aplicando con efectos bastantes positivos y aquí no. Creíamos que España era puntera en materia sanitaria y parece ser que era una mera propaganda sin soporte empírico. ¿Te acuerdas de la Gripe A? ¿Dónde están las vacunas que se compraron en cantidades industriales?
— Pero Ernesto… Esos tratamientos son defendidos por grupos negacionistas como Médicos y Biólogos por la Verdad y “magufos” por el estilo. No hay pruebas de que sean efectivos.
— ¿Quién lo dice…? ¿Los Gobiernos bolivarianos que tenemos en España? ¿Los esbirros del Nuevo Orden Mundial? ¿Los conglomerados financieros internacionales que dirigen el Club Bilderberg? ¿El Foro de Davos que está comandado por comunistas y globalistas que plantean abiertamente que sobramos muchos en el mundo y que hay que reducir la población? ¿Acaso están suficientemente probadas estas llamadas vacunas cuando no ha habido tiempo de experimentación en humanos y somos conejillos de Indias en una aplicación que no tiene evidencias científicas suficientes? ¿Y quién se responsabiliza de las consecuencias de unas vacunas transgénicas que no sabemos qué efectos tendrán a medio y largo plazo?
— Ernesto. Me estás cabreando. Haz lo que quieras y no me toques la moral. Adiós.
— Bueno, adiós. Salud y libertad y abajo los tiranos.
Me encuentro con una amiga justo al salir de tomarme un café en una cafetería.
— Hola, Irene. ¿Qué tal estás?
— Yo bien. Contenta porque me acaban de comunicar que me vacunan hoy. Ya era hora.
— ¿Y eso es motivo de alegría?
— Hombre… pues claro. Por fin nos inmunizan.
— ¿Y quién te ha dicho a ti que la vacuna produce la inmunidad de grupo? Eso no es verdad. La vacuna, en el mejor de los supuestos, es un paliativo, un medicamento, que no una vacuna, que reduce los síntomas, pero los vacunados pueden contagiar, y, por tanto, ser contagiados. Eso es lo que dicen los expertos, si es que hay alguien que pueda ser experto en una vacuna experimental que no tiene antecedentes, y tampoco está suficientemente probada en muestras amplias de población. Somos conejillos de Indias.
— Hombre, Ernesto. Me has fastidiado. Eres un aguafiestas. No obstante, me la voy a poner. A ver qué pasa.
— ¿Y cuál te vas a poner? ¿La de Astrazeneca, incluso, que ya está demostrado que produce trombos?
— Cualquier vacuna. El caso es que me vacunen. Si hay mala suerte, pues qué le vamos a hacer.
— ¿Y tu confías en unas autoridades sanitarias que dan tantos tumbos como días del año en materia de la pandemia, convertida en plandemia?
— ¿Es que… si no confío en los Gobiernos, en qué voy a confiar?
— ¿No será que tras la compra masiva de vacunas hay que justificar su adquisición a ciegas, poniéndolas a la población pese a las dudas existentes sobre su viabilidad y resultados? De esa manera se da la apariencia de hacer algo, aunque haya dudas más que razonables sobre el efecto de la vacunación; y pese a que hay remedios como el dióxido de cloro y la Ivermectina, o la simple aspirina para evitar los trombos; que en otros países se están aplicando con efectos bastantes positivos y aquí no. Creíamos que España era puntera en materia sanitaria y parece ser que era una mera propaganda sin soporte empírico. ¿Te acuerdas de la Gripe A? ¿Dónde están las vacunas que se compraron en cantidades industriales?
— Pero Ernesto… Esos tratamientos son defendidos por grupos negacionistas como Médicos y Biólogos por la Verdad y “magufos” por el estilo. No hay pruebas de que sean efectivos.
— ¿Quién lo dice…? ¿Los Gobiernos bolivarianos que tenemos en España? ¿Los esbirros del Nuevo Orden Mundial? ¿Los conglomerados financieros internacionales que dirigen el Club Bilderberg? ¿El Foro de Davos que está comandado por comunistas y globalistas que plantean abiertamente que sobramos muchos en el mundo y que hay que reducir la población? ¿Acaso están suficientemente probadas estas llamadas vacunas cuando no ha habido tiempo de experimentación en humanos y somos conejillos de Indias en una aplicación que no tiene evidencias científicas suficientes? ¿Y quién se responsabiliza de las consecuencias de unas vacunas transgénicas que no sabemos qué efectos tendrán a medio y largo plazo?
— Ernesto. Me estás cabreando. Haz lo que quieras y no me toques la moral. Adiós.
— Bueno, adiós. Salud y libertad y abajo los tiranos.











