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Pablo Mosquera
Sábado, 10 de Abril de 2021 Tiempo de lectura:

La espiral del caos

Cualquier persona que no se encuentre alienada con ese reality que Telecinco ha esparcido como contracultura, debe sentir la misma desagradable sensación que una tripulación del pueblo marinero dónde me he criado y que siendo víctima de un temporal estaba al pairo por un patrón inmerso entre el síndrome del camaleón y el de la tempestad de movimientos, y así gravemente afectados por la confusión absoluta ante el peligro del naufragio inminente.

 

Desde mi condición de exiliado al norte del norte, me siento representado por aquellas frases que pronunció el periodista y político Mariano José de Larra. "El público siente en masa y reunido, de una manera muy distinta que cada uno de sus individuos en particular".

 

¡Lo han logrado!. El estado de manipulación operado sistemáticamente por el Gobierno está a punto de alcanzar su cénit, en el que diviso al menos los siguientes parámetros de conducta social: enfrentamiento político muy superior a conductas para consensos indispensables ante problemas urgentes y graves;  enfrentamiento entre aquello que en el pasado siglo señalaron como las dos Españas; enfrentamiento entre géneros, por el perverso desarrollo de las teorías del machismo y el feminismo; enfrentamiento entre pueblos y gentes de España por alcanzar un estado de republicanismo secesionista, y enfrentamiento entre los que hacen grandes negocios con las crisis y los que engruesan las legiones de famélicos parias.

 

En medio de lo que antecede, una pandemia que se ha llevado por delante vidas, libertad, economía y derecho a la salud. Era muy difícil adivinar cuando finalizó 2019 que una sociedad tan avanzada podía caer en un pozo sin fondo víctima de un virus, ante el que hemos comprobado que sólo teníamos la apariencia de solidez propia del norte ante la debilidad del sur, pero hemos fracasado en la gestión que se suponía sabíamos aplicar en una pandemia de manual.

 

Y es que si echamos la vista atrás, tan sólo un año, el resultado es desolador, como para salir corriendo camino del exilio. Hemos pasado de un Centro Coordinador para las Medidas y el Estado de Alarma, al traslado de las responsabilidades para cada una de las autonomías, donde los políticos y los intereses económicos han marcado el paso con la correspondiente desigualdad y confusión.

 

Regreso a Larra. "La diferencia que existe entre los necios y los hombres de talento suele ser sólo que los primeros dicen necedades y los segundos las hacen". Así me explico que ante el desbarajuste en las medidas y consecuencias socio-sanitarias, los expertos sanitarios no hayan provocado una protesta eficaz para evitar la desolación en los hospitales, o la vergonzosa y mercantil realidad del funcionamiento de los equipamientos y servicios para nuestros mayores, que han sido las principales víctimas del virus.

 

Y ahora entramos en otra oleada. No sólo por el virus, sus mutaciones y las movilidades de la población con motivo de vacaciones; es que en el colmo de la desdicha se producen dos nuevos factores. El incumplimiento de los compromisos para vacunar cuanto antes a la población, por toda suerte de problemas logísticos. La desconfianza de los ciudadanos en la vacuna AstraZeneca, cuyos efectos indeseables nos los han ido contando de forma tan torpe que han logrado crear miedo a tal clase de vacuna. Me pregunto qué estarán pensando aquellas personas que están pendientes de la administración de la segunda dosis de tal fármaco. Y vuelvo a insistir. No debe ser espacio para los políticos, debe ser espacio para los expertos en vacunación, virología y en general especialistas en Salud Pública. Por favor: que el tal Fernando Simón, ¡se calle!.

 

Sigo recreándome en Larra. "Hay algunos hombres que no dicen lo que piensan y otros que piensan demasiado lo que dicen". Y viene a cuento de esas comparecencias televisivas del tal Sánchez. ¿Cuántas veces nos anunció el principio del fin de la pandemia?. Esta última, con una decisión peligrosísima. El próximo nueve de mayo cesará el Estado de Alarma. Con lo cual, ni las comunidades autónomas más azotadas por las cifras insalubres de la cuarta oleada podrán restringir la movilidad, las reuniones y la libre circulación de personas entre territorios próximos o alejados. Si los que mandan actúan así, los que obedecen, al margen de lo que piensen, o se sublevan o serán instrumento necesario, por obediencia debida, del caos que se avecina, con las consecuencias que pueden traer más morbilidad y mortalidad.

 

Pero los genios de la manipulación colectiva, amén de continuar con la zafia emisión del culebrón Rocío, siempre tendrán la vuelta a los estadios del futbol para resolver las fases finales de las grandes competiciones que mueven ingentes cantidades de dinero, los grandes conciertos que se venderán como la vuelta a la libertad de los jóvenes, el impulso a la economía de un país que necesita consumo de turismo y hostelería.

 

Una última observación. ¿Qué ha pasado con los 140.000 millones de euros que nos habían concedido desde la UE para hacer frente a nuestra balanza de ingresos y pagos?. Claro que suponiendo lleguen a un Gobierno controlado por el Sultán de Galapagar, está asegurada otra fenomenal bronca a la hora del reparto.    

    

Termino con mi admirado Larra. "El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer". Lo malo es que no tenemos otro país, otra nación, otro pueblo, un refugio para ponernos a cubierto de esta maldito caos que en espiral crece y crece.

   

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