Ciudadanos perdió el rumbo
Siempre digo que para meterse en política -"haga usted como yo, no se meta en política" (Franco a Manuel Fraga)- hay que ser y ejercer de romántico o de aventurero como aquellos segundones en familias de antaño en las que el mayor heredaba, otro tomaba hábitos y los del montón se hacían hidalgos que se apuntaban a los Tercios de Flandes, a las expediciones para descubrir o conquistar las Américas, y así hacer fortuna en el Nuevo Mundo.
Siempre digo que la irrupción de Podemos y Ciudadanos me causó ilusión democrática. Eran la alternativa al añejo y cutre bipartidismo del último tercio del siglo XX. Para la izquierda y para el centro democrático y socio-liberal.
En el caso de Cs, con una épica natal desde la Cataluña de los herederos del pujolismo, indecente, reaccionario y caciquil. Los Convergentes eran el nacionalismo para los habitantes del antiguo Condado en el Reino de Aragón, mientras su representación en las Cortes eran los demócrata-cristianos de Unión. Permanecieron a la sombra del PNV, haciendo como si el seny tradicional les permitiera mercadear tanto con el PP como con el PSOE, cambiando inversiones en Cataluña -Estado asimétrico de las Autonomías- por apoyos parlamentarios al Gobierno de España.
Ciudadanos me recordó la historia política de Unidad Alavesa. Nosotros, los foralistas desde Álava, y ellos desde Barcelona, una ciudad inmensa, cosmopolita y tan civilizada que a veces resultaba hasta decadente.
Y se repitió la historia. Ambas formaciones, en su espacio fueron aplaudidas por su valor y por su aportación de nuevos cuadros a la política, ventilando los vicios y formas de control interno, dónde siempre mandaban los mismos y sólo llegaban a las cúspides quienes a codazos y zancadillas lograban acercarse a los ganadores. Y el secreto, tan simple que nadie desde la soberbia parecía verlo . Para triunfar en la sociedad como aspirante a representar políticamente en las Instituciones, se requiere conectar con la verdad social, que casi nunca coincide con la verdad política oficial. Pero también al suceder tal emocionante conexión, los afectados, viejos carcamales, reaccionan; y lo primero que hacen es lo de siempre. Primero descalificar con sal gruesa y luego comprar mediante halagos, infiltrar de aventureros a los nuevos, ponerlos en el disparadero de eso tan atractivo que algunos denominan "tocar poder". Vieja y rancia fórmula para desactivar proyectos innovadores. Una vez más, me inspiro en la historia de Unidad Alavesa.
Esta vez no fueron ni siquiera los viejos partidos. Fueron los poderes "ocultos" que viendo la deriva en el PP se apresuraron a convertir a Cs en sucesor para ocupar el centro-derecha, ya que todo apuntaba al descalabro por corrupción del partido liderado desde la calle Génova y con un modelo de financiación absolutamente ilegal. Se repetía lo acontecido en el PSOE de Felipe con el GAL y los fondos reservados o aquella Filesa cuyo modelo en las organizaciones federales permitía la financiación de los socialistas, hasta que los pillaron.
Primer error: No definir en coordenadas del siglo XXI qué es el centro político en España.
Segundo error: No tener el valor para formar gobierno con el PSOE y así cerrarle el paso a Podemos, dando un claro ejemplo de utilidad democrática.
Tercer error: Olvidar el respeto a las provincias o la estructura de militancia; y pongo un ejemplo muy concreto: Marta Rivera de la Cruz, periodista, lucense por nacimiento y vocación, se presenta a las Cortes por La Coruña, desconociendo territorio y problemática; aun así, logra el escaño, pero a partir de tal distinción, no vuelve ni para dar las gracias. Acepta ser Consejera de Cultura en el Gobierno de la Comunidad de Madrid, con un bagaje bueno para una ciudad entre clérigos y soldados como Lugo, pero gigantesca problemática en la capital cultural de España. Aun recuerdo con cierto rubor ajeno las intervenciones catetas de la ínclita lucense en el único debate en el que participó.
Cuarto error. Provocar rechazo por conducta interna, falta de definición y mensajes tan desafortunados como el último de la señora Arrimadas: "Arrimadas espera que Rivera no esté maniobrando para unir PP y Cs". Lo dice quien ha hecho caer el Gobierno de coalición en Madrid, y ahora con sus leales, se muere de ganas por volver a ser pacto de Gobierno con los mismos, olvida la dignidad que mostró Albert Rivera con su marcha al más puro estilo democrático. Y ya en el colmo del dislate: "Arrimadas advierte al PP que Villacís tiene el botón nuclear que puede dejarlo sin la alcaldía de Madrid" -ni que fuera hermana del mandarín que nos amenaza desde Corea-. Con mensajes tan enloquecidos, Cs no necesita enemigos, los tiene dentro de su propia casa.
Quinto error. No reiniciar-refundar cuanto antes la singladura con nuevos cuadros, democracia interna y conexión con la demanda ciudadana en cada lugar del Estado de las autonomías, amén de darle a la política otro lenguaje, culto, decente, ilustrativo, sin zafiedades.
Dicho lo que antecede y por si alguien quiere atender. Cs es mucho mejor sumando para el PP en Madrid que Vox. España sigue necesitando un partido de centro, pero que pase de los gestos y palabras huecas a la definición ideológica con respuestas a los problemas del país, que nada tiene que ver con aquella España del centro liderado por Adolfo Suarez.
Hecho de memos tres debates abiertos a la sociedad civil, que serían la manera de refundar el centro político y social. Sobre la libertad o libertades, en un país, en una Europa, dónde la colisión entre los Derechos Fundamentales, se hace insoportable. Sobre los parámetros irrenunciables a favor de la ciudadanía, impactando en esas obscenas desigualdades que hacen de los ricos un poder fáctico para comprar voluntades y usar el mando a distancia para los tres poderes de Montesquieu y las nuevas legiones de parias en las colas del hambre- nadie se acuerda de un debate monográfico sobre la pobreza en las Cortes de España- Sobre la urgente reforma de la Ley de partidos políticos, elecciones, representación territorial y situación del poder judicial en España.
El problema no es mantenerse a costa del 5%. El problema es si se sirve con utilidad a la causa del pueblo-ciudadano-elector.
Mientras, lo siento, pero Señora Arrimadas, ¡me ha decepcionado en las formas y en el fondo!.
Siempre digo que para meterse en política -"haga usted como yo, no se meta en política" (Franco a Manuel Fraga)- hay que ser y ejercer de romántico o de aventurero como aquellos segundones en familias de antaño en las que el mayor heredaba, otro tomaba hábitos y los del montón se hacían hidalgos que se apuntaban a los Tercios de Flandes, a las expediciones para descubrir o conquistar las Américas, y así hacer fortuna en el Nuevo Mundo.
Siempre digo que la irrupción de Podemos y Ciudadanos me causó ilusión democrática. Eran la alternativa al añejo y cutre bipartidismo del último tercio del siglo XX. Para la izquierda y para el centro democrático y socio-liberal.
En el caso de Cs, con una épica natal desde la Cataluña de los herederos del pujolismo, indecente, reaccionario y caciquil. Los Convergentes eran el nacionalismo para los habitantes del antiguo Condado en el Reino de Aragón, mientras su representación en las Cortes eran los demócrata-cristianos de Unión. Permanecieron a la sombra del PNV, haciendo como si el seny tradicional les permitiera mercadear tanto con el PP como con el PSOE, cambiando inversiones en Cataluña -Estado asimétrico de las Autonomías- por apoyos parlamentarios al Gobierno de España.
Ciudadanos me recordó la historia política de Unidad Alavesa. Nosotros, los foralistas desde Álava, y ellos desde Barcelona, una ciudad inmensa, cosmopolita y tan civilizada que a veces resultaba hasta decadente.
Y se repitió la historia. Ambas formaciones, en su espacio fueron aplaudidas por su valor y por su aportación de nuevos cuadros a la política, ventilando los vicios y formas de control interno, dónde siempre mandaban los mismos y sólo llegaban a las cúspides quienes a codazos y zancadillas lograban acercarse a los ganadores. Y el secreto, tan simple que nadie desde la soberbia parecía verlo . Para triunfar en la sociedad como aspirante a representar políticamente en las Instituciones, se requiere conectar con la verdad social, que casi nunca coincide con la verdad política oficial. Pero también al suceder tal emocionante conexión, los afectados, viejos carcamales, reaccionan; y lo primero que hacen es lo de siempre. Primero descalificar con sal gruesa y luego comprar mediante halagos, infiltrar de aventureros a los nuevos, ponerlos en el disparadero de eso tan atractivo que algunos denominan "tocar poder". Vieja y rancia fórmula para desactivar proyectos innovadores. Una vez más, me inspiro en la historia de Unidad Alavesa.
Esta vez no fueron ni siquiera los viejos partidos. Fueron los poderes "ocultos" que viendo la deriva en el PP se apresuraron a convertir a Cs en sucesor para ocupar el centro-derecha, ya que todo apuntaba al descalabro por corrupción del partido liderado desde la calle Génova y con un modelo de financiación absolutamente ilegal. Se repetía lo acontecido en el PSOE de Felipe con el GAL y los fondos reservados o aquella Filesa cuyo modelo en las organizaciones federales permitía la financiación de los socialistas, hasta que los pillaron.
Primer error: No definir en coordenadas del siglo XXI qué es el centro político en España.
Segundo error: No tener el valor para formar gobierno con el PSOE y así cerrarle el paso a Podemos, dando un claro ejemplo de utilidad democrática.
Tercer error: Olvidar el respeto a las provincias o la estructura de militancia; y pongo un ejemplo muy concreto: Marta Rivera de la Cruz, periodista, lucense por nacimiento y vocación, se presenta a las Cortes por La Coruña, desconociendo territorio y problemática; aun así, logra el escaño, pero a partir de tal distinción, no vuelve ni para dar las gracias. Acepta ser Consejera de Cultura en el Gobierno de la Comunidad de Madrid, con un bagaje bueno para una ciudad entre clérigos y soldados como Lugo, pero gigantesca problemática en la capital cultural de España. Aun recuerdo con cierto rubor ajeno las intervenciones catetas de la ínclita lucense en el único debate en el que participó.
Cuarto error. Provocar rechazo por conducta interna, falta de definición y mensajes tan desafortunados como el último de la señora Arrimadas: "Arrimadas espera que Rivera no esté maniobrando para unir PP y Cs". Lo dice quien ha hecho caer el Gobierno de coalición en Madrid, y ahora con sus leales, se muere de ganas por volver a ser pacto de Gobierno con los mismos, olvida la dignidad que mostró Albert Rivera con su marcha al más puro estilo democrático. Y ya en el colmo del dislate: "Arrimadas advierte al PP que Villacís tiene el botón nuclear que puede dejarlo sin la alcaldía de Madrid" -ni que fuera hermana del mandarín que nos amenaza desde Corea-. Con mensajes tan enloquecidos, Cs no necesita enemigos, los tiene dentro de su propia casa.
Quinto error. No reiniciar-refundar cuanto antes la singladura con nuevos cuadros, democracia interna y conexión con la demanda ciudadana en cada lugar del Estado de las autonomías, amén de darle a la política otro lenguaje, culto, decente, ilustrativo, sin zafiedades.
Dicho lo que antecede y por si alguien quiere atender. Cs es mucho mejor sumando para el PP en Madrid que Vox. España sigue necesitando un partido de centro, pero que pase de los gestos y palabras huecas a la definición ideológica con respuestas a los problemas del país, que nada tiene que ver con aquella España del centro liderado por Adolfo Suarez.
Hecho de memos tres debates abiertos a la sociedad civil, que serían la manera de refundar el centro político y social. Sobre la libertad o libertades, en un país, en una Europa, dónde la colisión entre los Derechos Fundamentales, se hace insoportable. Sobre los parámetros irrenunciables a favor de la ciudadanía, impactando en esas obscenas desigualdades que hacen de los ricos un poder fáctico para comprar voluntades y usar el mando a distancia para los tres poderes de Montesquieu y las nuevas legiones de parias en las colas del hambre- nadie se acuerda de un debate monográfico sobre la pobreza en las Cortes de España- Sobre la urgente reforma de la Ley de partidos políticos, elecciones, representación territorial y situación del poder judicial en España.
El problema no es mantenerse a costa del 5%. El problema es si se sirve con utilidad a la causa del pueblo-ciudadano-elector.
Mientras, lo siento, pero Señora Arrimadas, ¡me ha decepcionado en las formas y en el fondo!.