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Pablo Mosquera
Sábado, 01 de Mayo de 2021 Tiempo de lectura:

Regata para ser el más amenazado

Voy a ser heterodoxo. Los españoles más amenazados son los que no habiendo sido aun vacunados, se encuentran en territorios con entradas para portadores de cepas mutantes del virus, como esos puertos por los que llegan a España buques con tripulaciones procedentes de lugares con altísima morbilidad y mortalidad por la pandemia. Caso muy preocupante de la cepa procedente de India que está llegando a determinados puertos de gran movimiento. Pero también y como pasó en la primera oleada, ciudades con aeropuertos que reciben pasajeros de todo el mundo, como puede ser el caso de la entrada para la cepa vírica sudafricana o amazónica.     

 

Vergonzosamente amenazados debieron sentirse los miembros de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado -policías y guardias civiles- que veían cómo la autoridad incompetente de la Generalidad catalana, les olvidaba como personal de riesgo en la campaña y logística de la vacunación. Sin duda una actitud miserable que una vez más nos muestra el infinito desprecio de esos "talibanes con barretina" hacia todo lo que represente a España.

 

¿Y qué decir de las presuntas amenazas al ciudadano Iglesias?. Tienen cierto tufillo a herramienta para salir del pozo en el que estaba Podemos, al menos en Madrid. Y es que la tendencia nacional es de rechazo a la formación liderada por el Sultán de Galapagar y su corte.

 

Resulta impresentable que haya aprovechado para increpar a la Corona. Resulta un juicio temerario señalar a la derecha política como instigadora o directamente culpable del acto. Resulta de una chulería a la madrileña del Chotis, montar un circo para conseguir que los medios de comunicación se fijaran en su "fina estampa".

 

Pero no puedo ni quiero hacerles recordar los antecedentes del gachó. Nunca olvidaremos cómo justificó las andanzas de la banda terrorista ETA y sus sicarios por "motivos políticos". A partir de ese momento, uno se explica su devoción por las Repúblicas Bolivarianas de Hispanoamérica. Y debería abrir los ojos de todo ciudadano con sentido de la moral -no importa ser de derechas o de izquierdas ante el asesinato con "fines políticos"- para no ser cómplice de conductas y discursos tan repugnantes. Y es que Podemos se ha convertido en un saco de odio, parecido al que presencié tantas veces en la Euskadi de su socio Arnaldo Otegui. Con una peligrosa diferencia. Allí, donde fui amenazado un sinfín de veces, siempre mataban los mismos y siempre morían los mismos. Aquí corremos el peligro de poner en funcionamiento la perversa espiral de la violencia, de la que se pueden repasar fotos entre los años 1931 y 1939. Con una posterior dictadura hasta 1975. Con una cruel represión tras 1939.

 

En democracia tenemos un instrumento excelente. La igualdad de oportunidades ante las urnas. La capacidad popular para rechazar conductas, programas, comportamientos, mediante el voto. Incluso, no estaría de más que el poder judicial y de oficio empezará a estudiar las conductas violentas que determinados "padres" de la patria suelen usar como bandera de su utopía.

 

Aquellos que tuvimos la suerte de no ser asesinados por ETA, a pesar de los intentos. Aquellos que hemos vivido la negrura de la violencia en el País Vasco. Aquellos que no olvidaremos nunca el terror por la conducta activa de unos y la pasiva de otros, no queremos que España se convierta en una regata de amenazas o de amenazados que buscan notoriedad con semejante estado de podredumbre.

 

De las palabras gruesas y tal como ha sido propio de la historia hispana, estamos pasando a los hechos contra el derecho fundamental a la vida, la libertad y la seguridad. Nos están convirtiendo en un barril con mecha, dónde hay odio, desesperación por el hambre, crispación por la inoperancia del sistema e indignación con una clase política sin talla intelectual, capaces de mentir hasta el paroxismo, constituidos en una casta de privilegiados, y dispuestos a todo -incluido el enfrentamiento físico- por tener poder y un minuto de gloria en los informativos de la televisión.

 

Una última advertencia. En el País Vasco aprendí que cuando se siembra odio y violencia, siempre hay un porcentaje que traspasa la frontera de los Derechos Humanos y se cree con derechos para eliminar al disidente con sus ideas y credos políticos.

 

Y tan miserable hecho, termina por ser la simiente de una carrera como la que presenciamos en el conflicto de los Balcanes, donde las armas y los asesinatos pisaron la democracia. Evitemos tal tragedia, castigando con el voto a personajes repugnantes que a mí me recuerdan física y mentalmente la figura de aquel iluminado Rasputín.

 

Injustamente amenazados durante la primera oleada de la pandemia, los trabajadores del Sistema Nacional de Salud, algunos muy graves, otros fallecidos y casi todos abandonados sin los equipos de protección que establece la Ley de Riesgos Laborales, que el Estado no cumplió.

 

Injustamente amenazados los residentes en las Residencias para mayores- espacio socio-sanitario de cuidados- que pusieron al descubierto las infernales condiciones con las que algunos hacían negocios a costa de nuestros ciudadanos añosos, olvidados, maltratados, y cohorte de población más vulnerable. Por cierto, el máximo responsable de tal espacio era entonces un tal Vicepresidente del Gobierno en la nación -Pablo Iglesias- y de alguna forma, ya que había muchas mujeres viudas, la inefable indigente cultural Ministra para la Igualdad, Irene Montero. De tales gentes sólo puedo pedir: ¡Que se vayan!.

 

Para que no haya malas o perversas interpretaciones, mi modelo ha sido siempre aquella Suecia que presidía el Gobierno de Olof Palme, gran impulsor del desarrollo para el Estado del Bienestar. Tan espectacular política fue cercenada un 28 de febrero de 1986 en las calles de Estocolmo. Por cierto que a los pocos días, tuve el honor de poner flores en el lugar dónde le habían abatido. Tengo motivos para pensar que algún "hermano" de los actuales bolivarianos, fue responsable de mucho más que una amenaza.       

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