España / Espainia
Hasta 1991 no se toma en serio desde Euskaltzaindia la forma en la que se debía decir y escribir España oficialmente en eusquera. El dato tiene su miga. Aparece en ese año un trabajo de Ibon Sarasola en la revista Euskera, dedicado a los exotopónimos, y donde se dice que España en eusquera debe ser Espainia. Apenas en dos líneas explica las razones de su opción: “Espainia. Erarik erabiliena, betidanik Iparraldean eta gaur egun baita ere Hegoaldean”. Es decir, Espainia es la forma más utilizada, desde siempre en Iparralde (o sea en el País Vasco francés) y hoy en día también en Hegoalde (o sea en la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra).
Se pueden comprobar en la web de Euskaltzaindia todas las opciones históricas que manejaron para decidirse por ese exónimo. Se trata de 481 documentos, pero hasta llegar al que hace 48, si no he contado mal, no son textos en eusquera, sino en español o francés, por lo que de nada valen para saber cómo se decía España en eusquera. El primer documento que aparece en eusquera es de 1497 y su término de referencia es “Españacoa”. A partir de ahí he ido contando las formas en que aparece el término “España”, bien solo o con terminaciones eusquéricas, y en algunos casos con la letra “h” por delante (“Hespaña”) y me salen 197 documentos. Además, hay otros 40 documentos eusquéricos donde el término de referencia es “español”, bien solo o con terminación eusquérica, tipo “españolak” o similar. Así que, con España y español, nos ponemos en la mitad del total de los 481 documentos manejados ahí. Mientras que el término Espainia aparece solo en 71 documentos, y por su parte el término Espaiñia, con “ñ”, aparece en otros 23 documentos, la mayoría vasco-franceses. El término Espagne, en cambio, aparece solo en 5 documentos.
Perdón por este penoso recuento, pero creo que salta a la vista, cuando menos, que la elección de la forma Espainia se basa en muchos menos documentos que la forma España, y eso sin contar con Espaiñia, y que la clave de la elección está en el mantenimiento o no de la letra “ñ”, típica y singular del alfabeto español. Fue el rey Alfonso X el Sabio, allá por el siglo XIII, quien escogió la letra “ñ” para reproducir gráficamente el sonido de la misma en castellano, frente a otras opciones distintas de grafía por las que optaron otras lenguas vecinas, como fue el caso del francés, el italiano, el portugués o el catalán. En 1492 Antonio de Nebrija, en la primera gramática castellana, oficializó para siempre la incorporación de la letra “ñ” al alfabeto español.
En el Diccionario de la Academia Francesa la letra “ñ”, en cambio, no existe. Y no existe hasta el punto de que no hace mucho un ciudadano bretón se las vio y se las deseó para ponerle a su hijo un nombre en lengua bretona, Fañch, que debe ser Francisco en bretón, puesto que no se lo aceptaron en el registro civil francés y tampoco por el tribunal de primera instancia al que recurrió. Esto sucedió entre los años 2017 y 2020, o sea, ayer mismo. Tuvo que recurrir al Tribunal de Apelación de Rennes, ayudado por políticos bretones, para que al final le dejaran ponerle Fañch a su hijo y la aceptación del tribunal parece que se basó en que en lengua francesa hay textos históricos que contienen, sobre algunas letras, la virgulilla típica de la “ñ”, al modo por ejemplo que en portugués se usa sobre la “ã” o la “ẽ”, pero no porque específicamente aparezca la “ñ” como tal en francés ni tampoco, como tituló entonces algún diario español, porque se haya aceptado esta letra en la ortografía francesa.
Todas las lenguas del mundo que utilizan la letra “ñ”, salvo en casos muy excepcionales y circunstanciados, como hemos visto para el caso del niño bretón, lo hacen por influencia directa del español. En España, además del español, utilizan la “ñ” el gallego y el eusquera. En América, por influencia directa de los españoles que pusieron por escrito las lenguas orales que allí se encontraron cuando llegaron, utilizan la “ñ” el mapuche, el quechua, el aimará y el guaraní, entre otras. Téngase en cuenta que en quechua o en guaraní hablan unos ocho millones de personas en cada una de ellas y en aimará unos dos millones. El mapuche, en cambio, solo lo utilizan unas 200.000 personas, menos que el eusquera. También utilizan la “ñ” lenguas muy minoritarias como el bubi de Guinea ecuatorial y el chamorro de la isla de Guam. En cuanto al idioma tagalo de Filipinas, hablado por cien millones de personas, también está la “ñ” en su alfabeto, a pesar de la influencia del inglés a partir de 1898. En todos estos casos, como se puede deducir fácilmente, fue por influencia directa de la grafía española llevada consigo por los misioneros españoles, que aprendieron las lenguas nativas y las pusieron por escrito para enseñar la doctrina a los indígenas.
El uso de la letra “ñ” en eusquera está acreditado tanto en los apellidos como en los topónimos de los municipios vascos. En cuanto a los apellidos vascos con “ñ” vamos a relacionar aquí los que aparecen en el Nomenclátor de Euskaltzaindia, pero solo sacaremos los que tienen más de 4 portadores en toda España según el Instituto Nacional de Estadística (padrón de 2019), es decir, solo los que no están en trance de desaparición y que son más o menos la mitad del total de los apellidos vascos del listado de Euskaltzaindia que llevan “ñ”. Son los siguientes:
Abendaño, Abiña, Aguiñaga, Aguirrebeña, Alaña, Añabeitia, Añibarro, Añoa, Añorbe, Añorga, Añua, Apiñaniz, Araña, Araño, Araunabeña, Areño, Argaña, Argandoña, Arguiñano, Argiñano, Arguiñao, Arguiñarena, Arguiñariz, Arguiñena, Arieta-Araunabeña, Ariño, Aristimuño, Ariztimuño, Arrazola-Oñate, Artiñano, Avendaño, Barañano, Bareño, Barroetabeña, Barrotabeña, Barruetabeña, Begoña, Beña, Beñaran, Beregaña, Berriobeña, Bikuña, Burgaña, Castañeta, Castañondo, Dañobeitia, Doñabeitia, Doñate (no está en el Nomenclátor), Duña, Duñabeitia, Duñaiturria, Durañona, Egaña, Eguiño, Endemaño, Eraña, Ereña, Ereñaga, Ereño, Ereñozaga, Gabiña, Galañena, Garaño, García de Vicuña, García-Miñaur, Garramuño, Gastañaga, Gaztañaga, Gastañazatorre, Gastañeta, Gaztañeta, Gaviña, Gaztañazpi, Goñi, Gorriño, Gorroño, Gorroñogoitia, Guereña, Guereño, Gereño, Guereñu, Gereñu, Iguiñiz, Igiñiz, Imaña, Iñarra, Iñarrairaegui, Iñarrairaegi, Iñarrea, Iñarritu, Iñigo, Iñurrategui, Iñurrategi, Iñurria, Iñurrieta, Iñurrigarro, Iñurritegui, Iñurritegi, Ipiña, Ipiñazar, Irañeta, Ituiño, Ituño, Larrañaga, Larrañegi, Larrañeta, Larrasoaña, Leiñena, Liquiñano, López de Viñaspre, Loroño, Machiñena, Mañaricua, Mañarikua, Mariñelarena, Meñaca, Meñaka, Meñica, Meñika, Meñique, Meoño, Miñano, Muñagorri, Muñoa, Muñozguren, Muñuzuri, Murgoitiobeña, Olañeta, Oña, Oñaederra, Oñarteetxebarria, Oñarte-Echevarria, Oñate, Oñatibia, Oñativia, Oñederra, Oquiñena, Okiñena, Ordeñana, Ordoñana, Orduña, Oreña, Orroño, Orruño, Otaño, Peñagaricano, Sansiñena, Señorena, Traña, Treviño, Trebiño, Vicuña, Zaloña, Zañartu, Zuñiga. En total 155 apellidos, de los cuales 26 hacen pareja en forma castellana y eusquérica, por ejemplo, Bikuña y Vicuña. En el resto de los casos o solo aparecen portadores en la forma castellana o son apellidos que no cambian de castellano a eusquera, por ejemplo, Egaña o Larrañaga.
Y en cuanto a los nombres de municipios vascos y navarros que contienen la letra “ñ”, tenemos once en Navarra (Añorbe, Armañanzas, Barañain, Fustiñana, Goñi, Irañeta, Juslapeña, Mañeru, Marañón, Iruña y Zuñiga), uno en Guipúzcoa (Oñate), seis en Vizcaya (Abadiño, Ereño, Güeñes, Mañaria, Meñaca y Orduña) y tres en Álava (Añana, Armiñón, Iruña de Oca). En total 21. También están Buñuel en Navarra y Baños de Ebro y Peñacerrada en Álava que no son eusquéricos, aunque sean vascos.
Quiere decirse que la letra “ñ” es de uso habitual en eusquera porque incluso cuando se da en el Nomenclátor de Euskaltzaindia la acepción eusquerizada tanto de los apellidos como de los municipios, podrán cambiar otras letras o grupos de letras, por ejemplo, la “v” por la “b”, la “ch” por “tx”, o la “c” o “qu” por la “k”, como sabemos, pero la “ñ” se mantiene siempre. Esto es así hasta el punto de que en el Nomenclátor hay un apellido vasco-francés, Legagnoa, del que Euskaltzaindia nos da como versión en eusquera Legañoa, optando claramente por la “ñ” en detrimento de la composición francesa “gn”. Y en los municipios, Abadiano en castellano se dice Abadiño en eusquera.
Entonces, teniendo en cuenta todos estos antecedentes, ¿por qué España en eusquera no se escribe también España, o en todo caso Espaiñia, en lugar de Espainia? En las demás lenguas en las que la “ñ” es habitual, por influjo del español, como son el gallego y las lenguas americanas que hemos citado antes (quechua, aimará, guaraní), España se escribe España, o como mucho Ispaña, menos en el caso del eusquera. Incluso en tagalo, antes de 1898, España se escribía España en los manuales de conversación impresos que hemos consultado. Después, los Estados Unidos desterraron la “ñ” de todas las denominaciones oficiales que pudieron. Ahora España en tagalo se sigue pronunciando igual que en español, pero, en cambio, se escribe como en catalán: Espanya.
La opción por Espainia se tomó oficialmente en la norma (“araua” en eusquera) nº 38 de Euskaltzaindia, de 1995, con el antecedente del artículo citado al principio, de Ibon Sarasola de 1991, y con el criterio de que Espainia se ha escrito así desde siempre en el País Vasco francés y actualmente también en el resto de Euskal Herria. Cuando resulta que la forma “España” se ha utilizado en eusquera mucho más, a tenor de los documentos que maneja la propia Euskaltzaindia, o que incluso autores vasco-franceses utilizaron también Espaiñia. El propio Sabino Arana en lo poco que escribió en eusquera solo ponía España. Además de que el porcentaje de euscohablantes al norte de los Pirineos es bastante menor que al sur, para tomarlos como referencia. Que de los 11000 apellidos vascos recogidos por Euskaltzaindia solo 700 sean franceses, creo que es suficientemente elocuente.
En conclusión, que se haya oficializado Espainia como exónimo de España en eusquera es la prueba más evidente de un designio político-lingüístico nacionalista vasco idéntico al que siguieron los Estados Unidos en las Filipinas, tras expulsar a los españoles en 1898: desprecio por los nativos que utilizaban y escribían el tagalo desde hacía más de tres siglos y venganza hacia los españoles que se lo habían enseñado con su “ñ” singular. Así es que cuando no veo ninguna rojigualda por el País Vasco donde vivo, salvo en algún edificio oficial, mi único consuelo es pensar que todas las icurriñas que, en cambio, campan a sus anchas, se escriben todas con “ñ”.
Hasta 1991 no se toma en serio desde Euskaltzaindia la forma en la que se debía decir y escribir España oficialmente en eusquera. El dato tiene su miga. Aparece en ese año un trabajo de Ibon Sarasola en la revista Euskera, dedicado a los exotopónimos, y donde se dice que España en eusquera debe ser Espainia. Apenas en dos líneas explica las razones de su opción: “Espainia. Erarik erabiliena, betidanik Iparraldean eta gaur egun baita ere Hegoaldean”. Es decir, Espainia es la forma más utilizada, desde siempre en Iparralde (o sea en el País Vasco francés) y hoy en día también en Hegoalde (o sea en la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra).
Se pueden comprobar en la web de Euskaltzaindia todas las opciones históricas que manejaron para decidirse por ese exónimo. Se trata de 481 documentos, pero hasta llegar al que hace 48, si no he contado mal, no son textos en eusquera, sino en español o francés, por lo que de nada valen para saber cómo se decía España en eusquera. El primer documento que aparece en eusquera es de 1497 y su término de referencia es “Españacoa”. A partir de ahí he ido contando las formas en que aparece el término “España”, bien solo o con terminaciones eusquéricas, y en algunos casos con la letra “h” por delante (“Hespaña”) y me salen 197 documentos. Además, hay otros 40 documentos eusquéricos donde el término de referencia es “español”, bien solo o con terminación eusquérica, tipo “españolak” o similar. Así que, con España y español, nos ponemos en la mitad del total de los 481 documentos manejados ahí. Mientras que el término Espainia aparece solo en 71 documentos, y por su parte el término Espaiñia, con “ñ”, aparece en otros 23 documentos, la mayoría vasco-franceses. El término Espagne, en cambio, aparece solo en 5 documentos.
Perdón por este penoso recuento, pero creo que salta a la vista, cuando menos, que la elección de la forma Espainia se basa en muchos menos documentos que la forma España, y eso sin contar con Espaiñia, y que la clave de la elección está en el mantenimiento o no de la letra “ñ”, típica y singular del alfabeto español. Fue el rey Alfonso X el Sabio, allá por el siglo XIII, quien escogió la letra “ñ” para reproducir gráficamente el sonido de la misma en castellano, frente a otras opciones distintas de grafía por las que optaron otras lenguas vecinas, como fue el caso del francés, el italiano, el portugués o el catalán. En 1492 Antonio de Nebrija, en la primera gramática castellana, oficializó para siempre la incorporación de la letra “ñ” al alfabeto español.
En el Diccionario de la Academia Francesa la letra “ñ”, en cambio, no existe. Y no existe hasta el punto de que no hace mucho un ciudadano bretón se las vio y se las deseó para ponerle a su hijo un nombre en lengua bretona, Fañch, que debe ser Francisco en bretón, puesto que no se lo aceptaron en el registro civil francés y tampoco por el tribunal de primera instancia al que recurrió. Esto sucedió entre los años 2017 y 2020, o sea, ayer mismo. Tuvo que recurrir al Tribunal de Apelación de Rennes, ayudado por políticos bretones, para que al final le dejaran ponerle Fañch a su hijo y la aceptación del tribunal parece que se basó en que en lengua francesa hay textos históricos que contienen, sobre algunas letras, la virgulilla típica de la “ñ”, al modo por ejemplo que en portugués se usa sobre la “ã” o la “ẽ”, pero no porque específicamente aparezca la “ñ” como tal en francés ni tampoco, como tituló entonces algún diario español, porque se haya aceptado esta letra en la ortografía francesa.
Todas las lenguas del mundo que utilizan la letra “ñ”, salvo en casos muy excepcionales y circunstanciados, como hemos visto para el caso del niño bretón, lo hacen por influencia directa del español. En España, además del español, utilizan la “ñ” el gallego y el eusquera. En América, por influencia directa de los españoles que pusieron por escrito las lenguas orales que allí se encontraron cuando llegaron, utilizan la “ñ” el mapuche, el quechua, el aimará y el guaraní, entre otras. Téngase en cuenta que en quechua o en guaraní hablan unos ocho millones de personas en cada una de ellas y en aimará unos dos millones. El mapuche, en cambio, solo lo utilizan unas 200.000 personas, menos que el eusquera. También utilizan la “ñ” lenguas muy minoritarias como el bubi de Guinea ecuatorial y el chamorro de la isla de Guam. En cuanto al idioma tagalo de Filipinas, hablado por cien millones de personas, también está la “ñ” en su alfabeto, a pesar de la influencia del inglés a partir de 1898. En todos estos casos, como se puede deducir fácilmente, fue por influencia directa de la grafía española llevada consigo por los misioneros españoles, que aprendieron las lenguas nativas y las pusieron por escrito para enseñar la doctrina a los indígenas.
El uso de la letra “ñ” en eusquera está acreditado tanto en los apellidos como en los topónimos de los municipios vascos. En cuanto a los apellidos vascos con “ñ” vamos a relacionar aquí los que aparecen en el Nomenclátor de Euskaltzaindia, pero solo sacaremos los que tienen más de 4 portadores en toda España según el Instituto Nacional de Estadística (padrón de 2019), es decir, solo los que no están en trance de desaparición y que son más o menos la mitad del total de los apellidos vascos del listado de Euskaltzaindia que llevan “ñ”. Son los siguientes:
Abendaño, Abiña, Aguiñaga, Aguirrebeña, Alaña, Añabeitia, Añibarro, Añoa, Añorbe, Añorga, Añua, Apiñaniz, Araña, Araño, Araunabeña, Areño, Argaña, Argandoña, Arguiñano, Argiñano, Arguiñao, Arguiñarena, Arguiñariz, Arguiñena, Arieta-Araunabeña, Ariño, Aristimuño, Ariztimuño, Arrazola-Oñate, Artiñano, Avendaño, Barañano, Bareño, Barroetabeña, Barrotabeña, Barruetabeña, Begoña, Beña, Beñaran, Beregaña, Berriobeña, Bikuña, Burgaña, Castañeta, Castañondo, Dañobeitia, Doñabeitia, Doñate (no está en el Nomenclátor), Duña, Duñabeitia, Duñaiturria, Durañona, Egaña, Eguiño, Endemaño, Eraña, Ereña, Ereñaga, Ereño, Ereñozaga, Gabiña, Galañena, Garaño, García de Vicuña, García-Miñaur, Garramuño, Gastañaga, Gaztañaga, Gastañazatorre, Gastañeta, Gaztañeta, Gaviña, Gaztañazpi, Goñi, Gorriño, Gorroño, Gorroñogoitia, Guereña, Guereño, Gereño, Guereñu, Gereñu, Iguiñiz, Igiñiz, Imaña, Iñarra, Iñarrairaegui, Iñarrairaegi, Iñarrea, Iñarritu, Iñigo, Iñurrategui, Iñurrategi, Iñurria, Iñurrieta, Iñurrigarro, Iñurritegui, Iñurritegi, Ipiña, Ipiñazar, Irañeta, Ituiño, Ituño, Larrañaga, Larrañegi, Larrañeta, Larrasoaña, Leiñena, Liquiñano, López de Viñaspre, Loroño, Machiñena, Mañaricua, Mañarikua, Mariñelarena, Meñaca, Meñaka, Meñica, Meñika, Meñique, Meoño, Miñano, Muñagorri, Muñoa, Muñozguren, Muñuzuri, Murgoitiobeña, Olañeta, Oña, Oñaederra, Oñarteetxebarria, Oñarte-Echevarria, Oñate, Oñatibia, Oñativia, Oñederra, Oquiñena, Okiñena, Ordeñana, Ordoñana, Orduña, Oreña, Orroño, Orruño, Otaño, Peñagaricano, Sansiñena, Señorena, Traña, Treviño, Trebiño, Vicuña, Zaloña, Zañartu, Zuñiga. En total 155 apellidos, de los cuales 26 hacen pareja en forma castellana y eusquérica, por ejemplo, Bikuña y Vicuña. En el resto de los casos o solo aparecen portadores en la forma castellana o son apellidos que no cambian de castellano a eusquera, por ejemplo, Egaña o Larrañaga.
Y en cuanto a los nombres de municipios vascos y navarros que contienen la letra “ñ”, tenemos once en Navarra (Añorbe, Armañanzas, Barañain, Fustiñana, Goñi, Irañeta, Juslapeña, Mañeru, Marañón, Iruña y Zuñiga), uno en Guipúzcoa (Oñate), seis en Vizcaya (Abadiño, Ereño, Güeñes, Mañaria, Meñaca y Orduña) y tres en Álava (Añana, Armiñón, Iruña de Oca). En total 21. También están Buñuel en Navarra y Baños de Ebro y Peñacerrada en Álava que no son eusquéricos, aunque sean vascos.
Quiere decirse que la letra “ñ” es de uso habitual en eusquera porque incluso cuando se da en el Nomenclátor de Euskaltzaindia la acepción eusquerizada tanto de los apellidos como de los municipios, podrán cambiar otras letras o grupos de letras, por ejemplo, la “v” por la “b”, la “ch” por “tx”, o la “c” o “qu” por la “k”, como sabemos, pero la “ñ” se mantiene siempre. Esto es así hasta el punto de que en el Nomenclátor hay un apellido vasco-francés, Legagnoa, del que Euskaltzaindia nos da como versión en eusquera Legañoa, optando claramente por la “ñ” en detrimento de la composición francesa “gn”. Y en los municipios, Abadiano en castellano se dice Abadiño en eusquera.
Entonces, teniendo en cuenta todos estos antecedentes, ¿por qué España en eusquera no se escribe también España, o en todo caso Espaiñia, en lugar de Espainia? En las demás lenguas en las que la “ñ” es habitual, por influjo del español, como son el gallego y las lenguas americanas que hemos citado antes (quechua, aimará, guaraní), España se escribe España, o como mucho Ispaña, menos en el caso del eusquera. Incluso en tagalo, antes de 1898, España se escribía España en los manuales de conversación impresos que hemos consultado. Después, los Estados Unidos desterraron la “ñ” de todas las denominaciones oficiales que pudieron. Ahora España en tagalo se sigue pronunciando igual que en español, pero, en cambio, se escribe como en catalán: Espanya.
La opción por Espainia se tomó oficialmente en la norma (“araua” en eusquera) nº 38 de Euskaltzaindia, de 1995, con el antecedente del artículo citado al principio, de Ibon Sarasola de 1991, y con el criterio de que Espainia se ha escrito así desde siempre en el País Vasco francés y actualmente también en el resto de Euskal Herria. Cuando resulta que la forma “España” se ha utilizado en eusquera mucho más, a tenor de los documentos que maneja la propia Euskaltzaindia, o que incluso autores vasco-franceses utilizaron también Espaiñia. El propio Sabino Arana en lo poco que escribió en eusquera solo ponía España. Además de que el porcentaje de euscohablantes al norte de los Pirineos es bastante menor que al sur, para tomarlos como referencia. Que de los 11000 apellidos vascos recogidos por Euskaltzaindia solo 700 sean franceses, creo que es suficientemente elocuente.
En conclusión, que se haya oficializado Espainia como exónimo de España en eusquera es la prueba más evidente de un designio político-lingüístico nacionalista vasco idéntico al que siguieron los Estados Unidos en las Filipinas, tras expulsar a los españoles en 1898: desprecio por los nativos que utilizaban y escribían el tagalo desde hacía más de tres siglos y venganza hacia los españoles que se lo habían enseñado con su “ñ” singular. Así es que cuando no veo ninguna rojigualda por el País Vasco donde vivo, salvo en algún edificio oficial, mi único consuelo es pensar que todas las icurriñas que, en cambio, campan a sus anchas, se escriben todas con “ñ”.