Nada es ETA
Existe un género del chascarrillo muy popular en las redes sociales que consiste en decir de cualquier cosa molesta o reprobable que "es ETA". Por ejemplo, "el retraso de los trenes es ETA", o "el peinado de Fulanito es ETA". Hasta qué punto estas bromas banalizan el sufrimiento causado por el terrorismo se comprende mejor si se cambia "ETA" por "abuso de menores" o por "violencia machista". Al que se le ocurriera hacer tal cosa le caería encima la justa cólera de las masas enfurecidas y la completa indignación de los administradores del progresismo profesional. Y se lo habría ganado.
Algunos no quieren tanto que desaparezca ETA como que no haya existido nunca. La banalización de un crimen es siempre indecente, pero cuando se trata además de un crimen político cuyas consecuencias perduran y cuyos autores son reivindicados y jaleados desde las tribunas de los parlamentos y desde los balcones de los consistorios, el que banaliza colabora, lo sepa o no, con los objetivos de los que han heredado el proyecto terrorista. ¿Estamos diciendo que "son ETA"? No. ETA es lo que es. Es una banda terrorista, y según demostraron muchas sentencias judiciales, también forman parte de ella organizaciones como Jarrai/Segi, las llamadas gestoras pro-amnistía, partidos como Batasuna y sus diversas marcas y alguna otra. ¿Son ETA porque compartían sus objetivos? No principalmente. Lo son porque compartían sus medios. El trasiego de dinero, de información y de personas entre la banda y el entramado, digamos, civil demostró que eran parte de lo mismo. Sí, ETA es ETA. Batasuna (ANV, EH...) son ETA. Las gestoras son ETA. Y, a juicio de UPyD, Bildu, Amaiur y Sortu son ETA infiltrada en las instituciones.
Luego están los que ayudan, comprenden o alientan a ETA. Por ejemplo Pablo Iglesias, que colaboró con Herrira, heredera de las gestoras. ¿Podemos es ETA? No. Pero su líder dio cobertura a ETA y su partido abraza en el Parlamento Europeo a EH Bildu, un partido que justifica todos los días las acciones de los terroristas. Tampoco hay de qué extrañarse. Iglesias ya había teorizado en uno de sus monólogos sobre la política del boxeo que, según él, practica ETA, sin mostrar ningún tipo de aversión más allá de lo útil o conveniente que resulte para la causa.
Lo que hubiera merecido titulares a cinco columnas es que Iglesias se hubiera reunido con las víctimas del terrorismo. Las reacciones a la información aportada por Fernando Lázaro en El Mundo sobre los contactos entre Iglesias y Herrira, el acoso que ha sufrido el periodista y -otra vez- los chascarrillos sobre que "todo es ETA" demuestra sin lugar a dudas que algunos no quieren tanto que desaparezca la banda como que no haya existido nunca. Las víctimas de ETA concitan un rechazo hacia los criminales que a ellos, a los que aspiran a gestionar en régimen de monopolio la indignación popular, les resulta molesto por incontrolable. Hay otros detalles reveladores. En un post de 2012 titulado Todo es ETA, el periodista Escolar escribió que "va ETA y se disuelve". Dos años después, ETA no se ha disuelto. Lo hará algún día, sin duda, y ojalá sea pronto. Pero en contra de lo que insinúa la impaciencia del autor, no será posible pasar página, sacudirse las manos y fingir que aquí no ha pasado nada. Los asesinados no resucitarán, los secuestrados no recuperarán la paz previa a su tortura y la inmoralidad que ha anegado a la sociedad vasca y, en parte, a la del resto de España, no se irá por el sumidero. Menos aun cuando partidos como Bildu o Amaiur pretenden falsear la historia y hacer pasar a los verdugos por víctimas.
No, la noticia de que Iglesias se entendía con ETA no debería sorprender a nadie. Lo que hubiera merecido titulares a cinco columnas es que la cara visible de Podemos se hubiera reunido con alguna asociación de víctimas del terrorismo. Esto habría sido tan inesperado como que desde ciertos círculos se le criticara por sus afinidades. Pero no, todo ha sucedido como era previsible: Iglesias se trata con ETA y sus acólitos banalizan el terrorismo. Su reacción, por otra parte, ofrece un insólito asidero para la esperanza: se enfadan porque están convencidos de que la sociedad repudiará los tratos con los terroristas y su entorno. Ojalá tengan razón.
(*) Este texto fue publicado por UPyD en su página web como comentario editorial de la formación política.
Existe un género del chascarrillo muy popular en las redes sociales que consiste en decir de cualquier cosa molesta o reprobable que "es ETA". Por ejemplo, "el retraso de los trenes es ETA", o "el peinado de Fulanito es ETA". Hasta qué punto estas bromas banalizan el sufrimiento causado por el terrorismo se comprende mejor si se cambia "ETA" por "abuso de menores" o por "violencia machista". Al que se le ocurriera hacer tal cosa le caería encima la justa cólera de las masas enfurecidas y la completa indignación de los administradores del progresismo profesional. Y se lo habría ganado.
Algunos no quieren tanto que desaparezca ETA como que no haya existido nunca. La banalización de un crimen es siempre indecente, pero cuando se trata además de un crimen político cuyas consecuencias perduran y cuyos autores son reivindicados y jaleados desde las tribunas de los parlamentos y desde los balcones de los consistorios, el que banaliza colabora, lo sepa o no, con los objetivos de los que han heredado el proyecto terrorista. ¿Estamos diciendo que "son ETA"? No. ETA es lo que es. Es una banda terrorista, y según demostraron muchas sentencias judiciales, también forman parte de ella organizaciones como Jarrai/Segi, las llamadas gestoras pro-amnistía, partidos como Batasuna y sus diversas marcas y alguna otra. ¿Son ETA porque compartían sus objetivos? No principalmente. Lo son porque compartían sus medios. El trasiego de dinero, de información y de personas entre la banda y el entramado, digamos, civil demostró que eran parte de lo mismo. Sí, ETA es ETA. Batasuna (ANV, EH...) son ETA. Las gestoras son ETA. Y, a juicio de UPyD, Bildu, Amaiur y Sortu son ETA infiltrada en las instituciones.
Luego están los que ayudan, comprenden o alientan a ETA. Por ejemplo Pablo Iglesias, que colaboró con Herrira, heredera de las gestoras. ¿Podemos es ETA? No. Pero su líder dio cobertura a ETA y su partido abraza en el Parlamento Europeo a EH Bildu, un partido que justifica todos los días las acciones de los terroristas. Tampoco hay de qué extrañarse. Iglesias ya había teorizado en uno de sus monólogos sobre la política del boxeo que, según él, practica ETA, sin mostrar ningún tipo de aversión más allá de lo útil o conveniente que resulte para la causa.
Lo que hubiera merecido titulares a cinco columnas es que Iglesias se hubiera reunido con las víctimas del terrorismo. Las reacciones a la información aportada por Fernando Lázaro en El Mundo sobre los contactos entre Iglesias y Herrira, el acoso que ha sufrido el periodista y -otra vez- los chascarrillos sobre que "todo es ETA" demuestra sin lugar a dudas que algunos no quieren tanto que desaparezca la banda como que no haya existido nunca. Las víctimas de ETA concitan un rechazo hacia los criminales que a ellos, a los que aspiran a gestionar en régimen de monopolio la indignación popular, les resulta molesto por incontrolable. Hay otros detalles reveladores. En un post de 2012 titulado Todo es ETA, el periodista Escolar escribió que "va ETA y se disuelve". Dos años después, ETA no se ha disuelto. Lo hará algún día, sin duda, y ojalá sea pronto. Pero en contra de lo que insinúa la impaciencia del autor, no será posible pasar página, sacudirse las manos y fingir que aquí no ha pasado nada. Los asesinados no resucitarán, los secuestrados no recuperarán la paz previa a su tortura y la inmoralidad que ha anegado a la sociedad vasca y, en parte, a la del resto de España, no se irá por el sumidero. Menos aun cuando partidos como Bildu o Amaiur pretenden falsear la historia y hacer pasar a los verdugos por víctimas.
No, la noticia de que Iglesias se entendía con ETA no debería sorprender a nadie. Lo que hubiera merecido titulares a cinco columnas es que la cara visible de Podemos se hubiera reunido con alguna asociación de víctimas del terrorismo. Esto habría sido tan inesperado como que desde ciertos círculos se le criticara por sus afinidades. Pero no, todo ha sucedido como era previsible: Iglesias se trata con ETA y sus acólitos banalizan el terrorismo. Su reacción, por otra parte, ofrece un insólito asidero para la esperanza: se enfadan porque están convencidos de que la sociedad repudiará los tratos con los terroristas y su entorno. Ojalá tengan razón.
(*) Este texto fue publicado por UPyD en su página web como comentario editorial de la formación política.