"Profundamente contrariado por lo que pasó», el ex mandatario conservador reivindicó enérgicamente su inocencia y aprovechó para atacar a los magistrados franceses, en particular a Claire Thépaut, una de las jueces encargadas de interrogarlo. Además de asegurar que fue puesto en detención preventiva con en fin de humillarlo, Sarkozy cuestionó el hecho de que se hubiese elegido a un miembro del sindicato de la magistratura “cuya obsesión política es destruirme”, sentenció.

La arremetida del ex jefe de Estado no solo se dirigió a parte de la justicia francesa sino que tuvo como blanco al ejecutivo mismo. Sarkozy habló de “una instrumentalización política de la justicia” y aseguró que tanto la ministra de justicia, Christiane Taubira, como el primer ministro, Manuel Valls, conocían de antemano las escuchas telefónicas de las que fue objeto y que ambos han mentido cuando dicen que no estaban al corriente.

El ataque de Sarkozy contra el gobierno socialista alcanzó al presidente Hollande. “Sus colaboradores participaron en una exploración descarada de mis archivos, en violación de todas las normas de la República” afirmó.

Aunque su imputación parece comprometer seriamente su retorno a la política, Sarkozy anunció que en agosto decidirá si se presenta o no a la dirección de su partido UMP. "No soy de aquéllos que se desanima ante la villanía y la manipulación ", concluyó el ex presidente.