El 15-M ha muerto. ¡Larga vida a su espíritu!
La TVE entrevista a Iñigo Errejón. Lo conocí en un acto celebrado hace algún tiempo en Ribadeo. He leído su tesis doctoral. Seguí con mucha atención su trayectoria en Podemos y en Más Madrid. El tiempo le ha dado la razón sobre ideología, comportamientos y personas. Tras las elecciones del 4-M sigue siendo un hombre muy inteligente, prudente y que mira hacia delante. Mientras, el sultán de Galapagar miraba hacia el Caribe bananero y se ha tenido que cortar la coleta. De forma elegante ha eludido hacer leña del árbol caído. ¿Qué ha hecho?
Comenzar de inmediato a movilizar la conciencia social de los verdes europeos en España. Un espacio vacío al igual que una parte muy importante del territorio español. Pero lo más importante. Ha comenzado, con otros modos sin agresividad y odio tan del Sultán y su corte, a señalar lo que decía el espíritu de aquel "indignado" movimiento espontáneo del 15-M. Hay que conectar la política con la realidad social. Le auguro una trayectoria emocionante. Pasará de la ilusión creada por los resultados en cantidad y calidad -sorpaso al PSM- a elaborar las coordenadas de una izquierda social-demócrata y verde. Ambas cuestiones absolutamente coherentes.
En el otro espacio empeñado en ser liberales está Ciudadanos. A la deriva. Sin rumbo, sin patrón, perdiendo tripulantes y dando bandazos para encontrar la manera de ser asumidos por el PP de Casado-Ayuso-Almeida. Y pongo los tres nombres por ser las banderas en el nuevo ciclo de la derecha liberal. Hoy más preocupado por marcar distancias con el viejo PP de Génova, con sus corruptelas y sus irregularidades contables, que con un discurso de Estado, al servicio de un país azotado por esa galerna que aun está presente en forma de enfermedad social con muertos y destrozos para el tejido económico, que nos ha llevado a un endeudamiento colonizador desde las instancias prestamistas de la UE y me temo que desde China.
No hay nada peor que vivir en una burbuja y descalificar a quienes están fuera. Renunciar al centro político y social, en este caso es por indigencia ideológica. Están más ocupados en mantener ciertas canonjías que en esas tres actividades esperadas tras el batacazo. Dimisiones. Refundación. Definición para el futuro. La melancolía y echarle la culpa a los que ya no están, no sólo es injusto y miserable, es que resulta inoperante. Alguien debería, por respeto al que les votó alguna vez, dar explicaciones, conectar con aquel cuerpo electoral que les lanzó al estrellato, decidir de una vez por todas, si se van a sus casas o sirven para algo más que cobrar sueldos.
¿En tal situación es necesario un partido político de centro?. Depende de las coordenadas que definan el rumbo social del centro. Y ahí está la primera premisa. Un partido político que devuelva la confianza a la sociedad civil en la política como instrumento democrático para responder con eficiencia a los nuevos o viejos problemas de la gente.
Confianza: Se gana día a día. Conectando a modo de antena social con las personas que son los soberanos del sistema. Logrando que los mejores elementos de la sociedad civil se trasladen a la política en un acto de patriotismo -servicio a la patria-. Garantizando la transparencia de conductas y fórmulas para el sostenimiento económico del proyecto, así como rompiendo con todos los obstáculos burocráticos -Estatutos- que impiden la participación.
Reformas: Más que una palabra o una promesa vacía de contenido. Es imprescindible legislar desde las Cámaras parlamentarias al menos en varios espacios: el cambio climático; el refuerzo de los derechos fundamentales -libertades- y sociales -salud, educación, cultura-. Si es preciso, por motivos de eficiencia -máximo rendimiento al menor coste posible con mayor número de ciudadanos satisfechos- hay que volver a centralizar ciertas decisiones evitando el caos que estamos observando con motivo de la pandemia.
Obligar a los partidos políticos a replegarse de la invasión que perversamente han hecho para ocupar la sociedad civil, sobre todo en dos segmentos: el espacio de la Justicia y el espacio de los expertos. Ambos espacios deben ser respetados y promovidos como instrumentos para la libertad y la igualdad de oportunidades.
Regeneración. Si la justicia y los expertos son libres y profesionales, nada tenemos que temer de la corrupción. Será perseguida de oficio.
La libertad traerá consigo la igualdad de oportunidades. La primera terminando con actitudes xenófobas y sexistas. Y es que la ciudadanía no tiene género. Es la fuente de los derechos sin necesidad de emprender cruzadas de liberación femenina, que son herramientas de enfrentamiento entre hombres y mujeres.
Indispensable y para terminar con la partitocracia. Legislar en materia de partidos políticos y elecciones, con los fines de hacer que los partidos tengan un funcionamiento respetuoso con las leyes vigentes. Modificar las normas electorales con el fin de instaurar las listas abiertas, la segunda vuelta en las elecciones y la proporcionalidad entre Diputados y población, superando la actual aplicación de la Ley D´ Hondt.
Modelo productivo. España no puede seguir siendo la "taberna de Europa". España debe ofrecer cultura, naturaleza y seguridad. Es imprescindible desarrollar un modelo de turismo sostenible de forma integral -ecosistema, equipamientos y servicios de cultura, profesionalidad de los trabajadores del sector-.
España debe recuperar los denominados "espacios vaciados" como nueva ubicación para la calidad de vida y las alternativas cooperativistas emprendedoras de esa juventud que puede y debe encontrar en el medio rural el espacio para sus negocios
Invertir en promover la creatividad, la invención, la investigación, la innovación. Como sucedió en la Ilustración, hagamos que nuestros centros de diseño y creación, pongan en el mercado los productos que ahora debemos importar.
Tamaño de la Administración. No se puede luchar contra la deuda recortando en los espacios esenciales como la sanidad, educación y cultura. Sí se puede y se debe recortar las plantillas de la Administración pública, fusionando ayuntamientos, eliminando duplicidades, impidiendo que el empleo público sea inflacionista y al servicio del voto cautivo para los partidos políticos.
En definitiva, el centro político y social es menos política y más sociedad.
La TVE entrevista a Iñigo Errejón. Lo conocí en un acto celebrado hace algún tiempo en Ribadeo. He leído su tesis doctoral. Seguí con mucha atención su trayectoria en Podemos y en Más Madrid. El tiempo le ha dado la razón sobre ideología, comportamientos y personas. Tras las elecciones del 4-M sigue siendo un hombre muy inteligente, prudente y que mira hacia delante. Mientras, el sultán de Galapagar miraba hacia el Caribe bananero y se ha tenido que cortar la coleta. De forma elegante ha eludido hacer leña del árbol caído. ¿Qué ha hecho?
Comenzar de inmediato a movilizar la conciencia social de los verdes europeos en España. Un espacio vacío al igual que una parte muy importante del territorio español. Pero lo más importante. Ha comenzado, con otros modos sin agresividad y odio tan del Sultán y su corte, a señalar lo que decía el espíritu de aquel "indignado" movimiento espontáneo del 15-M. Hay que conectar la política con la realidad social. Le auguro una trayectoria emocionante. Pasará de la ilusión creada por los resultados en cantidad y calidad -sorpaso al PSM- a elaborar las coordenadas de una izquierda social-demócrata y verde. Ambas cuestiones absolutamente coherentes.
En el otro espacio empeñado en ser liberales está Ciudadanos. A la deriva. Sin rumbo, sin patrón, perdiendo tripulantes y dando bandazos para encontrar la manera de ser asumidos por el PP de Casado-Ayuso-Almeida. Y pongo los tres nombres por ser las banderas en el nuevo ciclo de la derecha liberal. Hoy más preocupado por marcar distancias con el viejo PP de Génova, con sus corruptelas y sus irregularidades contables, que con un discurso de Estado, al servicio de un país azotado por esa galerna que aun está presente en forma de enfermedad social con muertos y destrozos para el tejido económico, que nos ha llevado a un endeudamiento colonizador desde las instancias prestamistas de la UE y me temo que desde China.
No hay nada peor que vivir en una burbuja y descalificar a quienes están fuera. Renunciar al centro político y social, en este caso es por indigencia ideológica. Están más ocupados en mantener ciertas canonjías que en esas tres actividades esperadas tras el batacazo. Dimisiones. Refundación. Definición para el futuro. La melancolía y echarle la culpa a los que ya no están, no sólo es injusto y miserable, es que resulta inoperante. Alguien debería, por respeto al que les votó alguna vez, dar explicaciones, conectar con aquel cuerpo electoral que les lanzó al estrellato, decidir de una vez por todas, si se van a sus casas o sirven para algo más que cobrar sueldos.
¿En tal situación es necesario un partido político de centro?. Depende de las coordenadas que definan el rumbo social del centro. Y ahí está la primera premisa. Un partido político que devuelva la confianza a la sociedad civil en la política como instrumento democrático para responder con eficiencia a los nuevos o viejos problemas de la gente.
Confianza: Se gana día a día. Conectando a modo de antena social con las personas que son los soberanos del sistema. Logrando que los mejores elementos de la sociedad civil se trasladen a la política en un acto de patriotismo -servicio a la patria-. Garantizando la transparencia de conductas y fórmulas para el sostenimiento económico del proyecto, así como rompiendo con todos los obstáculos burocráticos -Estatutos- que impiden la participación.
Reformas: Más que una palabra o una promesa vacía de contenido. Es imprescindible legislar desde las Cámaras parlamentarias al menos en varios espacios: el cambio climático; el refuerzo de los derechos fundamentales -libertades- y sociales -salud, educación, cultura-. Si es preciso, por motivos de eficiencia -máximo rendimiento al menor coste posible con mayor número de ciudadanos satisfechos- hay que volver a centralizar ciertas decisiones evitando el caos que estamos observando con motivo de la pandemia.
Obligar a los partidos políticos a replegarse de la invasión que perversamente han hecho para ocupar la sociedad civil, sobre todo en dos segmentos: el espacio de la Justicia y el espacio de los expertos. Ambos espacios deben ser respetados y promovidos como instrumentos para la libertad y la igualdad de oportunidades.
Regeneración. Si la justicia y los expertos son libres y profesionales, nada tenemos que temer de la corrupción. Será perseguida de oficio.
La libertad traerá consigo la igualdad de oportunidades. La primera terminando con actitudes xenófobas y sexistas. Y es que la ciudadanía no tiene género. Es la fuente de los derechos sin necesidad de emprender cruzadas de liberación femenina, que son herramientas de enfrentamiento entre hombres y mujeres.
Indispensable y para terminar con la partitocracia. Legislar en materia de partidos políticos y elecciones, con los fines de hacer que los partidos tengan un funcionamiento respetuoso con las leyes vigentes. Modificar las normas electorales con el fin de instaurar las listas abiertas, la segunda vuelta en las elecciones y la proporcionalidad entre Diputados y población, superando la actual aplicación de la Ley D´ Hondt.
Modelo productivo. España no puede seguir siendo la "taberna de Europa". España debe ofrecer cultura, naturaleza y seguridad. Es imprescindible desarrollar un modelo de turismo sostenible de forma integral -ecosistema, equipamientos y servicios de cultura, profesionalidad de los trabajadores del sector-.
España debe recuperar los denominados "espacios vaciados" como nueva ubicación para la calidad de vida y las alternativas cooperativistas emprendedoras de esa juventud que puede y debe encontrar en el medio rural el espacio para sus negocios
Invertir en promover la creatividad, la invención, la investigación, la innovación. Como sucedió en la Ilustración, hagamos que nuestros centros de diseño y creación, pongan en el mercado los productos que ahora debemos importar.
Tamaño de la Administración. No se puede luchar contra la deuda recortando en los espacios esenciales como la sanidad, educación y cultura. Sí se puede y se debe recortar las plantillas de la Administración pública, fusionando ayuntamientos, eliminando duplicidades, impidiendo que el empleo público sea inflacionista y al servicio del voto cautivo para los partidos políticos.
En definitiva, el centro político y social es menos política y más sociedad.