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Jueves, 20 de Mayo de 2021 Tiempo de lectura:
Prólogo íntegro de Winston Galt al libro "El shock de Occidente"

Una especie en extinción

[Img #19991]La primera vez que tuve noticias de Raúl González Zorrilla fue al conocer los números 1 y 2 de la revista Naves en Llamas, dedicados al que parece inevitable ocaso de Occidente y al marxismo cultural como nueva amenaza comunista. Atónito ante el hecho de que alguien de una vez se atreviera a escribir así y a decir la verdad que nos quieren ocultar, indagué en la revista y, cómo no, en la persona de su director.

 

Después conocí su periódico, La Tribuna del País Vasco. Sufrí otro sobresalto al comprobar que, en ese rincón de España tan castigado por la historia reciente, que se estremece entre una sociedad enferma y una iglesia criminal por un lado y una clase política putrefacta y delincuente, hubiera un oasis de razón y libertad, y me pregunté incrédulo cómo algo así seguía en pie, pese a la adversidad.

 

Mi primer contacto con Raúl fue a raíz de un impertinente requerimiento mío que él tuvo la amabilidad de responder. Tuve el honor de conocerlo personalmente en esa ciudad maravillosa que es San Sebastián, cuya apariencia es la de un hermoso cuerpo corroído internamente por el cáncer del nacionalismo, y pasear por sus calles con mi particular Virgilio, el cual me señalaba bellos rincones donde la memoria de unos pocos dignos aún recuerda cómo por ellos corrió la sangre de inocentes.

 

Durante ese encuentro Raúl me regaló dos de sus libros: Terrorismo y posmodernidad y Territorio Bildu y, al leerlos, constaté que estaban escritos en los años de plomo. Entonces advertí que había conocido a un hombre digno y valiente, en el más pleno y profundo de los sentidos de tales calificativos.

 

La dignidad de permanecer, a pesar del riesgo de las amenazas, de las coacciones, de la extorsión y del tiro en la nuca, en el lado correcto de la humanidad, de la política y de la historia. La valentía, desde el punto de vista personal, de escribir la verdad sobre el nacionalismo y sobre el terrorismo. La valentía, desde el punto de vista profesional, de escribir la verdad sobre los hechos.

 

No son la misma clase de valentía. Hay periodistas que son capaces de escribir sobre el terrorismo, pero no de decir la verdad. Y hay periodistas que son capaces de conocer la verdad, pero no de publicarla. Por eso, cuando ambas clases de valentía se dan en una misma persona, en un mismo periodista, es un hecho por desgracia actualmente inusual. Para comprobar la certeza de mis palabras basta echar un vistazo al estado del periodismo patrio y comprobar que la caterva de los mercenarios, de los perros de la información, es muy mayoritaria.

 

Son numerosos los ejemplos de periodistas dignos y admirables a lo largo de la historia, pero seguramente el caso de Carl Bernstein y Bob Woodward sea paradigmático y de los más conocidos y de los que más veces se pone de ejemplo precisamente por esos periodistas de la caterva sometida al poder. Se atrevieron a desafiar a todo un Gobierno de los EE.UU. y a desvelar las torticeras maniobras de espionaje del Partido Republicano y provocaron la caída del presidente del país más poderoso del mundo y de la historia.

 

Se trataba de una era en la que el periodismo gozaba de un prestigio y de una dignidad que convertía a esa profesión en refugio de adalides de la verdad y de románticos dispuestos a desvelar dicha verdad sin atender al precio que hubieran de pagar.

 

Lamentablemente, los tiempos han cambiado y, con ellos, la profesión periodística. Podemos estar seguros de que Bernstein y Woodward hubieran desvelado un escándalo similar de la Administración Trump, pero por desgracia no podemos estar seguros de que lo hubieran hecho si el mismo escándalo hubiera afectado a la candidatura demócrata de Biden, como de hecho ha ocurrido con todas las plataformas y periódicos no sólo de EE.UU. sino del mundo entero, ocultando durante la campaña electoral norteamericana los posibles casos de corrupción que afectan al hijo de Biden y al mismo presidente electo.

 

No es el caso de Raúl González Zorrilla. Es de una clase de periodista (y de persona) que podemos estar seguros de que desvelará la verdad allá donde se encuentre. Una especie en extinción.

 

Podrás comprobarlo cuando leas este libro El shock de Occidente. Raúl nos cuenta que Occidente se encuentra en este momento sin medios de comunicación fiables con los que alentar a la defensa de este mismo Occidente, más necesaria que nunca. Abonados al sensacionalismo barato y rendidos al discurso ideológico-político dominante, de corte socialdemócrata, los medios se alían con una multiculturalidad fracasada, pero que es el caldo de cultivo en el que "diluir la preponderancia de los valores occidentales en beneficio de todo tipo de irracionalismos y de consignas totalitarias". Esa prensa que Raúl combate y denuncia "construye un mundo paralelo, un Matrix informativo, absolutamente irreal y profundamente reaccionario en su imposición casi violenta" que nos hace comulgar a las sociedades occidentales con ruedas de molino y que nos viene a decir que todo aquello en lo que hemos creído, o en lo que han creído nuestros padres y abuelos, no tiene el menor valor, despreciando nuestro pasado, precisamente ése que nos ha traído al más alto grado de civilización alcanzado jamás por la Humanidad. Y Raúl denuncia esa falsa democracia que nos imponen las élites, democracia en la que no caben más que sus principios y que es impuesta a los pueblos sin los pueblos.

 

Los artículos que leerás en este libro no son artículos de leer y olvidar, de consumo rápido y fácil. Si eres de ese tipo de lector, seguramente no son para ti. Son artículos profundos que desvelan verdades también profundas y que afectan a algo tan esencial como nuestro modo de vida, ahora en inminente peligro. En ellos descubrirás el aborrecimiento soterrado que, increíblemente, muchos de nuestros contemporáneos sienten por nuestra civilización, que es precisamente la única capaz de proporcionarles a esos destructores profesionales el sustento material y la libertad de expresión necesarias para llevar adelante su irracional odio. Y comprenderás que, lejos de sus promesas electorales, muchos de nuestros políticos se están encargando de llevar adelante una agenda programada de destrucción de las clases medias que han hecho grande a esta civilización: "Con una clase media reducida a su mínima expresión, expoliada por los impuestos abusivos que las élites exigen para subvencionar sus objetivos y sus caprichos multiculturales, feministas, empoderadores, igualitarios y comunitaristas...".

 

En este libro se te mostrarán también las tácticas de poder que se levantan sobre la imposición de las ideologías políticamente correctas y la censura correlativa que éstas imponen; que el igualitarismo que hipócritamente proponen no es sino un modo de subvertir la meritocracia, el esfuerzo y el trabajo para así desarmar a los pobres y a las clases medias, y que las discriminaciones positivas que también hipócritamente imponen no lo son para reparar errores del pasado, sino para dividir a los ciudadanos en nuevos estamentos medievales de modo que la sociedad pierda su unión y su fuerza, y que se encuentre desarmada y sea imposible o muy difícil la movilidad social; o que las urgencias sobrevenidas por la pandemia, de sospechosa procedencia, se han convertido no en un medio de combatirla, sino en un modo de gobierno aún más propicio a los intereses bastardos de las élites gubernamentales y de la industria política; o que el cambio climático que dicen querer combatir no es sino una excusa para incrementar exponencialmente la exacción de las clases trabajadoras, las cuales quedan inermes al verse descapitalizadas; o que los ataques a la familia tradicional y la promoción del aborto son esquemas para impedir el crecimiento de la población europea mientras que se alienta la llamada a la inmigración masiva no para sufragar la ausencia de trabajadores europeos (una enorme falsedad) sino para proporcionar una sustitución poblacional en Europa que facilite sus planes… Y entenderás que todo esto se está llevando a cabo a través de una colusión cada vez más evidente entre las élites económicas, los partidos políticos de izquierdas y el islam político. Y que lo que proponen no es sino una vuelta a antiguos absolutismos, pues a pesar de que intentan camuflar su rostro con nuevos maquillajes que lo hagan irreconocible, lo cierto es que no pueden ocultar que su modelo de sociedad obedece a los viejos totalitarismos de siempre conocidos: estatismo exacerbado, comunismo, nuevas formas de fascismo más o menos descafeinado o socialdemocracia totalitaria. Todas, al fin y al cabo, variedades de socialismo.

 

Si no me crees, lee el extraordinario e inmenso artículo El nuevo totalitarismo rojo, incluido en este libro. Debería ser de lectura obligatoria en todas las Facultades de Periodismo si fueran dignas de llamarse así.

 

Y finalmente podrás comprender algo tan sencillo como sarcástico y monstruoso: que todo esto, además, lo están haciendo con nuestro dinero. ¿Imaginas lo que sería dejar sin nuestro dinero a esta basura política? Una gran liberación. Pues el primer paso para hacerlo es conocer los peligros que nos rodean. Y esto es el inmenso legado de este libro: te los desvela. Seguramente no se hablará de él en los grandes medios. Lógico, son los cómplices de la conspiración.

 

Pero de los hombres y mujeres valientes siempre hay que esperar una reacción: si reconocer e identificar la verdadera guerra cultural que nos estrangula es primordial y para ello este libro es de una importancia capital, también lo es como una llamada a la reacción. Menciona Raúl que Occidente se ha levantado durante centurias sobre la fuerza del individuo y la familia y que debemos volver a hacernos fuertes en estas estructuras sociales frente a los ataques que pretenden disgregar tanto la familia como la identidad personal. "¿Dónde están los nuestros?", se pregunta el autor. Este grito de Munch no caerá en saco roto si hay personas como tú que leen libros como éste.

 

Y es que los textos que se incluyen en El shock de Occidente ponen en valor a esos ciudadanos noqueados por los ataques a su forma de pensar, de ser y de sentir. Y, por ello, destacan "a los millones de hombres y mujeres de orígenes, ideologías, convencimientos, preocupaciones  y esperanzas muy diferentes, con posiciones políticas absolutamente transversales que en cualquier caso se abrazan en un puñado de certezas inamovibles", en los que basar la esperanza de la victoria en ese enfrentamiento que comenzó hace mucho y que no encontró oposición hasta fechas recientes, cuando personas y profesionales como Raúl González Zorrilla están desvelando la verdad con grave riesgo personal y profesional. Raúl lo tiene claro: millones de ciudadanos en todo el mundo comienzan a salir a la luz pública "espoleados por la indignación, azuzados por el hambre de racionalidad, guiados por el sentido común y dispuestos a negarse a seguir siendo por más tiempo los conejillos de Indias del multiculturalismo más soez, del marxismo cultural más aniquilador, del nihilismo más cruel y de la globalización más grosera".

 

Confiamos en que así sea, aunque, a veces, como ponen de manifiesto los artículos dedicados a la situación española en particular, uno teme caer en la desesperanza. Pues si los dirigentes europeos y los nuevos dirigentes norteamericanos incurren en los defectos señalados, nuestros dirigentes patrios serían dignos protagonistas de un esperpento aún más cruel que el de Valle-Inclán. Moverían a risa si no fuera por la tragedia que han instalado en la sociedad española, a la que llevan irremisiblemente a un despeñadero de miseria, nacionalismo, socialismo y comunismo, gobernando desde las más altas cotas de desfachatez y fascismo hasta el punto de haber convertido a España, en tan sólo dos años y medio de Gobierno socialista, en "la gran primera distopía socialista de la UE en el siglo XXI". Describe Raúl con acierto al PSOE como una especie de secta a la que se unen lo peor de la sociedad española: comunistas, nacionalista, proterroristas, y una masa aborregada de seguidores inconmovibles ante el espantajo de la política nacional. Con el respaldo incondicional de Europa, al menos hasta ahora, no se ve el final a esta pesadilla que hasta el más ingenuo sabe cómo terminará: en miseria y pérdida de libertades. Es posible que en un par de años más de este Gobierno no podamos decir que España continúa siendo un país democrático.

 

Hace noventa años, España fue la primera incursión del comunismo en Europa. Hoy vuelve a ocurrir lo mismo. En nuestra mano está permitirlo o combatirlo.

 

Para alumbrarnos y alentarnos en la lucha, hay que leer a Raúl González Zorrilla y a los pocos que, como él, se atreven a decir la verdad. Son nuestros héroes contemporáneos, como les reconocerá la historia.

 

Cuando pienso en Raúl no pienso en un hombre frente a una muchedumbre oclocrática, como podría pensarse de lo escrito más arriba. Pienso en Atlas sosteniendo a duras penas el Mundo. Porque no otra cosa puede decirse de quien pretende salvar no sólo un país, sino una civilización.

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