Largo nos lo fía Sánchez
Ya lo sabemos. Toca debatir planes para el 2050. Ni la pandemia. Ni la deuda. Ni la llegada de los 140 mil millones procedentes de la UE. Ni las barrabasadas que tienen lugar en la frontera sur de Europa, sita en Ceuta. Ni el comportamiento del socio Podemos. Ni la formación de otro Gobierno catalán para la independencia. Ni las medidas fiscales que nos exigen los dueños del mando a distancia. Ni los acuerdos que a la chita callando hizo el Sultán de Galapagar con Bildu sobre los presos de ETA.
El objetivo es un nuevo ciclo político-económico-social que pilota el inquilino de la Moncloa y que tiene como horizonte el 2050. Se trata de poner en marcha un gran diálogo nacional. Se trata de entretener. Se trata de vender humo dando un salto del presente al futuro, como aquel coche fantástico.
Me ha gustado mucho que dos personajes del siglo XX, con prestigio y serenidad, hayan planteado: "Hay que cuidar la democracia". Han pedido con toda razón una auditoría sobre el manejo de la pandemia. Tanto Felipe González como Manuela Carmena tienen autoridad moral para exigir una reflexión sobre la situación que estamos viviendo, y resulta mucho más real que esa cortina de humo del actual presidente para colocarnos en el 2050 cuando aun no sabemos que nos va suceder en el presente 2021.
Me recuerda aquel olvidado trabajo de Michel Rocard y Loren Fabius sobre el estado del sistema democrático y las perversiones que lo debilitaban. Mientras Felipe y Manuela piden reformas, empezando por la Administración a la que una inmensa parte de los ciudadanos-administrados, tachamos de gigante, improductiva, costosa y obstáculo para la resolución de las demandas.
No sólo en España, desde Italia nos llega esa noticia sobre una reunión de diferentes agentes socio políticos para analizar no sólo los errores que se hayan podido cometer durante la pandemia, también si estamos preparados en Europa para afrontar nuevas emergencias.
Y algo muy profundo. Un análisis científico sobre el deterioro de la convivencia, que se ha visto muy deteriorada tanto en las instituciones públicas como en el comportamiento de los diferentes cohortes poblacionales con motivo de las restricciones a las que nos hemos visto sometidos ante la extensión del virus y sus consecuencias sanitarias.
Felipe lo ha dicho alto y claro. La principal enfermedad en la democracia está en los partidos políticos en los que se ha instalado la endogamia con menos democracia interna y más caudillismo, llegando a expulsar a quienes no apoyan miméticamente al líder.
Seguro que algunos compartirán como un análisis para señalar que virtudes ciudadanas son exigibles para dirigir un Estado, con dirigentes decentes y cultos, capaces al diferenciar cuestiones esenciales que requieren grandes acuerdos transversales, pues ya no se fabrican, o al menos en el espacio de la vida política. Hay demasiados oportunistas y aventureros/as y faltan esos ciudadanos ejemplares por su historial, que se acerquen a prestar durante un tiempo, sus servicios a la causa común del país. Sobran mediocres y faltan líderes civiles.
De vez en cuando reviso las biografías que me aportan cierta envidia ciudadana. ¿Por qué ya no hay gentes como aquellas capaces para patronear nuestro país?. Me instalo en el pasado, no en ese incierto 2050. Descubro como Don Gregorio Marañón Posadillo en 1918 viaja a Francia comisionado por el Gobierno de España junto a los también doctores Pittaluga y Ruiz Falcó para estudiar la etiología de la gripe instalada en España y así saber cómo combatirla. Fueron momentos para compartir tertulia científica con Fleming, Babinski y Cushing. No puedo olvidar que en el verano de 1922 viaja a las Hurdes con Alfonso XIII. Fue un brillante presidente del Ateneo en Madrid. No sólo trabajaba y dirigía El Hospital del Rey, es que nos deja sus famosos ensayos. Y desde luego su candidatura a Presidente de la II República. Este pequeño bosquejo trata de justificar una maldad. ¿En que se parecen los actuales mandarines a Don Gregorio?.
También la sociedad civil debe hacer su propia reflexión. ¿Cómo se puede tolerar la subcultura del botellón, cuando está prohibido legalmente y proscrito por razones de salud?. ¿Acaso la libertad consiste en que los jóvenes y menos jóvenes aprovechen los fines de semana o determinadas citas festivas para consumir y compartir cantidades de alcohol que les convierte en espectáculo cutre para los vecinos y problemas que van desde la suciedad hasta el ruido pasando por conductas incívicas con las que tiene que enfrentarse la autoridad?. ¿Qué estamos haciendo mal?. Quizá mucho más evidente en tiempos de pandemia con medidas e imágenes que han puesto en evidencia lo que antes de la pandemia ya era una realidad y un problema de salud pública. ¿Hasta cuándo?. ¿Cómo es posible que la tolerancia con tales excesos sea una llamada para el turismo juvenil en países de Europa dónde tales desmanes no se consienten?.
El culto a Baco, en nuestro país, ha sustituido el culto a Minerva. La fuente de "riqueza" que se ha generado en torno a las borracheras compulsivas es motivo para que muchos "emprendedores" hayan optado por ser camareros-chigreros-taberneros-empresarios del ocio con alcohol. Me gustaría saber qué medidas toman los "podemitas" del Gobierno con responsabilidades en materia social. Aunque supongo que son las mismas que ha tomado el "podemita" responsable del consumo, que aun no ha sido capaz de terminar con la obscena publicidad del juego hacia la ludopatía con mando a distancia desde el móvil.
Y para finalizar. ¿Cómo se puede tolerar el juicio paralelo de una cadena privada de televisión a un asunto que fue sancionado por un juzgado y ahora lo han convertido en un espectáculo presuntamente al servicio del feminismo y contra los malos tratos de género?. ¿Dónde estaba y está el Ministerio Público ante el fenómeno que puede convertirse en una fuente de nuevas fórmulas para el linchamiento de aquellos personajes a los que la justicia, suponemos que con motivaciones legales, dejó exonerados?.
Sin duda que a este país le hace falta una profunda reflexión y de inmediato las correspondientes reformas, más allá de una agenda para el 2050.
Ya lo sabemos. Toca debatir planes para el 2050. Ni la pandemia. Ni la deuda. Ni la llegada de los 140 mil millones procedentes de la UE. Ni las barrabasadas que tienen lugar en la frontera sur de Europa, sita en Ceuta. Ni el comportamiento del socio Podemos. Ni la formación de otro Gobierno catalán para la independencia. Ni las medidas fiscales que nos exigen los dueños del mando a distancia. Ni los acuerdos que a la chita callando hizo el Sultán de Galapagar con Bildu sobre los presos de ETA.
El objetivo es un nuevo ciclo político-económico-social que pilota el inquilino de la Moncloa y que tiene como horizonte el 2050. Se trata de poner en marcha un gran diálogo nacional. Se trata de entretener. Se trata de vender humo dando un salto del presente al futuro, como aquel coche fantástico.
Me ha gustado mucho que dos personajes del siglo XX, con prestigio y serenidad, hayan planteado: "Hay que cuidar la democracia". Han pedido con toda razón una auditoría sobre el manejo de la pandemia. Tanto Felipe González como Manuela Carmena tienen autoridad moral para exigir una reflexión sobre la situación que estamos viviendo, y resulta mucho más real que esa cortina de humo del actual presidente para colocarnos en el 2050 cuando aun no sabemos que nos va suceder en el presente 2021.
Me recuerda aquel olvidado trabajo de Michel Rocard y Loren Fabius sobre el estado del sistema democrático y las perversiones que lo debilitaban. Mientras Felipe y Manuela piden reformas, empezando por la Administración a la que una inmensa parte de los ciudadanos-administrados, tachamos de gigante, improductiva, costosa y obstáculo para la resolución de las demandas.
No sólo en España, desde Italia nos llega esa noticia sobre una reunión de diferentes agentes socio políticos para analizar no sólo los errores que se hayan podido cometer durante la pandemia, también si estamos preparados en Europa para afrontar nuevas emergencias.
Y algo muy profundo. Un análisis científico sobre el deterioro de la convivencia, que se ha visto muy deteriorada tanto en las instituciones públicas como en el comportamiento de los diferentes cohortes poblacionales con motivo de las restricciones a las que nos hemos visto sometidos ante la extensión del virus y sus consecuencias sanitarias.
Felipe lo ha dicho alto y claro. La principal enfermedad en la democracia está en los partidos políticos en los que se ha instalado la endogamia con menos democracia interna y más caudillismo, llegando a expulsar a quienes no apoyan miméticamente al líder.
Seguro que algunos compartirán como un análisis para señalar que virtudes ciudadanas son exigibles para dirigir un Estado, con dirigentes decentes y cultos, capaces al diferenciar cuestiones esenciales que requieren grandes acuerdos transversales, pues ya no se fabrican, o al menos en el espacio de la vida política. Hay demasiados oportunistas y aventureros/as y faltan esos ciudadanos ejemplares por su historial, que se acerquen a prestar durante un tiempo, sus servicios a la causa común del país. Sobran mediocres y faltan líderes civiles.
De vez en cuando reviso las biografías que me aportan cierta envidia ciudadana. ¿Por qué ya no hay gentes como aquellas capaces para patronear nuestro país?. Me instalo en el pasado, no en ese incierto 2050. Descubro como Don Gregorio Marañón Posadillo en 1918 viaja a Francia comisionado por el Gobierno de España junto a los también doctores Pittaluga y Ruiz Falcó para estudiar la etiología de la gripe instalada en España y así saber cómo combatirla. Fueron momentos para compartir tertulia científica con Fleming, Babinski y Cushing. No puedo olvidar que en el verano de 1922 viaja a las Hurdes con Alfonso XIII. Fue un brillante presidente del Ateneo en Madrid. No sólo trabajaba y dirigía El Hospital del Rey, es que nos deja sus famosos ensayos. Y desde luego su candidatura a Presidente de la II República. Este pequeño bosquejo trata de justificar una maldad. ¿En que se parecen los actuales mandarines a Don Gregorio?.
También la sociedad civil debe hacer su propia reflexión. ¿Cómo se puede tolerar la subcultura del botellón, cuando está prohibido legalmente y proscrito por razones de salud?. ¿Acaso la libertad consiste en que los jóvenes y menos jóvenes aprovechen los fines de semana o determinadas citas festivas para consumir y compartir cantidades de alcohol que les convierte en espectáculo cutre para los vecinos y problemas que van desde la suciedad hasta el ruido pasando por conductas incívicas con las que tiene que enfrentarse la autoridad?. ¿Qué estamos haciendo mal?. Quizá mucho más evidente en tiempos de pandemia con medidas e imágenes que han puesto en evidencia lo que antes de la pandemia ya era una realidad y un problema de salud pública. ¿Hasta cuándo?. ¿Cómo es posible que la tolerancia con tales excesos sea una llamada para el turismo juvenil en países de Europa dónde tales desmanes no se consienten?.
El culto a Baco, en nuestro país, ha sustituido el culto a Minerva. La fuente de "riqueza" que se ha generado en torno a las borracheras compulsivas es motivo para que muchos "emprendedores" hayan optado por ser camareros-chigreros-taberneros-empresarios del ocio con alcohol. Me gustaría saber qué medidas toman los "podemitas" del Gobierno con responsabilidades en materia social. Aunque supongo que son las mismas que ha tomado el "podemita" responsable del consumo, que aun no ha sido capaz de terminar con la obscena publicidad del juego hacia la ludopatía con mando a distancia desde el móvil.
Y para finalizar. ¿Cómo se puede tolerar el juicio paralelo de una cadena privada de televisión a un asunto que fue sancionado por un juzgado y ahora lo han convertido en un espectáculo presuntamente al servicio del feminismo y contra los malos tratos de género?. ¿Dónde estaba y está el Ministerio Público ante el fenómeno que puede convertirse en una fuente de nuevas fórmulas para el linchamiento de aquellos personajes a los que la justicia, suponemos que con motivaciones legales, dejó exonerados?.
Sin duda que a este país le hace falta una profunda reflexión y de inmediato las correspondientes reformas, más allá de una agenda para el 2050.