Twitter: la dictadura de lo sutil
La censura que desde las grandes tecnológicas ("Bigdata") se viene produciendo a políticos, comunicadores o expertos en diferentes materias se esta extendiendo al mundo del arte.
Este mismo mes era Facebook la que suspendía, sin ningún tipo de explicación, la pagina del pintor de batallas Augusto Ferrer-Dalmau. El pasado 25 de mayo era cancelada en Twitter mi cuenta @Xegunde_Art con la que doy a conocer mi trabajo como criptoartista y creador de NFTs en la red. No sé si esta circunstancia viene motivada por mis opiniones en el ámbito político, la cuenta en la que publico mis artículos nunca ha sido clausurada, o he sido censurado por otras circunstancias. Hoy en día, las redes sociales son una parte más de nuestro devenir personal y una faceta más de nuestro yo. En este sentido, “desconectarnos” de este ámbito, sin previo aviso, sin una justificación aparente y sin saber si alguien nos ha denunciado, supone un procedimiento propio de otros tiempos.
Sorprende que estas cancelaciones de cuentas se produzcan a personas que, además de su trabajo artístico, tienen en común oponerse al pensamiento políticamente correcto que domina la escena mundial. Sorprende además, la ingente cantidad de contenido sexual explicito o escenas violentas que pueden verse en las publicaciones de Twitter, mientras que se censura a artistas cuyo único delito es mostrar su obra en las redes sociales y defender postulados políticos lejanos al pensamiento único dominante.
Este procedimiento inquisitorial moderno adolece de una injusticia aun más grave que la perpetrada siglos atras por el Santo Oficio. No solamente desconocemos las razones por las que se nos ha cerrado la cuenta, ni quién nos ha denunciado (si es que se ha producido este extremo) además es imposible ponerse en contacto con la propia empresa que deja de prestarnos su servicio. Otro ejemplo de la inevitable y certera censura bajo la que vivimos, del poder de las "Bigdata" y de la dictadura de baja intensidad en la que habitamos en Occidente. Estamos cada vez más cerca de los escenarios distópicos de control social que podíamos leer en obras como Un Mundo Feliz o Rebelión en la Granja sin que seamos conscientes de ello –ese es el verdadero triunfo del poder global actual-. Desde la aparición de los móviles en nuestras vidas, los ciudadanos occidentales estamos siendo manipulados de una manera tan sutil y tan efectiva que nuestra mansedumbre y colaboracionismo actuales serían la envidia de muchos regímenes totalitarios de uno u otro signo.
(*) David Pasarin-Gegunde, además de fotógrafo y criptoartista, colabora en varios medios digitales y es fundador del partido antiglobalización Liga Foralista.
La censura que desde las grandes tecnológicas ("Bigdata") se viene produciendo a políticos, comunicadores o expertos en diferentes materias se esta extendiendo al mundo del arte.
Este mismo mes era Facebook la que suspendía, sin ningún tipo de explicación, la pagina del pintor de batallas Augusto Ferrer-Dalmau. El pasado 25 de mayo era cancelada en Twitter mi cuenta @Xegunde_Art con la que doy a conocer mi trabajo como criptoartista y creador de NFTs en la red. No sé si esta circunstancia viene motivada por mis opiniones en el ámbito político, la cuenta en la que publico mis artículos nunca ha sido clausurada, o he sido censurado por otras circunstancias. Hoy en día, las redes sociales son una parte más de nuestro devenir personal y una faceta más de nuestro yo. En este sentido, “desconectarnos” de este ámbito, sin previo aviso, sin una justificación aparente y sin saber si alguien nos ha denunciado, supone un procedimiento propio de otros tiempos.
Sorprende que estas cancelaciones de cuentas se produzcan a personas que, además de su trabajo artístico, tienen en común oponerse al pensamiento políticamente correcto que domina la escena mundial. Sorprende además, la ingente cantidad de contenido sexual explicito o escenas violentas que pueden verse en las publicaciones de Twitter, mientras que se censura a artistas cuyo único delito es mostrar su obra en las redes sociales y defender postulados políticos lejanos al pensamiento único dominante.
Este procedimiento inquisitorial moderno adolece de una injusticia aun más grave que la perpetrada siglos atras por el Santo Oficio. No solamente desconocemos las razones por las que se nos ha cerrado la cuenta, ni quién nos ha denunciado (si es que se ha producido este extremo) además es imposible ponerse en contacto con la propia empresa que deja de prestarnos su servicio. Otro ejemplo de la inevitable y certera censura bajo la que vivimos, del poder de las "Bigdata" y de la dictadura de baja intensidad en la que habitamos en Occidente. Estamos cada vez más cerca de los escenarios distópicos de control social que podíamos leer en obras como Un Mundo Feliz o Rebelión en la Granja sin que seamos conscientes de ello –ese es el verdadero triunfo del poder global actual-. Desde la aparición de los móviles en nuestras vidas, los ciudadanos occidentales estamos siendo manipulados de una manera tan sutil y tan efectiva que nuestra mansedumbre y colaboracionismo actuales serían la envidia de muchos regímenes totalitarios de uno u otro signo.
(*) David Pasarin-Gegunde, además de fotógrafo y criptoartista, colabora en varios medios digitales y es fundador del partido antiglobalización Liga Foralista.