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Ernesto Ladrón de Guevara
Lunes, 07 de Junio de 2021 Tiempo de lectura:

La imagen de la insidia

[Img #20114]

 

Les aseguro que no tenía pensado escribir sobre la presencia de Pedro Sánchez en la inauguración del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, con esa foto de laboratorio del presidente que más favores está haciendo a los complacientes beneficiarios de ETA y a sus legatarios directos en el interior del zulo donde se encerró durante más de un año a Ortega Lara. Y no es que los anteriores presidentes fueran un dechado de virtud, pero lo que estamos viviendo en estos tiempos supera lo inimaginable.

 

Escribir sobre ello me produce nauseas. Y, sin embargo, después de leer el artículo certero de Iñaki Ezkerra, titulado Sánchez en el zulo, me ha parecido oportuno, no solamente para suscribir su contenido, sino para añadir algún epitome más a lo ya dicho por el que fue el inspirador del Foro Ermua.

 

Yo tampoco sé qué hacía el presidente del Gobierno en el zulo donde se encerró a Ortega Lara. Parecería que Ortega Lara hubiera terminado sus días a tenor de la sonora ausencia de quien protagonizó el más vil y cruel secuestro cometido por ETA. Pero no. Ortega Lara vive y es el recuerdo que fustiga a las conciencias de estos ladinos representantes del Gobierno actual, los que están en el Consejo de ministros capitaneados por el señor Sánchez y sus socios, a los que se les va a compensar con un detestable y macarrónico indulto, un perdón sin arrepentimiento que deja de ser concesión para ser complicidad en el atropello jurídico que representa.  

 

Ortega Lara debería haber estado en esa inauguración y su ausencia tiene un inevitable sentido acusador. Si no fue invitado, esa omisión resultaría tan sangrante como elocuente. Igual que si lo fue y declinó la invitación. Pues uno de los símbolos del Centro Memorial es precisamente el zulo, que seguramente le atiza en su conciencia al señor Sánchez. A mí, por muy insensible al dolor ajeno que sea, no me cabe duda de que algún resto de conciencia moral, aunque sea en el rincón más sombrío de su espíritu enano, debe tener.

 

¡Qué demonios hacía el señor Sánchez en ese zulo! ¡Qué pintaba en esa imagen patética en el zulo! Representación de la vergüenza que es de una parte del pueblo vasco. Donde estuvo encerrado Ortega Lara, afiliado destacado de un partido al que el señor Sánchez aplica un cinturón sanitario implacable, para segregar a Vox de la sociedad, cosa que no va a conseguir.

 

¿Se imaginan ustedes a Petain o Chamberlain visitando el campo de concentración de Mauthausen con las calaveras del holocausto judío amontonadas en un rincón? Ustedes dirán que no sería justo ni oportuno, pues fueron colaboracionistas de los nazis. ¿Y Sánchez no es colaboracionista de quienes homenajean a los terroristas liberados?

 

Es de un patetismo hiriente a la dignidad de quienes estuvimos en las calles arriesgando nuestras vidas con la pancarta y la palabra, señalando a quienes aterrorizaban a la población y a quienes se aprovechaban de ese terror para su continuidad en el ejercicio del control y dominio a la población no nacionalista. Un señor que está favoreciendo los planes de separación y fragmentación de la manera más irresponsable y brutal, poniendo todos los cimientos que puede para abrir y desarrollar un proceso de balcanización de España, y dando favores a los asesinos convictos para tener a su brazo político contento y agradecido. Un señor que aparece con la mascarilla en soledad y dentro de un agujero que está dos metros por debajo del nivel del suelo. ¿Para qué llevaba mascarilla en esa foto? ¿Acaso para evitar olerse a sí mismo o contagiarse de una inquidad que ya padece de forma crónica? ¿Acaso para esconder su asco por estar ahí? 

 

¿Qué pintaba el señor Sánchez en ese acto de la memoria deconstruida? Pues memoria deconstruida es el lavado y blanqueado del único terrorismo de verdad habido en la Euskadi de Arana, donde se mezclan churras y merinas. Gal con ETA y con “víctimas policiales” poniéndolos a todos en el túrmix y así hacer más digerible el progresivo olvido colectivo al que nos van a llevar de lo que fueron los terribles años de ETA y sus kales borrokas, incendios callejeros, cócteles Molotov y demás acontecimientos que se tratan de disolver en esa lejía que es la insidia.

 

Un buen servicio a los intereses del PNV que tiene tantas cosas que esconder. Oiga, señor Sánchez, si usted cree que el GAL es asimilable a ETA, señale usted a su propio partido que es el que lo creó. ¿No recuerda a los inculpados que pasaron por cárcel, a los que se agasajaban desde la propia dirección de la calle Ferraz?  Yo sí me acuerdo porque estaba en el PSOE, y yo no me enorgullezco de haber pertenecido al partido que posibilitó el GAL y del que me acabé alejando, antes de que estallara ese escándalo y por la dirección que tomaba su política lingüística. ¿Qué pinta usted ahí? ¿Es usted dueño de sus incoherencias?

 

Escribir sobre esto me produce desasosiego. Son muchos años de una vida desperdiciados en causas nobles mancilladas y ennegrecidas. Fue precisamente lo que ocurrió en ese zulo lo que a unos cuantos, no se puede decir que muchos, nos puso manos a la obra para lograr vencer social y culturalmente a ETA. Todo ese bagaje ético de esa gente se ha emponzoñado.

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