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Viernes, 25 de Junio de 2021 Tiempo de lectura:
Desmontando las aberrantes mentiras del nacionalismo vasco en torno a la batalla de Noáin

Fernando J. Vaquero Oroquieta: "En la Batalla de Noáin no combatió ningún gudari"

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Con motivo del próximo 500 aniversario de la trascendental batalla de Noáin, Fernando Vaquero Oroquieta, autor del libro De Navarra a Nafarroa (Ediciones La Tribuna del País Vasco, 2019) reflexiona en esta entrevista en torno a diversos tópicos que, conforme la fecha se acerca, vuelven a reiterarse machaconamente desde la izquierda abertzale y la historiografía nacionalista vasca.

 

En su opinión, ¿cómo es posible que el monumento a la batalla de Noáin, una gesta más medieval que otra cosa, existente en Salinas de Pamplona, invoque, según su autor, al “gudari navarro”?

 

Fue Joxe Ulibarrena, el prolífico y original escultor peraltés, quien, en su personal estilo, construyó y elevó el colosal monumento a la batalla de Noáin en 1996. Ciertamente, él mismo invocó a esos términos que, sin duda, ya entonces eran extemporáneos, pero que en la mentalidad panvasquista del “Nafarroa Euskadi da” cobran su significado. El de “gudari” es un concepto moderno y, por ello, totalmente incomprensible para la mentalidad de las gentes que combatieron y murieron en aquellos campos. El Euzko Gudarostea operó únicamente desde agosto de 1936 hasta julio de 19137; mayormente en Vizcaya. Unos 25 de sus batallones, aproximadamente un tercio del total, fueron integrados exclusivamente por gentes del PNV. Los de ANV, cuyos herederos han entroncado en cierto modo con ETA/Bildu, apenas engrosaron dos. El término de soldado vasco, gudari, fue rescatado, con una genial mirada mítica y propagandística, por la banda terrorista ETA. Se trata, por todo ello, de un concepto muy moderno: el del soldado o militante político. Moderno y totalitario. De tal modo, en Noáin no combatió ningún gudari… Lo más, lo hicieron por su fe en Dios, su fidelidad al señor de turno, la milicia de su ciudad, al rey de Francia Francisco I o al emperador Carlos.

 

¿Es cierto que murieron 5.000 navarros?

 

En absoluto. El total de bajas sufridas por los franceses alcanzaría esa cifra; comprendiendo unos 600-800 muertos, prisioneros  y heridos. Una masacre en cualquier caso. De haber sido cierta, semejante sangría se habría acusado brutalmente en la demografía navarra. Todo lo contrario. Los años que le siguieron fueron de crecimiento económico, al disfrutar de una paz que no habían tenido en 50 años de guerras civiles entre agramonteses y beamonteses. Es más: Navarra se libró de los desastres de las guerras de religión que golpeó buena parte de Europa. Pregúntese a los franceses del sur por sus “recuerdos” de las correrías de los hugonotes en sus tierras. Fueron miles sus víctimas, como miles las iglesias católicas destruidas…, muchas de ellas muy cercanas a Navarra.

 

Por cierto, se ha publicado, estos días, la carta de un protagonista de aquellos días, Miguel de Añués I, que viene a confirmar que en realidad la mayor parte de los contingentes navarros pro-franceses habían sido devueltos a sus casas sin combatir…   

 

[Img #20268]¿Es cierto que, tal y como afirman nacionalistas y napartarras, en 1521 desapareció el Estado navarro?

 

Otro cuento. En 1521 se consolidó la reincorporación de Navarra en las Españas de aquella monarquía hispánica que encarnó Carlos I de España, IV de Navarra y V del Sacro Imperio Romano Germánico. Lo que acaeció, realmente, fue la sustitución de una dinastía, la de los Albret, más preocupados por sus territorios franceses de los que procedían la mayor parte de sus rentas, por los Austrias. Además, no existía un Estado en el sentido moderno. Las Cortes navarras, tribunales, fueros, etc., permanecieron en su plena naturaleza. Navarra fue reino hasta 1841, no lo olvidemos.

 

¿Acaso se trató del conflicto final entre agramonteses y beamonteses?

 

Ambas banderías se encontraban muy desdibujadas ya por entonces. De hecho encontramos a agramonteses, quienes son dibujados como antiespañoles radicales, entre las tropas del emperador luchando contra los comuneros en Villalar. Cuando llegan los francés en 1521, con un ejército muy potente, encontrándose Navarra desguarnecida al estar todo el ejército imperial peleando en Castilla e Italia, algunas localidades beamontesas, se sumaron a los franceses… Esa dicotomía apenas explica un panorama tan cambiante como complejo. La inmensa mayoría de los navarros estaban hartos y agotados a causa de los conflictos de sus señores. La paz que trajo Fernando el Católico, primero, y Carlos después fue muy bien recibida, hasta el punto de que los siglos XVI, XVII y XVIII fueron considerados la “edad de oro de Navarra”.

 

¿Es cierto que los navarros partidarios de los Albret fueron duramente perseguidos e, incluso, exterminados?

 

Otra mentira. Muchos agramonteses -caso de los mismísimos hermanos de quien fuera después San Francisco de Javier, o el de Martín de Azpilicueta, el célebre “Doctor Navarro”, y otros más- se adhirieron al emperador. De tal modo, el 24 de febrero de 1524 se decretó una amnistía general, por lo que la inmensa mayoría de los supuestos rebeldes recuperando sus bienes confiscados en 1516 y 1521; incluidos los “resistentes” de Maya. Este episodio, tan manipulado como exaltado, daría para otra entrevista… Una mentira más.

 

Se dice que los navarros fueron postergados por la monarquía española. ¿Es cierto?

 

Más bien, al contrario. Los navarros participaron muy notablemente en las empresas comunes de la Monarquía, combatiendo en Flandes, Italia, el Mediterráneo o las Indias. Grande fue su presencia en universidades, en la burocracia imperial y eclesiástica. Navarra proporcionó virreyes para las Indias. Un historiador navarro -se trata de una primicia- está preparando un grueso volumen al respecto. Esperemos que vea la luz en los próximos meses. Los nacionalistas se quedarían de piedra… si lo leyeran; lo que no sucederá, pues lo que les va es la propaganda. Y el pensamiento colectivo de arriba hacia abajo. Y el “vigilantismo social”.

 

Guipuzcoanos, vizcaínos, alaveses, ¿fueron solidarios con los navarros perseguidos?

 

(Risas) Los vascongados, vascos de Castilla, ya habían optado por el gran reino peninsular mucho antes. Y participaron entusiastas en la conquista de 1512. También en el otoño de aquel año, cuando Luis XII envió un ejército de 30.000 hombres, liderado por el delfín de Francia, Francisco de Angulema, para “reconquistar” Navarra, lucharán decisivamente contra los invasores franceses. Será entonces cuando las milicias guipuzcoanas tomaron una docena de cañones. Por ello, la reina Juana otorgó a Guipúzcoa el privilegio de incorporar a su escudo de armas los famosos cañones, permaneciendo en él hasta 1979.

 

Y en 1521, las milicias guipuzcoanas y vizcaínas, unos 5.000 hombres, participaron en la batalla de Noáin envolviendo a los franceses. Bien puede decirse que Navarra reafirmó su destino hispánico gracias a nuestros hermanos vascongados.

 

¿Cómo resumiría este sangriento episodio de Noáin?

 

Bueno, en realidad la batalla tuvo lugar mayormente en las llanuras existentes entre Tiebas, Subiza, Salinas de Pamplona y Esquíroz. Reducirlo a Noáin es una simplificación pedagógica. En Noáin se consolidó la reincorporación de Navarra a las Españas de la Monarquía Hispánica, perdiendo toda opción la dinastía de los Albret, quienes miraron por Francia y sus intereses más que por los de los navarros. Los panvasquistas del XIX, XX y hoy mismo, en su reinvención y falsificación de la Historia, le vienen reasignando una significación victimista y protonacionalista, fruto de su imaginación y delirios ideológicos propios de concepciones políticas del siglo XIX y XX: romanticismo excluyente, constructivismo lingüístico, totalitarismo, etc. Ya se sabe: todo ejercicio, o búsqueda, de poder implica una coartada ideológica. Y para ello, nada mejor que una buena Historia manipulada al propio gusto y a sus necesidades. Entonces, la verdad objetiva de los hechos, ya no cuenta. Y los panvasquistas no son desinteresadas monjitas de la caridad, ni budas santurrones, precisamente.

 

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