Segura y Arnaldo
Segura es una villa de 1.500 habitantes de la provincia de Guipúzcoa, en el antiguo Camino Real que le dio su inicial pujanza y que iba del interior de Castilla a la frontera de Francia. Luego quedó desplazada de dicha conexión privilegiada al realizarse el trazado más moderno de la carretera, que llevó a la actual Nacional 1, y del ferrocarril, porque ambas vías buscaron un trazado más directo desde Alsasua a Beasain, dejando aisladas a su izquierda, mirando de sur a norte, tanto a Cegama como a Segura. Es imposible entender la historia de Segura sin su vinculación a la historia de España. Como le ocurre a todas las villas guipuzcoanas, vizcaínas y alavesas fundadas por los reyes de Castilla. En el caso de Segura su fundador fue Alfonso X el Sabio, rey de Castilla y de León, en 1256. Hoy está gobernada por concejales de EH Bildu y el PNV, que copan las nueve concejalías del consistorio, con mayoría para la izquierda abertzale por 5 a 4. O sea, una mayoría claramente independentista para un municipio cuya existencia misma es incomprensible sin enmarcarla, como decimos, en la historia de España.
Esta localidad ostenta el honor –por supuesto que desconocido o, en caso contrario, a buen seguro despreciado por la mayoría de sus actuales habitantes– de ser el único municipio guipuzcoano cuya denominación oficial no ha sido modificada con ese proceso de euscaldunización que ha transformado la historia y la geografía vascas y en muchos casos pervertido. El caso de Segura es único por eso: no han podido cambiarle el nombre. Y no haría falta probar que lo han intentado de todas las maneras y con todas sus fuerzas, pero no ha habido forma. No encontraron ningún otro topónimo eusquérico que pudiera sustituir al originario castellano de Segura. De los 89 municipios guipuzcoanos, solo seis tenían denominaciones no eusquéricas desde su mismo origen: Placencia de las Armas, Pasajes, Alegría de Oria, Mondragón, Oreja y Segura. Al primero le pusieron Soraluze; a Pasajes, Pasaia; a Alegría de Oria, Alegia; a Mondragón, Arrasate y a Oreja, Orexa. Pero con Segura no hubo manera. Nada más que por eso representa simbólicamente el verdadero anclaje de la provincia de Guipúzcoa, la Provincia por antonomasia, al resto de España.
Otros municipios en España, durante la Alta Edad Media, también fueron denominados Segura por sus fundadores, pero ninguno se llamó Segura a secas, como el caso guipuzcoano. Así tenemos Segura de la Sierra, en la provincia de Jaén, que da nombre a la sierra del mismo nombre y al río Segura, pero cuya etimología parece proceder del término árabe Saqura. También están Segura de Toro, un municipio del norte de la provincia de Cáceres, lindando con la de Salamanca, que no llega a los doscientos habitantes, llamado así por albergar una escultura de granito que representa un toro o verraco, del mismo estilo que los conocidos “Toros de Guisando” y de los que también hay otros ejemplares repartidos por diversas provincias del centro de la meseta y también alguno en Portugal, todos de la cultura de los vetones, aproximadamente del siglo V a.C. Esta Segura de Toro no tenemos claro su origen ni que fuera villa, como la guipuzcoana. Y hay también una Segura de León, que está al sur de la provincia de Badajoz, lindando con Huelva, donde se delimita una comarca entre ambas provincias con varios municipios que reciben esa misma denominación: así Cañaveral de León y Arroyomolinos de León en Huelva y Segura de León, Fuentes de León y Calera de León en Badajoz. Segura de León, en concreto, tiene casi 2000 habitantes, la más poblada de todas las Seguras que hemos visto, y recibió su fuero en 1274, también bajo el reinado de Alfonso X el Sabio, pero dieciocho años después que la Segura guipuzcoana.
Otro dato a tener en cuenta es el caso del apellido Segura, que va asociado a su topónimo. Por tratarse de un topónimo recurrente en varios lugares de España, como hemos visto, no debe extrañarnos la profusión del apellido con más de treinta mil portadores actuales como primer apellido y otros tantos como segundo, repartidos por todas las provincias españolas, de los que solo poco más de mil están en País Vasco y Navarra.
Cerca de Segura está Cegama, como hemos dicho, también en el antiguo Camino Real, actualmente con unos 1.500 habitantes. En su iglesia de San Martín de Tours está enterrado el caudillo carlista Tomás de Zumalacárregui, bajo un mausoleo con los escudos de todas las provincias españolas. En su cementerio también reposan los restos del compositor Juan Tellería Arrizabalaga, autor de “Amanecer en Cegama”, que es la música sobre la que se puso la letra del “Cara al sol”, el himno de la Falange. De Cegama es también el principal ideólogo de la izquierda averchale, Joxe Azurmendi.
Los nombres de los municipios guipuzcoanos que funcionan como apellidos y cuyos portadores viven en mucha mayor proporción en el resto de España que en el propio País Vasco y Navarra son: Aya, Azcoitia, Elgueta, Escoriaza, Gaviria, Hernani, Ibarra, Irún, Mendaro, Mondragón, Oñate, Oreja, Orio, Rentería, Tolosa, Vergara y Villabona. Y además los portadores de estos apellidos son muchos más que los portadores del resto de apellidos procedentes de municipios de Guipúzcoa, que son generalmente apellidos con pocos portadores, como es usual en la inmensa mayoría de los eusquéricos. Por ejemplo, ya hemos dicho que los municipios guipuzcoanos son 89. De esos quitamos 20 que no funcionan como apellidos o no tienen portadores según el INE. Nos quedan 69 que sí son apellidos, de los cuales 46 tienen menos de 300 portadores cada uno, bien sea de primer apellido o de segundo. Y del resto, que son 23, solo 14 tienen más de 1.000 portadores, de los cuales solo cuatro, Astigarraga, Lasarte, Lazcano y San Sebastián tienen más portadores viviendo dentro de País Vasco y Navarra que en el resto de España. El apellido procedente de topónimo que provoca mayor desequilibrio, haciendo que haya más portadores de apellidos guipuzcoanos en el resto de España que en la propia Guipúzcoa es sin duda Vergara, con más de 13.000 portadores en toda España de los que solo poco más de 1.000 están en Guipúzcoa. Y eso sin contar el apellido Segura, que no es eusquérico, pero del que ya hemos dicho que está en el orden de 30.000 portadores en toda España y de los que, como en el caso de Vergara, solo poco más de mil están en País Vasco y Navarra.
La euscaldunización de los topónimos vascos y navarros ha llevado a que se produzca un corte brusco en esa conexión histórica entre País Vasco y Navarra y resto de España –que es la intención fundamental del nacionalismo que denunciamos en esta serie–, ya que esos apellidos euscaldunizados procedentes de topónimos suelen tener distinta grafía que los originales castellanos y normalmente no aparecen en el resto de provincias españolas. No digamos ya cuando estamos ante verdaderas subversiones, como la de poner Agurain en lugar o a la misma altura de Salvatierra, por ejemplo. Aunque incluso en este caso también se dan excepciones curiosas. Por ejemplo, el apellido Donosti, eusquerización de San Sebastián, está más presente en Cantabria que en el resto de provincias vascas y Navarra juntas. Pero son eso, excepciones, ya que la tendencia es a diferenciar los apellidos vascos euscaldunizados de los que se mantienen castellanizados y son estos últimos los que nos dan la hondura de la conexión vasco-navarro-española a lo largo de la historia, que es justamente la que el nacionalismo, como decimos, con la eusquerización forzada de los topónimos y de los apellidos históricos, quiere borrar y anular a toda costa.
Mondragón, por ejemplo, no aparece como apellido vasco en el Nomenclátor de Euscalchaindia. En cambio, Arrasate, su forma eusquerizada, sí. De las más de trescientas personas apellidadas Arrasate en toda España, la mayoría están en País Vasco y Navarra, como era de suponer, pero lo curioso es que también las hay en Madrid, Barcelona y Cantabria. En cambio, Mondragón es otra cosa. La hondura histórica la comprobamos con él, no con Arrasate. Interesa aquí porque es el segundo apellido del dirigente de la zurda averchale Arnaldo Otegi. El susodicho Arnaldo, que se debe creer muy vasco y nada español, resulta que tiene un segundo apellido que no es considerado oficialmente vasco, lo cual demuestra una vez más la incoherencia del Noménclator de Euscalchaindia a la hora de definir y diferenciar entre “vasco” y “eusquérico”. Porque si Mondragón no está en ese listado, por no ser eusquérico, por qué sí están, en cambio, San Sebastián, por ejemplo, o Los Arcos, entre otros apellidos no eusquéricos relacionados con topónimos vasco-navarros. Mondragón, en cualquier caso, tiene 1.706 portadores como primer apellido y 1.682 de segundo en toda España, según el Padrón de 2.020, de los cuales en País Vasco y Navarra viven solo 303 de primer apellido y 326 de segundo. Personas apellidadas Mondragón hay en 39 provincias españolas. Donde más en Madrid, Barcelona, Castellón, Valencia y Pontevedra, por este orden.
Segura es una villa de 1.500 habitantes de la provincia de Guipúzcoa, en el antiguo Camino Real que le dio su inicial pujanza y que iba del interior de Castilla a la frontera de Francia. Luego quedó desplazada de dicha conexión privilegiada al realizarse el trazado más moderno de la carretera, que llevó a la actual Nacional 1, y del ferrocarril, porque ambas vías buscaron un trazado más directo desde Alsasua a Beasain, dejando aisladas a su izquierda, mirando de sur a norte, tanto a Cegama como a Segura. Es imposible entender la historia de Segura sin su vinculación a la historia de España. Como le ocurre a todas las villas guipuzcoanas, vizcaínas y alavesas fundadas por los reyes de Castilla. En el caso de Segura su fundador fue Alfonso X el Sabio, rey de Castilla y de León, en 1256. Hoy está gobernada por concejales de EH Bildu y el PNV, que copan las nueve concejalías del consistorio, con mayoría para la izquierda abertzale por 5 a 4. O sea, una mayoría claramente independentista para un municipio cuya existencia misma es incomprensible sin enmarcarla, como decimos, en la historia de España.
Esta localidad ostenta el honor –por supuesto que desconocido o, en caso contrario, a buen seguro despreciado por la mayoría de sus actuales habitantes– de ser el único municipio guipuzcoano cuya denominación oficial no ha sido modificada con ese proceso de euscaldunización que ha transformado la historia y la geografía vascas y en muchos casos pervertido. El caso de Segura es único por eso: no han podido cambiarle el nombre. Y no haría falta probar que lo han intentado de todas las maneras y con todas sus fuerzas, pero no ha habido forma. No encontraron ningún otro topónimo eusquérico que pudiera sustituir al originario castellano de Segura. De los 89 municipios guipuzcoanos, solo seis tenían denominaciones no eusquéricas desde su mismo origen: Placencia de las Armas, Pasajes, Alegría de Oria, Mondragón, Oreja y Segura. Al primero le pusieron Soraluze; a Pasajes, Pasaia; a Alegría de Oria, Alegia; a Mondragón, Arrasate y a Oreja, Orexa. Pero con Segura no hubo manera. Nada más que por eso representa simbólicamente el verdadero anclaje de la provincia de Guipúzcoa, la Provincia por antonomasia, al resto de España.
Otros municipios en España, durante la Alta Edad Media, también fueron denominados Segura por sus fundadores, pero ninguno se llamó Segura a secas, como el caso guipuzcoano. Así tenemos Segura de la Sierra, en la provincia de Jaén, que da nombre a la sierra del mismo nombre y al río Segura, pero cuya etimología parece proceder del término árabe Saqura. También están Segura de Toro, un municipio del norte de la provincia de Cáceres, lindando con la de Salamanca, que no llega a los doscientos habitantes, llamado así por albergar una escultura de granito que representa un toro o verraco, del mismo estilo que los conocidos “Toros de Guisando” y de los que también hay otros ejemplares repartidos por diversas provincias del centro de la meseta y también alguno en Portugal, todos de la cultura de los vetones, aproximadamente del siglo V a.C. Esta Segura de Toro no tenemos claro su origen ni que fuera villa, como la guipuzcoana. Y hay también una Segura de León, que está al sur de la provincia de Badajoz, lindando con Huelva, donde se delimita una comarca entre ambas provincias con varios municipios que reciben esa misma denominación: así Cañaveral de León y Arroyomolinos de León en Huelva y Segura de León, Fuentes de León y Calera de León en Badajoz. Segura de León, en concreto, tiene casi 2000 habitantes, la más poblada de todas las Seguras que hemos visto, y recibió su fuero en 1274, también bajo el reinado de Alfonso X el Sabio, pero dieciocho años después que la Segura guipuzcoana.
Otro dato a tener en cuenta es el caso del apellido Segura, que va asociado a su topónimo. Por tratarse de un topónimo recurrente en varios lugares de España, como hemos visto, no debe extrañarnos la profusión del apellido con más de treinta mil portadores actuales como primer apellido y otros tantos como segundo, repartidos por todas las provincias españolas, de los que solo poco más de mil están en País Vasco y Navarra.
Cerca de Segura está Cegama, como hemos dicho, también en el antiguo Camino Real, actualmente con unos 1.500 habitantes. En su iglesia de San Martín de Tours está enterrado el caudillo carlista Tomás de Zumalacárregui, bajo un mausoleo con los escudos de todas las provincias españolas. En su cementerio también reposan los restos del compositor Juan Tellería Arrizabalaga, autor de “Amanecer en Cegama”, que es la música sobre la que se puso la letra del “Cara al sol”, el himno de la Falange. De Cegama es también el principal ideólogo de la izquierda averchale, Joxe Azurmendi.
Los nombres de los municipios guipuzcoanos que funcionan como apellidos y cuyos portadores viven en mucha mayor proporción en el resto de España que en el propio País Vasco y Navarra son: Aya, Azcoitia, Elgueta, Escoriaza, Gaviria, Hernani, Ibarra, Irún, Mendaro, Mondragón, Oñate, Oreja, Orio, Rentería, Tolosa, Vergara y Villabona. Y además los portadores de estos apellidos son muchos más que los portadores del resto de apellidos procedentes de municipios de Guipúzcoa, que son generalmente apellidos con pocos portadores, como es usual en la inmensa mayoría de los eusquéricos. Por ejemplo, ya hemos dicho que los municipios guipuzcoanos son 89. De esos quitamos 20 que no funcionan como apellidos o no tienen portadores según el INE. Nos quedan 69 que sí son apellidos, de los cuales 46 tienen menos de 300 portadores cada uno, bien sea de primer apellido o de segundo. Y del resto, que son 23, solo 14 tienen más de 1.000 portadores, de los cuales solo cuatro, Astigarraga, Lasarte, Lazcano y San Sebastián tienen más portadores viviendo dentro de País Vasco y Navarra que en el resto de España. El apellido procedente de topónimo que provoca mayor desequilibrio, haciendo que haya más portadores de apellidos guipuzcoanos en el resto de España que en la propia Guipúzcoa es sin duda Vergara, con más de 13.000 portadores en toda España de los que solo poco más de 1.000 están en Guipúzcoa. Y eso sin contar el apellido Segura, que no es eusquérico, pero del que ya hemos dicho que está en el orden de 30.000 portadores en toda España y de los que, como en el caso de Vergara, solo poco más de mil están en País Vasco y Navarra.
La euscaldunización de los topónimos vascos y navarros ha llevado a que se produzca un corte brusco en esa conexión histórica entre País Vasco y Navarra y resto de España –que es la intención fundamental del nacionalismo que denunciamos en esta serie–, ya que esos apellidos euscaldunizados procedentes de topónimos suelen tener distinta grafía que los originales castellanos y normalmente no aparecen en el resto de provincias españolas. No digamos ya cuando estamos ante verdaderas subversiones, como la de poner Agurain en lugar o a la misma altura de Salvatierra, por ejemplo. Aunque incluso en este caso también se dan excepciones curiosas. Por ejemplo, el apellido Donosti, eusquerización de San Sebastián, está más presente en Cantabria que en el resto de provincias vascas y Navarra juntas. Pero son eso, excepciones, ya que la tendencia es a diferenciar los apellidos vascos euscaldunizados de los que se mantienen castellanizados y son estos últimos los que nos dan la hondura de la conexión vasco-navarro-española a lo largo de la historia, que es justamente la que el nacionalismo, como decimos, con la eusquerización forzada de los topónimos y de los apellidos históricos, quiere borrar y anular a toda costa.
Mondragón, por ejemplo, no aparece como apellido vasco en el Nomenclátor de Euscalchaindia. En cambio, Arrasate, su forma eusquerizada, sí. De las más de trescientas personas apellidadas Arrasate en toda España, la mayoría están en País Vasco y Navarra, como era de suponer, pero lo curioso es que también las hay en Madrid, Barcelona y Cantabria. En cambio, Mondragón es otra cosa. La hondura histórica la comprobamos con él, no con Arrasate. Interesa aquí porque es el segundo apellido del dirigente de la zurda averchale Arnaldo Otegi. El susodicho Arnaldo, que se debe creer muy vasco y nada español, resulta que tiene un segundo apellido que no es considerado oficialmente vasco, lo cual demuestra una vez más la incoherencia del Noménclator de Euscalchaindia a la hora de definir y diferenciar entre “vasco” y “eusquérico”. Porque si Mondragón no está en ese listado, por no ser eusquérico, por qué sí están, en cambio, San Sebastián, por ejemplo, o Los Arcos, entre otros apellidos no eusquéricos relacionados con topónimos vasco-navarros. Mondragón, en cualquier caso, tiene 1.706 portadores como primer apellido y 1.682 de segundo en toda España, según el Padrón de 2.020, de los cuales en País Vasco y Navarra viven solo 303 de primer apellido y 326 de segundo. Personas apellidadas Mondragón hay en 39 provincias españolas. Donde más en Madrid, Barcelona, Castellón, Valencia y Pontevedra, por este orden.