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Pablo Mosquera
Viernes, 02 de Julio de 2021 Tiempo de lectura:

Estado de frivolidad

La imagen de España es la de un país donde el desmadre se ha extendido por tierra, mar y aire. La marca España se ha convertido en unas imágenes y discursos que muestran la frivolidad de los dirigentes, muchos ciudadanos, y errores que tendrán graves consecuencias. De todo ello, seremos víctimas la población. De todo ello, se aprovechan quienes han descubierto, una vez más, esa vieja y popular "ley del péndulo".

 

Empecemos por la pandemia y la que será cuarta oleada gracias al agente vírico "Delta" y esa mezcla explosiva de repartir poder sin poder a los gobiernos autonómicos, con una población en periodo de vacunación, pero dispuesta a resarcirse del confinamiento. Ya sé que no hay nada más progresista que la libertad. Pero el derecho a la salud, en este caso, colisiona con el ejercicio de tal libertad en un país cuya economía depende del ocio.

 

Algunos, ingenuos o incrédulos, nos preguntamos. ¿Cómo ha sido posible legislar en materia de igualdad para los estados transexuales y no se ha hecho absolutamente nada para modificar la ley de salud y disponer de mecanismos que ordenen, distribuyan y adecuen, normas que permitan enfrentar la pandemia desde cualquier lugar de España?. Claro que la ignorancia de los mandarines es muy atrevida. Hasta el Ministro de Justicia ha llegado a decir que las comunidades autónomas disponen de legislación para someter el estado pandémico a las restricciones necesarias a fin de frenar los contagios. ¡Pues no!. Y ahí está lo acontecido con ese macrocontagio juvenil en las Baleares, dónde la justicia le ha enmendado el confinamiento a las autoridades civiles.  

 

Pretender que sea el poder judicial quien actúe como inspección coercitiva sanitaria para aislar las fuentes de contagio, no sólo resulta peligrosamente patético, es que, como dicen en derecho, es indisponible. Razón por la que priman la garantía de los derechos fundamentales, sobre las medidas que recomiendan los expertos en salud pública, que deben estar a estas alturas muy hartos y desencantados con la gestión descentralizada de la pandemia, tratada con las prisas de una desescalada económica y social que amenaza con nuevas cifras de morbilidad y mortalidad... 

 

Tal como está avanzando la cepa "Delta", antes de San Roque -16 de agosto- volveremos a estar perimetrados, con camas hospitalarias ocupadas por las vasculitis que desencadena el virus, y sobre todo con una doble preocupación en el terreno de la salud: ¿son resistentes los virus mutados a las vacunas usadas?; y si fuera así, ¿ ué solución se toma con la vacunación?, pues habría que adaptar las vacunas del mercado a las nuevas variantes que circulan.

 

Y la pregunta del millón. ¿Tendrá la autoridad competente valor para retroceder en el denominado proceso para la desescalada con sus necesarios efectos económicos, o seguirán insuflando optimismo para que nos acostumbremos a convivir con la enfermedad, sus muertes y sus invalideces?. Y es que alguna vez, los sanitarios que realizan estudios epidemiológicos retrospectivos, nos dirán la verdad: mutaciones / afectación orgánica del virus / capacidad para circular e infectar / errores que se han cometido desde que comenzó la pandemia. Digo todo lo que antecede, por las llamadas que vuelven a poner en público las autoridades de la OMS, que los políticos tratan de ocultar e ignorar, pero como en febrero del 2020, ya están ahí y notaremos sus efectos de inmediato.

 

Claro que nuestro país está ocupado con los embustes pactados entre el Gobierno y esos catalanes que en ningún momento van a renunciar a sus ínfulas independentistas; es más, tienen motivos sobrados para sentirse vencedores ante el complejo de unos y la huida hacia delante de otros. Todo ello con el peligro de la propagación a una Euskadi que parecía silente, pero que en cualquier momento, como los volcanes, puede volver a entrar en erupción.   

 

"Podemos asegura alto y claro que llevará el referéndum de autodeterminación a la mesa con Cataluña". Inmediatas declaraciones de los dirigentes indultados. Mientras, en sede Parlamentaria, Sánchez insiste en rechazar el referéndum y la amnistía, "ya que no caben en la Constitución". Pero... cosas veredes Sancho que harán fablar a las piedras.

 

No podemos admitir las mentiras del Presidente del Gobierno. La preocupación del Jefe del Estado debe ser máxima. Los españoles que residen en Cataluña saben que muy pronto volverán las actuaciones vandálicas de los CDR. Y Europol -órgano de cooperación de todas las policías de la UE- ha cursado un informe muy inquietante en el que alerta sobre la existencia y preparación de los métodos cada vez más agresivos de radicales nacionalistas en Cataluña, con tendencias al uso del terrorismo.

 

Ante esta escalada prevista, el Gobierno sanchista sigue vendiendo con sonrisas que tiene controlada Cataluña y que hasta los empresarios pueden estar tranquilos ya que hay camino, mediante el diálogo, para la normalidad. Lo veremos en septiembre con motivo de la Diada, cuando se repitan las escenas de violencia callejera, esta vez con más intensidad, ya que les ha salido bien las protagonizadas desde la declaración de independencia. Esta vez, el mando a distancia lo manejará Puigdemont desde su exilio y su escaño de eurodiputado.

 

Me apuesto con los lectores una taza de vino del Ribeiro a que las próximas oleadas, del virus y los nacionalismos, serán mucho más agresivas que lo vivido hasta ahora, y mientras tanto, desde Moncloa, viviremos el "estado de frivolidad", tratando de convencernos que los expertos policiales y sanitarios son unos agoreros enemigos de España. 

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