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Viernes, 16 de Julio de 2021 Tiempo de lectura:
Análisis

ARCO: el escaparate de la desidia artística

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Pocos ámbitos de la producción humana como el arte definen de manera más veraz e imperturbable una civilización o una época concretas. Los grandes momentos económicos o políticos se han visto reflejados en sublimes edificios o exquisitas pinturas e, incluso, tiempos oscuros han generado grandes hitos artísticos gracias al esfuerzo y el afán de superación de los hombres que nos han precedido.

 

Llevamos años inmersos en una vacuidad creativa, fiel imagen de nuestro mundo actual, que se ve reflejada en la mayoría de las obras que cuelgan en las paredes o se desparraman por el suelo de esta feria. Sorprende aun más si tenemos en cuenta que la mayoría de los expositores son galerías privadas que viven de vender sus productos en el mercado. La degeneración que se puede observar en cualquier museo de arte contemporáneo puede estar perfectamente justificada por el amiguismo, el oportunismo o la facilidad para acceder al dinero público por parte de los colaterales del poder. Sin embargo, en Arco, con unos costes “presenciales” evidentes y una necesidad de cerrar operaciones para cubrirlos, sorprende la apuesta de los participantes por determinado tipo de producción. Varillas de acero tiradas por el suelo, oleos monocromos con pintura esparcida, folios con una ralla de lapicero en medio, cintas plásticas colgando de la pared. Una serie de “producciones artísticas” que deberían avergonzar a quienes las realizan y que empequeñecen nuestro tiempo si lo comparamos con la pintura o escultura de cualquier otro momento.

 

Sorprende que nadie levante la voz ante esta mediocridad generalizada, ante la estupidez de personas que gastan media hora de su existencia contemplando un hierro tirado en el suelo y que además son capaces de elaborar un concienzudo discurso existencialista sobre el mismo. Cualquier comparación con quienes nos han precedió causa sonrojo, ninguno de los artistas actuales puede mirar a los ojos a los grandes maestros de nuestra historia, y, por si fuera poco, esto solo puede ir a peor. 

 

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