¡Queremos más!
Empiezo a entender y justifico la política de los tiranos absolutistas gobernantes de repúblicas bananeras como España. Si después de recortar y eliminar derechos básicos (que nadie reclama), al tiempo que se resucita, gratis y descontextualizadamente, “la obligación de todos los españoles y españolas de derramar su sangre (o algo parecido) en tiempos de crisis y bla, bla, bla”, introduciendo por lo bajo leyes de “Seguridad Nacional” (¡pero esto qué es!), si tras esta mano durísima el ciudadano capitula sin rechistar y hasta aplaude y se amarra más fuerte el bozal y mira con malos ojos a su camarada porque no lo lleva puesto en la calle (cuando él mismo tiene pensado aflojarlo muy pronto, en la saturada terraza de su bar predilecto), con este plantel y esta mentalidad popular, ¿a quién le extrañaría que el gobernante satélite de la república bananera no actuara como lo lleva haciendo casi año y medio ya? Es su obligación y la asume con total responsabilidad y la autoridad que la república enmascarada refrenda pasivamente. Y cuando el tiranito anuncie la llegada y distribución (acordaos de esto) de cuatro nuevas dosis de innovadoras (estas sí) vacunas, los camaradas y camarados de la república trotarán hasta el vacunódromo para pinchárselas en los ojos o donde precisen los expertos invisibles. Si yo fuera el que reparte las cobraría bien caras, directamente al bolsillo de mi cuñado. Total: ¡las van a pagar sin condiciones!
Por todo ello quiero manifestarle mi incondicional apoyo, señor tirano. Siga usted saltándose la sección de derechos básicos de esta bonita Constitución de bote y recuérdenos, con renovado entusiasmo y celo, toda la batería de rancias obligaciones, añadiendo inmisericordes decretazos que nos hunden más si cabe en la ruina mientras usted se pone las botas. España, aunque lo critique a usted, a su Gobierno y a la oposición, obedece, y eso es lo que cuenta. ¡Enciérrenos ya! ¡Más multas, más vacunas, más miseria!
Empiezo a entender y justifico la política de los tiranos absolutistas gobernantes de repúblicas bananeras como España. Si después de recortar y eliminar derechos básicos (que nadie reclama), al tiempo que se resucita, gratis y descontextualizadamente, “la obligación de todos los españoles y españolas de derramar su sangre (o algo parecido) en tiempos de crisis y bla, bla, bla”, introduciendo por lo bajo leyes de “Seguridad Nacional” (¡pero esto qué es!), si tras esta mano durísima el ciudadano capitula sin rechistar y hasta aplaude y se amarra más fuerte el bozal y mira con malos ojos a su camarada porque no lo lleva puesto en la calle (cuando él mismo tiene pensado aflojarlo muy pronto, en la saturada terraza de su bar predilecto), con este plantel y esta mentalidad popular, ¿a quién le extrañaría que el gobernante satélite de la república bananera no actuara como lo lleva haciendo casi año y medio ya? Es su obligación y la asume con total responsabilidad y la autoridad que la república enmascarada refrenda pasivamente. Y cuando el tiranito anuncie la llegada y distribución (acordaos de esto) de cuatro nuevas dosis de innovadoras (estas sí) vacunas, los camaradas y camarados de la república trotarán hasta el vacunódromo para pinchárselas en los ojos o donde precisen los expertos invisibles. Si yo fuera el que reparte las cobraría bien caras, directamente al bolsillo de mi cuñado. Total: ¡las van a pagar sin condiciones!
Por todo ello quiero manifestarle mi incondicional apoyo, señor tirano. Siga usted saltándose la sección de derechos básicos de esta bonita Constitución de bote y recuérdenos, con renovado entusiasmo y celo, toda la batería de rancias obligaciones, añadiendo inmisericordes decretazos que nos hunden más si cabe en la ruina mientras usted se pone las botas. España, aunque lo critique a usted, a su Gobierno y a la oposición, obedece, y eso es lo que cuenta. ¡Enciérrenos ya! ¡Más multas, más vacunas, más miseria!