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Raúl González Zorrilla, director de La Tribuna del País Vasco
Sábado, 12 de Julio de 2014 Tiempo de lectura:

Néstor Basterretxea y los vascos montaraces

Con motivo del fallecimiento del escultor Néstor Basterretxea, recupero una entrevista que le hice hace casi veinte años y que publiqué en "El Diario Vasco" de San Sebastián el 16 de julio de 1995.

Néstor Basterretxea: “Los vascos tenemos que dejar de ser seres montaraces y escondidos”

 

A sus 71 años, Néstor Basterretxea es uno de los artistas ya clásicos del País Vasco. Autor de numerosas obras cargadas de fuerza, mitología y tradición, este escultor nacido en Bermeo pero afincado desde hace años en Irún ha visto recientemente, con estupor sin límites, como una de sus esculturas, la "Paloma de la Paz" (1989) enclavada en Anoeta, se ha convertido en motivo de pugna entre la mayoría de los ciudadanos demócratas de este país y una minoría de personas que permanentemente se dedica a coartar la libertad de expresión de los demás. Profundo conocedor de la evolución histórica y cultural vasca, moderno en su formación estética y dedicado en sus años mozos, allá en la lejana Argentina, al mundo de la publicidad, la mano de Néstor Basterretxea se deja traslucir en numerosas localidades de Euskadi y del extranjero. Las pinturas murales de la Basílica de Aránzazu, la presa de Arriarán o el Monumento al Pastor de Reno (Estados Unidos) son algunos pocos ejemplos de su monumental trabajo artístico.

 

- ¿Cómo ve Nestor Basterretxea el panorama artístico actual del País Vasco?

- Diría que los artistas vascos vivimos una época desconcertantemente negativa en el sentido de que no nos tratamos ni nos comunicamos. Se da un excesivo individualismo, que ya es una característica intrínseca del vasco y que, además, se encuentra más acentuado todavía porque seguimos viviendo la "guerra" de hace unos años entre Oteiza y Chillida. Este hecho, en su día, nos agrupó en dos bandos profundamente separados y, al final, nos hemos acostumbrado a la enfermedad de la soledad. Esto no tiene nada que ver con la capacidad creadora que se da en este país que, en general, pienso que es alta y muy interesante. Personalmente, cada vez que viajo compruebo que la escultura vasca contemporánea está muy tenida en cuenta y es muy valorada. De cualquier forma, todo esto que digo lo digo desde un punto de vista artístico porque, socialmente, el panorama es desolador. Somos un desastre.

 

- Eso le iba a preguntar, ¿cómo influye la particular situación social de Euskadi en el artista que trabaja aquí?

- La situación política no influye en el fondo de la obra sino en nuestros comportamientos personales. Cada artista opta por apoyar unas causas con las que puede coincidir pero, actualmente, casi nunca lleva esos posicionamientos a sus trabajos.

 

- ¿Cómo se siente al ver su Paloma de la Paz convertida en símbolo de múltiples disputas?

- Hay poca gente que sabe que la Paloma de la Paz fue una iniciativa mía que le propuse a Xabier Albistur cuando era alcalde de San Sebastián. Con esta obra yo cedí en mis apreciaciones artísticas. Pensé que era un símbolo universal, que iba a estar en la calle y sospechaba que iba a ser un emblema de la paz y, por lo tanto, quise hacer una escultura comprensible para todos los ciudadanos y que, creo, tiene unas formas hermosas. Ahora, cuando veo lo que ocurre a su alrededor, me quedo desconcertado. La Paloma es de los que están por la paz. Personalmente, preguntaría a los que apoyan la violencia lo siguiente: ¿qué personas incluirían en su hipotético Gobierno, tan excelsas y tan perfectas, que merezcan todo el drama que está sufriendo este pueblo?

 

- Usted, que conoce bien la tradición cultural y la mitología del País Vasco, ¿cómo cree que hemos llegado a esta situación?

- La mitología vasca es de defensa, como la que corresponde a un país pobre y pequeño. Este fenómeno a mí me ha proporcionado conciencia de esa vida apretada y constreñida que ha sido la constante del pueblo vasco durante muchos siglos. ¿Esto nos ha marcado para que ahora salgan esas fuerzas tremendas que llegan hasta el asesinato? No lo sé, pero nuestra mitología es de aldeanos desconfiados y recelosos. Lo que no puedo afirmar es que esté justificada. Es posible que los vascos hayamos llegado al tiempo presente marcados por periodos difíciles y dramáticos... pero hay que saber reaccionar. Tenemos que saber situarnos en el mundo en el que vivimos y dejar de ser seres montaraces y escondidos.

 

- ¿Qué le diría a su vecino, José María Aldaia, que se encuentra secuestrado por la banda terrorista ETA?

- La tortura que está sufriendo este hombre es auténticamente real y, por lo tanto, ¿qué se le puede decir? Que resista, que todos estamos con él.

 

- ¿En qué está trabajando ahora Nestor Basterretxea?

- Tengo la suerte de que me encargan cosas, sobre todo, para lugares públicos. Tengo veinte esculturas en la calle, dos de ellas en Estados Unidos. Ahora acabo de colocar una obra en Vitoria, me han encargado una escultura dedicada al pastor en Oñate y me gustaría dedicar otra escultura a la idea del exilio, en general. Mi familia, y yo mismo, estuvimos muy marcados por el exilio y creo que debo una obra a toda esa gente que un día dejó sus raíces y no volvió a sus orígenes.

 

-  Parece que tiene algunos problemas con el Museo de Bellas Artes de Bilbao para montar una exposición...

- No, lo que ocurre es que en el Museo de Bilbao no hay fondos y, como consecuencia, ha aparecido una figura nueva que es la del patrocinador. Yo pienso que éste es un hecho revolucionario, pero negativamente. Si antes hubiera que haber cumplido esta premisa ningún artista hubiese podido exponer.  Me parece que es algo ofensivo y humillante porque, naturalmente, yo no me voy a dedicar ahora a buscar los diez millones de pesetas que me piden para presentar mis trabajos. La postura del museo es que quieren los fondos para editar el catálogo de la exposición ya que, según ellos, las muestras pasan y se olvidan, pero los catálogos son los que permanecen. Personalmente, rechazo esta situación porque pienso que, cuando un museo se encuentra en semejante penuria, lo que tiene que hacer es protestar y cerrar sus puertas. Al final, lo que ocurre es que hace quince años pude exponer sin problemas en Bilbao la Serie Cosmogónica y ahora, que soy más mayor y tengo mucha más obra, no puedo preparar la muestra.

 

- Pero para otros elementos culturales sí que hay fondos, como para el Guggenheim, por ejemplo...

- Hace pocos días estuve con el director de obras del nuevo museo. Me quedé impresionado de las dimensiones y del tremendo empuje arquitectónico de la obra y, claro, no se puede estar contra el hecho de que en Bilbao se instale un centro artístico de primera magnitud. Lo que ocurre es que en la vida todo es cuestión de medidas y, si un centro de esa importancia colapsa todo el presupuesto, quizás habría que haberlo pensado mejor. Tal vez se podría haber hecho un proyecto menos costoso y el dinero ahorrado en él podría haberse repartido más adecuadamente. Posiblemente, al lado de las penurias que tiene el Museo de Bilbao, el Guggenheim resulte algo excesivo. 

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