Martes, 16 de Septiembre de 2025

Actualizada Lunes, 15 de Septiembre de 2025 a las 19:01:29 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Miércoles, 28 de Julio de 2021 Tiempo de lectura:
“Hay un guion bien trazado con un calendario y finalidades tremendas”

Conferencia Episcopal: “El relativismo abre el camino a un capitalismo moralista que impone valores y estilos de vida”

[Img #20424]

 

La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha hecho público el documento Fieles al envío misionero aprobado por la Asamblea Plenaria con las orientaciones y las líneas de acción para la CEE en los cuatro próximos cursos pastorales (2021-2025).

 

El documento considera que “el género humano se halla en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Los provoca el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador; pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre su comportamiento para con las realidades y los hombres con quienes convive. Tan es así esto, que se puede ya hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural, que redunda también en la vida religiosa”.

 

[*] Los suscriptores del Club de Lectores de La Tribuna del País Vasco pueden solicitar una copia del documento a través de los caneles habituales

 

La CEE, apoyándose en el Informe FOESSA de Cáritas Española, afirma que “nos encontramos en una gran mutación social que tiene como causa profunda una sociedad desvinculada, desordenada e insegura en la que crece la desconfianza y el enfrentamiento. A esta situación se ha llegado a través de un proceso de transformaciones tecnológicas, económicas y culturales que han afectado a múltiples dimensiones de la existencia; alcanza su punto culminante en un intento decidido de transformación antropológica que hace juego con el sistema económico dominante y con una propuesta de estilo de vida y de organización de la convivencia que hagan posible dicha transformación”.

 

Para la Conferencia Episcopal, detrás de esta situación hay que reconocer la existencia de una cultura dominante marcadamente relativista. “Para el relativismo no hay valores absolutos ni puede haber juicios universales, ya que todo está en función de la percepción subjetiva de cada uno y de los intereses de los grandes grupos de poder. El nihilismo crece. En consecuencia, se hacen muy difíciles los compromisos estables y la vivencia de la fe. La vida humana queda desarraigada, sin ningún anclaje divino ni verdad absoluta. La norma suprema del comportamiento llega a través del consenso social positivista y todo queda a merced de los intereses de quienes pueden imponer su voluntad. Los más débiles y pobres quedan excluidos y no son tenidos en cuenta. Los jóvenes experimentan un extraño malestar, pero no saben bien por qué. En esta incertidumbre el nuevo imperio digital, que quiere borrar la distinción entre lo verdadero y lo falso, la realidad y la ficción, el bien y el mal, se ofrece como guía que «perfila» nuestro rostro y «calcula» nuestras decisiones”.

 

Los obispos españoles creen que “todo este proceso de transformación no ocurre solo de manera automática como consecuencia de transformaciones tecnológicas y económicas, sino que es impulsado por un intento deliberado de «deconstrucción» o desmontaje, en concreto, de la cosmovisión cristiana. Pareciera que hay un guion bien trazado con calendario y finalidades tremendas. Emerge, teledirigida, una propuesta neopagana que pretende construir una sociedad nueva, para lo cual es preciso «deconstruir». Así asistimos a un constructivismo antropológico en las muy extendidas corrientes ideológicas de género y en la aceptación social del aborto y la eutanasia; un constructivismo histórico y también pedagógico, reforzado con el dominio de la escuela, para lo cual es preciso «deconstruir» pues «la libertad humana pretende construirlo todo desde cero». Todo ello ocurre de manera indolora, pues la cultura de masas, basada en emociones y sensaciones, está logrando que este proceso de derribo se viva de manera casi indiferente, más aún como un logro de la libertad. Consecuencia: la desvinculación, la desconfianza y el enfrentamiento”.

 

La Conferencia Episcopal, citando al sociólogo Zygmunt Bauman, recuerda que “hemos pasado de una sociedad moderna que buscaba la solidez en los grandes principios ideológicos y en las grandes causas, a una sociedad posmoderna que es líquida y voluble. Como consecuencia surgen la desvinculación y la desconfianza, la fragmentación de las vidas y la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista de relaciones efímeras en las que no se mantienen ni la lealtad ni el compromiso adquirido. «Tiempos líquidos, sociedad líquida, amor líquido», que desembocan en un hombre líquido que quiere ser simplemente un ciudadano del mundo sin ataduras, ni en el amor ni en la forma de vida. La realidad líquida es continuo movimiento, flujo y búsqueda de nuevas experiencias, pero sin echar raíces en ningún lugar, sin compromiso en el amor ni en el trabajo. Ciudadanos del mundo, pero de ningún lugar concreto. Es la era del consumismo, en la que lo importante no es conservar los objetos mientras son de utilidad, sino renovarlos constantemente. A la vez, la vida líquida angustia a las personas porque no tienen nada fijo y duradero. El mismo Bauman denomina a este período la «gran desvinculación», que supone un enorme desmoronamiento o deshilachamiento de las instituciones que sostenían la creación de valores y bienes públicos. Es la desvinculación respecto del propio cuerpo, de la realidad, del otro y de Dios”.

 

El momento presente

 

Para la CEE, el contexto actual muestra un gran cambio social que ha generado una sociedad desvinculada, desordenada e insegura en la que crece la desconfianza y el enfrentamiento. En este momento, las transformaciones tecnológicas, económicas y culturales que afectan a la existencia de las personas dan un salto adelante con la pretensión de una transformación antropológica que encaje con el sistema económico dominante. Se propone para ello un estilo de vida y de organización de la convivencia que hagan posible esa transformación.

 

“La cultura relativista dominante abre el camino para un capitalismo moralista que no solo regula la producción y el consumo, sino que impone valores y estilos de vida. Los datos entregados por los usuarios digitales dan acceso a los deseos y pensamientos de la población y a partir de ello, se ofrece una «voluntad artificial» capaz de «hacer querer» y «hacer decidir» a los usuarios. El mismo relativismo disuelve los valores absolutos e impide los juicios universales, todo está en función de la percepción subjetiva y de los intereses de los grupos de poder”.

 

Etiquetada en...

Portada

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.