Ha sido un asesinato en plena estación de Abando, entre magrebíes, en una de las zonas aledañas a San Francisco que hace tiempo que se ha trasformado en intransitable. Tan solo hay que hablar con los guardas de seguridad que custodian estas instalaciones para escuchar sus testimonios sobre peleas, robos  y agresiones, para que luego sean ellos los acusados de brutalidad en los telediarios cuando tratan de poner orden en esta jungla.

Otro “caso aislado”, según el alcalde Aburto, que trata de minimizar las consecuencias de las políticas de apertura de centros de acogida de menores no acompañados que después campan a sus anchas por nuestros barrios. El diputado general, Unai Rementeria, también tiene bien de culpa en esta ciénaga en la que están convirtiendo el País Vasco con su afán por tutelar a quienes siembran el terror en nuestras calles. Ellos son los verdaderos responsables de la debacle que estamos sufriendo con sus políticas de puertas abiertas, sus bandera “onguietorri” y sus subvenciones ilimitadas a  asociaciones que se lucran con este negocio millonario. Son culpables por implantar políticas gobalistas de llegada masiva de inmigración ilegal a nuestra ciudad y, sobre todo, por tapar sus consecuencias. Si todos los bilbaínos llevamos años viendo esta situación en nuestra villa... ¿cómo puede ser que el Alcalde y el Diputado General, con decenas de asesores, informes y funcionarios a su servicio, no vean algo tan evidente? Porque no quieren verlo, porque el Partido Nacionalista Vasco se ha convertido en un partido globalista, vendido a las políticas muticulturalistas fomentadas desde los centros de poder de las élites europeas. Porque en su afán por cambiar la faz de nuestras sociedades, de acabar con la clase media europea, no tiene ningún reparo en destrozar su tierra, esa que tanto dicen amar, importando inseguridad, miseria e incertidumbre. Si llenáis una ciudad de personas que desconocen nuestro idioma, no tienen recursos, utilizan unos niveles de agresividad inaudita y tenéis una policía atada de pies y manos... ¿qué esperaban ustedes que sucediera, señores Aburto y Rementeria? Estos son los principales responsables, pero el silencio de miles de bilbaínos y bilbaínas ante esta situación, cada vez es más culpable. ¿Ni una manifestación en la calle, ni una protesta en el pleno, ni una concentración para denunciar la desidia de las instituciones vascas en la protección de sus ciudadanos? El silencio del País Vasco cada vez suena más a complicidad con unos gobernantes que son conscientes de que sus políticas nos llevan a una decadencia inminente, a una decadencia, cada vez lo tengo más claro, programada.