El buruquide etimologista (I)
Isaac López Mendizábal, que firmaba sus obras en eusquera como Ixaka Lopez Mendizabal (en ocasiones incluso aparecen los dos apellidos unidos por guión, como es el caso del número que le dedica la serie “Bidegileak” del departamento de Cultura del Gobierno Vasco), llegó a ser buruquide destacado del PNV en los años veinte y treinta del siglo pasado.
Empezó su carrera política como concejal de este partido por su municipio natal de Tolosa en 1915, hasta que llegó a ser presidente del máximo órgano ejecutivo del PNV, esto es, del Euskadi Buru Batzar –lo que ahora es Andoni Ortuzar–, en 1934 y 1935. No debió de tener muchos apellidos vascos, puesto que su padre se llamaba Eusebio López Martínez y su madre Juliana Mendizábal de La Lama. Pero fue un tipo interesante por las muchas facetas en las que se desempeñó, empezando por su nivel de estudios, ya que alcanzó a culminar dos doctorados, uno en Filosofía y Letras, con una tesis sobre las guerras cántabras y otro en Derecho, con una tesis sobre los fueros de Guipúzcoa.
Heredó y regentó la imprenta familiar de Tolosa, fundada por sus ancestros por línea materna en 1750. Se casó con Antonia Olano y tuvieron tres hijos, Xabier, Izaskun e Itziar. Publicó libros en eusquera elaborados por él mismo, como una primera enciclopedia infantil, titulada Xabiertxo (por el nombre de su hijo), que alcanzó cierta celebridad, así como gramáticas, métodos conversacionales y toda una serie de manuales de uso y aprendizaje del eusquera, dirigidos tanto a niños como a adultos. Estuvo muy implicado en la faceta cultural del nacionalismo vasco, durante los años previos a la Segunda República. Y eso se puede notar observando la cantidad de iniciativas en las que intervino –incluyendo la fundación de Euskaltzaindia en 1919–, así como el contenido de su bibliografía generada en esa época del primer tercio del siglo XX. Así mismo realizó estudios musicales, que le pusieron en contacto con orfeones y músicos famosos de su tiempo, como Eduardo Mocoroa, Jesús Guridi o Pablo Sorozabal, llevándole incluso a crear una editorial dedicada a la impresión de partituras.
Fue políglota y hasta se interesó por el esperanto. También fue un consumado deportista, montañero y pionero del esquí. En suma, una personalidad fuerte, exuberante incluso, por los muchos ámbitos que abarcó. No obstante, todo hay que decirlo, si en los demás campos de conocimiento y actividad actuó con la solvencia que lo hizo en el ámbito de la etimología de los apellidos, la verdad es que entonces nuestra consideración hacia el personaje se llena de incertidumbres. Tras la guerra civil, marchó al exilio, primero a San Juan de Luz y después, ya por muchos años, a Argentina, donde continuó su labor cultural y de proselitismo nacionalista, dentro de los círculos del exilio vasco, aglutinando a los nacionalistas que recalaron por el cono sur americano y dándoles apoyo cultural y doctrinal. En Argentina, Isaac López Mendizábal fundó la editorial Ekin de libros nacionalistas, intervino en la fundación de la versión argentina del periódico Euzko Deya y creó la asociación “Saski-Naski” de fomento de la cultura vasca. Volvió a España, a la España franquista, en 1966, para fallecer en su Tolosa natal en 1977, con 98 años. Hizo lo mismo que hicieron la mayoría de los dirigentes del PNV que no participaron directamente en el gobierno vasco del lendacari Aguirre, que se fueron al exilio pero luego volvieron, antes o después, durante la etapa franquista, y sin ser molestados por las autoridades del régimen en casi todos los casos.
Pero aquí por lo que nos interesa este personaje es por la que sería su gran obra filológica en el exilio, de casi ochocientas páginas, editada en Buenos Aires por Ediciones Librería del Colegio, en 1958, con ayuda de sus hijos, a los que se la dedica, y que hicieron la labor de redactores, ya que él les dictaba lo que tenían que anotar, debido a sus, para entonces, graves problemas de la vista. Contaba por esa fecha 79 años y la obra en cuestión se tituló Etimologías de apellidos vascos. El libro tiene gran importancia porque supone un abordaje sistemático al tema de los apellidos procedente de alguien que, desde su condición de buruquide, llegó a ser presidente del PNV, como hemos dicho. Lo cual, como se comprenderá, es altamente interesante para el propósito de esta serie. De hecho, este libro es con toda seguridad el más trabajado sobre esta materia desde ese ámbito ideológico y nos da muchas pistas sobre de qué manera la ideología nacionalista está íntimamente imbricada con el tema de los apellidos. Recordemos que en esta serie hemos citado ya muchas veces el Tratado etimológico de los apellidos euzkéricos del fundador del nacionalismo vasco, Sabino Arana, que es el precedente y modelo a seguir al respecto.
Empezaremos por abordar el libro de una manera genérica, reservándonos para cuando consideremos necesario, a lo largo de esta serie de “El balle del ziruelo”, tratar algún otro aspecto singular del mismo. Vaya por delante que el autor hace un libro sobre apellidos vascos donde el grueso de sus etimologías descansa sobre un origen vegetal. La inmensa mayoría de los apellidos vascos, a su juicio, proceden de términos vegetales y en particular hay dos especímenes o formaciones vegetales que se llevan la palma, puesto que su raíz estaría presente, de una forma u otra, según este autor, en infinidad de apellidos vascos. Nos referimos a helecho o helechal y, sobre todo, a pastizal. A mí me llamó la atención desde el principio que en el diccionario de Querexeta, que aquí citamos a menudo, se recurriera a López Mendizábal constantemente para establecer la etimología de los apellidos y cómo aparecía una y otra vez el término “pastizal” para explicarlo todo. Con decir que en el primer volumen del Querexeta (son cuatro en la edición que manejo) no bajan de mil las apariciones del dichoso pastizal para explicar la etimología de los apellidos más diversos y diferentes entre sí. Y lo mismo, pero en inferior medida, con helechal. Y así en los volúmenes sucesivos.
López Mendizábal ya ha recibido algunas críticas por sus elucubraciones apellidístico-vegetales, según deduzco de lo que voy sabiendo de este autor. Por tanto, no seré yo el primero en hacérselas. De hecho, traemos aquí el trabajo de un investigador en principio nada sospechoso de antinacionalismo, como es Luis María Múgica Urdangarín, que se titula “Examen crítico de la «Panfitonimia» en las «Etimologías de apellidos vascos» de Isaac López Mendizábal”, publicado en el número 68 del año 1995 de la revista Fontes Linguae Vasconum. Ya por el título podemos deducir el poco entusiasmo –por ser suaves– con que es recibido el resultado de la investigación sobre apellidos vascos de quien fuera máximo buruquide del PNV, donde todo es de origen vegetal, de ahí el término “panfitonimia”. Vamos a reproducir aquí algunos gruesos errores etimológicos del libro de Isaac López Mendizábal, según su crítico Luis María Múgica, y luego añadiremos otros olvidados u obviados por este último, que dan la verdadera medida de la empresa filológico-nacionalista que emprendió el tolosarra.
Para empezar, consignaremos algunos apellidos indudablemente castellanos que sorprendentemente Isaac López Mendizábal convierte en eusquéricos, siempre con significado procedente del reino vegetal. No he contrastado con el diccionario de López Mendizábal, para comprobar si hay más. Supongo que sí habrá muchos más. Entre otras cosas porque Múgica nos advierte de que lo que nos ofrece es producto de “una mirada somera al cuerpo mayor de la obra”. Y por mi parte no aspiro, aquí y ahora, a reproducir más que unos cuantos que me resultan irrefutables –además de alucinantes– de entre los que recoge Luis María Múgica. A continuación, una pequeña serie de apellidos castellanos seguidos de la etimología vegetal que les aplica López Mendizábal y por la que este deduce, contra toda lógica, que, en realidad, son eusquéricos:
Acedo: apellido castellano que, según López Mendizábal, significa zarzal en eusquera y así los sucesivos
Aguilar: lugar de tejos
Bañales: brezal
Baños: pastizal
Villachica: pastizal
Burgos: lugar de abedules
Butrón: zarzal, helechal
Cubillos: helechal, madroñal
Guerra: zarzal
Lahidalga: helechal
Lodosa: pastizal.
Lorca: espinal
Llano: pastizal
Mayora: brezal, pastizal,
Ortigosa: sobre el carrascal
Palacio: pastizal
Peña: pastizal
Pinedo: pastizal
Sobrado: pastizal
Tamayo: pastizal
Tierra: lugar de brezos
Torres: zarzal
Viana: junco, pastizal
¿Alguien lo entiende? Apellidos como Aguilar, por ejemplo, o Lorca, Llano, Palacio, Peña o Torres, ¡incluso Burgos!, convertidos en eusquéricos por una etimología vegetal de lo más arbitraria concebida por alguien que fue presidente del PNV.
(continuará)
Isaac López Mendizábal, que firmaba sus obras en eusquera como Ixaka Lopez Mendizabal (en ocasiones incluso aparecen los dos apellidos unidos por guión, como es el caso del número que le dedica la serie “Bidegileak” del departamento de Cultura del Gobierno Vasco), llegó a ser buruquide destacado del PNV en los años veinte y treinta del siglo pasado.
Empezó su carrera política como concejal de este partido por su municipio natal de Tolosa en 1915, hasta que llegó a ser presidente del máximo órgano ejecutivo del PNV, esto es, del Euskadi Buru Batzar –lo que ahora es Andoni Ortuzar–, en 1934 y 1935. No debió de tener muchos apellidos vascos, puesto que su padre se llamaba Eusebio López Martínez y su madre Juliana Mendizábal de La Lama. Pero fue un tipo interesante por las muchas facetas en las que se desempeñó, empezando por su nivel de estudios, ya que alcanzó a culminar dos doctorados, uno en Filosofía y Letras, con una tesis sobre las guerras cántabras y otro en Derecho, con una tesis sobre los fueros de Guipúzcoa.
Heredó y regentó la imprenta familiar de Tolosa, fundada por sus ancestros por línea materna en 1750. Se casó con Antonia Olano y tuvieron tres hijos, Xabier, Izaskun e Itziar. Publicó libros en eusquera elaborados por él mismo, como una primera enciclopedia infantil, titulada Xabiertxo (por el nombre de su hijo), que alcanzó cierta celebridad, así como gramáticas, métodos conversacionales y toda una serie de manuales de uso y aprendizaje del eusquera, dirigidos tanto a niños como a adultos. Estuvo muy implicado en la faceta cultural del nacionalismo vasco, durante los años previos a la Segunda República. Y eso se puede notar observando la cantidad de iniciativas en las que intervino –incluyendo la fundación de Euskaltzaindia en 1919–, así como el contenido de su bibliografía generada en esa época del primer tercio del siglo XX. Así mismo realizó estudios musicales, que le pusieron en contacto con orfeones y músicos famosos de su tiempo, como Eduardo Mocoroa, Jesús Guridi o Pablo Sorozabal, llevándole incluso a crear una editorial dedicada a la impresión de partituras.
Fue políglota y hasta se interesó por el esperanto. También fue un consumado deportista, montañero y pionero del esquí. En suma, una personalidad fuerte, exuberante incluso, por los muchos ámbitos que abarcó. No obstante, todo hay que decirlo, si en los demás campos de conocimiento y actividad actuó con la solvencia que lo hizo en el ámbito de la etimología de los apellidos, la verdad es que entonces nuestra consideración hacia el personaje se llena de incertidumbres. Tras la guerra civil, marchó al exilio, primero a San Juan de Luz y después, ya por muchos años, a Argentina, donde continuó su labor cultural y de proselitismo nacionalista, dentro de los círculos del exilio vasco, aglutinando a los nacionalistas que recalaron por el cono sur americano y dándoles apoyo cultural y doctrinal. En Argentina, Isaac López Mendizábal fundó la editorial Ekin de libros nacionalistas, intervino en la fundación de la versión argentina del periódico Euzko Deya y creó la asociación “Saski-Naski” de fomento de la cultura vasca. Volvió a España, a la España franquista, en 1966, para fallecer en su Tolosa natal en 1977, con 98 años. Hizo lo mismo que hicieron la mayoría de los dirigentes del PNV que no participaron directamente en el gobierno vasco del lendacari Aguirre, que se fueron al exilio pero luego volvieron, antes o después, durante la etapa franquista, y sin ser molestados por las autoridades del régimen en casi todos los casos.
Pero aquí por lo que nos interesa este personaje es por la que sería su gran obra filológica en el exilio, de casi ochocientas páginas, editada en Buenos Aires por Ediciones Librería del Colegio, en 1958, con ayuda de sus hijos, a los que se la dedica, y que hicieron la labor de redactores, ya que él les dictaba lo que tenían que anotar, debido a sus, para entonces, graves problemas de la vista. Contaba por esa fecha 79 años y la obra en cuestión se tituló Etimologías de apellidos vascos. El libro tiene gran importancia porque supone un abordaje sistemático al tema de los apellidos procedente de alguien que, desde su condición de buruquide, llegó a ser presidente del PNV, como hemos dicho. Lo cual, como se comprenderá, es altamente interesante para el propósito de esta serie. De hecho, este libro es con toda seguridad el más trabajado sobre esta materia desde ese ámbito ideológico y nos da muchas pistas sobre de qué manera la ideología nacionalista está íntimamente imbricada con el tema de los apellidos. Recordemos que en esta serie hemos citado ya muchas veces el Tratado etimológico de los apellidos euzkéricos del fundador del nacionalismo vasco, Sabino Arana, que es el precedente y modelo a seguir al respecto.
Empezaremos por abordar el libro de una manera genérica, reservándonos para cuando consideremos necesario, a lo largo de esta serie de “El balle del ziruelo”, tratar algún otro aspecto singular del mismo. Vaya por delante que el autor hace un libro sobre apellidos vascos donde el grueso de sus etimologías descansa sobre un origen vegetal. La inmensa mayoría de los apellidos vascos, a su juicio, proceden de términos vegetales y en particular hay dos especímenes o formaciones vegetales que se llevan la palma, puesto que su raíz estaría presente, de una forma u otra, según este autor, en infinidad de apellidos vascos. Nos referimos a helecho o helechal y, sobre todo, a pastizal. A mí me llamó la atención desde el principio que en el diccionario de Querexeta, que aquí citamos a menudo, se recurriera a López Mendizábal constantemente para establecer la etimología de los apellidos y cómo aparecía una y otra vez el término “pastizal” para explicarlo todo. Con decir que en el primer volumen del Querexeta (son cuatro en la edición que manejo) no bajan de mil las apariciones del dichoso pastizal para explicar la etimología de los apellidos más diversos y diferentes entre sí. Y lo mismo, pero en inferior medida, con helechal. Y así en los volúmenes sucesivos.
López Mendizábal ya ha recibido algunas críticas por sus elucubraciones apellidístico-vegetales, según deduzco de lo que voy sabiendo de este autor. Por tanto, no seré yo el primero en hacérselas. De hecho, traemos aquí el trabajo de un investigador en principio nada sospechoso de antinacionalismo, como es Luis María Múgica Urdangarín, que se titula “Examen crítico de la «Panfitonimia» en las «Etimologías de apellidos vascos» de Isaac López Mendizábal”, publicado en el número 68 del año 1995 de la revista Fontes Linguae Vasconum. Ya por el título podemos deducir el poco entusiasmo –por ser suaves– con que es recibido el resultado de la investigación sobre apellidos vascos de quien fuera máximo buruquide del PNV, donde todo es de origen vegetal, de ahí el término “panfitonimia”. Vamos a reproducir aquí algunos gruesos errores etimológicos del libro de Isaac López Mendizábal, según su crítico Luis María Múgica, y luego añadiremos otros olvidados u obviados por este último, que dan la verdadera medida de la empresa filológico-nacionalista que emprendió el tolosarra.
Para empezar, consignaremos algunos apellidos indudablemente castellanos que sorprendentemente Isaac López Mendizábal convierte en eusquéricos, siempre con significado procedente del reino vegetal. No he contrastado con el diccionario de López Mendizábal, para comprobar si hay más. Supongo que sí habrá muchos más. Entre otras cosas porque Múgica nos advierte de que lo que nos ofrece es producto de “una mirada somera al cuerpo mayor de la obra”. Y por mi parte no aspiro, aquí y ahora, a reproducir más que unos cuantos que me resultan irrefutables –además de alucinantes– de entre los que recoge Luis María Múgica. A continuación, una pequeña serie de apellidos castellanos seguidos de la etimología vegetal que les aplica López Mendizábal y por la que este deduce, contra toda lógica, que, en realidad, son eusquéricos:
Acedo: apellido castellano que, según López Mendizábal, significa zarzal en eusquera y así los sucesivos
Aguilar: lugar de tejos
Bañales: brezal
Baños: pastizal
Villachica: pastizal
Burgos: lugar de abedules
Butrón: zarzal, helechal
Cubillos: helechal, madroñal
Guerra: zarzal
Lahidalga: helechal
Lodosa: pastizal.
Lorca: espinal
Llano: pastizal
Mayora: brezal, pastizal,
Ortigosa: sobre el carrascal
Palacio: pastizal
Peña: pastizal
Pinedo: pastizal
Sobrado: pastizal
Tamayo: pastizal
Tierra: lugar de brezos
Torres: zarzal
Viana: junco, pastizal
¿Alguien lo entiende? Apellidos como Aguilar, por ejemplo, o Lorca, Llano, Palacio, Peña o Torres, ¡incluso Burgos!, convertidos en eusquéricos por una etimología vegetal de lo más arbitraria concebida por alguien que fue presidente del PNV.
(continuará)