Apagones
Apagón. ¿Amenaza real o agoreros interesados? que de cumplirse nos obligaría a echar mano del candil, vela o linterna, algo que no está exento de cierto halo de romanticismo; no obstante, un apagón que nos alegraría y ansiamos ver es el del volcán de la Palma del que deseamos dejar de oír pronto sus hórridos eruptos y de contemplar cómo se desliza la lava cual vomitona fruto de sus náuseas.
Lamentablemente se divisan en lontananza nubarrones que presagian otros apagones: el de la educación, empeorando su calidad, socavando el mérito, la excelencia y desterrando el esfuerzo. La urbanidad también está amenazada de ser abducida por un apagón: la buena educación, el respeto y la cortesía brillan por su ausencia siendo sustituidas por la zafiedad que metamorfosea a las personas en chusma, en quídams de la peor calaña. Qué decir de la crítica constructiva, de poder divergir en cualquier cuestión sin que se tache por ello a nadie de cometer apostasía por no seguir al flautista o cantamañanas de turno; es éste otro apagón de funestas consecuencias. La Historia también es víctima del apagón, aflojan sus bombillas para no recordarla tal cual. Apagones físicos pero también éticos y espirituales tan aciagos como el primero.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
![[Img #20982]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/11_2021/8534_apagon.png)
Apagón. ¿Amenaza real o agoreros interesados? que de cumplirse nos obligaría a echar mano del candil, vela o linterna, algo que no está exento de cierto halo de romanticismo; no obstante, un apagón que nos alegraría y ansiamos ver es el del volcán de la Palma del que deseamos dejar de oír pronto sus hórridos eruptos y de contemplar cómo se desliza la lava cual vomitona fruto de sus náuseas.
Lamentablemente se divisan en lontananza nubarrones que presagian otros apagones: el de la educación, empeorando su calidad, socavando el mérito, la excelencia y desterrando el esfuerzo. La urbanidad también está amenazada de ser abducida por un apagón: la buena educación, el respeto y la cortesía brillan por su ausencia siendo sustituidas por la zafiedad que metamorfosea a las personas en chusma, en quídams de la peor calaña. Qué decir de la crítica constructiva, de poder divergir en cualquier cuestión sin que se tache por ello a nadie de cometer apostasía por no seguir al flautista o cantamañanas de turno; es éste otro apagón de funestas consecuencias. La Historia también es víctima del apagón, aflojan sus bombillas para no recordarla tal cual. Apagones físicos pero también éticos y espirituales tan aciagos como el primero.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria