Gracias, Monseñor Munilla
Nuestro obispo se va trasladado a otra diócesis y un sentimiento de tristeza y orfandad nos embarga; deja una impronta indeleble al haber sabido y querido acoger a toda la grey bajo su manto protector sin distinciones de ningún tipo. Quienes sufrieron en su día el zarpazo etarra constataron en sus propias carnes la frialdad no exenta de desprecio por parte de quienes le precedieron, tratando a una parte de su rebaño como si de leprosos se tratara condenándolos a la orfandad y soledad del lazareto, enviándolos a las catacumbas. Monseñor Munilla sin embargo les abrió sus brazos para acogerles, darles consuelo, escucharles, llorar y rezar con ellos, en definitiva, devolverles la dignidad que los cosificó. Civiles y uniformados, víctimas y objetivos del terrorismo, se han sentido reconfortados al comprobar que eran considerados parte de la feligresía de la que nunca debieron ser expulsados; el obispo Munilla es para muchísimos guipuzcoanos, entre los que me incluyo, su gran Tambor de Oro por su humilde, apostólica y benemérita labor con quien sufre y busca cobijo. Le echaremos de menos, buena suerte y gracias Monseñor.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
Nuestro obispo se va trasladado a otra diócesis y un sentimiento de tristeza y orfandad nos embarga; deja una impronta indeleble al haber sabido y querido acoger a toda la grey bajo su manto protector sin distinciones de ningún tipo. Quienes sufrieron en su día el zarpazo etarra constataron en sus propias carnes la frialdad no exenta de desprecio por parte de quienes le precedieron, tratando a una parte de su rebaño como si de leprosos se tratara condenándolos a la orfandad y soledad del lazareto, enviándolos a las catacumbas. Monseñor Munilla sin embargo les abrió sus brazos para acogerles, darles consuelo, escucharles, llorar y rezar con ellos, en definitiva, devolverles la dignidad que los cosificó. Civiles y uniformados, víctimas y objetivos del terrorismo, se han sentido reconfortados al comprobar que eran considerados parte de la feligresía de la que nunca debieron ser expulsados; el obispo Munilla es para muchísimos guipuzcoanos, entre los que me incluyo, su gran Tambor de Oro por su humilde, apostólica y benemérita labor con quien sufre y busca cobijo. Le echaremos de menos, buena suerte y gracias Monseñor.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria