"Sin las clases medias occidentales, las democracias morirán"
David Pasarin-Gegunde: "Medios de comunicación y redes sociales nos inculcan valores contrarios a nuestro acervo cultural occidental"
![[Img #21112]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/12_2021/2863_david-pasarin.jpg)
El bilbaíno David Pasarin-Gegunde acaba de publicar en Ultima Libris su primer libro, un ensayo titulado Abajo la modernidad: Un alegato demoledor contra el mundo actual.
Pasarin-Gegunde fue concejal de Galdácano (Vizcaya), primero como portavoz del Partido Popular hasta el estallido del "Caso Bárcenas" y posteriormente en el grupo mixto. Tras su paso por Ciudadanos, formación con la que fue candidato a la alcaldía de Bilbao (2015), fundó su propio partido, Bilbaínos-Iniciativa por Bilbao, con el que volvió a ser candidato en 2019. En la actualidad es presidente del partido Liga Foralista-Foruzaleak con el que fue candidato a Lehendakari en los comicios autonómicos de 2020. Es colaborador habitual de varios medios digitales y compagina la actividad política y literaria con su trabajo en la empresa privada.
¿Qué es la modernidad y por qué has decidido combatirla con tu nuevo libro?
Defino la modernidad como esta forma de vivir actual bajo el yugo de la corrección política y el pensamiento único progresista. Por medio de un control mental de baja intensidad, los medios de comunicación y las redes sociales nos están inculcando valores y estilos de vida contrarios a nuestro acervo cultural occidental.
¿En qué medida nos afecta la modernidad en nuestro día a día?
Lo primero que tenemos que hacer es ser conscientes de que estamos más manipulados de lo que creemos y que está manipulación nos influye más de lo que alcanzamos a comprender. La mayoría de los capítulos del libro hablan, precisamente, de parcelas cotidianas de nuestra existencia que han sido deliberadamente “redirigidas”. La soledad y sus consecuencias psicológicas, nuestra aversión a la paternidad, nuestra manera de emocionarnos, la crianza de mascotas en nuestros hogares o nuestra visión de la intimidad han sido concienzudamente condicionadas por el poder.
La crisis sanitaria del coronavirus, el multiculturalismo, el feminismo, la ideología de género, el ecologismo, la implantación de las ONGs, la corrección política... ¿son fenómenos derivados de esa modernidad?
Totalmente. Son las manifestaciones de esta nueva ideología planetaria que se repiten y difunden por medio de los medios de comunicación, las redes sociales, el arte o las plataformas digitales. Hoy en día, por ejemplo, en la publicidad destinada a la población europea, donde se supone que el público objetivo es occidental y banco, muchos de los modelos que se utilizan pertenecen a otras razas, es una manera de introducirnos la multiculturalidad de manera indirecta. Si nos acostumbran a ver estos genotipos con normalidad seremos más receptivos al proceso de sustitución poblacional al que nos están sometiendo.
¿Estamos, pues, viviendo el fin de un ciclo civilizatorio?
Bajo mi punto de vista esto no es una crisis de ciclo o de modelo económico, esto es mucho más profundo. Por un lado, el hundimiento de la clase media europea y norteamericana y, por otro lado, el desmantelamiento de los valores grecolatinos y cristianos que nos han regido durante siglos. Sin estos extractos sociales de clase media, instruidos, acomodados económicamente y críticos con el poder, las democracias están abocadas a la desaparición.
A lo largo de tu ensayo, expones cómo es inminente la desaparición de las clases medias así como el proceso de sustitución poblacional. ¿Serían ambas cuestiones el punto álgido de la modernidad?
Es el objetivo final de todo este proceso, la acumulación de más poder y riqueza en manos de las élites mundiales y la creación en Occidente de sociedades sin identidad, con bajo nivel cultural y poca contestación a los designios de quienes nos gobiernan. La concentración de poder en las organizaciones supranacionales como la ONU, la Unión Europea o la OMS es parte de este proceso, vaciando los Parlamentos nacionales de soberanía propia y transfiriéndola a entidades globales con pocos controles democráticos.
¿Puede mostrar dos ejemplos más de este afán de destrucción de nuestro estilo de vida tradicional?
La reciente propuesta del Gobierno para reducir las pruebas de evaluación y permitir que los alumnos pasen de curso sin superar todas las asignaturas es un ataque a la educación de los adolescentes. El objetivo que los políticos persiguen con esto es la reducción del nivel educativo permitiendo que los alumnos pasen por el sistema formativo sin interiorizar los contenidos necesarios para tener criterio propio y cuestionar, cuando sean adultos, las decisiones del poder. Los ataques a la Navidad por parte de la progresía bienpensante en aras de la “neutralidad religiosa” es otro claro ejemplo. Muchos de los políticos o periodistas que critican las festividades católicas felicitan en sus redes sociales las efemérides de otras religiones sin ningún reparo. No les molesta que las Navidades sean expresiones de una fe, les molesta que lo sean del cristianismo.
¿Es posible derrotar a la modernidad? ¿Queda espacio para el optimismo?
Este libro destila una esencia estoica más cercana a la resignación que al planteamiento de posibles soluciones. Hay que tener en cuenta que el enemigo (las élites mundiales) que apadrina y financia este proceso, es muy poderoso; la clase media occidental (la principal perjudicada). Tenemos todas las de perder. Desde luego, lo que debemos hacer es ser conscientes de los niveles de manipulación que soportamos y con esta obra trato de desenmascararlos. El último capítulo plantea un desenlace posible a este proceso histórico, pero no puedo desvelar el final del libro. Como diría un cursi moderno: no puedo hacer spoiler.
CLIC AQUÍ PARA COMPRAR EL LIBRO
El bilbaíno David Pasarin-Gegunde acaba de publicar en Ultima Libris su primer libro, un ensayo titulado Abajo la modernidad: Un alegato demoledor contra el mundo actual.
Pasarin-Gegunde fue concejal de Galdácano (Vizcaya), primero como portavoz del Partido Popular hasta el estallido del "Caso Bárcenas" y posteriormente en el grupo mixto. Tras su paso por Ciudadanos, formación con la que fue candidato a la alcaldía de Bilbao (2015), fundó su propio partido, Bilbaínos-Iniciativa por Bilbao, con el que volvió a ser candidato en 2019. En la actualidad es presidente del partido Liga Foralista-Foruzaleak con el que fue candidato a Lehendakari en los comicios autonómicos de 2020. Es colaborador habitual de varios medios digitales y compagina la actividad política y literaria con su trabajo en la empresa privada.
¿Qué es la modernidad y por qué has decidido combatirla con tu nuevo libro?
Defino la modernidad como esta forma de vivir actual bajo el yugo de la corrección política y el pensamiento único progresista. Por medio de un control mental de baja intensidad, los medios de comunicación y las redes sociales nos están inculcando valores y estilos de vida contrarios a nuestro acervo cultural occidental.
¿En qué medida nos afecta la modernidad en nuestro día a día?
Lo primero que tenemos que hacer es ser conscientes de que estamos más manipulados de lo que creemos y que está manipulación nos influye más de lo que alcanzamos a comprender. La mayoría de los capítulos del libro hablan, precisamente, de parcelas cotidianas de nuestra existencia que han sido deliberadamente “redirigidas”. La soledad y sus consecuencias psicológicas, nuestra aversión a la paternidad, nuestra manera de emocionarnos, la crianza de mascotas en nuestros hogares o nuestra visión de la intimidad han sido concienzudamente condicionadas por el poder.
La crisis sanitaria del coronavirus, el multiculturalismo, el feminismo, la ideología de género, el ecologismo, la implantación de las ONGs, la corrección política... ¿son fenómenos derivados de esa modernidad?
Totalmente. Son las manifestaciones de esta nueva ideología planetaria que se repiten y difunden por medio de los medios de comunicación, las redes sociales, el arte o las plataformas digitales. Hoy en día, por ejemplo, en la publicidad destinada a la población europea, donde se supone que el público objetivo es occidental y banco, muchos de los modelos que se utilizan pertenecen a otras razas, es una manera de introducirnos la multiculturalidad de manera indirecta. Si nos acostumbran a ver estos genotipos con normalidad seremos más receptivos al proceso de sustitución poblacional al que nos están sometiendo.
¿Estamos, pues, viviendo el fin de un ciclo civilizatorio?
Bajo mi punto de vista esto no es una crisis de ciclo o de modelo económico, esto es mucho más profundo. Por un lado, el hundimiento de la clase media europea y norteamericana y, por otro lado, el desmantelamiento de los valores grecolatinos y cristianos que nos han regido durante siglos. Sin estos extractos sociales de clase media, instruidos, acomodados económicamente y críticos con el poder, las democracias están abocadas a la desaparición.
A lo largo de tu ensayo, expones cómo es inminente la desaparición de las clases medias así como el proceso de sustitución poblacional. ¿Serían ambas cuestiones el punto álgido de la modernidad?
Es el objetivo final de todo este proceso, la acumulación de más poder y riqueza en manos de las élites mundiales y la creación en Occidente de sociedades sin identidad, con bajo nivel cultural y poca contestación a los designios de quienes nos gobiernan. La concentración de poder en las organizaciones supranacionales como la ONU, la Unión Europea o la OMS es parte de este proceso, vaciando los Parlamentos nacionales de soberanía propia y transfiriéndola a entidades globales con pocos controles democráticos.
¿Puede mostrar dos ejemplos más de este afán de destrucción de nuestro estilo de vida tradicional?
La reciente propuesta del Gobierno para reducir las pruebas de evaluación y permitir que los alumnos pasen de curso sin superar todas las asignaturas es un ataque a la educación de los adolescentes. El objetivo que los políticos persiguen con esto es la reducción del nivel educativo permitiendo que los alumnos pasen por el sistema formativo sin interiorizar los contenidos necesarios para tener criterio propio y cuestionar, cuando sean adultos, las decisiones del poder. Los ataques a la Navidad por parte de la progresía bienpensante en aras de la “neutralidad religiosa” es otro claro ejemplo. Muchos de los políticos o periodistas que critican las festividades católicas felicitan en sus redes sociales las efemérides de otras religiones sin ningún reparo. No les molesta que las Navidades sean expresiones de una fe, les molesta que lo sean del cristianismo.
¿Es posible derrotar a la modernidad? ¿Queda espacio para el optimismo?
Este libro destila una esencia estoica más cercana a la resignación que al planteamiento de posibles soluciones. Hay que tener en cuenta que el enemigo (las élites mundiales) que apadrina y financia este proceso, es muy poderoso; la clase media occidental (la principal perjudicada). Tenemos todas las de perder. Desde luego, lo que debemos hacer es ser conscientes de los niveles de manipulación que soportamos y con esta obra trato de desenmascararlos. El último capítulo plantea un desenlace posible a este proceso histórico, pero no puedo desvelar el final del libro. Como diría un cursi moderno: no puedo hacer spoiler.
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