La escopeta constitucional
Me quedé ojiplático al oírle a la presidenta del Congreso, Señora Batet, en torno a la celebración de la Constitución del 78 este pasado lunes. No sé si no sabía qué decir, o no sabía decir lo que quería decir. Expresó esta frase, como si no tuviera cosas mejores que comunicar: “Los que dicen que no se cumple la Constitución se ponen por encima de ella”.
Veamos el análisis de la oración gramatical:
Sujeto: Los que dicen.
Sintagma verbal: que no se cumple.
Objeto directo: la Constitución.
Y tenemos la primera oración, que hace las funciones de sujeto de la segunda.
Segunda oración que hace las funciones de principal: “Se ponen por encima de ella”.
La cosa es cómo alguien se puede poner por encima de la Constitución. La Constitución no es una silla, o una escalera.
Yo me pregunto cómo se puede subirse alguien a la chepa de una Constitución como un niño a hombros de su abuelo. Mi imaginación no llega a tanto.
Una persona, un ciudadano, puede estar a favor de la Constitución, odiarla, desear que desaparezca de su vida, hacer caso omiso de ella —como por ejemplo el partido de la señor Batet—, ignorarla, cosa lógica porque ciertamente no se cumple, y no hay más que hacer una lectura literal de lo que recoge cada uno de los artículos enumerados en la Carta Magna para comprobar que sencillamente se hace “mutis por el foro” gracias a la eficaz acción de un Tribunal Constitucional obediente a los dictados del poder real. Y no me refiero al poder de la realeza sino del que realmente manda en España que ha convertido el espíritu constitucional en un pedo. Pero… ponerse encima… es un verdadero enigma. Una metáfora sin contenido metafórico. Un garabato en el aire.
Aunque pensando bien, igual se refería a los nacionalistas vascos y catalanes, que defienden que la Constitución es un chicle adaptable a los caprichos de sus necesidades para exprimir bien el tesoro público, y el privado.
En esa figura de dicción, “estar encima” de una cosa intangible como es la Constitución hay, sin duda, una visión alegórica, aunque críptica, que se ajusta perfectamente a lo que tan acostumbrados estamos tras décadas de expolio y conturbación. Si es así, lo entiendo. Pero igual habría que añadir una preposición al sintagma, quedando así: “están por encima de la Constitución”. Al final, el problema es gramatical, y así le entenderíamos la frase a la señora Batet.
Y puesto que el semblante de la presidente de la Cámara era tan solemne, considero que con dicha frase quiso decir algo importante, lo que ocurre es que los que somos de baja estofa no alcanzamos a entender las sutilezas constitucionales.
Me quedé ojiplático al oírle a la presidenta del Congreso, Señora Batet, en torno a la celebración de la Constitución del 78 este pasado lunes. No sé si no sabía qué decir, o no sabía decir lo que quería decir. Expresó esta frase, como si no tuviera cosas mejores que comunicar: “Los que dicen que no se cumple la Constitución se ponen por encima de ella”.
Veamos el análisis de la oración gramatical:
Sujeto: Los que dicen.
Sintagma verbal: que no se cumple.
Objeto directo: la Constitución.
Y tenemos la primera oración, que hace las funciones de sujeto de la segunda.
Segunda oración que hace las funciones de principal: “Se ponen por encima de ella”.
La cosa es cómo alguien se puede poner por encima de la Constitución. La Constitución no es una silla, o una escalera.
Yo me pregunto cómo se puede subirse alguien a la chepa de una Constitución como un niño a hombros de su abuelo. Mi imaginación no llega a tanto.
Una persona, un ciudadano, puede estar a favor de la Constitución, odiarla, desear que desaparezca de su vida, hacer caso omiso de ella —como por ejemplo el partido de la señor Batet—, ignorarla, cosa lógica porque ciertamente no se cumple, y no hay más que hacer una lectura literal de lo que recoge cada uno de los artículos enumerados en la Carta Magna para comprobar que sencillamente se hace “mutis por el foro” gracias a la eficaz acción de un Tribunal Constitucional obediente a los dictados del poder real. Y no me refiero al poder de la realeza sino del que realmente manda en España que ha convertido el espíritu constitucional en un pedo. Pero… ponerse encima… es un verdadero enigma. Una metáfora sin contenido metafórico. Un garabato en el aire.
Aunque pensando bien, igual se refería a los nacionalistas vascos y catalanes, que defienden que la Constitución es un chicle adaptable a los caprichos de sus necesidades para exprimir bien el tesoro público, y el privado.
En esa figura de dicción, “estar encima” de una cosa intangible como es la Constitución hay, sin duda, una visión alegórica, aunque críptica, que se ajusta perfectamente a lo que tan acostumbrados estamos tras décadas de expolio y conturbación. Si es así, lo entiendo. Pero igual habría que añadir una preposición al sintagma, quedando así: “están por encima de la Constitución”. Al final, el problema es gramatical, y así le entenderíamos la frase a la señora Batet.
Y puesto que el semblante de la presidente de la Cámara era tan solemne, considero que con dicha frase quiso decir algo importante, lo que ocurre es que los que somos de baja estofa no alcanzamos a entender las sutilezas constitucionales.