El calendario 2022 del Ayuntamiento de Bilbao
El motivo para el calendario del Ayuntamiento de Bilbao de cara al próximo 2022 son las abnegadas y sufridas vendejeras (derivado del término “vendeja”, que aparece en el Diccionario de la RAE), es decir, las mujeres que históricamente trabajaban las huertas que rodean Bilbao y que en los días de mercado –y singularmente en el mercado por antonomasia de estas fechas que es el de “Santo Tomás”– llevaban a la villa sus productos y los vendían en el Arenal o en el mercado de la Ribera. Se trata, en definitiva, de un motivo que ni pintiparado para el mensaje que se quiere transmitir por parte del nacionalismo vasco que dirige esta institución y el resto de instituciones importantes de la Comunidad Autónoma Vasca: el de la preeminencia del elemento autóctono, entendiendo por tal el vasco o, más concretamente, el eusquérico, sobre el sobrevenido o castellano.
Pero obsérvese lo que hay detrás. El de las vendejeras es un oficio tradicional, seguramente ancestral, practicado hoy por muy poca gente, poquísima en comparación con el total de la población vizcaína o vasca actual. Si ya de por sí en el sector que representan la agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca trabaja solo el 1’3% de las personas activas en el País Vasco, que en concreto en Vizcaya se quedan en poco más del 1%, imaginemos cuánta gente se dedica al oficio de vendejera. En términos absolutos, en Vizcaya había el año 2020, según el Eustat, 936 mujeres que se dedicaban a esas actividades que hemos mencionado antes, propias del sector primario, del que el oficio de las vendejeras quedaría hoy en algo así como anecdótico o residual. Imagínense lo que representa esa cantidad de 936 mujeres en relación con el total de mujeres activas de Vizcaya, que fueron 205.479 en 2020, o el total de mujeres activas de todo el País Vasco ese mismo año: 403.802.
Pero repito que ese no es el verdadero motivo de este calendario. El de las vendejeras es la excusa. Podrían haber sido los reparadores de redes pesqueras, los recogedores de setas, los criadores de caballos de raza “pottoka” o los profesionales de los deportes rurales. La cuestión no es la actividad en sí sino buscar que quienes la ejercen representen a un determinado estereotipo del país que es el que se da como propio y auténtico del mismo.
El calendario en cuestión consta de doce motivos, uno para cada mes, para los cuales se han escogido ocho mujeres de diferentes edades, supuestamente dedicadas a esa tarea de vendejeras: quiero decir que la mayoría aparecen en las fotos del calendario en sus tareas agrícolas respectivas, pero solo dos aparecen detrás de un mostrador de venta al público. Luego hay otras cuatro imágenes del calendario que no tienen protagonistas con nombre y apellidos y lugar de procedencia, sino fotografías antiguas con personas en grupo, todas ellas sí con apariencia de vendejeras, bien con sus burros llevando las hortalizas al mercado o incluso una del interior del mercado de la Ribera de Bilbao. El idioma eusquera por supuesto aparece en todos los meses bien resaltado con letras de tipología gruesa, respecto del castellano que las tiene más finas, salvo en la portada del calendario, donde se equiparan. Y los días de la semana solo están puestos por sus iniciales en eusquera. Y estamos hablando del calendario oficial del Ayuntamiento de Bilbao, un municipio donde el nivel de conocedores del eusquera ronda el 20%, que sumado al de “casi conocedores” (no se especifica hasta qué punto estos superan el nivel de decir “agur” o “kaixo”), tomados ambos conjuntamente, como les gusta hacer a los que llevan estas estadísticas, no consigue llegar al 50% de la población, según los últimos datos de que disponemos.
Las ocho mujeres que protagonizan el calendario salen, como digo, con su nombre y primer apellido y con el municipio donde viven o trabajan. Todos los municipios son de la zona del Txorierri vizcaíno, la comarca que queda al otro lado de los montes Santo Domingo y Archanda que rodean Bilbao por la margen derecha de la ría. Mas una de Mungia, que queda ya más hacia el interior de Vizcaya. Por su puesto no vamos a dar sus nombres aquí ni sus municipios respectivos, tan solo nos vamos a centrar en el apellido. De las ocho mujeres, nada menos que 7 tienen el apellido eusquérico y escrito además con grafía eusquérica. Son estos: Bolunburu, Lekue, Etxebarria, Ibarluzea, Elorriaga, Goikoetxea y Ansoleaga. Hay una única vendejera que sale con apellido castellano y es Martínez.
Como en este calendario solo aparecen los primeros apellidos de las vendejeras, y aunque en el Padrón del INE nos analizan los portadores de primer y segundo apellido, tomaremos solo los primeros apellidos, y así no aburriremos con tantas cifras para llegar a la misma conclusión que si tomáramos dos. Empezamos.
Bolunburu lo portan 10 personas en toda España, de las cuales 7 están en Vizcaya. En su forma castellanizada, en cambio, Bolumburu, lo portan 149 personas, la mayoría de ellas en Vizcaya, seguido de Guipúzcoa y Álava. En Navarra no hay. Pero sí hay unos pocos Bolumburu en Madrid y en La Rioja, en total 15 personas, y que ya son más que todas las que portan Bolunburu en grafía eusquérica.
Lekue lo portan 310 personas, de las cuales la mayoría viven en Vizcaya y luego muy pocos en Guipúzcoa y Álava, por este orden. En cambio, la forma castellana, Lecue, la portan 369 personas, la mayoría de nuevo en Vizcaya y luego algunos en Álava y Guipúzcoa por este orden, y muy pocos en Navarra. Pero Lecue está presente también en otras seis provincias españolas, donde más en Cantabria. En Cantabria, de hecho, viven más Lecue que en Álava, Guipúzcoa y Navarra juntas. Luego también hay en Barcelona, Valencia, Asturias, Madrid y Alicante.
Etxebarria lo portan 2.845 personas, casi todos en Vizcaya y luego en Guipúzcoa y Álava por este orden y muy pocos en Navarra. Pero Etxebarrias, y con esa grafía eusquérica, también los hay, muy pocos eso sí, pero los hay, en Madrid, Barcelona y Tarragona. En cambio, con su forma castellanizada Echevarría, tenemos 7668 personas, de las que más de la mitad, 4.786, viven fuera del País Vasco y Navarra, en el resto de España. Echevarría está presente en todas las provincias españolas menos en tres, y también en Melilla.
Ibarluzea, con zeta, tiene 144 portadores, todos en las provincias vascas y Navarra. Pero en la forma castellana, Ibarlucea, hay más del doble de portadores, 371, donde más en Vizcaya, seguido de Guipúzcoa. Pero ya en Álava la cosa varía. Hay más Ibarluceas en Asturias o en Palencia que en Álava. También está presente en otras cinco provincias españolas.
Elorriaga tiene 1.484 portadores, de los cuales algo más de mil están solo en Vizcaya, siguiendo la tendencia de los apellidos eusquéricos de las vendejeras que hemos visto hasta ahora, todos abrumadoramente vizcaínos. En el resto de las provincias vascas y en Navarra hay muy pocos Elorriaga. Aparte de en estas, está presente en otras 19 provincias españolas, donde más en Madrid.
Goikoetxea, en cambio, es un apellido más guipuzcoano que vizcaíno. En total tiene 2.313 portadores en toda España. Donde más hay es en Guipúzcoa, como hemos dicho, seguido de Vizcaya, Navarra y Álava. Pero también hay Goikoetxea, con la grafía eusquérica, en Madrid, Barcelona, Santa Cruz de Tenerife, Zaragoza, Burgos y Asturias. Con la forma castellana, Goicoechea tiene 3.217 portadores y las proporciones son similares a la forma eusquérica en cuanto a presencia en las provincias vascas y Navarra y en el mismo orden que Goikoetxea, pero a diferencia de este, Goicoechea está mucho más extendido, en concreto aparece en otras 31 provincias españolas.
Y terminamos este recorrido con Ansoleaga, con 223 portadores, donde más en Vizcaya de nuevo y en Álava unos pocos. Pero presente también en Madrid, Barcelona, Burgos y La Coruña. No así en Guipúzcoa ni Navarra. Ansoleaga, como Elorriaga, no cambian su grafía sea en eusquera o castellano.
El caso es que, si sumamos todos los portadores de estos siete apellidos eusquéricos de toda España, juntando las formas castellanizadas y las eusquerizadas, tenemos un total de 19.103 portadores, de los cuales viven en País Vasco y Navarra 12.832. Quiere decirse que, de estos apellidos eusquéricos, mayoritariamente vizcaínos, 6.271de sus portadores viven fuera de País Vasco y Navarra, en el resto de España. Siendo siempre más numerosos los portadores de los mismos con grafía en castellano, como hemos comprobado, a pesar de que el calendario solo elige la de los que la tienen en eusquera.
Y ahora si nos vamos al único apellido castellano de las vendejeras bilbaínas, nos encontramos que Martínez está presente en toda España con 833.665 personas, de las cuales en las provincias vascas y en Navarra viven 39.279. Quiere decirse que solo considerando el apellido Martínez y solo en País Vasco y Navarra hay tres veces más portadores de Martínez que de todos los apellidos eusquéricos de las otras siete vendejeras juntos, que recordamos que eran 12.832 para País Vasco y Navarra. Tomando esta última cifra, resulta que incluso solo con los Martínez de la provincia de Vizcaya, que son 16.375, ya tenemos más portadores que de todos los demás apellidos eusquéricos del calendario juntos y sumada su presencia total en País Vasco y Navarra y sumadas sus formas eusquérica y castellana.
Pero, en cambio, el calendario de 2022 del Ayuntamiento de Bilbao nos pinta un panorama donde los apellidos eusquéricos están presentes en una proporción de 7 a 1, lo cual, para cualquiera no avisado indicaría que aquí son abrumadoramente mayoritarios, cuando no es verdad, como acabamos de comprobar por los números. La cuestión para el nacionalismo que nos gobierna es coger un sector de actividad, que en este caso representa al 1% de la población vasca que se dedica a él, y extraer una representación lo más volcada posible a la preeminencia de lo euscaldún sobre lo castellano y así mantenernos en ese “espejismo identitario” en el que vivimos, según el cual pensamos que la mayoría de la población vasca es autóctona, con apellidos eusquéricos, y que los que portan apellidos castellanos, un Martínez, por ejemplo, pues están en una proporción de 1 a 7 respecto a los portadores de apellidos eusquéricos, como nos quiere mostrar el calendario de 2022 del Ayuntamiento de Bilbao, cuando justamente es todo lo contrario.
El motivo para el calendario del Ayuntamiento de Bilbao de cara al próximo 2022 son las abnegadas y sufridas vendejeras (derivado del término “vendeja”, que aparece en el Diccionario de la RAE), es decir, las mujeres que históricamente trabajaban las huertas que rodean Bilbao y que en los días de mercado –y singularmente en el mercado por antonomasia de estas fechas que es el de “Santo Tomás”– llevaban a la villa sus productos y los vendían en el Arenal o en el mercado de la Ribera. Se trata, en definitiva, de un motivo que ni pintiparado para el mensaje que se quiere transmitir por parte del nacionalismo vasco que dirige esta institución y el resto de instituciones importantes de la Comunidad Autónoma Vasca: el de la preeminencia del elemento autóctono, entendiendo por tal el vasco o, más concretamente, el eusquérico, sobre el sobrevenido o castellano.
Pero obsérvese lo que hay detrás. El de las vendejeras es un oficio tradicional, seguramente ancestral, practicado hoy por muy poca gente, poquísima en comparación con el total de la población vizcaína o vasca actual. Si ya de por sí en el sector que representan la agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca trabaja solo el 1’3% de las personas activas en el País Vasco, que en concreto en Vizcaya se quedan en poco más del 1%, imaginemos cuánta gente se dedica al oficio de vendejera. En términos absolutos, en Vizcaya había el año 2020, según el Eustat, 936 mujeres que se dedicaban a esas actividades que hemos mencionado antes, propias del sector primario, del que el oficio de las vendejeras quedaría hoy en algo así como anecdótico o residual. Imagínense lo que representa esa cantidad de 936 mujeres en relación con el total de mujeres activas de Vizcaya, que fueron 205.479 en 2020, o el total de mujeres activas de todo el País Vasco ese mismo año: 403.802.
Pero repito que ese no es el verdadero motivo de este calendario. El de las vendejeras es la excusa. Podrían haber sido los reparadores de redes pesqueras, los recogedores de setas, los criadores de caballos de raza “pottoka” o los profesionales de los deportes rurales. La cuestión no es la actividad en sí sino buscar que quienes la ejercen representen a un determinado estereotipo del país que es el que se da como propio y auténtico del mismo.
El calendario en cuestión consta de doce motivos, uno para cada mes, para los cuales se han escogido ocho mujeres de diferentes edades, supuestamente dedicadas a esa tarea de vendejeras: quiero decir que la mayoría aparecen en las fotos del calendario en sus tareas agrícolas respectivas, pero solo dos aparecen detrás de un mostrador de venta al público. Luego hay otras cuatro imágenes del calendario que no tienen protagonistas con nombre y apellidos y lugar de procedencia, sino fotografías antiguas con personas en grupo, todas ellas sí con apariencia de vendejeras, bien con sus burros llevando las hortalizas al mercado o incluso una del interior del mercado de la Ribera de Bilbao. El idioma eusquera por supuesto aparece en todos los meses bien resaltado con letras de tipología gruesa, respecto del castellano que las tiene más finas, salvo en la portada del calendario, donde se equiparan. Y los días de la semana solo están puestos por sus iniciales en eusquera. Y estamos hablando del calendario oficial del Ayuntamiento de Bilbao, un municipio donde el nivel de conocedores del eusquera ronda el 20%, que sumado al de “casi conocedores” (no se especifica hasta qué punto estos superan el nivel de decir “agur” o “kaixo”), tomados ambos conjuntamente, como les gusta hacer a los que llevan estas estadísticas, no consigue llegar al 50% de la población, según los últimos datos de que disponemos.
Las ocho mujeres que protagonizan el calendario salen, como digo, con su nombre y primer apellido y con el municipio donde viven o trabajan. Todos los municipios son de la zona del Txorierri vizcaíno, la comarca que queda al otro lado de los montes Santo Domingo y Archanda que rodean Bilbao por la margen derecha de la ría. Mas una de Mungia, que queda ya más hacia el interior de Vizcaya. Por su puesto no vamos a dar sus nombres aquí ni sus municipios respectivos, tan solo nos vamos a centrar en el apellido. De las ocho mujeres, nada menos que 7 tienen el apellido eusquérico y escrito además con grafía eusquérica. Son estos: Bolunburu, Lekue, Etxebarria, Ibarluzea, Elorriaga, Goikoetxea y Ansoleaga. Hay una única vendejera que sale con apellido castellano y es Martínez.
Como en este calendario solo aparecen los primeros apellidos de las vendejeras, y aunque en el Padrón del INE nos analizan los portadores de primer y segundo apellido, tomaremos solo los primeros apellidos, y así no aburriremos con tantas cifras para llegar a la misma conclusión que si tomáramos dos. Empezamos.
Bolunburu lo portan 10 personas en toda España, de las cuales 7 están en Vizcaya. En su forma castellanizada, en cambio, Bolumburu, lo portan 149 personas, la mayoría de ellas en Vizcaya, seguido de Guipúzcoa y Álava. En Navarra no hay. Pero sí hay unos pocos Bolumburu en Madrid y en La Rioja, en total 15 personas, y que ya son más que todas las que portan Bolunburu en grafía eusquérica.
Lekue lo portan 310 personas, de las cuales la mayoría viven en Vizcaya y luego muy pocos en Guipúzcoa y Álava, por este orden. En cambio, la forma castellana, Lecue, la portan 369 personas, la mayoría de nuevo en Vizcaya y luego algunos en Álava y Guipúzcoa por este orden, y muy pocos en Navarra. Pero Lecue está presente también en otras seis provincias españolas, donde más en Cantabria. En Cantabria, de hecho, viven más Lecue que en Álava, Guipúzcoa y Navarra juntas. Luego también hay en Barcelona, Valencia, Asturias, Madrid y Alicante.
Etxebarria lo portan 2.845 personas, casi todos en Vizcaya y luego en Guipúzcoa y Álava por este orden y muy pocos en Navarra. Pero Etxebarrias, y con esa grafía eusquérica, también los hay, muy pocos eso sí, pero los hay, en Madrid, Barcelona y Tarragona. En cambio, con su forma castellanizada Echevarría, tenemos 7668 personas, de las que más de la mitad, 4.786, viven fuera del País Vasco y Navarra, en el resto de España. Echevarría está presente en todas las provincias españolas menos en tres, y también en Melilla.
Ibarluzea, con zeta, tiene 144 portadores, todos en las provincias vascas y Navarra. Pero en la forma castellana, Ibarlucea, hay más del doble de portadores, 371, donde más en Vizcaya, seguido de Guipúzcoa. Pero ya en Álava la cosa varía. Hay más Ibarluceas en Asturias o en Palencia que en Álava. También está presente en otras cinco provincias españolas.
Elorriaga tiene 1.484 portadores, de los cuales algo más de mil están solo en Vizcaya, siguiendo la tendencia de los apellidos eusquéricos de las vendejeras que hemos visto hasta ahora, todos abrumadoramente vizcaínos. En el resto de las provincias vascas y en Navarra hay muy pocos Elorriaga. Aparte de en estas, está presente en otras 19 provincias españolas, donde más en Madrid.
Goikoetxea, en cambio, es un apellido más guipuzcoano que vizcaíno. En total tiene 2.313 portadores en toda España. Donde más hay es en Guipúzcoa, como hemos dicho, seguido de Vizcaya, Navarra y Álava. Pero también hay Goikoetxea, con la grafía eusquérica, en Madrid, Barcelona, Santa Cruz de Tenerife, Zaragoza, Burgos y Asturias. Con la forma castellana, Goicoechea tiene 3.217 portadores y las proporciones son similares a la forma eusquérica en cuanto a presencia en las provincias vascas y Navarra y en el mismo orden que Goikoetxea, pero a diferencia de este, Goicoechea está mucho más extendido, en concreto aparece en otras 31 provincias españolas.
Y terminamos este recorrido con Ansoleaga, con 223 portadores, donde más en Vizcaya de nuevo y en Álava unos pocos. Pero presente también en Madrid, Barcelona, Burgos y La Coruña. No así en Guipúzcoa ni Navarra. Ansoleaga, como Elorriaga, no cambian su grafía sea en eusquera o castellano.
El caso es que, si sumamos todos los portadores de estos siete apellidos eusquéricos de toda España, juntando las formas castellanizadas y las eusquerizadas, tenemos un total de 19.103 portadores, de los cuales viven en País Vasco y Navarra 12.832. Quiere decirse que, de estos apellidos eusquéricos, mayoritariamente vizcaínos, 6.271de sus portadores viven fuera de País Vasco y Navarra, en el resto de España. Siendo siempre más numerosos los portadores de los mismos con grafía en castellano, como hemos comprobado, a pesar de que el calendario solo elige la de los que la tienen en eusquera.
Y ahora si nos vamos al único apellido castellano de las vendejeras bilbaínas, nos encontramos que Martínez está presente en toda España con 833.665 personas, de las cuales en las provincias vascas y en Navarra viven 39.279. Quiere decirse que solo considerando el apellido Martínez y solo en País Vasco y Navarra hay tres veces más portadores de Martínez que de todos los apellidos eusquéricos de las otras siete vendejeras juntos, que recordamos que eran 12.832 para País Vasco y Navarra. Tomando esta última cifra, resulta que incluso solo con los Martínez de la provincia de Vizcaya, que son 16.375, ya tenemos más portadores que de todos los demás apellidos eusquéricos del calendario juntos y sumada su presencia total en País Vasco y Navarra y sumadas sus formas eusquérica y castellana.
Pero, en cambio, el calendario de 2022 del Ayuntamiento de Bilbao nos pinta un panorama donde los apellidos eusquéricos están presentes en una proporción de 7 a 1, lo cual, para cualquiera no avisado indicaría que aquí son abrumadoramente mayoritarios, cuando no es verdad, como acabamos de comprobar por los números. La cuestión para el nacionalismo que nos gobierna es coger un sector de actividad, que en este caso representa al 1% de la población vasca que se dedica a él, y extraer una representación lo más volcada posible a la preeminencia de lo euscaldún sobre lo castellano y así mantenernos en ese “espejismo identitario” en el que vivimos, según el cual pensamos que la mayoría de la población vasca es autóctona, con apellidos eusquéricos, y que los que portan apellidos castellanos, un Martínez, por ejemplo, pues están en una proporción de 1 a 7 respecto a los portadores de apellidos eusquéricos, como nos quiere mostrar el calendario de 2022 del Ayuntamiento de Bilbao, cuando justamente es todo lo contrario.