Realidad virtual en el siglo XXI: del Paleolítico a la Era Moderna
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Lejos ha quedado aquella década de los 80 en la que Jaron Lanier, ingeniero dueño de la empresa Visual Programming Lab, acuñara el término de Realidad Virtual. La tecnología evoluciona a una velocidad de vértigo y, si sumamos a la mezcla más de 40 años de tiempo, el resultado es un salto cualitativo y cuantitativo verdaderamente mareante.
De los ordenadores más grandes que una persona a los teléfonos que nos caben en el bolsillo, de las simulaciones más básicas a las experiencias más inmersivas. El viaje de la realidad virtual ha sido inmenso, hasta el punto de que a día de hoy ya es algo accesible para la inmensa mayoría de la población.
Su principal manifestación en estos últimos años ha sido a través de los videojuegos, sobre todo gracias al impulso de empresas como Sony, HTC, Valve o incluso Facebook. Esta última, capitaneada por Zuckerberg, tiene planes todavía más ambiciosos para la realidad virtual a través de ese mundo virtual al que han denominado metaverso. El mismo que ha supuesto su cambio de nombre a Meta es el destino al que quieren llevar a los millones de personas que a día de hoy usan sus redes sociales.
Pero estamos hablando de usos, no de evolución. En los tiempos que corren, la VR prácticamente nos rodea por todas partes, de la mano de su hermana, la Realidad Aumentada o RA. Sus usos han ido más allá del entretenimiento, donde está desplegando y despuntando con más fuerza gracias a su capacidad por sumergir al usuario en mundos totalmente diferentes, para adentrarse en sectores como la industria, la inmobiliaria o la investigación.
Un cambio que se debe, principalmente, a dos razones. La primera, el avance de su tecnología. Gracias a esto, la calidad y realismo de las imágenes y los sonidos de los proyectos en la Realidad Virtual están alcanzando unas cotas impresionantes, hasta el punto de adentrar a las personas en mundos prácticamente igual de creíbles que el real. La segunda razón, su mayor penetración en la sociedad.
Cada vez hay más headsets VR a precios más accesibles y, por lo tanto, más personas usándolos y descubriendo su potencial. Esto, ciertamente, también se debe al avance tecnológico que ha habido. El salto a las resoluciones de más de 4K, la detección corporal y de movimientos, la reducción en el tamaño de los cascos… Todo esto ha supuesto la punta de lanza que no solo avanza en la evolución de la Realidad Virtual, sino que también le ayuda a abrirse paso por más rincones del mundo.
No obstante, es imposible pasar por alto el gran papel que está teniendo su adopción en el ámbito profesional, como mencionábamos antes. Gracias a su normalización en diferentes sectores, la VR está pasando de pasatiempo a herramienta, de entretenimiento a trabajo.
¿Cómo aprovechan las empresas modernas la VR?
Casos como el de Innovae ilustran a la perfección cómo las compañías pueden sacar partido de la tecnología VR. Esta compañía, precisamente especializada en la Realidad Virtual, presta sus servicios a terceros para dar forma a experiencias virtuales que agilicen el trabajo en la empresa, o que le sean de utilidad.
De sus manos han surgido soluciones como el aprendizaje en VR que permite, por ejemplo, estudiar procesos mecánicos y maquinaria, o el comportamiento de determinados materiales, en un entorno completamente seguro. Se puede imaginar, sin ir más lejos, una clase en una escuela de ingeniería en la que los alumnos, desde sus hogares, se conecten para ver en tiempo real la simulación de un ensayo de tracción en una probeta de hormigón tratado.
Es algo que permite, por ejemplo, plantear proyectos urbanísticos de forma que inversores e implicados puedan ver el resultado final sin necesidad de maquetas, recorriendo la construcción con sus propios pies en un entorno virtual. También, por otra parte, se emplea para trabajos colaborativos en proyectos creativos (véase la grabación de El Rey León de 2019), la presentación de inmuebles a posibles compradores o incluso la formación en procedimientos médicos.
Son solo algunos posibles usos en el ámbito profesional, muchos de ellos vinculados a la industria, uno de los sectores que más se beneficia de la adopción de la Realidad Virtual. Estudiar el rendimiento de plantas de producción, tantear rediseños de maquinaria o proyecciones de plantas.
Lo mejor es que, aparte de todo esto, el potencial de la Realidad Virtual es infinito y, dado que va avanzando para conseguir simulaciones cada vez más realistas, no tardará en permitir que todo el mundo esté todavía más conectado. Hasta las reuniones con compañeros de trabajo se pueden hacer en VR y, pronto, con versiones hiperrealistas de cada uno de ellos.
Ese es el futuro que está por venir aunque, afortunadamente, es algo cada vez más presente.
Lejos ha quedado aquella década de los 80 en la que Jaron Lanier, ingeniero dueño de la empresa Visual Programming Lab, acuñara el término de Realidad Virtual. La tecnología evoluciona a una velocidad de vértigo y, si sumamos a la mezcla más de 40 años de tiempo, el resultado es un salto cualitativo y cuantitativo verdaderamente mareante.
De los ordenadores más grandes que una persona a los teléfonos que nos caben en el bolsillo, de las simulaciones más básicas a las experiencias más inmersivas. El viaje de la realidad virtual ha sido inmenso, hasta el punto de que a día de hoy ya es algo accesible para la inmensa mayoría de la población.
Su principal manifestación en estos últimos años ha sido a través de los videojuegos, sobre todo gracias al impulso de empresas como Sony, HTC, Valve o incluso Facebook. Esta última, capitaneada por Zuckerberg, tiene planes todavía más ambiciosos para la realidad virtual a través de ese mundo virtual al que han denominado metaverso. El mismo que ha supuesto su cambio de nombre a Meta es el destino al que quieren llevar a los millones de personas que a día de hoy usan sus redes sociales.
Pero estamos hablando de usos, no de evolución. En los tiempos que corren, la VR prácticamente nos rodea por todas partes, de la mano de su hermana, la Realidad Aumentada o RA. Sus usos han ido más allá del entretenimiento, donde está desplegando y despuntando con más fuerza gracias a su capacidad por sumergir al usuario en mundos totalmente diferentes, para adentrarse en sectores como la industria, la inmobiliaria o la investigación.
Un cambio que se debe, principalmente, a dos razones. La primera, el avance de su tecnología. Gracias a esto, la calidad y realismo de las imágenes y los sonidos de los proyectos en la Realidad Virtual están alcanzando unas cotas impresionantes, hasta el punto de adentrar a las personas en mundos prácticamente igual de creíbles que el real. La segunda razón, su mayor penetración en la sociedad.
Cada vez hay más headsets VR a precios más accesibles y, por lo tanto, más personas usándolos y descubriendo su potencial. Esto, ciertamente, también se debe al avance tecnológico que ha habido. El salto a las resoluciones de más de 4K, la detección corporal y de movimientos, la reducción en el tamaño de los cascos… Todo esto ha supuesto la punta de lanza que no solo avanza en la evolución de la Realidad Virtual, sino que también le ayuda a abrirse paso por más rincones del mundo.
No obstante, es imposible pasar por alto el gran papel que está teniendo su adopción en el ámbito profesional, como mencionábamos antes. Gracias a su normalización en diferentes sectores, la VR está pasando de pasatiempo a herramienta, de entretenimiento a trabajo.
¿Cómo aprovechan las empresas modernas la VR?
Casos como el de Innovae ilustran a la perfección cómo las compañías pueden sacar partido de la tecnología VR. Esta compañía, precisamente especializada en la Realidad Virtual, presta sus servicios a terceros para dar forma a experiencias virtuales que agilicen el trabajo en la empresa, o que le sean de utilidad.
De sus manos han surgido soluciones como el aprendizaje en VR que permite, por ejemplo, estudiar procesos mecánicos y maquinaria, o el comportamiento de determinados materiales, en un entorno completamente seguro. Se puede imaginar, sin ir más lejos, una clase en una escuela de ingeniería en la que los alumnos, desde sus hogares, se conecten para ver en tiempo real la simulación de un ensayo de tracción en una probeta de hormigón tratado.
Es algo que permite, por ejemplo, plantear proyectos urbanísticos de forma que inversores e implicados puedan ver el resultado final sin necesidad de maquetas, recorriendo la construcción con sus propios pies en un entorno virtual. También, por otra parte, se emplea para trabajos colaborativos en proyectos creativos (véase la grabación de El Rey León de 2019), la presentación de inmuebles a posibles compradores o incluso la formación en procedimientos médicos.
Son solo algunos posibles usos en el ámbito profesional, muchos de ellos vinculados a la industria, uno de los sectores que más se beneficia de la adopción de la Realidad Virtual. Estudiar el rendimiento de plantas de producción, tantear rediseños de maquinaria o proyecciones de plantas.
Lo mejor es que, aparte de todo esto, el potencial de la Realidad Virtual es infinito y, dado que va avanzando para conseguir simulaciones cada vez más realistas, no tardará en permitir que todo el mundo esté todavía más conectado. Hasta las reuniones con compañeros de trabajo se pueden hacer en VR y, pronto, con versiones hiperrealistas de cada uno de ellos.
Ese es el futuro que está por venir aunque, afortunadamente, es algo cada vez más presente.