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Pablo Mosquera
Sábado, 01 de Enero de 2022 Tiempo de lectura:

¡Pobre Carlos III!

Menos mal que no era 28 de diciembre. Pues como inocentada valía. Malo es tener que escuchar al presuntuoso y narcisista todavía Presidente del Gobierno, valorar los éxitos de su gestión y la de su equipo durante el fatídico año 2021.

 

Pero lo que me ha sonado a broma patética es esos nombramientos del último Consejo de Ministros concediendo la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III a 23 ex ministros, entre los que se encuentran personajes tan denostados como el ex-vicepresidente Iglesias.

 

La distinción fue creada en 1771 y se concedió, bajo su lema "Virtud y mérito", hasta la fecha, a 340 personas. Por cierto, es S.M. el Rey quien las concede por informe o propuesta del Consejo de Ministros.

 

Llama la atención que progresistas de pro, que han criticado y humillado determinadas encomiendas y títulos, se avengan a ser portadores de tal distinción, sobre todo por su pública actitud con la Monarquía, que ha sido y es, quien impulsa tales distinciones.

 

Claro que el hábito ahora sí que hace al fraile. Los podemitas y otros ilustres padres de la patria no han dudado ni por un instante en vivir, disfrutar y exigir, los privilegios activos y pasivos que fueron asignados a los cargos jurados ante S.M. el Rey de España.

 

Soy un español complacido. Mis méritos no alcanzan tan alto. Medallas que señalan mi paso por el Parlamento Vasco y por el Gobierno Foral de Álava. Medalla y acreditación firmada por S.M. el Rey, en mi condición de víctima del terrorismo. Todo lo demás son papeles oficiales de las cuatro oposiciones ganadas a la vieja usanza, desde mi condición de médico formado en la prestigiosa Facultad de la Complutense madrileña. Todo ello, lo tengo en buena y honorable condición. Y lo más importante. Cuarenta y seis años de cotización a la Seguridad Social que me otorga el derecho a la pensión máxima de jubilación.

 

Con lo que antecede, no quiero establecer comparaciones con algunos de los condecorados en este pandémico 2021. Simplemente, y por si alguno alcanza a leerme, que sepa cómo algunos españolitos ganamos ciertos títulos y condecoraciones, y que sentimos el orgullo de merecer tal. 

 

Lo que peor llevo es que algunos de los galardonados han formado parte de un Gobierno que ha echado mano de los batasunos para mantener las poltronas, dejando en evidencia a las víctimas del terrorismo. La última noticia, como la justicia no dispone de elementos jurídicos dictados por el legislativo para prohibir los homenajes del día Fin de Año, entre ellos al asesino Henri Parot, quien casi consigue ser el "carnicero" de 40 víctimas, entre ellas, mi pariente el Teniente General Quintana Lacaci. Parot era uno de los duros de ETA, que presionaba a sus compinches para evitar pidieran perdón y así mantener prietas las filas de la organización en las cárceles.

 

Mucho me temo que tras el Año Nuevo se darán por lo menos tres noticias. Unas medidas para frenar la pandemia del Ómicron, con mayores restricciones para la movilidad y las reuniones tanto de ocio, como para la enseñanza y el trabajo. Unas medidas fiscales que tratarán de equilibrar las cuentas del Gobierno en materia de ingresos, pues el cierre del ejercicio habrá sido peor de lo presupuestado y comunicado a Bruselas. Una inestabilidad política tanto tanto a nivel nacional  como en las Comunidades Autónomas, que conllevará elecciones.

 

  

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