Reyes Magos
La fiesta por antonomasia de la alegría. La noche anterior es la noche de la esperanza, del anhelo y la fe ciega. ¿Quién no ha sido niño? Antes de irnos a la cama, no podíamos olvidar dejar la ventana abierta y a su lado un vaso de leche y comida para Sus Majestades y los tres camellos. ¿Cómo expresar lo que sentíamos al despertar la mañana siguiente?; saltábamos de la cama y corriendo entrábamos en la habitación donde los sueños se habían plasmado en realidad, donde el milagro se había consumado y allí nos esperaban las cajas para ser abiertas, la bicicleta con un lazo, el balón de nuestros ídolos, las muñecas de Famosa, el fuerte con soldados, la cocinita, el libro con ilustraciones, etc...
Los años han ido desgranándose, pero la ilusión permanece intacta, los niños, como antaño, tocan ojipláticos los regalos tan ansiados, saltan, gritan, ríen, no saben qué decir mientras los padres los miran embelesados porque esa escena es su mejor regalo de Reyes. No cambiemos, no nos inventemos guerras donde no existen utilizando como armas arrojadizas los juguetes que es algo que alguien quiere imponer en función de no se sabe qué. Se me olvidaba: la familia extasiada, unida, desayuna con alborozo, saboreando el típico Roscón de Reyes, seco o con nata, mucha nata, aunque siempre haya alguien dispuesto a intentar organizarnos hasta los detalles más íntimos de nuestras vidas. El haba, la figurita para él y que pague el rosco... con nata.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
La fiesta por antonomasia de la alegría. La noche anterior es la noche de la esperanza, del anhelo y la fe ciega. ¿Quién no ha sido niño? Antes de irnos a la cama, no podíamos olvidar dejar la ventana abierta y a su lado un vaso de leche y comida para Sus Majestades y los tres camellos. ¿Cómo expresar lo que sentíamos al despertar la mañana siguiente?; saltábamos de la cama y corriendo entrábamos en la habitación donde los sueños se habían plasmado en realidad, donde el milagro se había consumado y allí nos esperaban las cajas para ser abiertas, la bicicleta con un lazo, el balón de nuestros ídolos, las muñecas de Famosa, el fuerte con soldados, la cocinita, el libro con ilustraciones, etc...
Los años han ido desgranándose, pero la ilusión permanece intacta, los niños, como antaño, tocan ojipláticos los regalos tan ansiados, saltan, gritan, ríen, no saben qué decir mientras los padres los miran embelesados porque esa escena es su mejor regalo de Reyes. No cambiemos, no nos inventemos guerras donde no existen utilizando como armas arrojadizas los juguetes que es algo que alguien quiere imponer en función de no se sabe qué. Se me olvidaba: la familia extasiada, unida, desayuna con alborozo, saboreando el típico Roscón de Reyes, seco o con nata, mucha nata, aunque siempre haya alguien dispuesto a intentar organizarnos hasta los detalles más íntimos de nuestras vidas. El haba, la figurita para él y que pague el rosco... con nata.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria